El planeta de los supremos y el sagrado supremo observador de la existencia se encontraba vibrando con violencia, pocos eran los fenómenos que podrían provocar una calamidad, había llegado de nuevo y llevaba por nombre Son Goku.
El saijayin de Gi rojo se encontraba erguido sobre su eje, gritando a todo pulmón, liberando con violencia toda su energía, envolviéndose en una poderosa llamarada que ascendía a perderse en la barrera que separaba la atmósfera de aquél cuerpo celeste sagrado de la dimensión en la que se envolvía.
Los cuatro aprendices del supremo en turno se encontraban pasmados, sin poder controlar el temblor de toda su existencia, naturalmente estimulados por una fuerza monstruosa mayor a lo que ellos podían representar, el sagrado sin embargo se encontraba sereno en su pose de loto, milenios de milenios de entrenamiento, conocimiento y sabiduría le habían dado la destreza para oponerse a la bestial fuerza salvaje que aquél mortal estaba mostrándoles.
El saiyajin de cabello alborotado estaba hirviendo, podía sentir como su sangre burbujeaba detrás de sus venas que se encontraban casi en relieve sobre sus músculos hinchados, su cabellera negra estaba afilada en puntas hacia arriba y su ropa aunque cubierta con algo Ki, amenazaba con arrancarse de su cuerpo.
—¡Kaioken aumentado cincuenta veces!. —Gritó y al instante su cuerpo sufrió otro cambio notable a la vista de aquellas entidades divinas, sus músculos, nuevamente incrementaron anormalmente al igual que el borde afilado de Ki se animaba con más velocidad, como si de una motosierra se tratase.
El planeta entero comenzó a colapsar sobre sí mismo, las grietas surcaban toda la superficie esférica, las montañas se derrumbaban y las nubes se dispersaban en todas las direcciones ante la intimidante y sofocante llamarada que envolvía al guerrero curtido.
Después de un par de segundos y justo cuando el Supremo se disponía a intervenir para detenerlo, el saiyajin se detuvo y de golpe, todas aquellas calamidades se detuvieron junto con la desaparición de su Ki rojo afilado, su cuerpo volvió a su tamaño normal y el cabello se extendió sobre su cabeza hasta tomar su forma natural, ondeando suavemente al ritmo del viento.
Sin embargo, los estragos aún eran visibles en su mueca de cansancio y dolor, al igual de sus venas hinchadas, aún marcadas sobre su cuerpo, comenzó a sudar por montones, cayendo sobre una rodilla a la vez que recuperaba el aliento lentamente. El saiyajin escuchó los paso de todos avecinarse y sin poder hacer mucho se dejó tumbar hasta caer sentado sobre su retaguardia en el pasto, cruzando las piernas en una pose de loto.
—Aun no entiendo qué es lo que intentas hacer con dañar de esa forma tan horrible tu cuerpo, Son Goku. —Observó el supremo, sus estudiantes justo a sus espaldas observando con atención.
—Es necesario, es la única manera que tengo para poder volver a tocar el poder que supera la capacidad de los dioses. —Respondió entre gemidos y quejas de dolor, sentía que el cuerpo le estaba llameando, el calor era insoportable, la sensación de eso fue lo que lo mató en primer lugar estiraba un golpe de adrenalina en su pecho.
—Hablas de… ¿el ultra instinto? .—Preguntó Shin poniéndose a la par de su maestro. —Quizás te golpeaste la cabeza muy fuerte en ese torneo del que nos hablaste y todo aquello lo alucinaste, esa técnica es un nivel que solo está disponible para los ángeles, ningún dios, mucho menos un mortal han alcanzado a tocar ese poder. —Observó, siendo apoyado por el asentir de sus otros tres compañeros en un asentir con sus cabezas, sin embargo el supremo permanecía serio, meditativo ante el predicamento de su invitado con aureola sobre su cabeza.
—Eso hasta que se trata de son Goku ¿verdad?. —Sonrió con sabiduría, mirando al guerrero a los ojos. —Un muerto que se las arregló para escapar del otro mundo y venir a nuestra realidad, al mundo de los dioses, alguien que desafía la norma, me da curiosidad ¿cómo planeas volver acceder a ese poder, son Goku?. —Preguntó, ignorando los rostros de asombro y sorpresa de sus discípulos.
—Es sencillo de explicar, pero complicado en la práctica. —Comenzó Goku, cerrando los ojos una vez que recuperó la calma. —Únicamente pude acceder al ultra instinto cuando mi cuerpo estaba totalmente arruinado y mi mente se hallaba desgastada, el estado de relajación llegó en automático y fue entonces que pude utilizarlo.
—He intentado hacerlo por mi cuenta pero no he podido, planeo usar el Kaioken hasta el límite para volver a ese punto de agotamiento y así volver a tocar ese poder, ya que lo asimile y entienda mejor podré accederlo con facilidad, es sencillo. —Explicó, sonriendo con un pequeño brillo en sus ojos. —Solo debo intentarlo con más ganas.
Dio un salto hasta alejarse pero sin perderse de la vista de los supremos, sin esperar respuesta alguna de los cinco. Tomó aire y de golpazo accedió de nuevo al Kaioken, esta vez intentando llevarlo mucho más allá de lo que su cuerpo podía resistir.
—¡Kaioken aumentado a setenta veces!. —Gritó con toda su fuerza.
La energía del saiyajin era tan densa y acumulada que la gravedad y el espacio tiempo comenzaron a doblarse en su dirección, el sagrado supremo se alarmó al instante y se llenó de asombro, un mortal que era capaz de doblegar la realidad misma, era algo sin precedentes, intentó detenerlo con gritos y advertencias, pero el Saiyajin entró en un estado profundo de colera, su cuerpo aullaba batalla, las fibras de cada músculo comenzaban a destejerse, su cuerpo estaba decayendo ante la inmensidad de su poder y también el planeta entero.
Goku podía sentirlo, estaba perdiendo la consciencia, el oxígeno caliente nublaba su juicio, su vista se oscurecía, era justo lo que buscaba. Sonrió y con un nuevo empuje hacia la infinidad fuera de su límite, liberó más energía y al instante, su cuerpo pareció explotar desde adentro, se había roto, toda la destrucción se detuvo y el aura de ki lo abandonó por completo, el vértigo se apoderó de su columna, comenzando a caer hacia atrás, ligero como una pluma, sus ojos se habían cerrado, ya estaba a una pizca de quedar inconsciente.
Justo cuando un mechón de su cabello haría contacto con el césped bajo sus pies, un impulso indescriptible, acompañado de un intenso calor acobijó su cuerpo, evitando que cayera por completo, lentamente recupero su posición de pie a la vez que de su cuerpo un vapor sofocante de color azul grisáceo lo rodeaba.
El sagrado abrió los ojos con enorme asombro y sorpresa, al igual que sus pupilos.
—Ese mortal… esta energía y calor que desprende… él no mentía, este poder, la fuerza… sólo es adjudicable a la técnica del ultra instinto. —Murmuró el supremo, provocando que la boca se le fueran hasta el suelo a sus alumnos.
Goku abrió los ojos iluminados por un destello platinado de luz azul, su cabellera negra comenzó a alzarse parcialmente y aun aura de energía muy distinta al ki tradicional lo envolvió, esta era tan densa que doblaba el espacio-tiempo que lo rodeaba. Su gesto y postura eran serenas y aun así, tenían una imponencia que le provocaba el temblor en las piernas a todos los supremos sin excepción.
El saiyajin alzó una mano a la altura de su rostro, observando detenidamente, analizando. El supremo se percató.
—Pero no está completo, falta algo. —Observó.
El saiyajin asintió lentamente, mirándolo a los ojos.
—Mi cuerpo solo ha desenvuelto la autonomía para defenderse, pero no para atacar, eso me hizo perder aquella vez. —El saiyajín apretó la mano en un puño y lo lanzó con fuerza hacia la altura y bastedad del cielo.
El impulso de energía liberado de aquello se disparó como ráfaga feroz, abriendo una abertura entre varias dimensiones, incluidas en la que estaban, que era la de los dioses, la de los muertos y la de los mortales entre sí, los supremos veían anonadados aquella muestra de poder tan insignificante, el saiyajin sin embargo, frunció el seño con ligeramente frustración.
—No, no es suficiente, con esto no basta. —Se quejó, mirando de nuevo su puño con sus ojos platinados. —Necesito aprender esta técnica por completo.
Sus ojos se alzaron al cielo, sintiendo como la energía de Bills aparecía entre aquellas brechas dimensionales que comenzaban a cerrarse lentamente. La energía del dios destructor se dirigía hacia el planeta que resguardaba Vegeta.
—Necesito dominar el ultra instinto.
Tan rápido como pudiera, le quedaba poco tiempo.