-Date prisa- El invierno era fuerte aquel año, la tierra entera estaba cubierta con nieve, el sol no se había visto en días, las nubes cubrían todo el cielo y el aire parecía cortar la piel, aun así los jóvenes corrían por el bosque entre risas y sonrisas, uno de ellos de cabello castaño como el chocolate, el otro de cabellos blancos como la nieve que pisaban sus pies.

-Ya voy, no soy tan rápido- dijo entre risas el castaño mientras veía al otro alejarse con la facilidad de una gacela, pese a que el aire helado le molestaba al entrar en su pecho no dejaba de correr hasta que alcanzó a su presa.

-te atrapé- gritó al momento que lo apresó entre sus brazos y ambos cayeron rodando en la blanca nieve, quedaron uno frente al otro sonriendo, mirándose, sus alientos se entremezclaban, y pese al frio del día ellos estaban sonrojados y cálidos.

-vamos a casa- dijo el de cabellos blancos mirando a los ojos aceituna del castaño, mientras este se perdía en los azules zafiros del de cabello blanco.

-te amo- dijo el castaño con la suavidad de la verdad en simple susurro, el otro sonrió como nunca había sonreído en su vida, no cabía de alegría, era sumamente feliz de escuchar aquellas palabras y sin pensarlo dos veces selló sus labios con los de su compañero, fue un beso suave, tranquilo el tiempo no importaba, el contacto de sus labios los calentaba, el sabor a miel y menta se entremezclaban en sus bocas, fue el beso más hermoso del mundo

-yo también te amo- contestó el de blancos cabellos al separarse, le tomó de la mano y ambos regresaron caminando a la aldea, dejando sus huellas en la nieve, caminando a la par para toda la vida.