Los personajes de Naruto y Dragon Ball no me pertenecen, son obra y creación de Kishimoto y Toriyama respectivamente.
Viejas Costumbres
Habían pasado 4 años desde la derrota de Majin Boo y la Tierra se encontraba en absoluta paz y tranquilidad. Goku había regresado nuevamente a la montaña Paoz junto a su familia, donde entrenaba arduamente todos los días junto a Goten.
Por su parte, Gohan había retomado los estudios y abandonó totalmente los entrenamientos, pues a pesar de la insistencia de su padre, no veía necesario seguir batallando. Por desgracia, esto provocó que su nivel de pelea disminuyera considerablemente con el paso del tiempo.
El caso de Goten era diferente. El pequeño saiyajin odiaba los estudios, sin mencionar que no se le daban nada bien las actividades académicas. Por más que lo intentó, Milk no logró que el chico continuara en la escuela. De hecho, siempre terminaba escapándose de algún modo.
Tampoco adoraba entrenar y pelear tanto como su padre, pero sin duda, prefería eso mucho más a la tediosa tarea de tener que sentarse frente a un libro aburrido. La actitud del chico agradó de sobremanera a Goku. Ahora, tendría a un compañero de entrenamiento fijo, quien para mayor agrado, era su propio hijo.
A pesar del disgusto de Milk frente a esta situación, no tuvo más remedio que dejarlo pasar. Al menos, Gohan se había convertido un gran investigador, justo como ella siempre había deseado. Pensó que tal vez no sería tan malo dejar que Goten fuese algo más parecido a su padre.
El pequeño Goten ya no era tan pequeño. Había crecido un poco, pues ya tenía once años de edad. Aún conservaba el mismo extraño peinado de cabellos alborotados de su padre, así como su expresión alegre e inocente. Había mejorado mucho sus habilidades en esos cuatro años. Pero no era el único.
Trunks también había entrenado muy fuerte junto a su padre durante todo ese tiempo. Después de todo, Vegeta, el Príncipe de los Saiyajin, no permitiría que el hijo de Kakaroto superase al suyo por nada en el mundo. Así que prácticamente obligaba a Trunks a entrenar a diario brutalmente dentro de la cámara de gravedad.
De vez en cuando, los dos chicos se visitaban para jugar y divertirse juntos. Seguían siendo los mejores amigos. Pero de alguna manera, una pequeña parte de la rivalidad que existía entre sus padres había sido transmitida hasta ellos. Por eso, los combates amistosos constituían un evento esencial en sus reuniones. Gracias a ello, ambos chicos podían comprobar quétanto habían mejorado sus habilidades.
Cuando Goten visitaba la Corporación Capsula, los pequeños saiyajinscasi siempre jugaban videojuegos o paseaban por la ciudad, donde el parque de atracciones era uno de sus lugares favoritos. Otras veces, sólo iban al cine, para después consumir descomunales cantidades de comida rápida en el centro comercial.
Pero cuando Trunks visitaba la montaña Paoz, todo era diferente. Generalmente eso significaba una reunión para enfrentarse. Aprovechaban el inmenso lugar donde vivía Goten para volar a un lugar apartado y así tener la libertad de pelear a gusto, sin miedo de destruir nada o dañar a alguien.
Eran combates amistosos, pero a veces, se les pasaba la mano. La última vez, por ejemplo, ambos decidieron dejar su encuentro en un empate, pero sólo después de que hicieron estallar en mil pedazos al menos una decena de montañas por los alrededores, producto de las peligrosas explosiones generadas por sus destructivas técnicas de energía. Y eso que trataban de contenerse.
Por supuesto, los chicos también quedaron hechos un desastre. Ropas rasgadas, golpes, rasguños, sangre y moretones eran la fachada con que se presentaron esa vez ante sus disgustadas madres. Goku y Vegeta no le daban la menor importancia a este asusto. De hecho, les parecía bien que sus hijos se entretuvieran de esa forma, sobre todo al Príncipe de los Saiyajins.
Los dos eran chicos buenos, obedientes e incluso tranquilos. El problema es que cuando se juntaban, solían hacer estupideces. Habían madurado poco desde que eran sólo unos niños y casi siempre terminaban metiéndose en problemas. Sobre todo por culpa de Trunks, quien a sus doce años de edad, tenía una mente muy activa y llena de ocurrencias, por lo que terminaba convenciendo a Goten de una manera u otra de hacer alguna idiotez cuando ambos estaban aburridos.
Una vez que se fue de visita a casa de la familia Son, comenzó a fastidiar a su amigo diciéndole que su Kamehameha era muy débil y que a duras penas podía derribar una montaña. Por supuesto, la respuesta del pequeño saiyajin de cabellos negros no se hizo esperar.
―¿Eso crees? ¡Pues te demostraré que no es cierto! ¡Ahora mismo destruiré esa enorme montaña que esta allá!
―Ahh, vamos, sabes bien que eso no supondría gran cosa. ―Decía Trunks con los ojos cerrados y agitando su mano al aire de un lado a otro con desinterés, tratando de provocar aún más a su amigo―. Si de verdad quieres hacerme cambiar de opinión, tienes que hacer algo más sorprendente…
―¿Ah sí? ¿Cómo qué?
―Bueno, no sé, quizá algo como… ¡No, ni hablar! Eres muy cobarde como para hacerlo…
―¿Para hacer qué. Trunks? ¡Dímelo yaaaaa! ―Suplicaba Goten desesperado, agitándolo por lo hombros.
―Ummmn, no lo sé, estaba pensando en que lanzaras un Kamehameha a la Luna… ―Finalizó sin poder evitar soltar una sonrisa pícara.
―¿A la Luna? ¿Estás loco?
―Lo sabía. Sabía que te acobardarías. Por eso no quería decírtelo ―Contestó mientras le daba la espalda de brazos cruzados, para que así, Goten no pudiera notar lo mucho que se estaba riendo.
―¡No es eso! Es sólo que… si mi mamá se entera…
―Ya te lo dije. Sabía que no te atreverías…
Empuñando con fuerza sus pequeñas manos, dio un paso al frente, dispuesto a aceptar el reto de su amigo de cabellos lila.
Goten era un tonto por caer tan fácilmente en sus provocaciones. Pero Trunks también lo era, pues al final siempre terminaba arrepintiéndose de haberlo convencido. A estas alturas, ninguno de los dos terminaba por aprender de las experiencias pasadas.
Aquella fresca noche de primavera, el cielo y todos los alrededores de la montaña Paoz, quedaron cubiertos de un intenso y cegador resplandor de color azul, que fue seguido de un poderoso estruendo como ningún otro.
―¡Vamos, Milk, es sólo un chico! No es tan grave lo que pasó. Tiene solución. ―Explicaba Goku con su típica sonrisa inocente y el mayor tacto posible, tratando de enfadar lo menos posible a su irascible esposa. Pero eso era una misión imposible.
―¿¡Cómo puedes decir eso, Goku?! ¡Tú siempre tomándote todo a la ligera! ¿No ves que nuestro hijo va camino a convertirse en un rebelde? Ya dejó los estudios nuevamente y traté de hacerme la que no me importaba, ¡pero esto es el colmo! ¡Cuando se junta con Trunks, terminan haciendo alguna barbaridad! ¡Ese niño es una mala influencia para mi Goten! ―Gritaba Milk sumamente alterada, roja de la ira y con una gran vena marcada en su frente.
―Pero Milk, sólo se estaban divirtiendo, no lo hicieron con mala intención. Con las Esferas del Dragón, podemos desear que la Luna vuelva a la normalidad, te lo prometo. ―Contestó el saiyajin agitando sus manos al frente en gesto de autoprotección.
Para Goku era importante que Goten y Trunks siguieran reuniéndose, pues eso motivaba a los chicos a seguir entrenándose y medir sus fuerzas en los combates amistosos. Parte del problema eran los mismos padres, ya que Goku y Vegeta no se habían preocupado lo suficiente en enseñarles hasta donde debían llevar sus límites.
Sólo Gohan se había preocupado de esos detalles, pero el tiempo que entrenó junto a su hermano menor fue muy corto y había quedado muy atrás, cuando los dos se prepararon para aquel torneo de las artes marciales junto a Videl.
―¿Y qué propones que hagamos al respecto? ¿De qué manera sugieres que castiguemos a Goten por lo ocurrido? ―Preguntó su esposa con ambas manos sobre la cadera, aún visiblemente molesta.
Después de meditarlo durante un par de minutos y con la mirada hacia el techo en clara señal de actitud reflexiva, Goku tuvo una idea.
―¿Qué te parece si los chicos a buscar las esferas por sí mismos? Tal vez así, aprendan a asumir la responsabilidad de sus actos. Luego, te prometo que haré que Goten se dedique más a los estudios.
Su proposición pareció apaciguar bastante el enojo Milk. No sabía cómo se las arreglaría Goku para lograr que el pequeño se aplicara más a los estudios, pero mejor era eso que nada. Así que aceptó gustosa, no sin cierto dejo de desconfianza. Después de todo, a pesar del fuerte y dominante carácter de la mujer, Goku terminaba haciendo generalmente lo que quería.
Por supuesto, el saiyajin pensaba pedirle a Gohan que se encargara de tal misión, pues no tenía ni idea de cómo convencer a su hijo menor de estudiar más y hacer las tareas.
Por otro lado, los dos pequeños escucharon la conversación entera desde la habitación de Goten. Era casi imposible ignorar los estridentes gritos de Milk que provenían desde la cocina, ubicada tan sólo a unos pocos metros de distancia del pequeño dormitorio.
―¡Sabía que no debía seguirte el juego! ¡Ahora por tu culpa los dos tenemos que buscar las esferas! ―Recriminó un tanto disgustado a Trunks.
―¡Oye, no puedes culparme sólo a mí! Admito que lo que te pedí fue una estupidez, pero precisamente por eso no imaginé que en verdad serías capaz de hacerlo.
Los dos se quedaron en completo silencio, analizando la ridiculez que habían hecho. Esta vez, habían llegado demasiado lejos. Pero luego de unos segundos, se miraron con una sonrisa cómplice, como si supieran exactamente lo que el otro estaba pensando.
―Jeje, ¿viste como estalló? Admite que se vio genial… ―Lejos de reflexionar, Goten se mostraba complacido por su reciente hazaña, si así se le podía llamar.
―Reconozco que estuvo bastante mejor de lo que pensé. ¡Eso le gana por mucho al espectáculo de fuegos artificiales que dedican cada año al payaso de Mr. Satán!
Comentando alegremente el suceso ocurrido, los dos chicos continuaron conversando por unas horas más, hasta que el cansancio del ajetreado día les impidió continuar y terminaron cayendo profundamente dormidos.
El regaño que les vino al día siguiente fue monumental, no sólo por parte de Milk, sino que Bulma se trasladó tan pronto como supo del hecho y se encargó de avergonzar a Trunks en público con un extenso y humillante sermón.
―¡Y si me entero que hiciste alguna de tus tonterías durante el viaje, no tendré más remedio que darte un verdadero castigo! ¡Un castigo de un año que jamás olvidarás! ¡Para empezar, no podrán salir más juntos! ―Amenazó la científica de la Corporación Cápsula a su hijo.
―¡Lo mismo digo de ti Goten! ¡Sin mencionar que te haré estudiar mucho más de lo que hice con tu hermano! ―Fnalizó Milk de brazos cruzados, sumamente furiosa.
Esa última amenaza era demasiado. Hasta el mismo Gohan que estaba presente, no pudo evitar sentir un pequeño estremecimiento recorrer su cuerpo de sólo imaginar la tortura que atravesaría su hermano. Incluso Videl se compadeció, ofreciéndose como voluntaria a acompañarlos para brindarles una mejor supervisión.
Ambas madres estuvieron a punto de aceptar, pero Goku intervino diciendo que los chicos tendrían que aprender la lección por sí solos, de lo contrario, no serían jóvenes responsables jamás. Todos estaban ligeramente impresionados por el análisis y la madurez que mostraba el saiyajin con el asunto, pero había un motivo detrás de esto.
Goku sabía que si los chicos iban por si solos, podrían continuar con parte de su entrenamiento, cosa que Videl les impediría hacer si los acompañaban.
Después de un sinfín de instrucciones, Bulma se aseguró en que los chicos hubieran captado de forma adecuada toda la información necesaria sobre lo que debían hacer durante el viaje. Después de todo, ella había pasado varias veces por la aventura de buscar las Esferas del Dragón y contaba con mucha experiencia.
Finalmente, les entregó el radar del dragón y se retiró en uno de sus aviones, de vuelta a la Capital del Oeste.
―Bien, chicos, ya saben qué hacer. Recuerden todos los consejos de Bulma. Busquen las Esferas del Dragón juntos, una por una. No intenten separarse. Nunca se sabe lo que puede pasar en este tipo de viajes. ―Les repitió Gohan por última vez, asegurándose que los dos entendieran esa parte de la explicación―. Shenlong les concederá tres deseos, pero sólo pedirán el primero y luego le dirán que se retire. No intenten nada estúpido.
―¡Entendido! ―Respondieron al unísono mientras terminaban de alistar sus últimas pertenencias y las guardaban dentro de unas pocas cápsulas, para así viajar con mayor facilidad.
―De todas formas, no se pongan muy cómodos. Estaremos de vuelta a lo mucho esta misma noche. ―Anunció Trunks con una sonrisa confiada, la misma que acto seguido, dibujó Goten en su rostro.
―Ehhh, chicos, con respecto a eso… ―Intervino Goku para aclarar un último detalle, llevándose una mano detrás de la nuca―. Tendrán que hacerlo sin volar.
―¿¡Qué!? ¿Pero por qué, papá? ¡No lo entiendo! ―Replicó de inmediato el miembro más pequeño de la familia Son.
―Pues será como parte del castigo. De lo contrario, terminarán muy pronto y esto no tendrá sentido alguno. Si intentan volar, captaré rápidamente su ki y no tendré más opción que teletransportarme a donde sea que estén. Así que no pretendan hacer trampa.
Era demasiado como ser verdad. Todos los presentes, incluyendo los jóvenes saiyajin, estaban boquiabiertos con la actitud de Goku. Por primera vez, se estaba dando la tarea de castigar de manera adecuada a sus hijos.
―Pe-pero papá…
―¡Sin peros, Son Goten! ¡Harás exactamente lo que tu padre te diga! ―Regaño Milk ipso facto, aunque un poco sorprendida consigo misma por el comentario realizado. Jamás imaginó que tales palabras saldrían de su boca algún día. Sin duda, la situación era algo extraña.
Pasadas un par de horas, los chicos salieron de la casa de la familia Son, listos para iniciar la travesía y vestidos con sus respectivos trajes de entrenamiento, iguales a los que usaron de niños cuando enfrentaron a MajinBoo, sólo que unas pocas tallas más grandes y adaptados a su estatura actual.
Goten usaba su dogi naranja, idéntico al de su padre, con una camiseta color azul marino de mangas largas por debajo. Por otra parte, Trunks llevaba su dogi verde con el cinturón y muñequeras naranja.
Ya se habían despedido de todos. Con ligero fastidio, encendieron el radar del dragón para ubicar la esfera más cercana y viajar en esa dirección.
―Bien, Goten, según esto la esfera más cercana está a 200 kilómetros al norte de aquí. ―Dijo Trunks observando con detenimiento el pequeño punto titilante en la pantalla del radar―. ¿Qué te parece una pequeña carrera hasta allá? Tú sabes, como en los viejos tiempos.
El reto animó bastante al miembro más joven de la familia Son. De niños, solían hacer carreras para medir su velocidad. Goten era un velocista nato, aunque cuando se trataba de volar, Trunks era quien generalmente llevaba la delantera.
―Me parece bien. Tendré tiempo de tomar una siesta y todo antes de que llegues. Sólo me tomara uno par minutos. ―Comentó Goten mientras hacía unos cuantos estiramientos.
―¿Dos minutos?
―¡Tienes razón, eso es mucho! Más bien será uno…
Cuando los dos calentaron lo suficiente, se prepararon para arrancar a toda velocidad a la cuenta de tres. Pero justo antes, una voz familiar les llamó a unos pocos metros de distancia.
―¡Esperen un segundo! ―Exclamó Goku corriendo hasta ellos, con una mano levantada para llamarsu atención.
―¿Qué sucede? ¿Acaso vendrás con nosotros, papá?
―No. Verán, les quería decir una última cosa. ―Comenzó a explicar el saiyajin cambiando su expresión por una más seria―. La verdadera razón por la cual les prohibí volar no fue como castigo, sino como un método de entrenamiento. Ya que saben volar desde muy pequeños, jamás han utilizado otros métodos para viajar. Cuando era niño, el Maestro Roshi me prohibió usar durante un tiempo la nube voladora, de manera que tuve que recorrer el mundo entero por mis propios medios,
―¿Realmente cree que viajar de esa manera nos podrá ayudar? ―Preguntó Trunks un tanto incrédulo.
―Sí, se los aseguro. Notarán la diferencia. Pero ustedes son mucho más fuertes que yo cuando tenía su misma edad, así que tendrán que hacerlo de una manera un poco diferente-
―¿A qué te refieres, papá?
―Sólo toquen mi brazo. Pronto lo sabrán.
Los pequeños saiyajins hicieron exactamente lo que les pidió. Luego, colocando dos de sus dedos sobre la frente, Goku se teletransportó junto a ellos, desapareciendo totalmente de la nada.
En los jardines del templo de Kamisama, se encontraba Piccolo levitando en posición de flor de loto, profundamente sumido dentro de sus meditaciones. El entrenamiento mental era una de las especialidades de guerrero Namekusei. Su concentración se rompió de inmediato cuando percibió un conocido ki haciendo acto de presencia.
¡Zip!
De la nada, aparecieron frente a él Goku con los dos bribones que tantos dolores de cabeza le habían causado. Los chiquillos fueron mucho más maleducados y difíciles de controlar de lo que fue Gohan, sin mencionar la poca seriedad y actitud desinteresada que tenían a la hora de afrontar situaciones peligrosas.
Cuando pelearon contra MajinBoo, desperdiciaron el tiempo de la fusión por intentar lucirse frente a él y hacer cuantas idioteces pasaron por sus mentes, en lugar de haber exterminado al demonio cuando tuvieron la oportunidad. Sus actos, complicaron de sobremanera la situación.
―Hola, Piccolo, tiempo sin vernos. ¿Cómo están las cosas por acá? ―Preguntó Goku con su característica sonrisa amigable.
El Namekusei se limitó a abrir los ojos, observándolos mientras aún levitaba en su postura tradicional de meditación.
―Veo que trajiste a los mocosos que destruyeron la Luna. Lamento decírtelo Goku, pero no tengo intención alguna de entrenarlos. ―Contestó en tono seco, con su habitual voz profunda.
―Hey, ¿quién le contó sobre eso? ―Preguntó Trunks con ligero descontento. No le agradaba que la notica se hubiera esparcido tan rápido.
―Por si no lo recuerdan, estoy fusionado con el antiguo Kamisama. Puedo ver desde aquí esa clase de cosas. Además, sentí la energía de Goten cuando todo ocurrió. ―Respondió sin darle mucha importancia a los pequeños saiyajins―. Como te dije, Goku, no pienso encargarme de este par de enanos.
―No se trata de eso, Piccolo. He venido a pedirte un favor diferente. ¿Serás capaz de utilizar tus poderes para darles a los chicos una ropa pesada de entrenamiento?
―Hmmm, ya veo… ¿Y cuánto peso tienes en mente?
El saiyajin levanto la mirada, sosteniéndose la barbilla y asumiendo una actitud pensativa―. No lo sé, quizá con una tonelada sea suficiente. Creo que serán capaces de manejarlo sin problemas.
Con un chasquido de sus dedos, el Namekusei provocó que las botas y las muñequeras de los pequeños aumentaran desmesuradamente de peso, al igual que sus camisetas. En el caso de Trunks, le puso una camiseta azul marino sin mangas bajo su dogi, igual que aquella que el antiguo Kamisama le puso a Goku cuando entrenó de niño en el templo.
Los chicos abrieron sus ojos en sorpresa,cuando notaron efectivamente el cambio en sus cuerpos. Ambos sacudían sus brazos y piernas de un lado a otro, comprobando el evidente cambio de peso.
―Descuiden, muy pronto se acostumbraran. ―Dijo Goku al ver la confusión en sus rostros.
No era que les resultara imposible moverse. De hecho, a simple vista parecía que no habían sufrido cambio de ropa alguno. Más les impresionaba la extraña manera en que Piccolo había provocado dicho cambio. Sin duda, las habilidades del guerrero Namekusei eran grandiosas.
Colocando nuevamente sus dos dedos sobre la frente, Goku les indicó a los chicos que se sujetaran a él―. Gracias por todo, Piccolo. Cuando ellos reúnan las Esferas del Dragón y pidan el deseo a Shenlong, te aseguro que todo volverá a la normalidad.
Sin más, los tres desaparecieron por completo, como si jamás hubieran estado allí.
―¡Espera, Goku! ―Pero fue demasiado tarde. Ya se habían marchado.
Piccolo estaba petrificado. Jamás imaginó que a alguien se le ocurriera la brillante idea de dejar en manos de los dos idiotas más grandes del mundo una misión tan delicada como convocar a Shenlong y pedir algún deseo.
Por supuesto, todo cobraba sentido si era Goku a quien se le ocurría semejante idea. Pero con un suspiro de resignación, el Namekusei lo dejó pasar.
―No seré yo quien se entrometa en este asunto. Será responsabilidad de Goku lo que sea que pueda pasar por culpa de esos dos.
Una vez de vuelta en la montaña Paoz, Goku se encargó de explicarles una última cosa a los chicos.
―Ignoren lo que les dijo Bulma y Gohan sobre pedir sólo un deseo. Quiero que también utilicen el segundo. Pídanle a Shenlong que vuelva a reconstruir la entrada de la Habitación del Tiempo para poder acceder nuevamente a esa dimensión.
―¿Y para que quieres eso, papá? ―Preguntó Goten un tanto confundido.
―Es una lástima que jamás podamos entrar a ella nuevamente. Allí dentro se podía entrenar muy bien y obtener resultados maravillosos. Sería buena idea reconstruir la entrada otra vez. Podríamos necesitarla en una futura emergencia.
Ambos jóvenes estaban de acuerdo. Cuando eran niños, entrenaron dentro de la habitación menos de un mes y aún así, sus habilidades aumentaron desmesuradamente. Perfeccionaron la fusión y lograron transformarse en Gotenks Super Saiyajin 3.
―Pero eso no es todo. ―Advirtió Goku con una expresión más seria―. Quisiera que una vez pedido el deseo, entren a la habitación y entrenen durante un año completo.
―¿¡QUEEEE¡? ¿Todo un año? ―Exclamaron al unísono los dos pequeños saiyajin.
Lo que Goku realmente deseaba, era que ambos se volvieran muy fuertes en tan sólo un día de tiempo real. Así, sus entrenamientos con Goten serían mucho más fructíferos y entretenidos. Incluso Vegeta estaría en el fondo agradecido con él, pues también le gustaría que su hijo Trunks volviese mucho más fuerte tan pronto.
―¡Por favor, muchachos! ¡Aprovechen la oportunidad! Estar dentro de la habitación por tanto tiempo no será nada fácil, pero verán como los resultados valdrán la pena.
Viendo el poco convencimiento que su proposición causó en los chicos, decidió hacerles un pequeño chantaje. Mirando a ambos lados para asegurarse que aún estaban solos, Goku se inclinó y les habló en voz baja con una sonrisa pícara dibujada en su rostro.
―Si lo hacen, prometo que hablaré muy bien de ustedes frente a sus madres. Goten, tú no tendrás que estudiar como Milk quiere. Y en cuanto a ti, Trunks, convenceré a Bulma de que te devuelva todos tus videojuegos y te deje salir con Goten otra vez a donde ustedes quieran.
―¿Y si no qué? ─Preguntó Trunks para poner en una balanza las opciones que tenían.
─Bueno, no lo sé… quizá sus madres querrán continuar con el castigo por mucho más tiempo, y no tendré más remedio que dejarlas hacer lo que quieran, sin intentar convencerlas de lo contrario… ―Dijo tranquilamente encogiéndose de hombros y con sus ojos cerrados. Pero por dentro, Goku se estaba muriendo de risa.
A pesar de su inocencia, cuando Goku se proponía algo que quería mucho, hacía cosas de este tipo. Como cuando quiso concretar la cita de Bulma con el Supremo Kaiosama de hace 15 generaciones a cambio de que la anciana deidad liberara el poder oculto de Gohan.
―Pasar un año en la habitación… pasar un año castigados… pasar un año en la habitación… pasar un año castigados… ―Meditó Trunks en voz baja.
No hubo necesidad de ponerse de acuerdo con su amigo. Ambos se miraron y llegaron a una conclusión de inmediato. No había siquiera que discutirlo.
―¡Un año en la habitación! ―Exclamaron al unísono.
―¡Excelente! ¡Verán que no se arrepentirán, chicos, se volverán muy fuertes! Sólo deben tener en cuenta una cosa: jamás dejen de usar la ropa de entrenamiento.
Sin nada más de que hablar, Goku se despidió de ambos y les deseó suerte. Acto seguido, los dos chicos iniciaron su particularmente veloz carrera hacia el norte. Una carrera hacia la Esfera del Dragón más cercana.
―¡No es justo, hiciste trampa! ¡Sabías que te iba a ganar! ―Recriminó Goten bastante molesto, mientras retiraba los escombros de roca encima de él y sacudía el polvo de su ropa.
Viéndose perdedor de la carrera, Trunks sintió la necesidad de hacer trampa y lanzó una pequeña esfera de energía dorada a los pies de su amigo, generando una pequeña explosión y haciendo que el chiquillo trastabillara sin control y terminara estrellándose violentamente contra una gran roca en el camino.
―No dijiste que estaba prohibido arrojar energía ―Fue todo lo que le contestó Trunks con una sonrisa pícara. Pero antes de que Goten pudiese contestarle algo más, el chico continuó―. Oye, tenemos que comenzar a buscar y dejar de perder el tiempo. La esfera debe estar por aquí cerca.
Pasaron cerca de una hora buscando por arbustos y montones de hojas, hasta que ambos llegaron a la conclusión de que la esfera debía encontrarse en el fondo del pequeño lago frente a ellos.
―Alguno de los dos deberá entrar a buscarla. ―Dijo Trunks sosteniendo su barbilla por unos instantes―. ¡Lo tengo! ¿Qué te parece si lo dejamos a la suerte y hacemos piedra, papel o tijeras?
―Es lo más justo. ¡Hagámoslo!
Y así, los dos comenzaron el pequeño juego de azar, hasta que después de diez empates consecutivos, Trunks fue el ganador.
―¡Sí! ¡Tijeras corta papel, así que gané!
Por su parte, Goten estaba algo decepcionado. No quería entrar al agua y mojar toda su vestimenta. Sin embargo, pensó que nadie podría darse cuenta si se quitaba las ropas de entrenamiento aunque fuera sólo un momento para evitar mojarlas.
Cuando se desvistió totalmente, tiró su ropa sobre una gran piedra cercana a la orilla, la cual se rompió estruendosamente ante el descomunal peso de su indumentaria.
―Créeme, Goten, estoy muy acostumbrado a entrenar casi a diario bajo gravedad aumentada. Te puedo asegurar que el sin vergüenza del Señor Piccolo le puso más de una tonelada de peso a estas cosas. ―Dijo al observar lo ocurrido con aquella piedra. Pero de repente, Trunks notó algo curioso cuando su amigo le dio la espalda, ya dispuesto a zambullirse completamente dentro del lago―. Oye, Goten, ¿qué es eso que tienes ahí? ¡No me digas que te está creciendo nuevamente la cola! ―Dijo señalando la extraña apéndice.
―¿Esto? Pues sí. Mi papá dijo que me está creciendo otra vez. Pero aún le debe faltar el doble de su tamaño. Sólo me advirtió no mirar la luna llena cuando me creciera totalmente. ―Dijo mientras movía su cola de un lado a otro.
Como aún no alcanzaba su longitud total, el chico todavía la guardaba dentro de sus pantalones.
Sin mayor pérdida de tiempo, Goten se lanzó dentro del lago, sumergiéndose rápidamente en las profundidades del mismo. Pero por más que buscó y buscó, no encontró absolutamente nada. Tampoco era muy difícil, pues el tamaño del lago era pequeño y el agua bastante clara.
Lo único interesante que vio, fue un gigantesco pez nadando en círculos, al cual decidió atrapar por la cola y lanzarlo con fuerza fuera del agua. De esta manera, los dos chicos ya se habían hecho con la cena de esa noche.
Al cabo de una hora aproximadamente, Goten cesó su exploración dentro del lago. Estaba cansado de tanto buscar y ya había comenzado a oscurecer, de manera que se le empezaba a dificultar mucho la visión. Suspirando en señal de derrota, abandonó el agua y comenzó a vestirse nuevamente, mientras que Trunks ya se había encargado de encender la fogata y cocinar al gigantesco pez.
―Veo que no tuviste suerte. Si quieres comemos y mañana temprano, cuando salga el sol, continuamos buscando. Tal vez haya una cueva por aquí cerca que no hemos descubierto.
Sin contestarle nada, Goten tomó asiento cerca de la fogata, mientras Trunks le alcanzaba un gran trozo de pescado ensartado en una vara de madera. Los chicos comenzaron a consumir el alimento con gran avidez, de la misma manera en que los saiyajins acostumbraban a comer normalmente.
Parecía imposible que dos jóvenes tan pequeños pudieran almacenar semejantes cantidades de comida en sus estómagos. Al cabo de media hora, fueron capaces de devorar casi por completo el gigantesco pez, que en condiciones normales, hubiese sido suficiente para alimentar al menos a treinta hombres.
―¿A ti jamás te creció la cola otra vez? Supuestamente a ambos nos la cortaron apenas nacimos. ―Preguntó Goten, dándole las últimas mordidas a su porción de pescado.
―Sí, hace un par de años me comenzó a crecer otra vez. Pero mi mamá dijo que tener cola era peligroso y que lo mejor sería cortármela de nuevo, aunque mi papá no estaba del todo de acuerdo―. Contestó sin darle mucha importancia al asunto.
―¿Peligroso? ¿Pero por qué?
Cuando Trunks se disponía a responderle que no tenía ni idea, dio un gran mordisco a su porción de pescado que le hizo arrepentirse inmediatamente de comer sin poner el cuidado suficiente.
¡CRAAACK!
―¡ARRGGG! ¡Demonios! ¿¡Qué mierda fue eso!? ―Se quejó al tiempo que se llevaba las manos a la boca―. ¡Casi me parto un diente!
Por otro lado, Goten estaba reventándose de la risa, dando literalmente vueltas por el suelo.
―¡JAJAJAJA! ¡Eso te pasa por comer como cerdo! De seguro mordiste una espina muy grande.
―¡No, no fue una espina! Más bien parecía una piedra. ―Contestó aún molesto, mientras revisaba bien entre su comida. Lo que el chico observó, le dejó casi sin aliento―. ¡Hey, Goten! ¡Ven a ver un momento! ¡Esto fue lo que mordí!
El chico se puso de pie y corrió rápido hasta donde se encontraba su amigo, para observar nada más y nada menos que la pequeña parte de una Esfera del Dragón asomada entre las carnes del pescado. Sin dudarlo, el pequeño Son la tomó entre sus manos para observarla mejor.
―¡Mira, Trunks, es la esfera de tres estrellas! ¡Con razón no la encontrábamos en ningún lugar! Éste gran pez de seguro se la comió hace unos días.
―Vaya, qué suerte que se te ocurrió capturarlo. Pero por poco me rompo los dientes con esa cosa. ―Seguía quejándose mientras se tocaba los dientes.
―Es que si comieras más educadamente como yo, nada de esto hubiera pasado. ―Comentó Goten con los ojos cerrados y en un tono de marcada superioridad, como si se tratase de alguien que proviene de la realeza.
―¡QUÉ HABLAS, PEDAZO DE ANIMAL! ¡TÚ COMES MUCHO PEOR Y MÁS RÁPIDO QUE YO! ―Gritó Trunks más que molesto por el comentario sin sentido de su amigo, quien sólo buscaba fastidiarlo. No por nada, Goten terminó con su parte mucho antes que él.
Sea como sea, los chicos ya habían conseguido la primera Esfera del Dragón. Pero su viaje apenas estaba comenzando. Aún tenían miles de kilómetros que recorrer alrededor del mundo hasta hacerse con todas y cada una de ellas.
Fin del capítulo
Para el próximo capítulo explicaré cómo es que Goten y Trunks llegan accidentalmente al mundo de los ninjas. Por favor, dejen sus comentarios sobre qué les parece la historia, es una forma de apoyar al fic y estaría muy satisfecho con ello, no importa si la historia ya se encuentra más avanzada o incluso terminada, estaré al pendiente y muy a gusto leyendo sus consejos, sugerencias u opiniones.
¡Saludos!