El cielo se tornaba gris, y rosa al mismo tiempo. Era un espectáculo real mente hermoso ver las flores de la tarde abrirse cada una al sonido de la campana del parque. Ya eran las seis de la tarde y aun me encontraba mirando hacia el horizonte.
Esperando que algo de todo lo que hubiera sucedido este día pudiera borrarse y empezar de nuevo. Pero yo, como una cobarde solo hui, me escondí para que nadie me encontrara. Y seque nadie lo hará porque ningún adulto cuerdo vendría a columpiarse al parque de niños a estas horas y menos vestido de etiqueta. Eso solo cabe en mi imaginación y es algo que solo yo haría, porque no tengo dinero para nada más.
Recuerdo que me había puesto el vestido más elegante que en mi closet existía, estaba sola y temblorosa entregándole mi pase de entrada a uno de los guardias (la invitación)
Al entrar a la iglesia:
Shipo me miraba con recelo, él era el pequeño niño que debía arrojar los pétalos de rosa al andar, la sabia toda mi historia de amor o decepción con su amo. Pero aun así, trato de animarme y cuando entre a la iglesia me ubico en uno de los asientos delanteros.
-Esta sola kagome-chan- me pregunto alzando las cejas y yo asentí.
-Kagome –chan. Después de la ceremonia habrá una fiesta llena de comida y música ¿nos acompañaras?
-No lo se shipo… aun ni siquiera entiendo que hago aquí.- conteste en voz baja y él se retiro apenado pensando que había herido mis sentimientos.
-Aun no entiendo porque Inuyasha –kun. Se casa tan joven…- murmuro una mujer a mis espaldas y no pude resistir la curiosidad de saber de quién se trataba.
-Recuerda que estamos en Japón y es normal que las parejas se casen aun siendo jóvenes. Además ambos tienen mayoría de edad- contesto otra mujer a su lado.
-Pero porque kikio tiene tanta prisa en casarse, escuche que solo faltan dos semanas para su graduación.-contesto una mujer regordeta a su costado, yo la conocía muy bien era la madre de ayumi quien hablaba.
Los murmuros se fueron y vinieron, era demasiado cansado escuchar sobre la pareja de enamorados que aun no llegaba .En uno de sus temas me incluyeron a mí, ayumi le había contado la verdadera relación que tenia Inuyasha conmigo y eso sorprendió a las mujeres.
Los murmuros se hacían cada vez más y más fuertes y eso reforzaba mi instinto de: protegerme y escapar.
Aun estaba a tiempo... solo tenía que salir y...
Me estaba dirigiendo hacia la puerta principal de la iglesia pero una mano ágil me detuvo.
-¿A dónde vas preciosa?- escuche a un hombre susurra y eso me dio pánico.
Gire lentamente la cabeza y vi el pelo dorado del hombre que me sostenía la mano, el aun estaba sentado. No quería pensar que era... que era...
El hombre jalo de mi tan fácil mente que me hizo sentar a su lado, con una maniobra increíble aun sostenía mi mano de forma elegante.
-¿Señor Taisho?- el asintió y me hizo una seña con los dedos en forma de "V"
-Perdóname kagome, te hice venir hasta aquí sin saber la verdad de la situación- pronuncio.
-yo...-balbucee.
-Shipo me lo conto todo.- declaro y yo me exalte.
-Ayer lo escuche hablando con mi hijo, no le quedo más que confesármelo.- afirmo seriamente y yo me quede paralizada.
-Inuyasha me ha mentido tanto tiempo... ya no sé si lo todo lo que habíamos hablado antes algo es cierto. ¿Pero que se puede esperar de un canalla como él? Mentirme a mí, a ti, a todos.-yo me quede estática y solo lo escuche, podía distinguir el tono de su voz, no estaba gritando pero se notaba la intensidad y su ira en cada una de sus palabras, acompañadas de decepción y angustia.
-Pero aun así el es mi hijo y no puedo arruinar este día que es tan importante para él. Ya hablare con el kagome te lo prometo.- el soltó un suspiro y yo le di la sonrisa mas aclamada y alegre que pude fingir.
-Papa necesito que me ayudes con algo- murmuro un joven a nuestras espaldas.
-¿Inu..?.-balbucee y el alzo ambas cejas a manera de asombro.
-¿kagome?- me miro confundido, el usaba un traje ridículamente caro, aunque según mi gusto el traje tipo pingüino (camisa blanca y un bléiser hasta los talones, acompañado de un pantalón negro) es de muy mal gusto, a la gente rica, eso le parece de última moda, aunque data del siglo pasado.
-¡¿pero que hace ella aquí papa?!- Inuyasha chillo. Y, yo solamente me limite a observar la escena. ¿En verdad era el Inuyasha que conocía?, tenía facciones de niño mimado y consentido, no podía creer que no me hubiera dado cuenta antes.
-Compórtate idiota.- gruño el señor Taisho en voz baja.
-No se le debe tratar así a una señorita- termino diciendo.
El señor Taisho tan elegante como acostumbra me hizo una reverencia antes de irse, y desaparecer junto a su hijo en medio de la muchedumbre de personas reunidas en la entrada de la iglesia.
Estuve observando la decoración de flores donde Inuyasha y Kikio se jurarían amor eterno, hasta que después de media hora el pequeño shipo me entrego una carta improvisada firmada al final por el señor Taisho, decía:
Kagome realmente siento pedirte esto pero... ¿podrias venir a la mansión? es algo muy urgente.
AT&T: Señor Taisho
Sonreí sarcásticamente ¿es enserio?..
Al llegar allí me encontré caminando en uno de los corredores decorados de pinturas minimalistas, eran de un diseño sutil y romántico, mi mente se distrajo por un momento mientras las observaba pero luego note un grito adolorido de una mujer llorosa. Era kikio, ella estaba acostada y empapada de maquilla negro hasta el cuello, se le había escurrido de tanto llorar. Eso no me conmoví ni un poco de la situación, más bien solo atine a saludar al señor Taisho que se encontraba parado contemplándole desde un rinco.Y, allí estaba, Inuyasha sentado al costado de kikio.
-¿Qué ocurre?- pregunte confundida, y saque súbitamente a kikio de su llanto, ella también estaba confundida.
-¿Qué haces aquí?- inquirió encarnando una ceja llena de molestia.
-Yo le pedí que viniera.- respondió el señor Taisho.
-Papa ¿Cómo te atreves a traerla a nuestra boda?- pronuncio Inuyasha lleno de molestia y yo solo quería irme de allí, era demasiado incomodo para todos mi para mí.
-Dejémoslas solas- ordeno el señor Taisho a Inuyasha, el solo inclino la cabeza con un poco de vergüenza obedeció a su padre, y ambos salieron del cuarto con una sombra fúnebre en el rostro.
-¿ahora qué?- pregunte. Ni en mi peor pesadilla me imagine estar a solas de nuevo con esa traidora.
-¿Ka..gome?..- balbuceo nerviosa ella. Luego se recompuso, su cara volvio a ser fría y arrogante como siempre, pero por un momento note un aire de debilidad al preciar mi nombre.
Por unos minutos mi mente trato de distraerse, mire alrededor para apreciar mejor la decoración y la pintura minimalista trazada en cada punto visible de la decoración.
-La boda se cancelo- me detuve en seco al escucharla.
-¡¿Por...porque?!- logre vocalizar, y ella me regalo una media sonrisa fingida.
-¿No lo sabías? ¿Creí que como eres perfecta en todo...tendrías que tener ojos en todos lados?- pregunto sarcástica.
-Lo descubrió- expreso y yo me quede aun más confundida.
-¿Qué cosa?- pregunte.
-¡No te hagas la tonta kagome seguramente lo descubrió por tu culpa!- chillo.
-¿Pero de qué rayos estás hablando?- le pregunte tratando de no explotar en cólera.
-¡Que no estoy embarazada!...
-¿Así que se iban a casar por eso?- pregunte y ella me miro aun con más rabia. Al final asintió fuertemente la cabeza y salto de su cama de un brinco, mi cuerpo se puso en guardia cuando ella me tomo de la tela delantera del vestido, a la altura del cuello.
- Eres una maldita kagome higurashi, te destruiré vayas a donde vayas no te dejare en paz. Tu siempre tuviste todo lo que debió ser mío: inteligencia, familia y a Inuyasha.
-Pero kikio yo acabo de enterarme que...
-Cierra la boca ¡maldita!, te hare pagar por todo lo que me esta pasando. Eres la única culpable. ¡Tienes la culpa de existir!-grito y luego un chirlazo en su cara se escucho, apareció de improviso. Era Inuyasha quien la había golpeado y tanto ella como yo nos quedamos atónitas.
-Kikio no te creí capaz de decir cosas tan horribles- el bajo la cabeza y aprontaba sus puños temblorosos al seguir hablando.-Me había enamorado de ti, pero me mentiste todo este tiempo… tenía la esperanza de que todo lo que paso fuera mentira, pero acabas de confirmarlo tu misma. Iba a casarme contigo incluso si no estabas embarazada porque te amaba. Pero no estoy seguro de que tu sientas lo mismo.
.-tartamuedo ella.
-No debiste fingir lágrimas falsas para que te aceptara de vuelta. Y luego para librarte de tus propios pecados culpaste a kagome; diciendo que te amenazo para que abortaras. ¡Eres una farsa kikio! – y dicho esto el salió del cuarto sacudiendo las manos lleno de rabia.
-¡Lárgate!-grito ella.- lar-gas-te… eres una molestia... ¡vete de aquí!- vocifero y yo Salí de allí, pase el mismo camino que había tomado hasta llegar a la planta baja donde me esperaba el señor Taisho sentado en un sofá y sosteniendo una copa de vino en su mano.
-¿gustas?- me ofreció y yo me negué.
-¿Por qué esta tan tranquilo?- pregunte y él me sonrió.
-Sabia que contigo aquí todo se aclararía- me regalo una gran sonrisa de complicidad y yo me aleje.
Al salir de la mansión y pretendiendo llegar a mi casa lo más pronto posible... Una mano fuerte me detuvo a medio camino.
-¿Pero qué haces aquí?- le pregunte y el sonrió.
-Tenemos que hablar- pronuncio.
-eh? ¿Después de todo lo que paso aun quieres hablar?- le corte la sonrisa
-La culpa es de kikio ella me sedujo y me mintió con su embarazo para casarnos. Tenía que dar la cara y responsabilizarme con ella después de todo.- contesto Inuyasha.
-Pero ahora que se la verdad, podemos volver y todo estará como antes...- me apego aun mas a su cuerpo y nuestros rostros estaban tan cerca que él me escucho suspirar.
-No eso no pasara- conteste empujándolo hacia atrás y él se molesto.
-Vamos... kagome- suplico- Lamento todo lo que hice y desde ahora te lo recompensare- me soborno.
-No- le dije cortante y eso le dio gracia, después volvió a abrazarme con una mirada seductora y sus ojos estaban en total desacuerdo con lo que pronunciaba su boca...había algo mas...
-Cuantas veces- le pregunte y él me miro confundido.
-¡Dime cuantas veces te acostaste con ellas a mis espaldas!- grite llena de rabia... no sabía él porque... no quería creer que aun sentía algo por el pero mis palabras no mienten, estoy celosa y aunque me da vergüenza quiero saber la verdad.
-Ah kagome eso pues ya no impar...- le di una cachetada y su cara estaba cubierta por su flequillo, sus ojos se veían sombríos a plena luz del sol, seguramente no sabría como explicarse.
-¡la usaste y ahora pretendes que todo vuelva a ser como antes se termino!- le grite y gire sobre mis talones... había caminado tres pasos y luego lo escuche:
-¡Kagome, volverás a ser mía algún día y todo lo que le hizo a kikio en nuestra pre-luna de miel lo hare contigo...lo disfrutaras...- rio cínicamente y mi cuerpo se tenso, el era un tipo totalmente desconocido para mi ahora, o. ¿Sera acaso que recién lo estoy conociendo?...
El ambiente a mi alrededor comenzó a retorcerse formando manchas de colores mezclados a mi alrededor, todo se estaba consumiente y oscureciendo al mismo tiempo. Sentí un dolor punzante al costado de mi abdomen, me sentía inmóvil pero poco a poco mi cuerpo comenzó a reaccionar. Sentí un cuerpo extraño sobre mis piernas aunque este no dolía solo hacia precio al mío dejándome inmóvil.
Mis ojos se abrieron y una luz brillante hizo que instintivamente me tapara de nuevo los ojos, después de unos segundos los volví a abrir y me senté en la cama, mire a mi alrededor y note que estaba en el hospital, conectada a una maquina que contaba el pulso de mi corazón.
Por un momento me distraje mirando el monitor de pulso, sin tomar en cuenta que el precio en mis piernas había desaparecido.
-Así que por fin logras despertar mi pequeña Moza...- Escuche una voz grave y masculina, muy bien conocida para mis oídos hablar y gire mi rostro hacia la dirección donde provenía... su semblante dibujaba una sonrisa real y exquisita, era una sonrisa tierna y llena de preocupación, sus ojos concordaban con ella...
-Seshomaru..
Continuara…