NdA: Omg, esto se ha acabado! Estoy que no me lo creo, triste, feliz, nerviosa... Después de tantos años, es difícil decir adiós. Pero estoy muy contenta de haber llegado hasta aquí y esta ha sido una experiencia increíble y maravillosa que siempre llevaré conmigo. Muchísimas gracias a todos por leer, comentar, animarme. Muchísimas gracias por haber hecho un huequecito en vuestro corazón para Seren, Mei, Cassandra, Urien y otros personajes originales. Muchísimas gracias por haber acompañado a Alianza hasta el final. Besos y ojalá podamos vernos pronto en una nueva historia.

Capítulo 45 Planes de futuro

Una semana después, el mundo mágico había adquirido cierta apariencia de normalidad. Los goblins habían abierto Gringotts al día siguiente del final de la guerra, la Cuarentena había sido levantada, los niños pequeños sangremuggles habían sido devueltos a sus padres (un asunto que había provocado muchas risas, llantos y alguna que otra amenaza de denuncia por secuestro) y los entierros, duros como puñetazos en la boca del estómago, habían terminado. Cuando uno caminaba por el callejón Diagon veía la mayor parte de las tiendas abiertas o preparándose para abrir y el mercado mágico de Salisbury volvía a funcionar, aunque parte del suministro aún provenía del mundo muggle. El Profeta había vuelto a publicarse, dirigido ahora por Grey Boullard. En el Caldero, Hannah servía cervezas de mantequilla, parándose a achuchar a su hija de vez en cuando, y los enfermos y heridos habían sido llevados a San Mungo, que había recibido personal de apoyo y medicinas a través de la CIM.

Ese día, trasladaron a los prisioneros a Azkaban.

En Hogwarts ya no quedaba nadie excepto Minerva, Charlie y los elfos. Era el Hogwarts de las vacaciones, callado y desierto. Muy pocos sabían que iban a mover a los prisioneros ese día y Harry lo prefería así, era más fácil evitar que alguien se tomara la justicia por su lado. Sólo lo acompañaban Hermione, como jefa del departamento, y Draco como… Supuestamente, como miembro del ahora llamado gabinete de transición, pero en realidad estaba allí porque deseaba presenciar ese momento y Harry había sido incapaz de negarle ese deseo. Draco incluso se había vestido para la ocasión y por encima de su túnica, de un verde profundo y rico, llevaba una capa de lana de vicuña; según su teoría, Grudge y Pansy serían capaces de distinguir el material y se morirían de la rabia ante su prosperidad. Era un desquite tan tonto e infantil que Harry lo encontró casi tierno, aunque se negó a ponerse una capa similar sobre su uniforme de auror.

Por la puerta abierta del castillo empezaron a asomar los prisioneros. Iban encadenados en una larga fila, todos vestidos con ropas de presidiario que habían enviado días antes desde la prisión. La mayoría de ellos alzaron sus caras no muy limpias en dirección al aire fresco, al sol inseguro de marzo. No volverían a sentirlo en mucho, mucho tiempo y lo sabían. Pansy iba de las primeras, entre sus padres, y cuando les vio, enrojeció y los miró como si les estuviera deseando la muerte. Estúpida hasta el final, pensó Harry, con desprecio. Los ojos de Draco, duros y maliciosos, no contenían tampoco ni un ápice de compasión: Pansy había muerto para él muchos meses atrás.

Los Parásitos parecían más resignados a su suerte, como si ya no tuvieran fuerzas para guardarle rencor a nadie. La excepción eran Musket y Grudge, que cerraban la marcha. El primero caminaba con rabia, como si estuviera a punto de estallar y la segunda lanzaba gritos silenciosos –debían de haberla dejado muda con un hechizo- y se revolvió hacia ellos en cuanto los reconoció. Lucas Wood, que caminaba tras ella, le dio un pequeño empujón para hacerla andar por donde debía y cuando Grudge se resistió, le apuntó con la varita.

-Los hechizos punzantes de intensidad moderada están permitidos legalmente en caso de resistencia a la autoridad.

No había crueldad en su advertencia –a Harry le habría decepcionado encontrarla en uno de sus hombres-, pero Grudge ya debía de tener alguna experiencia con esa realidad legal porque abandonó su resistencia y siguió caminando, mascullando cosas que nadie podía oír.

-Realmente no lo pilla, ¿eh? –comentó Draco.

Minerva hizo un ruidito, apretando los labios. Parecía cansada incluso después de esos diez días; a su edad, recuperarse llevaba más tiempo.

-Por lo que me han contado, estos últimos días estaba más… sometida. Imagino que el traslado la ha alterado… y supongo que encontrárselos aquí no ha ayudado. –Draco soltó una risilla y Harry meneó la cabeza en su dirección, indulgente-. Mañana decidiréis su destino…

-Primera reunión oficial del nuevo Wizengamot. Aunque el primer punto del día es aprobar la entrada de los nuevos miembros –dijo, guiñándole un ojo a Draco, quien se hinchó como un pavo.

-Oh, sí, creo que hay motivos para unas cuantas felicitaciones –dijo Minerva-. Draco, todos estamos muy orgullosos de ti. Estoy segura de que harás un trabajo excelente en el Wizengamot.

Draco sonrió, dejando ver que apreciaba sus palabras. Por mucho que actuara casi todo el tiempo como si fuera algo obvio que merecía ese asiento, Harry sabía que en el fondo le había emocionado el nombramiento, sobre todo porque significaba dejar atrás la única restricción legal que le quedaba como Marcado. La propia Shadows, que formaba parte del gabinete de transición, había sacado el tema en la primera reunión, diciendo que era estúpido mantener a Draco alejado del Wizengamot después de todo lo que había hecho. Harry no podía haber estado más de acuerdo.

-Gracias, Minerva. Intentaré hacerlo lo mejor posible.

Echaron a andar hacia la salida, siguiendo a los prisioneros a cierta distancia. Harry le ofreció el brazo a la directora y ella lo aceptó con una mirada de agradecimiento.

-Lo que no sé es que tal saldrá eso de tener miembros del Wizengamot como alumnos.

Harry se echó a reír.

-Han decidido no aceptar oficialmente el puesto aún, no se preocupe.

Hermione soltó un pequeño suspiro exasperado. Decía que por mucho que los cuatro se merecieran una medalla –que también iban a recibir-, era ridículo darles a unos adolescentes un puesto de tanta responsabilidad. Para ser sinceros, Harry ya había pensado lo mismo cuando le habían ofrecido el sillón a él, casi treinta años atrás. Pero era el modo en el que el mundo mágico hacía las cosas. La gente consideraba que los Parásitos contaban como magos tenebrosos por el modo en el que habían estado corrompiendo la magia y eso quería decir túnica blanca y puesto en el Wizengamot. Aunque no pusieran un pie allí en toda su vida, el Tribunal siempre les guardaría el sitio.

Cuando cruzaron las puertas de Hogwarts, Charlie sacó unas llaves del bolsillo y cerró con algo de solemnidad. Volvería de vez en cuando para ver cómo iban las cosas, pero técnicamente, el colegio estaría cerrado hasta que se reanudaran las clases después de la primera semana de abril. Harry se despidió de Minerva y de Charlie –aunque a él pensaba verlo luego en la Madriguera- y se Apareció con Draco y Hermione en la playa de Azkaban.

El lugar seguía teniendo el aspecto de un escenario extraterrestre con su suelo de arena negra cristalizada, los muros indestructibles en cada extremo, pegados a las rocas, y Azkaban al fondo como una construcción que no parecía haber sido imaginada por mentes humanas. Harry le puso a Draco el brazo por los hombros, por si lo necesitaba, pero le bastó una mirada de reojo para saber que Draco estaba más interesado en observar cómo embarcaban a los prisioneros que en revivir malos recuerdos.

Unos pocos, incluidos Musket y Grudge, se resistieron un poco a ser llevados a los botes, aunque Harry tuvo la sensación de que se trataba más de miedo que de rebeldía. Los guardias lo solucionaron inmovilizándolos más y cargándolos en los botes como si fueran simples bultos. Apenas unos minutos después las barcas comenzaron a deslizarse por el mar gris rumbo a Azkaban.

-Es como dejar atrás el mundo de los vivos –comentó Hermione, envolviéndose mejor en su capa.

Harry los imaginó en aquellas celdas pequeñas y húmedas. Draco le había contado una vez que incluso sin dementores, Azkaban era un lugar maldito, donde cada piedra y cada rincón reflejaban los siglos de sufrimiento que habían presenciado. Grudge y Musket merecían pasar allí el resto de sus vidas, encerrados, sin nada que hacer excepto observar el moho de las paredes y pensar en todos los modos en los que habían fallado.

Cuando los botes llegaron a su destino y los prisioneros desaparecieron tras la gruesa puerta de madera, Harry, Draco y Hermione se marcharon de allí.


Draco no iba a negarlo: aquella mañana había tenido una pequeña crisis a la hora de elegir qué ponerse. Harry, por supuesto, no lo había entendido. Que daba lo mismo porque su túnica del Wizengamot –roja en su caso-, taparía todo lo que hubiera debajo. La verdad, a veces era como convivir con un troglodita.

Pero allí estaba, de pie frente al tribunal, realizando su juramento antes de marcharse entre aplausos hacia su asiento junto a Harry. Casi tenía ganas de llorar, pensando en su padre y Astoria, en lo que dirían si pudieran verlo, pero Harry lo recibió con una sonrisa y un beso rápido en la mejilla y su mano sujetó la suya para darle fuerzas. Draco respiró hondo, le apretó la mano y se concentró en lo que estaba pasando, en aplaudir a los otros nuevos miembros: la Inefable Hamilton, el padre de Millicent, Longbottom, que había decidido dejar la enseñanza cuando acabara el curso… Cuando sólo quedaban cuatro asientos libres entraron los niños y Draco se encontró de nuevo luchando contra las lágrimas. Él también se había presentado frente al Wizengamot a la edad de Scorpius, pero cargado de cadenas, asustado y humillado. Su hijo llegaba sonriente y con la cabeza bien alta, llegaba como un héroe.

-Qué guapos están los cuatro –cuchicheó Hermione, complacida.

Draco le dio toda la razón. Hasta Mei, que parecía considerar que el uniforme de Hogwarts era todo lo que necesitaba en esta vida, llevaba una túnica elegante, con atisbos de seda azul. Caminaba al lado de Seren, que iba de gris y azul y se había hecho una trenza complicada en el pelo. Tras ellos iban los chicos, vestidos con túnicas cortas muy parecidas y pantalones oscuros. Scorpius se adelantó para tomar la palabra, probablemente porque era el que menos incómodo se sentía de los cuatro en aquella situación.

-Respetables miembros del Wizengamot, en mi nombre y el de mis compañeros me gustaría agradecerles el honor que nos han concedido nombrándonos miembros de este ilustre tribunal. No estamos seguros de merecerlo, sólo hicimos lo que estaba en nuestra mano hacer, como todos, pero intentaremos estar a la altura de la confianza que han depositado en nosotros. Sin embargo, realmente pensamos que no le haría ningún bien al Wizengamot tener en sus filas a estudiantes de Hogwarts. Podríamos sentirnos tentados a aprobar una ley que prohibiera los deberes. –Hubo risas. Scorpius los tenía a todos comiendo de la mano-. Necesitamos saber lo que significa ser adultos y aprender a guiar nuestras vidas antes de atrevernos a ayudar a guiar al mundo mágico. Así pues, confiamos en que entiendan nuestra decisión de retrasar nuestra aceptación oficial durante algún tiempo, hasta el uno de septiembre del próximo año. Ese día volveremos a presentarnos ante ustedes y como manda la tradición, ocuparemos nuestros asientos como miembros de pleno derecho. Muchas gracias.

La sala prorrumpió en aplausos. El retraso ya había sido anunciado, así que no había sorpresas, pero Draco podía decir que el discurso les había gustado.

-Les ha quedado muy diplomático –cuchicheó Harry en su oreja, aplaudiendo también.

Draco disimuló una risilla. La noticia los había abrumado a los cuatro, aunque al menos Scorpius había sabido desde el principio que el nombramiento no les obligaba a nada; a Albus casi le había dado un ataque, creyendo que tendría que dedicarse obligatoriamente a la política y por lo que había oído, las chicas también habían albergado el mismo temor.

Pero aquella fue realmente la única nota agradable de la mañana, porque en cuanto Scorpius y los demás abandonaron la sala, los miembros restantes del Wizengamot pasaron al siguiente punto del día: decidir qué hacer con Grudge y Musket. En cinco minutos, toda apariencia de civilización había desaparecido y las sugerencias brutales se seguían una tras otra, como cuando estaban atrapados en Hogwarts y fantaseaban sobre la clase de castigo que merecían los Parásitos. Draco no sabía si sentirse divertido u horrorizado, pero no le sorprendió que Harry tomara la palabra, harto, cuando alguien propuso que les cortaran las manos y los pies y los llevaran al nido de acromántulas del Bosque Prohibido.

-No vamos a hacer nada de eso. Por culpa de la guerra todos hemos tenido que cruzar líneas que pensamos que nunca cruzaríamos, pero la guerra ha terminado y ya no nos sirve de excusa. Personalmente, creo que dejarlos pudrirse en Azkaban hasta el final de sus días es el mejor castigo. Si quieren verlos sufrir durante años, esa es la mejor manera. Pero si el Tribunal decide que merecen ser ejecutados, entonces hagamos que sea rápido y limpio. Ellos son monstruos; nosotros, no.

Varias personas hablaron a la vez hasta que Bulstrode se impuso a los demás.

-Estoy de acuerdo en que debemos mantener las formas. Pero si hemos condenado a gente como Montague a la perpetua, ¿no merecen Grudge y Musket algo peor? Sobre todo ella, que lo organizó todo.

-Sí, ¡no podemos ser tan blandos! –exclamó un anciano, meneando su bastón enérgicamente-. Hemos dejado ir en libertad a un montón de ellos y luego están esas mujeres. No me importa que sólo cocinaran y cuidaran niños, ¡también sabían lo que se hacían!

-Esas mujeres van a pasar cinco años en Azkaban –replicó Harry, paciente-. Y cuando salgan de allí, bloquearemos la magia de las que nacieron muggles y les prohibiremos pisar cualquier establecimiento o asentamiento mágico. Y en cuanto a esos Parásitos que dice que hemos dejado en libertad, la propia magia de Hogwarts decidió que eran inocentes o que habían reparado el mal que habían hecho y usted lo sabe. No teníamos derecho a castigarlos. Les hemos bloqueado también la magia si era robada y ya está.

El anciano pareció aceptar aquella corrección a regañadientes. Draco pensaba que probablemente sí habían sido un poco blandos, pero en el fondo no creía que esa gente fuera a causar problemas. Los había visto y la mayoría de ellos incluso odiaban tener magia porque pensaban que todo aquello sólo les había llevado disgustos y pesadillas.

-No nos salgamos por la tangente –dijo Hermione-. Estamos tratando de decidir qué hacemos con Grudge y Musket.

-¿Y si además de condenarlos a Azkaban les imponemos un castigo extra? –propuso Fiona Spinnet-. Hay precedentes legales, magos que fueron azotados antes de entrar en la cárcel, una bruja a la que le cortaron la lengua… No propongo nada tan brutal, pero debe de haber algo que pueda servirnos.

Alguien carraspeó y Draco, como muchos, se dio cuenta de que era madam Shadows.

-En realidad sí que hay un par de cosas que me vienen a la cabeza…

Draco sonrió, encantado de estar en el Wizengamot, y se dispuso a escuchar.


Los primeros días, ver La Madriguera sin sus abuelos había dolido como una herida abierta. Entre esos muebles viejos, coloridos y confortables, a Albus le resultaba mucho más difícil aceptar que jamás vería a su abuela empezando a tejer sus jerséis navideños en septiembre ni la escucharía canturrear canciones de Celestina Warbeck o que no volvería a tener esas charlas con su abuelo sobre el mundo muggle. No era lo mismo, nunca volvería a serlo.

Pero poco a poco, había ido aceptando la nueva Madriguera, la nueva situación. Tío Bill y su familia se habían mudado allí, excepto Victoire, que se había quedado la casa de la playa. Habían hecho algunos cambios, sobre todo en los dormitorios, y habían pintado el salón, pero aún era la casa acogedora y cálida que Albus recordaba. El primer domingo en que se juntaron todos a comer, tía Fleur hizo los guisos habituales de la abuela Molly, y pronto quedó claro que seguirían con la tradición aunque a veces su padre y Draco trajeran el postre desde Malfoy manor o tío George y tía Angelina llegaran con un par de bandejas de aperitivos. Cuando terminaban de comer, todavía se juntaban a hablar en el comedor o si el tiempo era bueno, salían a volar un rato o incluso a jugar un poco al fútbol, al que se habían acostumbrado aunque todos fueran bastante malos.

Aquel domingo era uno de esos días agradables que olía a primavera y prometía verano. Seren había ido a comer con ellos como novia oficial de James, que ahora vivía en Grimmauld Place con Kreacher, y sobre las dos había llegado Mei, que iba a irse después con Scorpius y él para mirar un libro de astronomía en la biblioteca de Malfoy manor. Habían salido al jardín y estaban tumbados sobre una manta a cuadros blancos y rojos. Algo más lejos y mucho más arriba, James, Fred y Michael volaban sobre sus escobas. Scorpius también había estado jugando un rato, pero había acabado por bajar y sentarse con ellos y ahora estaban hablando de la mano de James.

-Entonces –decía Mei-, ¿funciona como una de verdad?

-Sí, sólo tiene que renovar el hechizo una vez al mes.

-Si la tocas, también parece de verdad –añadió Seren-. Y él también tiene sensibilidad. Aluciné cuando me la enseñó, no pensé que fuera a ser tan perfecta. Las de San Mungo funcionan muy bien, pero se nota que son prótesis.

-Herr Luhmann es el mayor experto en prótesis mágicas de todo el mundo –dijo Scorpius, con un deje de orgullo.

La mano había costado casi diez mil galeones. Al principio, James no había querido que sus padres se gastaran tanto dinero en él, diciendo que podía conformarse con la estándar de San Mungo. Además su padre y Draco habían discutido porque Draco había querido sacar el dinero de las arcas de los Malfoy y su padre había dicho que James era su responsabilidad y entonces Draco había dicho que si eran una familia, eran una familia para todo y Albus no sabía muy bien cómo había acabado todo, más allá de que su hermano tenía la prótesis del señor Luhmann y su padre y Draco debían de haber hecho las paces a juzgar por lo fácil que volvía a ser encontrárselos besándose.

-Voy a echarlo de menos –dijo Seren, alzando la vista para mirarlo-. Merlín, volver a Hogwarts va a ser tan raro. No me importa, no es eso, pero… ¿no pensáis que os entrará la risa si os castigan a hacer una redacción o algo así?

Albus tenía que admitir que era una idea hilarante. Redacciones. En fin…

-Los profesores han pasado por lo mismo que nosotros –dijo Mei-. Creo que a ellos también se les notará.

Scorpius suspiró un hombre enfrentado a fuerzas irracionales más allá de su alcance.

-Sí, pero no creo que McGonagall sea tan comprensiva como para dejarme seguir durmiendo en la habitación de Albus.

Intentando ser positivo, Albus le dio un codazo amistoso.

-Vamos, le pediré a mi padre el Mapa otra vez y entre eso y tu Capa de Invisibilidad… Nos las apañaremos.

-Y siendo prefecto, es más fácil escabullirse por los pasillos de noche –le animó Seren-. Al menos vosotros tenéis una oportunidad. A mí me va a tocar dormir sola seguro.

-Serán sólo tres meses –les recordó Mei-. Luego los ÉXTASIS y listo. Aunque la verdad, los Inefables sólo están esperando a que cumpla los diecisiete, las notas les dan igual.

Scorpius se dejó caer dramáticamente sobre la manta, boca arriba.

-Agh, odio que todos tengáis tan claro lo que vais a hacer cuando salgáis de Hogwarts.

-¿Tú no? –dijo Mei, sonando sorprendida por algún motivo. Albus no sabía cuál podía ser; Scorpius nunca había dicho que tuviera sus planes claros, más allá del viaje.

-No –contestó expresivamente Scorpius. Después se quedó con la mirada perdida en el cielo-. Hay cosas que me interesan, no sé. Los negocios no, desde luego, pero a veces pienso en ese colegio de primaria del que siempre hablas, Seren. Creo que sería buena idea, que beneficiaría al mundo mágico. Lo que pasa es que eso no significa que quiera construir una ni mucho menos ser maestro. Y también me gustaría hacer algo para evitar que todo esto vuelva a pasar, pero no se me ocurre cómo. O sea sí, tengo ideas, como alentar a más squibs a entrar en la BIM, mantener reuniones periódicas con los familiares muggles de sangremuggles y mestizos, guiar de alguna manera a los hijos de los Parásitos…Pero eso no es un trabajo, ¿no?

Mei meneó la cabeza con los ojos cerrados.

-Scorpius, si no recuerdo mal, y yo nunca recuerdo mal, te han ofrecido un sillón en el Wizengamot, ¿no es cierto? Bueno, a los cuatro, pero Seren, Albus y yo no queremos dedicarnos realmente a la política. ¿No es el sitio ideal para proponer todas esas ideas? Además, nosotros podemos ir los días clave para apoyarte y también estarán tu padre, el padre de Albus…

Scorpius se había ido incorporando a medida que Mei hablaba, más y más interesado, y Albus tuvo que reconocer que él también lo estaba viendo claro. A Scorpius le pegaba el Wizengamot. Podía imaginárselo allí perfectamente, proponiendo ideas, organizando cosas, discutiendo y convenciendo.

-No lo había pensado –confesó Scorpius-. Lo que dije allí era sólo un discurso. Pensaba que haría como vosotros, que me dedicaría a otra cosa y sólo iría de vez en cuando, para elegir al ministro de magia o ayudar a mi padre o algo así. Pero supongo que puedo tomármelo más en serio, ¿no? No hay razón para que no lo haga, si es lo que quiero.

-Claro, por supuesto –dijo Albus-. Deberías probar, al menos. Además, entre proyecto y proyecto siempre puedes hacer otras cosas, si te apetece. Mi padre sólo va a las reuniones cuando sabe que va a salir un tema que le interesa o para apoyar a mi tía en alguna votación.

Podía notar que Scorpius ya estaba imaginando la situación también. Y le estaba gustando. Albus sonrió y se desperezó, complacido. Scorpius podía dedicarse al Wizengamot, a escribir poesía en chino o a la cría de kneazles, eso le daba igual. Simplemente disfrutaba viéndolo hacer planes, pensar en el futuro. Porque a pesar de las pesadillas y de las ausencias dolorosas, todos ellos tenían un futuro. Amal, que por fin se había podido reunir con su familia y seguía decidido a trabajar en una reserva para dragones. Urien, que ya no necesitaba preocuparse por su madre y miraba a Lily como si ésta fuera responsable directa de la salida del sol por las mañanas. James, que ya estaba trabajando como auror en prácticas, aunque iba a clase un par de mañanas para completar su formación. Rose, que todavía quería ser periodista y quizás escribir algún libro. Lily, que había cantado su segunda estrofa para algunos de los niños que habían estado prisioneros y estaba convencida de que iba a suspender todos sus TIMOS. Teddy, que estaba saliendo con Melina Redfeathers y todavía seguía trabajando como psicomago residente en Hogwarts.

Toda una vida por delante, imperfecta, maravillosa y llena de posibilidades.


Cuando Elizabeth escuchó ruidos de pasos, acercó la boca a la rendija de la puerta.

-Dejadme salir –suplicó-. Tenéis que dejarme salir, no podéis dejarme aquí, no podéis…

Los guardias pasaron de largo sin alterar su paso, sin contestarle. Elizabeth empezaba a pensar que no podían oírla, pues nadie contestaba a sus gritos aunque ella sí podía escuchar a los otros prisioneros, a los guardias que pasaban por delante de su celda. Desde que estaba allí, nadie había hablado con ella, nadie había tenido la más mínima interacción con ella. Su mundo se había quedado reducido a aquella celda en penumbra de apenas cinco metros cuadrados; la comida aparecía y desaparecía en bandejas y sólo podía asearse con una palangana de agua jabonosa y fría que se rellenaba cada mañana. La única iluminación provenía de una pequeña claraboya que le permitía atisbar un trozo de cielo, casi siempre plomizo, y cuando se hacía de noche, la celda quedaba totalmente a oscuras durante horas y horas.

Elizabeth dio un último grito de rabia y se giró, deseosa de liarse a patadas con todo. Pero allí no había más que un estrecho catre anclado al suelo, una taza de wáter sin tapa, un lavabo pequeño y astillado. La bandeja del desayuno ya había desaparecido. Té flojo y unas tostadas frías. Era martes, así que el almuerzo sería ensalada de col y la cena, pescado insípido con puré de patatas. Elizabeth se dejó caer hasta acabar sentada, con la espalda apoyada en la puerta, y se tapó la cara con las manos. No se merecía eso, no se lo merecía. Tendría que estar conquistando el mundo mágico, no allí atrapada, en manos de esos monstruos, de esos gusanos.

Un ruido como de campanas le avisó de lo que venía y volvió a gemir, golpeándose la frente. No, no, no. Por el rabillo del ojo vio esa especie de pantalla de televisión que había aparecido en la pared. Ese día era una mujer negra, con gafas rectangulares y mirada de asco.

-Asesina, no eres más que una asesina; ojalá te pudras en Azkaban. Deberían cruciarte cada día y aun así no pagarías por todo lo que has hecho. Espero que te guste tu celda porque va a ser también tu tumba. Jamás saldrás de ahí, jamás, y me alegro. Disfrútalo.

El encantamiento terminó y Elizabeth luchó contra la avalancha de emociones que le provocaban los mensajes. "La condenada se verá obligada a escuchar lo que el mundo mágico tiene que decirle. Algún día, si es afortunada, la gente se olvidará de usted". La voz de esa mujer en el juicio, esa Weasley, estaba grabada en su memoria. Entonces no lo había entendido. ¿Qué le importaba a ella lo que pudieran decir esos seres despreciables? Pero después de unas cuantas semanas esos mensajes empezaban a ser como bofetadas. Odiaba escucharlos, odiaba ser obligada a escucharlos y que fueran lo único que rompía su monotonía. La llamaban asesina, insistían en que pasaría el resto de su vida en ese lugar espantoso, se burlaban de su desgracia, le deseaban la muerte. ¿Qué se siente cuando no queda nadie vivo sobre la tierra que te aprecie? Espero que ardas en el infierno. Haznos un favor a todos y suicídate. A veces los reconocía. La ramera francesa. La hija de Molly. Malfoy. La cara de ese mortífago había aparecido una mañana en la pared, sonriendo como si fueran amigos y contándole lo feliz que era con Potter, detallándole lo que había desayunado y lo que pensaba almorzar, explicándole los planes de sus asquerosos hijos… Ese día, habían tenido que dejarla inconsciente de algún modo mientras golpeaba la pared con los puños.

Elizabeth, todavía sentada en el suelo, hizo ademán de levantarse. Luego se preguntó para qué. Llovía fuera de Azkaban y sólo recordaba las palabras de Cavensham. No deje que la capturen viva.


Julio.

Scorpius se echó a reír para sus adentros cuando abrió la puerta de la galería para el desayuno y descubrió a su padre prácticamente sentado en el regazo de Harry y haciéndole un examen de amígdalas en toda regla. Tras impedir el grito de angustia y horror de Albus, que estaba entrando con él, adoptó una expresión adecuadamente desaprobadora y escandalizada.

-Padre, por favor, este espectáculo lascivo en la mesa, qué vergüenza.

Su padre pegó tal salto hacia atrás que estuvo a punto de caerse al suelo. Harry lo sujetó a tiempo, muerto de la risa, igual que Albus.

-¡Scorpius! –protestó su padre, algo colorado.

Pero mientras se sentaba de nuevo en su silla, había una sonrisa bailoteando en sus labios y en cuanto recuperó la compostura le preguntó si se había acordado de meter en sus baúles todo lo que iban a necesitar.

-Sí, sí, Patis ya los ha llevado al vestíbulo –contestó, mientras se servía unos trozos de bacon.

-Os vamos a echar mucho de menos, pero me alegra que vayáis a hacer ese viaje –dijo Harry-. No necesitáis tener a todo el mundo mágico encima. Albus, ¿llevas tu poción?

-En el botiquín, junto con la poción para reponer sangre, la vigorizante, la Crece-Huesos, el bezoar, el repelente de insectos, la esencia de díctamo, el Filtro de la Paz y la pasta para las quemaduras.

-¿Os vais de viaje o a una convención de hipocondríacos? –exclamó James, riendo.

-Hacen bien, hacen bien… –dijo Draco-. Hay comunidades mágicas donde no hay ningún control de calidad con las pociones. Más vale ir preparado.

Scorpius asintió y se sentó en la mesa. Poco a poco fueron llegando los demás: la abuela, Cassandra y los hermanos de Albus, que habían querido pasar con él su última noche en Inglaterra. Se notaban las ausencias de tía Andromeda, Zhou, Teddy y las rusas, que habían vuelto a su país unos días después del final de la guerra; Scorpius sabía que la casa aún se quedaría más vacía cuando Albus y él se marcharan de viaje, pero no le preocupaba dejarlos solos, los veía llenos de planes y con ganas de aprovechar el verano. Su padre y Harry incluso querían viajar también e irse una semana a Nueva York en agosto.

-Ah, ten, Scorpius, antes de que se me olvide –dijo su hermana, pasándole un papel doblado.

-¿Qué es esto?

-Las cosas que quiero que me envíes.

Su abuela los miró con interés.

-Oh, incluye unos de esos botes con aceitunas maceradas en aceite y romero que teníais en Grecia, cariño. Y esas cajas con deliciosos dulces turcos, esos de pistacho que le gustaban tanto a tu abuelo.

-¿Algo más? –dijo, asegurándose de sonar sarcástico. La lista de su hermana tenía lo menos treinta artículos.

-Si se nos ocurre te lo diremos por carta –dijo Cassandra. Cuando Scorpius arrugó el ceño en su dirección, ella sonrió y le sacó la lengua.

El Traslador se activaba pronto. En cuanto terminaron de desayunar, fueron al vestíbulo. Scorpius lanzó un último vistazo a su alrededor, sacó su varita y se Apareció en el vestíbulo de la Terminal de Trasladores Internacionales. La larga sala, con las cabinas de llegada a un lado y las de salida al otro, rezumaba actividad entre los que se iban de vacaciones y los extranjeros que todavía entraban y salían del país en mayor número de lo habitual: personal de apoyo de la CIM, hombres de negocios, emigrantes que querían aprovechar los numerosos anuncios de empleo…

-Albus, ahí están tu madre y tus tíos –dijo la abuela Narcissa-. Merlín, Scorpius, ¿dónde se ha metido tu padre?

Harry contestó por él, subiéndose las gafas con aire risueño.

-Ha ido a comprar unas ranas de chocolate ahí detrás.

Su abuela miró a Harry, desconcertada.

-No lo entiendo, tiene el ejemplar que le mandaron los de la fábrica el otro día.

-Sí, pero dice que no es lo mismo que comprar la rana, abrirla y encontrarse con su cromo.

-Este hijo mío… -dijo ella, meneando la cabeza.

Scorpius soltó una risita y se fue a saludar a Ginny, que había venido con Hermione, Rose y Hugo. Ella le dio un abrazo fuerte y un beso en la mejilla.

-Cuida bien de Albus y no dejes que se meta en líos.

-Nada de líos –prometió-. Sólo monumentos, excursiones y comida exótica.

Y montones de sexo, pero aunque su relación con Ginny se había vuelto mucho más cálida, había cosas que era mejor que quedaran sobreentendidas. Scorpius miró a Albus, que se estaba despidiendo de James, y su pecho se hinchó de felicidad. Merlín, estaba sucediendo. Había habido momentos en los que realmente había creído que jamás podrían hacer ese viaje, pero allí estaban, listos para partir en menos de cinco minutos.

Hubo más abrazos, más palabras de despedida. Un empleado avisó de que el Traslador estaba a punto de ser activado. Scorpius sujetó su baúl con una mano y se agarró al Traslador con la otra, junto a Albus. Sus familias estaban a unos metros, sonriendo, esperando.

-No puedo esperar a ver el mundo contigo –le dijo a Albus en voz baja.

Albus le dio un beso rápido; le brillaban los ojos.

-Va a ser genial.

-Atención, pasajeros, el Traslador se activará en tres, dos, uno…

Scorpius se echó a reír cuando notó un tirón en las tripas. El viaje había comenzado.

Fin.


Gloria, tienes toda la razón, jaja. Gracias por comentar!

CuquiLuna, sí, llega el final y hay que dejar todos los cabos atados. O la mayoría, al menos XD Muchísimas gracias por todo, me alegra que hayas disfrutado con Alianza!

Jairmx, muchísimas gracias a ti, me alegra mucho que te haya gustado tanto. Yo tb confío en que nos volvamos a ver por aquí!

Catzeruf, muchas gracias!

Karina, gracias, me alegra que te haya gustado! Aunque no llegue a verse, estoy segura de que Mei y Daniel acabaron juntos, son tal para cual, jaja.

Elrick, hola, me alegro de que el capi haya quedado emotivo, pues sin duda para los personajes fue un momento que no olvidarán. Me dio penita matar a Arthur, pero ya sabes… Tenía que haber muertos. Y sí, Ron hizo bien en cortar de raíz el ataque de culpa de Harry. Respecto a Mei, pues sí, tenía aún la experiencia de la Cruciatus muy reciente, que la había dejado sintiéndose muy vulnerable y la seguridad que ofrecía la magia le resultaba muy tentadora. Además, de los cuatro, es la que menos unida se siente al mundo real, o sea, es alguien que vive básicamente en su cabeza, no sé si me explico. Y en cuanto al general, tienes razón, su ignorancia acerca de lo que le espera en el mundo mágico es ridícula. En fin, muchas gracias por todo, espero que nos veamos pronto!

Alejandra, es un adiós, pero no un adiós para siempre. Espero regresar con otra historia algún día, ya sea un fic o un original! Me alegra mucho que hayas disfrutado con las escenas de los reencuentros. Y no, no, jaja, nadie se comió a Reina! Contestaré a los rr de este capi, claro, pero sólo a los que me los dejan desde una cuenta, porque ya no tengo posibilidad de contestar a los anónimos en el siguiente capi, como hasta ahora. De todos modos, los leeré y guardaré todos, eso seguro! XD Muchísimas gracias por todo!

2piesizquierdos, awwww, muchas gracias a ti, me alegra mucho que Alianza signifique tanto para ti! Para mí tb ha sido una experiencia inolvidable, te lo aseguro. Espero que hayas disfrutado con el destino de Grudge, jeje. Quizás no sea tan truculento como esperabas, pero sin duda para ella es un pasaje a la locura.

Guanguichul, sí, no sé qué tal voy a llevar el final, jaja. Creo que todavía no lo he asimilado, ya veremos cuando llegue el domingo por la mañana XD Me alegra mucho que te haya gustado tanto la historia y que estés contenta por esas dos parejas (o posible pareja, en el caso de Mei y Daniel). Y Grudge tiene ahora muchos años por delante para sufrir y volverse majareta, muejejejeje. Muchas gracias por todo!

Cronopio, qué alegría volver a verte por aquí! Me alegra tb que la historia te haya gustado y sí, jaja, me imagino que leyéndola del tirón se sufre menos XD Es verdad que me ha llevado mucho tiempo y esfuerzo escribirla, pero he de decir que disfruté cada segundo. Y no creo que Rowling me haya copiado en nada, aunque oye, sería un honor! XD Muchísimas gracias por todo!

Dan, de nada, me gusta contestarlos! Me alegra mucho que hayas disfrutado tanto con la historia y para mí es un motivo de orgullo que después de tantos años haya gente como tú, con ganas de seguir leyendo aún más. Respecto a Mei, ya has visto que no llegamos a ver si se lía o no con Daniel, pero yo creo que están cortados por el mismo patrón y tienen muchas posibilidades. Muchísimas gracias a ti por todo, espero que nos volvamos a ver pronto!

Fernanda, hola. Fue un capítulo muy bonito de escribir, con tantos reencuentros. Yo tb creo que Daniel y Mei acabarán siendo pareja, son tal para cual. Es verdad que ha cambiado mucho, antes ni siquiera era consciente de tener gente a su alrededor. En cuanto a Ginny, tuvo momentos en los que se merecía un bofetón, pero al final creo que ha crecido como persona. Y estoy de acuerdo, los niños han estado magníficos a lo largo de estos años, siempre a la altura de los retos que les iban llegando. Y bueno, me pareció bonito incluir esa escena con el Trío porque aunque Ron y Hermione no hayan sido tan importantes en Alianza como en el canon, para Harry siempre han sido insustituibles y una fuente de fortaleza y amor. Muchísimas gracias por todo!

Anónimo, muchas gracias, me alegra que te haya gustado tanto! Draco siempre ha visto paralelismos entre esta guerra y la anterior y era normal que esto le trajera recuerdos. Blaise y Arcadia son amor, no podía romper esa pareja, jaja. Y pensé que su petición de matrimonio debía de ser algo diferente, como ellos. Mei no se lo pidió a Daniel porque no sabían si la magia sería necesaria para esa parte del ritual, pero sí, habría tenido más influencia sobre ella que su hermana y su prima. Seren y James tb son adorables juntos, jeje. En fin, resumiendo, me alegra mucho que te gusten tanto los personajes, las parejas y todo lo demás. Espero que el castigo de Grudge no te haya decepcionado!

Lara, bienvenida, me alegra que te hayas animado a comentar y que hayas disfrutado todos estos años con Alianza. Me hace mucha ilusión saber que Alianza ha significado tanto para ti. Y en cuanto a los personajes, la verdad es que me interesan más cuanto más humanos son, me resulta más fácil preocuparme por ellos. Muchísimas gracias por todo!

Arelis, feliz cumple con retraso, jaja. Me alegra mucho que te haya gustado. Puede que tengas razón y esa parte quedara un poco precipitada…pero bueno, realmente pasó en muy pocos minutos. Muchas gracias por comentar!

Line Black, por supuesto que lo leo; incluso si no me diera tiempo a contestar, lo leería, los leo y los guardo todos XD Me alegra muchísimo que la historia te haya gustado tanto y signifique tanto para ti. Eso sí, el viaje, el futuro, lo dejo a la imaginación del lector, aunque como puedes ver hay bastantes indicios de lo que puede pasarles en los años venideros. Muchas gracias por comentar!

Ese Jota, sí, si uno de los cuatro iba a dudar, tenía que ser Mei, pero por suerte el vínculo con sus amigos fue superior a la tentación de quedarse. Y nah, prefería que Krant viviera y volviera tranquilamente a casa con el deber cumplido. Tía Muriel… es mucha tía Muriel, jaja, y la verdad es que a Grudge le habría estado bien empleado. Decidir un castigo adecuado para ella fue complicado, porque se merece lo peor, pero yo siempre he creído que hay cierta derrota en el hecho de ponerse al nivel de gente como ella. Su destino no es envidiable, pero al menos no deja al Wizengamot como sádicos. Y sí, claro, la idea central la tenía clara desde el principio y quería que se desarrollara de manera que al llegar al final, lo sucedido en el primer libro pareciera casi inocente en comparación. Muchísimas gracias por todo, guapa!

Cinoet, sorry, no hay bodas; confieso que no es algo que me guste escribir, jaja. Pero espero que el capi te haya gustado igualmente y confío en que nos veamos pronto de nuevo con una historia u otra. Muchas gracias por comentar!

Anónimo, ya ves que Bill y Fleur son los nuevos dueños de La Madriguera. Es posible que Seren le cuente eso a James, sí, aunque tampoco creo que sea muy importante. Lo de Scorpius lo dejo a tu gusto, aunque al menos algo de nociones sí que tiene, eso se ha visto en la historia. Me alegra mucho que te gusten tanto mis historias, muchas gracias. Me puedes contactar por twitter si quieres y estaba pensando hacer una especie de Q&A en el grupo de Alianza en FB, si a la gente le apetece, aunque eso sí, no voy a contestar preguntas sobre lo que pasará en el futuro, eso prefiero que quede a gusto del lector.

Sombrerito, awww, muchas gracias, para mí tb ha sido un honor compartir Alianza con vosotros! Me alegra muchísimo que hayas disfrutado tanto con la historia incluso al releerla. Te agradezco mucho los ánimos y esas palabras tan bonitas. Un beso, espero que nos encontremos en otra historia!