Disclamer: No poseo los derechos de The Legend of Zelda


Capítulo 7: La leyenda de Zelda

"Los héroes se desvanecen con el tiempo pero las leyendas nunca mueren".

"Ni el tiempo es capaz de acabar con el amor que mi corazón aun siente por ti".


Breath Of The Wild


—Link… ¿estás completamente seguro de esto?

—Tú eres lo único que me queda. Tú y mis sentimientos hacía ti, por eso estoy seguro de esta decisión…solo si tú quieres.

—Sí, sí quiero.

ooOoo

— ¡Adoremos al elegido! ¡Larga vida al elegido! ¡Larga vida al heredero de Demise!

El líder del clan Yiga alzaba al bebé gerudo mientras escuchaba los cánticos ensordecedores de sus acólitos. Podía notar como la magia negra fluía por aquel templo maldito escondido en mitad del bosque Prohibido. Las escrituras antiguas no mentían, ese lugar era el indicado.

—Hace dos años esos malditos hylianos nos arrebataron a nuestro amo y al gran maestro Kogg, pero hoy-…—el líder del clan Yiga se dio cuenta enseguida de que nadie le estaba prestando atención—. ¡Silencio! ¡El último en callarse no comerá un plátano en toda una semana!

Los cánticos, gritos y conversaciones banales cesaron al instante. El líder del clan Yiga dejó al bebé gerudo en una canasta y tras aclararse la voz continuó hablando.

—Cómo iba diciend-¡aaarg!

Una flecha acaba de atravesar su mano. Antes de que se diesen cuenta, el polvoriento y viejo templo se encontraba rodeado por numerosos hylianos, zoras, ornis, gerudos y gorons.

Dos hylianos rubios, hombre y mujer, se adelantaron a los demás y se acercaron a los yiga lentamente. Los asesinos los reconocieron enseguida, sobre todo al observar la espada que portaba en su mano izquierda uno de ellos.

Eran los culpable de que casi todos los miembros del clan estuviesen encerrados, muertos o hubiesen abandonado Hyrule.

—Rendiros y os perdonaremos la vida—la voz de la mujer indicaba que era alguien que no iba a admitir un no por respuesta—. No queremos derramar sangre, pero lo haremos si es necesario. Por una vez en vuestras miserables vidas, tomad la decisión más inteligente.

Los miembros del clan Yiga observaron al ejército invasor. Eran demasiados y parecían más que dispuestos a combatir. Es más, parecían deseosos de combatir, sobre todo las gerudo.

Los miembros del clan miraron todos a la vez al líder, quien tan solo quería que el dolor de su mano se detuviese. Sinceramente, le daba igual todo lo demás pues nunca llegó a creer que su plan fuese a ser un éxito.

—Jo, al menos podíais haberme dejado terminar mi discurso…—se quejó el líder.

ooOoo

Unos días después…

—Todavía no puedo creer que hayan pasado dos años—comentó Zelda.

—El tiempo pasa muy rápido, sobre todo en tiempos de paz—le aseguró Link. Los reyes de Hyrule estaban en mitad de la pradera frente a un monumento que acaba de ser construido.

Un monumento formado por la Trifuerza, la cual estaba rodeada por las estatuas de los antiguos campeones de Hyrule. La fiera Urbosa, el valiente Daruk, la amable Mipha y el orgulloso Revali.

Junto a ellos estaban los líderes o guerreros de diferentes tribus que poblaban Hyrule. Riju, la matriarca gerudo. Sidon, actual rey de los zora. Yunobo el goron. Y Teba, el guerrero orni.

Todos estaban allí para rendir homenaje en privado a los honorables guerreros que habían perecido sin poder cumplir su misión.

Por suerte, sus almas ahora descansan en paz—pensó Zelda.

—Espero que se sientan orgullosos de nosotros—comentó Riju.

— ¡Por supuesto que están orgullosos de nosotros!—dijo Sidon sin dudarlo—. Gracias a Link y Zelda hemos podido "reconstruir" Hyrule y hemos dominado a las bestias divinas.

—Ambas tareas nada sencillas, debo añadir—dijo Teba.

—Y-yo creo que no lo hemos hecho mal—dijo Yunobo—. ¡A-aunque eso no quiere decir que crea que somos mejores que ellos!

—Tranquilo Yunobo, comprendemos lo que quieres decir—dijo Zelda sonriendo—. Y Sidon tiene razón. Todos están orgullosos de lo mucho que nos habéis ayudado.

Link usó aquel momento para empezar la "ceremonia", en la cual él y Zelda contarían historias sobre sus amigos, sobre como los conocieron y como supieron que eran los indicados para ser los campeones de Hyrule. Y sobre todo, como era vivir con ellos el día a día.

A pesar de haber pasado tanto tiempo desde sus muertes, Zelda no pudo evitar que un par de lágrimas se escapasen de sus ojos. Link se sintió mal por aquello pero Zelda necesitaba aquello, tanto como él.

Tras terminar, Riju hizo una pregunta que todos tenían en mente desde hacía unos días.

— ¿Qué vais a hacer con el bebé gerudo, majestad?—preguntó Riju—. Me gustaría que se criase entre su pueblo pero desde hace siglos mi gente no tiene en buena estima a los hombres gerudo. Ni hablar del resto de Hyrule. Además, el hecho de que su madre lo nombrase Ganondorf antes de morir no ayuda.

—Lo sé—dijo Zelda mientras miraba hacia abajo. En sus brazos estaba el bebé, quien llevaba horas dormido. Lo habían traído con ellos pues al parecer era muy temperamental y solo se calmaba cuando Link o Zelda estaban con él.

—Las personas de Hyrule son muy supersticiosa y no se fían de nuestras palabras—dijo Link algo cansado de aquel tema—. Ganon no volverá, este niño no es u encarnación y merece tener una familia que le quiera…por eso Zelda y yo hemos decidido adoptarlo.

ooOoo

Cuatro años después…

Tras el gran Cataclismo de hace cien años, Hyrule se convirtió en una tierra dividida. Cada raza velaba por su propio interés y de esa manera consiguieron prosperar por separado. Sin embargo, el miedo a que Ganon abandonase el castillo y acabase con todos aún seguía ahí.

Por eso, cada vez que los habitantes de Hyrule veían a los reyes, se acordaban de que ya no había nada que temer. A pesar de que muchos no veían con buenos ojos que hubiesen adoptado a un bebé gerudo, debían admitir que hacían una preciosa familia.

Los reyes siempre sacaban tiempo para estar con su hijo. No importaba la hora o el momento. Con él sus miradas melancólicas y algo tristes se iluminaban al instante. A Link le encantaba jugar con él y llevarlo de paseo por la pradera. Zelda sin embargo prefería contarle historias y cuando el bebé mostró aptitudes para la magia, decidió instruirle ella misma.

El bebé era una bendición para las cicatrizadas almas de Link y Zelda, eso no se podía negar. Y pronto la pareja le dio una hermana pequeña, a la cual nombraron Hilda. Cosa que no pareció gustar al consejo Real.

— ¿No se supone que todas las mujeres de la familia real se deben llamar Zelda?—preguntó Link cuando Zelda le propuso aquel nombre.

—Llevar el nombre de Zelda es una gran responsabilidad—dijo Zelda mientras cogía en brazos a su recién nacida—. Esta pequeña no merece pasar por lo mismo que yo. Estamos en tiempos de paz y quiero que ella tenga la oportunidad de elegir su propio destino, al igual que Ganondorf.

—Adoptar a un bebé gerudo y cambiar el legítimo nombre de la heredera al trono…Estamos rompiendo muchas reglas, ¿no crees?—rió Link.

—Durante años seguí reglas que no me ayudaron en el momento más decisivo. Creo que es hora de ser un poco rebelde—dijo ella con una sonrisa—. En un futuro, seguramente alguien vuelva a restaurar el nombre de Zelda en la monarquía, pero hoy no será ese día.

Link miró con orgullo a su esposa y la besó en la frente. Había cambiado mucho. A pesar de no tener todos sus recuerdos por completo, si de algo estaba seguro es de que la Zelda de hace cien años no se habría atrevido a hacer algo así.

De repente, la mirada de ambos se desvió hacia la puerta de la habitación. En la entrada había un niño de cuatro años, piel morena y ojos amarillentos que los observaba fijamente pero con cierta timidez.

—Ganondorf, ven a conocer a tu hermanita—le pidió Zelda con cariño. El pequeño gerudo hizo caso a su madre. Cuando estuvo a su lado observó con curiosidad a aquella frágil criatura.

—Ahora eres su hermano mayor. Debes cuidarla y enseñarle todo lo que sabes—le dijo Link.

Ganondorf miró a la niña y sintió como algo en su interior se removía. Aquel bebé era fruto del amor entre sus padres, las personas que más lo querían del mundo. La protegería con su vida.

ooOoo

Seis años después…

Ganondorf observaba con cierta intriga un precioso cuadro antiguo. En el se podía observar a la princesa del destino usando la Trifuerza y su lado un valiente caballero vestido de verde. Ambos se estaban enfrentando al cataclismo, a la encarnación del odio del Heraldo, a Ganon.

El cuadro había sido pintado por un famoso pintor sheikah hacía más de un milenio. Nadie sabía cómo podía conservarse tan bien, pero todos suponían que la magia tenía algo que ver…o tal vez el uso de la extraña tecnología sheikah.

—O quizás ambas—murmuró Ganondorf.

Nunca entendería porque todo el mundo deseaba tanto separar magia y ciencia. ¿No se suponía que Nayru, creadora de leyes de la magia y la ciencia, era la viva representación de que ambos conceptos podían coexistir y trabajar juntos?

Las personas tendemos a dividirlo todo—le contó una vez su madre, hace unos años—. Divisiones políticas, religiosas, sociales…Tal vez esté en nuestra naturaleza querer dividir las cosas porque nosotros mismos estamos divididos.

¿Cómo es eso?—preguntó Ganondorf.

Mente, cuerpo y alma. Cada persona suele darle mayor importancia a cada una de ellas, pero a veces hay personas que consiguen un equilibrio entre las tres. Esas personas son las que cambian nuestra historia a mejor.

Eso parece muy complicado, la persona que consiga eso sería digna de ser recordada como una leyenda—comentó el con entusiasmo. Su madre se rió con cariño ante sus palabras.

¿Una leyenda, eh?—murmuró su madre. Dolor, nostalgia y alegría se reflejaron en sus ojos, pero Ganondorf no pudo entender el motivo. Al menos no en ese momento.

ooOoo

Zelda le observó mientras le acariciaba su pelirroja cabeza.

—Diez años...Han pasado muy rápido—la nostalgia podía notarse en la voz de la madre—. Has crecido tanto, mi pequeño. Parece que fue ayer cuando te encontramos en aquel templo.

— ¿Dónde está tu hermana?—le preguntó Link con una pequeña sonrisa.

—Hilda está dormida—respondió Ganondorf.

— ¿Dormida?, pero si aún es muy temprano—dijo Link sorprendido.

—Estuvisteis jugando con Midna y Lobo hasta muy tarde, ¿verdad?—preguntó su madre en un tono severo.

—…Puede…

Midna era una gatita que Ganondorf había encontrado hace unos meses en la ciudadela. Estaba siendo golpeada por unos niños cuando el joven gerudo salió en su rescate. También sufrió la ira de los niños pero al menos pudo salvar a la gatita, la cual se encariñó tanto con él que no pudo dejarla marchar.

Lobo era…un lobezno. Sus padres lo habían encontrado solo y perdido en un bosque hacía también unos meses. Algo en aquel animal les debió de llamar la atención pues regresaron al castillo con él y lo nombraron "mascota real" junto con Midna.

—Mamá, papá… ¿podéis hablarme otra vez de los campeones de Hyrule?—preguntó Ganondorf.

— ¿Tanto te gusta que te hablemos de ellos?—le preguntó su padre. El pequeño asintió rápidamente con su cabeza mientras sus padres se reían levemente.

—Tu padre y yo tenemos otros asuntos que atender, pero creo que no pasará nada por estar un rato más contigo—le aseguró su madre.

Ganondorf pasó un par de horas junto a sus padres, escuchando las historias sobre Mipha, Daruk, Revali y Urbosa. Esta última era la que más llamaba su atención, pues era de su misma raza.

También le contaron como Link tuvo que recorrer Hyrule, casi sin recuerdos no armas. Todo lo que tuvo que hacer para ir al encuentro de Zelda, quien estaba en una batalla de cien años contra el Cataclismo.

— ¿No tuvisteis miedo?—preguntó Ganondorf. Link y Zelda intercambiaron miradas llenas de amor y una sonrisa.

—Sí que lo tuvimos, y aun lo tenemos—confesó Link, sorprendiendo al pequeño pues este creía que el miedo no era algo que sus padres hubiesen conocido.

—Ser valiente no significa no tener miedo, significa saber cuándo y cómo superarlo—dijo Zelda—. Proteger a Hyrule y a sus habitantes, esa es la misión de tu padre y la mía. Una misión por la cual somos capaces de aceptar nuestros miedos y vencerlos.

—Y mi misión… ¿es proteger a Hilda, verdad?

—Sí, y cuando ella sea más mayor también te protegerá a ti, mi valiente—dijo Zelda.

ooOoo

Todos los días, Ganondorf y Hilda jugaban en el jardín. Junto a ellos estaba Link, comportándose como un niño. Y cuando Zelda se unía a ellos, en ese momento es cuando todos sentían que eran una familia completa.

No más cataclismos, no más temores, no más profecías, no más supersticiones, no más tristes recuerdos, solos ellos cuatro y un reino al que cuidar y amar. No iban a olvidar el pasado ni a menospreciarlo, pero tampoco iban a dejar que oscureciese el reinado de luz que se avecinaba.


Hyrule Warriors


Hylia cerró entonces los ojos mientras tenía su último pensamiento como diosa.

-Link, pronto estaremos juntos.

-o-

¡Zelda, cariño!, ¿qué te pasa?—preguntó Link cogiéndola en brazos y depositándola con cuidado en el suelo. El Héroe se asustó al ver que su esposa no respondía y tenía los ojos cerrados.

—…Link—dijo finalmente Zelda mientras lo miraba con una cara de felicidad que el joven nunca había visto—. El bebé…me ha dado una patata.

-o-

Zelda se separó de él y lo miró con una expresión que mezclaba alegría y sorpresa.

A mí también me gustaría poder acompañarte, Link.

Bueno, ahora que soy tu guardián eres tú quien decide a donde ir, princesa-dijo Link con una amplia sonrisa.

Mientras tú estés a mi lado no me importa el destino que deba elegir, Héroe—respondió ella.

Aquella noche, solo las estrellas y la luna fueron testigos de cómo el hilo rojo que los unía desde tiempos ancestrales, comenzaba a ser más y más visible.

-o-

El corazón de Zelda iba a mil por hora. ¿Acaso Link estaba…?

Después de lo de Vaati me di cuenta de que si te perdía mi vida no tendría sentido alguno, por eso un año después reuní el valor para empezar a cortejarte-continuó diciendo el Héroe. Soltó una de las manos de Zelda y sacó una cajita de su bolsillo—. Y por eso ahora, tres años después, te pido que seas mi compañera de equipo en la aventura más grande de mi vida…Zelda, ¿quieres casarte conmi-?

Sin darle tiempo a terminar la princesa se abalanzó sobre él mientras repetía la palabra "sí" de forma constante como si de un mantra se tratase. Sin duda aquel iba a ser un día memorable en la historia de sus vidas.

-o-

Link—dijo mirando al azulada cielo—. No sé cómo serás ni si podremos ser amigos o quizás algo más…Pero juro que si existes en este mundo, te encontraré.

-o-

Soy el Héroe elegido, ¿recuerdas? Soy invencible—bromeó Link—. Te prometo que volveré junto a ti sano y a salvo.

Zelda se sonrojó ante sus palabras.

¿Es una promesa?—le preguntó con timidez.

¡Por supuesto!

Entonces, no importa cuánto tardes Link. Yo siempre te estaré esperando.

-o-

Os doy las gracias a todos por haberme ayudado a mí y a Link. Seguid vuestros instintos para vencer en las guerras que se avecinan. Vuestros descendientes serán claves en la victoria de Hyrule-dijo Zelda mirando a los seis sabios. Estos escuchaban sus palabras sin comprenderlas del todo. Aun así ninguno osó interrumpirla—. Adiós a todos, ha sido un placer ser vuestra princesa, a pesar de haberos fallado a todos...

-o-

Una amplia sonrisa se formó en el rostro de Link mientras este cogía a Tetra en brazos y giraba con ella por toda la cubierta del barco.

¡O-oye, bájame!—exclamó está sorprendida—. ¡Aun soy tu capitana!

Y la novia pirata más maravillosa del mundo-añadió Link entre risas.

-o-

Link, espero que tú y yo podamos forjar juntos un buen futuro para Nuevo Hyrule—susurró la princesa.

-o-

Juntos en una nueva aventura—dijo aquella voz masculina.

La mayor aventura de todas…Y esta vez podré acompañarte, sin trucos ni disfraces—respondió feliz Zelda—. Solos tú y yo.

Solos tú y yo, mi amor.

-o-

Link cogió a Zelda en brazos y la depositó con cuidado en la cama sin deshacer el beso. Eran marido y mujer, eran rey y reina. Aquella noche solo las Diosas serían testigos de cómo reforzaban del todo el lazo rojo que los unía desde tiempos ancestrales.

-o-

¿Lo ves como no siempre soy un payaso?—bromeó Link.

Eso es algo muy dudoso—rió ella mientras se levantaba y recogía su florete del suelo—. Vamos Héroe de las Cuatro Espadas, es hora de que te derrote de una vez por todas.

Eso ya lo veremos, Séptima Doncella.

-o-

¿Qué es lo que has visto?—preguntó Zelda con curiosidad al ver la nostálgica mirada de su marido.

Nada…—respondió él con tranquilidad tras echar un último vistazo al cielo—. Tan solo una conexión con mi pasado.

-o-

Y nosotros deseamos que la luz de las Diosas guíe siempre vuestro camino—dijo Zelda con una tierna sonrisa.

Muchas gracias por vuestras bendiciones—les agradeció Link.

No, gracias a ti Link, por ayudarnos a comprender que las cosas nunca son lo que parecen-dijeron ellas al mismo tiempo—. También te damos las gracias a ti, Zelda, por ser capaz de ver con el alma y no solo con los ojos.

Link y Zelda estaban algo confusos por aquellas palabras, pero tan solo inclinaron sus cabezas y sonrieron. Tras esto todos, menos Farore, regresaron a la fiesta pues los cocineros ya habían traído la enorme tarta de boda, y los invitados se morían por probarla.

-o-

Vas a enviarle una carta a Cursilinda y a los ministros de Pasarelia diciéndoles tus motivos para rechazar su oferta.

¿P-pero eso no sería mejor que lo hicieses tú?—preguntó Link poniéndose algo pálido.

No, mi querido héroe—contestó Zelda con una traviesa sonrisa en su rostro—, es mejor que te vayas acostumbrando a hacer este tipo de cosas si alguna vez quieres ser mi príncipe consorte.

C-claro...

Para no dejarle con mal sabor de boca, Zelda volvió a besarle y esta vez con más pasión. Las palabras que le susurró Link habrían hecho que Impa se desmayase, por suerte solo ellos dos estaban allí.

-o-

Siendo rey su vida fue más complicada, por suerte su esposa era inteligente y hacía todo el trabajo mientras él dirigía el ejército de Hyrule.

Al final de su vida Link fue descrito en los libros de historia como uno de los mejores reyes de Hyrule, lo cual no era del todo cierto, y como el mejor guerrero de Hyrule, lo cual si era más cierto. La cuestión es que al final él y la verdadera Zelda comieron cuccos y vivieron felices para siempre.

ooOoo

Link abrió los ojos y se levantó lentamente de la cama. No queriendo despertar a Zelda, se marchó en silencio y caminó hasta el enorme jardín del castillo.

Allí estuvo varios minutos, hasta que sintió la presencia de alguien detrás de él. No le hizo falta darse la vuelta para saber quién era.

— ¿No puedes dormir?—preguntó.

— ¿Eso no debería decirlo yo?—replicó Zelda con una leve risa. Se acercó a su marido y se sentó a su lado—. Llevas varios días con pesadillas, ¿verdad?

Link asintió con la cabeza.

—Lana ya nos dijo que eran un posible efecto secundario—comentó Zelda. Al contrario que Link, ella parecía estar llevando todo aquello bastante bien.

ooOoo

Hace unos años…

Debéis saber que nuestra era se encuentra en una especia de encrucijada espacio-temporal—les contó Lana al grupo de Héroes de Hyrule.

¿Qué es eso?—preguntó Linkle confusa.

Déjala hablar—le pidió Link a su hermana pequeña.

Cuando Cya usó sus poderes para atraer a monstruos y villanos de otras eras, afectó al tejido espacio temporal—continuó diciendo Lana—. Me temo que el daño es tan grande que ni siquiera yo puedo repararlo del todo.

¿Y eso que implica?—inquirió Impa frunciendo el ceño.

No nos afectará de forma negativa si eso es lo que os preocupa. Lo que ocurre es que todas las historias de Hyrule, eso incluye la de líneas temporales paralelas, convergen ahora aquí, en nuestra era.

Todos sus amigos la miraban con algo de incredulidad y confusión en sus miradas.

¿No habéis notado desde hace un tiempo, que vuestros conocimientos de historia son algo… contradictorios?

Sí—contestó Zelda sin dudar, sorprendiendo a todos—. El otro día encontré en la biblioteca libros sobre sucesos que no pueden haber sucedido en Hyrule, como la gran inundación o la muerte del Héroe a manos de Ganon, creando una era de oscuridad.

Entonces… ¿Todas las historias que sucedieron o pudieron suceder han sucedido?—preguntó Linkle, quien al contrario que la mayoría, no parecía tener dificultades para entender aquello.

Eso parece—dijo Zelda.

Y no solo eso—dijo Lana muy seria—. Link, Zelda. A partir de ahora seguramente recuperéis recuerdos de vuestras vidas pasadas. No será un proceso doloroso pero no hay que descartar que sufráis alguna secuela, sobre todo ahora que la historia está distorsionada.

Menos mal que no iba a afectar de forma negativa—comentó el hada Proxi.

ooOoo

— ¿Te arrepientes de tener estos recuerdos?—le preguntó Zelda dubitativa.

— ¿Sinceramente?, no. Poder recordar nuestras vidas pasadas…todo lo que vivimos juntos me hace feliz. Aunque sean tantas vidas y todas diferentes o incluso de otras líneas temporales—confesó Link con una pequeña sonrisa. Aun así había algo de tristeza en su mirada.

—Entonces… ¿qué es lo que te preocupa?

—El ciclo sin fin—reveló Link—. No me importa tener que reencarnar a tu lado en cada era. Pero nuestra lucha sin fin contra el mal, el no poder recordar lo que fuimos hace siglos…a veces siento que vivimos atrapados en una maldición ete-

—Te equivocas—le interrumpió Zelda muy seria. Colocó sus manos en su rostro y le obligó a mirarla a los ojos—. Las diosas…mis hermanas nos dieron una oportunidad por la que muchos matarían. Demise, el Heraldo o como se llame quiso convencernos de que nuestra oportunidad no es más que una maldición pero se equivoca.

Zelda lo besó en ese momento. Poniendo en aquel beso todo su amor, transmitiéndole todo lo que sentía por él sin necesidad de palabras. Cuando se separaron link la miraba extasiado y algo sorprendido.

—No importa cuántas veces renazca, no importa si soy una reina, una princesa, la hija del alcalde, una pirata o una diosa…siempre te amaré a ti, Link. Siempre te buscaré y te encontraré. Ni Ganondorf, ni Vaati, ni Cya, ni nadie podrá impedírmelo. Será mejor que lo recuerdes.

Link no sabía que decir ante esa gran declaración. Tan solo sabía que era seguramente el hyliano más afortunado de toda la historia. Los dos se quedaron en silencio, disfrutando de la compañía del otro en aquella bella noche.

— ¿Sabes?, he estado pensando que deberíamos escribir nuestros recuerdos y vidas pasadas—comentó Zelda rompiendo el silencio—. Para que nuestras futuras encarnaciones puedan saber cómo combatir al mal y más sobre la historia de Hyrule, y sobre sus vidas pasadas. Además, creo que será una buena forma de que no tengas más pesadillas… ¿qué te parece?

Link la miró, esta vez con una amplia sonrisa en su rostro.

—Me parece perfecto.

— ¿Se te ocurre algún nombre para la colección que vamos a crear?—preguntó Zelda, muy alegre de que su idea le hubiese gustado.

—...La leyenda de Zelda.


"Aunque el viaje haya sido corto, mi agradecimiento será eterno"

Fin


Agradecimientos a todos los que han leído esta historia. Con que haya gustado a uno solo de vosotros habrá merecido la pena el esfuerzo de escribirla. ¡Hasta la próxima!