9. Los enigmas de un corazón.
Robin y Patrick acordaron ir a buscar la dirección, inicialmente Patrick se había visto renuente a aceptar la compañía de la chica Spillman, pero dada la situación donde ella había sido quien encontró las cartas, sabía que le alegaría sobre lo injusto que resultaba que la dejara a un lado. Sin embargo si alguien le hubiera dado a escoger a un compañero en un momento como ese, sabía que Robin sería la última persona que escogería para estar a su lado.
La dirección indicaba que vivía cerca de Chicago pero fuera de la ciudad… Robin había tomado prestado el carro de David, lo cual Patrick agradeció, suficiente era tener a un Spillman a su lado como para tener también al insoportable de David.
Pasaron cerca del lago y se internaron en un camino hacia las montañas, a pesar de la belleza del paisaje, Patrick sólo podía pensar en lo que le diría a su padre cuando por fin lo viera, ¿se llevaría bien con él? ¿Sabría de su existencia? ¿Aún amaría a su madre? ¿Por qué lo había abandonado?
−No has pensado que en lugar de traerte respuestas serán más preguntas lo que obtengas de todo esto –dijo Robin como si estuviera adivinando sus pensamientos.
−Sí, pero es un riesgo que tengo que tomar –apuntó el chico.
Varias horas después llegaron a una zona de casas de campo en medio del bosque…
−Esto se ve bastante desolado –dijo Robin.
−A mí no me digas nada, la que sacó esta dirección fuiste tú no yo…
−Pero el que quería venir eras tú…
−Y tú decidiste acompañarme –agregó Patrick.
−Se supone que va a ser una de estas casas…
Ambos bajaron del carro, Patrick pensó que en cuanto pudiera reuniría dinero suficiente para comprarse uno, realmente era mucho más rápido y cómodo que viajar en carreta o a caballo.
−La mayoría parece que no están habitadas… −señaló Patrick.
−Esa de allá no –dijo Robin –hay humo saliendo de la chimenea.
Patrick miró hacia arriba y vio a una de las casas de la que le salía humo. Sonrió y al mismo tiempo sintió que su corazón latía con rapidez. Tomó aire y se aproximó a la casa… Un hermoso jardín lleno de rosas estaba a la entrada.
−Se parece al jardín de Lakewood –mencionó Robin.
−¿Lakewood?
−Sí, más adelante tendrás que visitar el lugar, seguro te gustará… ideal para pueblerinos como tú.
El muchacho hizo un mohín de disgusto, esos comentarios de Robin solían hacerlo enojar, sabía exactamente el momento exacto para lanzar una frase mordaz.
−¿Estará bien si entramos sin llamar a la puerta?
−¿Y si llamas, qué vas a decir? –preguntó Robin –hola soy tu hijo perdido…
−No, yo…
−Ya estamos aquí, hay que entrar, lo peor que puede pasar es que nos corran.
Robin abrió el cancel e hizo sonar los tacones sobre el camino de piedras, sus ojos brillaron con una emoción de quien hace algo prohibido. Patrick podía sentir esa emoción fusionada con sus propios latidos.
−¿Quién anda allí? –dijo un hombre desde el zaguán.
Patrick levantó la cabeza como un perro de la pradera, igual a quien presiente el peligro cerca…
−Buenas tardes –saludó Robin sin dejar de caminar hacia donde estaba el hombre –estamos buscando a alguien.
−¿A quién buscan? ¿Por aquí no vive nadie más que yo?
−Entonces va a ser a usted a quien buscamos –añadió la muchacha.
El muchacho envalentonado por la actitud de Robin la siguió hasta que pudo ver la cara de quien hablaba, Patrick casi dio un salto de susto cuando vio la cara del hombre, era su tío William…
−¿Tío William? –preguntó el muchacho.
−No es el tío William –exclamó Robin −¿quién es usted?
−¿Patrick? –dijo el hombre.
−¿Lo conoce? –quiso saber Robin.
−No, no puedes estar aquí, tienes que irte…
−Espere –imploró el muchacho –necesito…
−¿Qué has hecho? –dijo el hombre más para sí que para los muchachos.
El hombre buscó con la mirada hacía todos lados con mucho nerviosismo.
−Pasen antes de que alguien los vea –dijo apremiándolos.
Los tres pasaron dentro de la casa de campo, que a pesar de no tener muchos muebles se veía mucho más acogedora de lo que Patrick pensó estando afuera. Cerró la puerta con seguro, por un segundo pensó que el hombre parecido a su tío podía ser un asesino o un criminal, habían entrado sin preguntar, ¿cuándo aprendería a no confiar tanto en la gente?
−¿Qué hacen aquí? ¿Cómo supieron de este lugar?
−¿Es usted quien le escribe a mi madre? –inquirió Robin.
−¿Eres la hija de Eliza?
−Sí –contestó ella muy orgullosa –soy su hija.
−Le aconsejé que tuviera cuidado con las cartas…
−Ella las guardó muy bien, créame, me costó bastante encontrarlas –dijo ella con un aire divertido de quien ha cometido una travesura.
−No saben que mal hicieron –dijo el hombre.
−¿Quién es usted? ¿cómo es que sabe mi nombre?
−Patrick ¿de verdad necesitas hacer esa pregunta? –mencionó el hombre con una voz afable.
−¿Es usted mi padre?
−Patrick, esto no debería haber sucedido, tu madre y yo hemos sacrificado mucho por tu bienestar, ¿Por qué has sido tan imprudente?
−Eres el tío Anthony ¿verdad?
El hombre giró la cabeza hacía Robin quien había aseverado eso.
−Lo es, está vivo Patrick, el tío Anthony no murió… −exclamó Robin −¿cuántas mentiras más habremos de averiguar que existen en la familia Andley?
−No deberían indagar sobre ello –dijo Anthony. –Eres de verdad tan suspicaz como lo dice tu madre… efectivamente soy Anthony Brown Andley y si Patrick, yo soy tu padre.
Patrick lo miró detenidamente, de todas las preguntas que se había formulado no podía ni realizar una, era como si cayera rápidamente por un agujero, apenas y podía escuchar lo que Robin y su padre hablaban.
−Siéntate, te ves mal –le dijo Anthony con mucha dulzura.
−¿Cómo? ¿Cómo es que está vivo? –comenzó a interrogar Robin.
−Será mejor que se sienten los dos –dijo él…
Después de hacerlos sentar sirvió unas tazas de café y se sentó junto a la única chimenea que estaba prendida.
−Es una larga historia.
−Pues tenemos mucho tiempo –apuntó Robin.
−La gran mentira de la familia Andley comenzó esa cacería. La tía Elroy estaba a disgusto con la adopción de Candy, sabía que ambos habíamos empezado a tener sentimientos el uno por el otro, algo que no podía aceptar que pasara al menos no mientras ella viviera. Para su gran fortuna tuve un accidente ese día, me caí de un caballo, me desmayé y cuando desperté estaba encerrado en un lugar que no conocía. Traté desesperadamente de salir de allí, tal vez duré en ese lugar una semana, me pasaban comida a través de una puertecilla que estaba pegada a la pared, pero la persona que me entregaba la comida no hablaba conmigo. Una semana después George apareció delante de mí, diciendo que tendría que ir con los padres de Stear y Archie a la India.
−¿A la India?
−Sí, en aquel entonces mis tíos eran embajadores de allá… yo por un momento pensé que algo les había pasado a ellos, a Archie y a Stear así que accedí a ir, durante el viaje pensé mucho en Candy y en ellos, no estaba seguro de lo que sucedía porque nadie hablaba conmigo. Cuando llegué a la India, allí estaban mis tíos, pero no estaban ni Archie ni Stear… no quisieron darme más explicaciones, sólo me informaron que iba a vivir con ellos durante un año hasta que mi padre fuera por mí… ese año se transformó en varios años, me tenían continuamente vigilado y me habían prohibido ponerme en contacto con Archie, Stear o Candy… yo no sabía que estaba sucediendo…
−Ellos dijeron que había muerto –dijo Robin.
−Sí, eso lo comprendí después, pero durante mucho tiempo la desesperación se apoderó de mí, no sabía qué hacer, de no haber sido por el maestro que me pusieron mis tíos seguramente me habría vuelto loco, él creía en el karma, las filosofías budistas y en el poder de la meditación. Me dijo que las cosas suceden por una razón, que mi estadía allí podía estarle haciendo la vida más fácil a alguien. Creo que él sabía más de lo que me dijo, pero me dio bastantes pistas para que yo tomara aquello como un aprendizaje.
−¿Cuándo regresó a América?
−Durante la gran guerra, la situación en la India se volvió insostenible y tanto mis tíos como yo tuvimos que regresar a América, una vez aquí pude enterarme de todo, para ese entonces todos estaban nerviosos porque el tío William había desaparecido, la tía Elroy había incluso ideado hacerme pasar por él… pero entonces apareció de repente… Fue entonces que me enteré de la gran mentira, de mi supuesta muerte y de cómo habían sufrido mis primos, en especial Candy.
−¿y porque no les dijo la verdad a los demás?
−Iba a hacerlo, pero fue cuando murió Stear, pasó cerca de un año cuando pude rencontrarme con Candy, ella y yo… fuimos muy felices durante un tiempo.
−¿Y así de repente apareció delante de ella?
−No realmente, tal como hicieron ustedes Candy se enteró de que no estaba muerto por casualidad.
−¿Qué quiere decir con eso? –preguntó Robin nuevamente.
−Eres muy insistente –comentó Anthony –pues por un tiempo no sabía si aparecer o no, la tía Elroy me había prohibido hacer apariciones públicas, así que yo me mantenía alejando, en el campo, en otras ciudades o Lakewood, todos decían que la vida de Candy iba muy bien y yo no quería arruinarle su vida apareciendo de repente.
−¿Entonces? –Patrick quería saber más.
−Estando en otra ciudad, Candy viajó para allá y nos encontramos sin planearlo, ella se llevó una gran sorpresa y un disgusto muy grande, no podía perdonarme el haber estado tanto tiempo ausente en su vida, pero pues esos sentimientos se fueron desvaneciendo con el tiempo…
−¿Y cómo fue que reaccionó la tía Elroy? ¿Se enteró?
−Después de un año de estar en contacto por medio de cartas y visitas clandestinas, pues Candy y yo ideamos escapar así que fuimos a una capilla y nos casamos… yo era muy feliz, pero la tía Elroy se enteró y nos amenazó… nos iba a mandar a vivir lejos de América.
−¿Por qué no aceptaron irse?
−Candy se dio cuenta de que estaba esperando un hijo y estaba muy delicada, no podía hacer un viaje largo, así que decidimos esperar por el momento, sin embargo la tía Elroy se enteró de que Candy te esperaba y como no podía decirle a los demás que yo seguía vivo, para la tía Elroy encarar esa situación en la sociedad de Chicago habría sido una deshonra… porque ella jamás habría permitido que se supiera que estoy vivo. Así que hizo algo digno de una obra de teatro, frente a todos en medio de una fiesta la corrió de la familia.
−¿Y los demás lo permitieron? –preguntó Robin.
−El tío William estaba decepcionado de mí, dijo que me había comportado como un chiquillo, que no había pensado en las consecuencias, que había hecho imposible cualquier posibilidad dónde él pudiera ayudarnos.
−¿Él lo sabía todo?
−Supongo que no –agregó la chica Spillman –me imagino que si se lo hubieran informado, él los habría escondido.
−Sí, algo así, habría hecho que la tía no se enterara, ella es buena guardando secretos, pero el tío William lo es también.
−Pero… ¿por qué mi madre tenía que estar sola?
−La tía Elroy le prohibió acercarse a mí… y a mí me prohibió buscarla, si lo hacía… −Anthony se quedó callado.
−¿Qué? –preguntaron al unísono Robin y Patrick.
Anthony parecía inquieto al decir las palabras, finalmente lo dijo.
−La tía, amenazó con quitarte de en medio –dijo señalando a Patrick.
−¿En serio? –preguntó Patrick sorprendido y un poco indignado que ese tipo de cosas pasaran en la familia.
−Típico de la familia Andley –resaltó Robin.
Anthony sonrió con un dejo de amargura. Patrick no podía comprender como alguien podía ser capaz de matar a alguien de su propia familia.
−Pero la tía no lo habría matado ¿verdad? –dijo Robin como si estuviera pensando lo mismo que Patrick.
−Hay muchas maneras de quitar a alguien de en medio, ella lo había hecho con el tío William, luego conmigo, y lo mismo hizo con tus abuelos.
−¿Cuándo los mandó a Florida?
−Sí…
−Pero no entiendo –añadió Patrick –¿por qué todos hacen caso de lo que dice la tía?
−No es que te deje mucha opción, es capaz de usar la fuerza o algunos métodos no tan convencionales para hacerse obedecer.
−Y mi madre – continuó Robin −¿cómo se enteró de la verdad?
−Ella siempre fue de naturaleza curiosa, y no tardó en enterarse, pero pues ya ves que ahora es catalogada como loca…
−¿Por qué no me buscaste, porque no buscaste a mamá después de que nací? –dijo Patrick.
−El tío William me aconsejó esperar a que estuvieras grande, él sirvió de intermediario entre tu mamá y yo. Le entregaba mis cartas y le pasaba dinero regularmente, pero jamás le dijo mi ubicación, porque la conocíamos ella era capaz de venir a mí, así como tú lo hiciste… ¡te pareces tanto a ella! Y pues eso ponía en peligro tu vida.
−Hace unos años quise irme del país, pero entonces la tía Elroy enfermó de gravedad y Albert me dijo que aguardará que era posible que la tía muriera y entonces el peligro habría terminado…
−Hierba mala nunca muere –dijo con malicia Robin.
−Suena mal que te expreses así de una anciana –le reprendió Anthony.
−¿Y no es cierto? Esa mujer se ha encargado de hacerle la vida miserable a su propia sangre, a su familia…
−Y en el pecado lleva la penitencia –dijo Anthony –mi maestro me dijo sobre el karma, ella sufre más que los demás con tantas mentiras, Candy y yo… hemos soportado mucho y sabemos que podemos soportar hasta el último segundo, es la vida que nos tocó vivir y decidimos aceptarla… Ya llegará el momento de nuestra recompensa… el momento en que podamos estar juntos.
−Pues eso será pronto, mi madre me dijo que la tía Elroy estaba más enferma y que pensaban que no pasaba de este año.
−Lo lamento por ella, pero muy pocas lágrimas verdaderas se derramarán el día de su muerte…
−Yo no quiero irme así –dijo Patrick.
−La paciencia es una virtud –señaló Anthony –sólo unos meses más, mientras tanto tu madre te necesita, Albert me ha dicho que la tía Elroy se enteró de tu presencia en Chicago, así que vas a tener que mantenerte a su lado, ya veremos la forma de seguir en comunicación… mientras tanto no le digan a nadie que me vieron.
Patrick asintió, seguía sin estar de acuerdo con todo lo que sucedía, pero podía comprender porque Robin odiaba a los Andley, y también el por qué que todos fueran tan misteriosos, esa familia estaba cargada de secretos y mentiras.
Despacio los dos muchachos salieron de la casa de campo, subieron al automóvil y mientras regresaban por la carretera Patrick pensaba en todo, en aquel encuentro extraño con su padre, lamentaba no haberlo abrazado o haberse quedado con él, quería regresar y poder platicar no sólo de hechos que ahora no tenían sentido para él sino de todo aquello que hablan los padres con sus hijos, y entonces algo le pegó como si fuera un rayo … por primera vez en su vida Patrick pudo entender a su madre, en lo difícil que era guardar secretos en lo profundo de su corazón…
Afortunadamente para el muchacho tal y como había previsto la tía Eliza, la señora Andley había fallecido antes de finalizar el año. La alta sociedad de Chicago se sorprendió cuando se enteraron de la historia de Anthony, el chisme fue el más comentado desde la aparición en sociedad del tío William… pero sobre todo después de la muerte de la tía, Anthony y Candy pudieron por fin reunirse…
Patrick mantuvo en secreto durante esos meses el paradero de su padre, había regresado en un par de ocasiones, siempre visitas rápidas para que nadie sospechara, tampoco le había dicho a su madre que sabía quién era su padre, dejó que con el paso de los días cuando Candy se enteró del estado de salud de la tía Elroy le dijera por fin la verdad a su hijo..., Patrick había pasado un tanto angustiado esos meses, porque desde pequeño se había jurado jamás mentir, pero entonces supo que las cosas cambian de acuerdo a las circunstancias… pues él había comprendido que hay mentiras piadosas y verdades que matan.