EPILOGO

CUATRO AÑOS MÁS TARDE

La vida nos podía golpear muy fuerte por distintos motivos. A veces nos quería enseñar, otras solo hacernos entender y algunas solo nos quería demostrar lo importante que era una persona para nosotros.

Emmett McCarty había sido de esas personas que dejan una marca en la vida de los demás, en distinto grado pero una marca al final de todo. Él había enseñado a perdonar, amar, respetar, sentir, vivir, luchar y salir adelante a cada una de las personas en cuyos caminos se había atravesado y eso se notaba en cada uno de los presentes ese día del aniversario de su muerte.

Ese día los había tomado a todos por sorpresa tras leer el mail que él les había mandado la noche anterior, sobre todo a los que no habían estado con él en los últimos días de su vida. Estos habían intentado contactarse con los chicos para saber cómo estaban o si era verdad lo que sentía, pero solo lograron saberlo unas horas más tarde cuando los chicos fueron capaces de contestarles y hablar de lo que ocurría.

Pronto viajó el padre de Emmett junto a su hija para comenzar con los trámites de la extradición del cuerpo de su hijo para sepultarlo en Estados Unidos junto al cuerpo de su madre, lo que lograron después de una semana. Una semana en la que habían vivido de todo.

Rose les había contado a sus padres que sería mamá, los chicos le habían contado a sus familias que estaban juntos y les relataban una y otra vez ese último día tan maravilloso que habían vivido todos juntos.

El funeral se realizó el mismo día que llegaron a Estados Unidos con el cuerpo y solo ahí pudieron descansar todos. Ahora el cuerpo de Emmett descansaba en paz y ellos podrían venirlo a visitar cada vez que necesitaran hablar con él para desahogarse.

- Sabemos, papá querido, que hoy celebras tu día. Me dice un pajarito, que debo ser tu alegría. Como soy tan pequeñito no mucho te puedo dar, pero quiero ser en este día el juguete de papá- recitó el pequeño Emmett Junior de tres años con su pequeña voz infantil.

Ese pequeño niño había nacido producto del amor que Rose y Emmett se habían dado y era imposible no recordar a Emmett con solo verlo. El niño era idéntico a su padre en todo sentido, sobre todo su cabello, sus ojos y los hoyuelos que se formaban en sus mejillas. Era hermoso como papá.

- Que lindo poema, Emmi- lo halagó su madre besándole una de las mejillas mientras lo abrazaba contra su pecho

- Muy lindo, campeón- siguió Jasper, padrino del niño

- Es que yo amo a mi papi, tito- le sonrió, pero pronto un ligero puchero se formó en sus labios y comenzó a derramar unas lágrimas

Su otro padrino, Edward, y sus dos madrinas, Alice y Bella, se llevaron al pequeño para que no sufriera al ver el dolor de los demás y tratar de distraerlo un poco de lo que pasaba.

Todos estaban ahí sin importar el frío de ese día. Deseaban estar con el chico que había cambiado sus vidas para bien.

- Te dejaremos sola un momento, cariño- le sonrió Esme con dulzura, alejándose con todos los demás. Ella le agradeció y se sentó al lado de la lápida de su amado.

- Ay, Emmett, me haces mucha falta ¿Sabes? Pero te amo y sé que siempre estas a nuestro lado. Sé que no nos abandonaras- suspiró y se limpió una lágrima rebelde- Nuestro hijo crece a pasos agigantados y se parece cada vez más a ti ¿Pero quieres saber algo? Amo que así sea. No podría haber pedido nada mejor.

Tomó una de las flores de su ramo y lo colocó frente a la lápida. Luego se levantó y dejó un beso sobre está sintiendo como algo chocaba contra sus piernas. Era su niño.

- Despídete de papá, cariño- le sonrió Rosalie

- Adiós, papito. No te preocupes que yo cumpliré la promesa de cuidar a mamá- le dio un beso a la lápida y los dos comenzaron a caminar hacia el resto de las personas que ya los esperaba dejando atrás la lápida de aquel maravilloso chico, hombre, amante, amigo y padre.

¿FIN?

Hola!

Si queda alguien por aquí, este es el final de está pequeña historia.

GRACIAS A LAS QUE LA HABÉIS LEIDO.

Sandra!