Este es mi nuevo fic, es un giratiempo, puesto que lo he hecho de la época de los merodeadores, pero no enfocado precisamente en ellos, sino en una de su generación… la pandilla de Slytherin, Snape, los merodeadores y demás. Un poco de mi visión.
Ojos de Dragón - La historia
Capitulo 1
Donald se paseaba nervioso por la sala, era normal. Su esposa iba a dar a luz a un hijo. Sus tres hijos esperaban intranquilos en la sala: Ralph de 12 años, Tim de 10 y Kyle de 8 años. Todos esperaban en la presuntuosa mansión Harrington, la más lujosa residencia de la zona, que podía ser comparada con la de los viejos Malfoys, cuyos inmensos jardines y terrazas la habían convertido en envidia de muchos muggles y magos. Esta era la familia Harrington unos grandes magos, corría el mes de Agosto del año 1956. De repente una de las enfermeras llega.
- Ha nacido, ha nacido. Es una niña Señor Harrington, una linda y preciosa niña. – La enfermera volvió a la habitación y se pudieron escuchar los sollozos de una pequeña. Donald y los tres chicos entraron a ver a la nueva habitante de aquella casa. Al entrar a la habitación vieron a la Sra. Harrington.
- Janice, hiciste un excelente trabajo. – Dijo Donald mientras tomaba en sus brazos a la recién nacida.
- Papá, déjanos verla. – Decía el pequeño Kyle tratando de verla. Donald la puso en brazos de su madre y sus hermanos la rodearon para verla.
- ¿Qué les parece? Tenemos a un nuevo miembro de la familia – Janice Harrington acariciaba a sus tres hijos varones mientras les sonreía.
- ¿Cómo la llamaran? Mami, ¿como la llamaran? – Preguntó Ralph fijando sus castaños ojos en la bebita que tranquilamente los miraba todos.
- Pensaba que Amy era un buen nombre, ¿Qué dicen?
- Yo pensaba mejor, el nombre de mi abuela Donald, se parecen mucho. Cabello negro y ojos grises verdosos, ella tan bella como una flor exótica.
- ¿Florence? – repitió Donald mientras sonreía a un más – Es un buen nombre, chicos les presento a su hermana Florence.
La Familia Harrington gozaba de un poder ya que ellos eran ricos y eran de gran prestigio, sus antepasados habían sido Ministros o habían hecho leyes importantes, en el presente Donald Harrington trabajaba en un propio negocio, en conjunto con Gringotts. Eran la familia modelo, Donald tenía cabello rubio oscuro con ojos brillantemente color miel, sus hijos habían heredado su misma nariz perfilada, Ralph el mayor de todos sus hijos tenia cabello marrón y ojos castaños, Tim tenía cabello rojizo y ojos grises oscuro que se confundía con el negro, Kyle tenia ojos verdes oscuro con su cabello oscuro, pero su hija menor, era la combinación mas rara que tenia, su cara con nariz perfilada tenia dos ojos brillantemente grises verdosos, que aparte de ser fríos y llamativos, asemejaban a lo que podñian ser los ojos de un dragón cuando se dilataban, contrastaban con lo pálida de su cara y el negro de su cabello, era un negro azabache y ondulado. Janice Harrington era diferente también, cabello color chocolate con ojos negros.
Esta familia era aparentemente normal, Florence conforme pasaba el tiempo se convertía el centro de atención en reuniones, según su padre parecía "una linda muñequita", aunque en apariencia, porque quizas por ser las menor o la unica chica, Donald disciplinaba más de lo usual a su pequeña hija. Sus hermanos habían ido al colegio de magia y hechicería Hogwarts, solo los veía en verano y en Navidad. Pero ya Ralph y Tim había terminado y se habían ido de casa a hacer sus vidas.
- Florence, el próximo año te toca a ti. ¿Qué te parece? Iras a una escuela a aprender mucho sobre magia, estaremos orgullosos de ti – Dijo Janice con mucho cariño mientras se despedían de su hermano Kyle en el anden 9 ¾. Florence volteó a saludarlos y riendo corría tras por la estación, este sería el último año de su hermano.
Mientras correteaba se tropezó con un chico muy mayor con túnica del colegio pero era diferente a la de sus hermanos, pues su corbata era de color verde con plateado.
- Fíjate por donde vas, niña – Dijo el chico de cabello rubio platino y ojos grises, pero muy diferentes a los de ella. Florence se le quedó viendo como si tuviera un extraño presentimiento, el chico debió haberlo presentido porque la miró, pero la miró de una manera penetrante como nunca alguien la hubiera visto, Florence se sonrojó y salió corriendo tras sus padres.
- ¿No vas al colegio? – Dijo el chico, tendría 17 años.
- No – dijo ella deteniéndose en seco y mirando tímidamente. – Me toca el próximo año.
- No nos veremos el próximo año porque este es mi ultimo año, pero espero que quedes en Slytherin, es la mejor casa. Siento debilidad por ti, ¿sabes? Me llamo Lucius
- Florence Harrington, tengo que irme. – Florence corrió, aquel chico la hacía sentir incomoda, se sentía afortunada de que no iba a volver a verlo. Sus padres lo tomaron de la mano al verla y se fueron a casa.
- Mamá, ¿Qué es Slytherin? – Dijo Florence mientras caminaban por una calle muggle de Londres
- Bueno, es una casa de Hogwarts. Pero tus hermanos están en Ravenclaw, yo estuve en Ravenclaw también. – Su madre la tomaba de la mano mientras cruzaban la calle
- Pero sería una pena que quedaras en Hufflepuff – Dijo sonriendo su padre
- Donald, mis hermanos y mi familia estudiaron allí. – Dijo Janice poniéndose seria.
- No importa, cada casa te ayuda depende a donde quieras llegar y depende de quien eres. Ya habrá tiempo para pensar sobre eso…
En eso pasó un año, hasta que por lechuza llegó su carta de aceptación de Hogwarts. Su hermano Ralph que era mayor se había graduado ya y había viajado a Rusia, Tim había ido de intercambio luego de terminar en Hogwarts el año pasado, su nuevo hogar era en América, y su hermano Kyle salía ese año de Hogwarts, sus tres hermanos habían sido los mejores estudiantes de su clase y habían sido prefectos. Ahora le tocaba a ella, quería lograr grandes cosas, tenía ganas de ser la mejor y de no decepcionar a sus padres, luego de oír tantas recomendaciones se fue con ellos al primero de septiembre a King Cross.
- Florence, vamos hija. Ánimos, nos veremos en Navidad, cuídate, no hagas travesuras, escríbenos- Dijo su madre mientras la abrazaba con lágrimas – Mira, quiero darte este collar, ha estado en la familia desde hace varias generaciones, la madre de tu padre me lo dio, es un símbolo, como ya eres grande te lo daré.
El collar era una cadena con una imagen de un dragón, brillaba pues tenía esmeraldas en sus diminutos en sus ojos, era pequeño pero muy bien conservado de plata muy brillante.
- Es un dragón – Dijo Florence frotando su nariz – se ve temible.
- Es el símbolo de nuestra familia, nunca te lo quites, consérvalo siempre contigo.
- De acuerdo – Florence abrazó a su madre y tomó su baúl, su padre le dio un beso en la frente. Su madre aun no podía dejar de llorar, tenía emoción quizás de saber que era su última hija que se iba de casa o que iba a empezar a estudiar.
- ¿Dónde estarán John y Elizabeth? – Dijo el Donald mirando su reloj.
- Allí vienen – Dijo Janice secando sus lágrimas
En ese momento venían una pareja, Florence sabía quienes eran, los había visto demasiadas veces, eran los Potter. El Señor John con su cabello grisaceo, era un hombre mayor de unos 50 años, con lentes redondos y mirada vivaracha, en cambio su esposa era algo más seria y joven, tendría unos 40 y tenía un cabello negro azabache como el de Florence, sus ojos avellana eran calidos y arrastraba el baúl de su hijo. El hijo de los Potter, nunca lo había conocido bien, se imaginaba que se encontraba como siempre corriendo traviesamente con algunos de sus amigos. Antes de entablar una conversación con alguno de los Potter, Florence llevó su baúl sola y se alejó de su familia, despidiéndose.
Florence subió al vagón y se sentó en un compartimiento vacío. Allí miró a la ventana y se puso a examinar su varita, nervio de corazón de dragón, de madera de cedro y 28 centímetros, le parecía especial, pensó eso hasta que una niña de dos coletas entró.
- ¿Está ocupado? – La chica tenía los ojos verdes y el cabello de un rojo oscuro.
- No, no lo está. – Dijo Florence. La chica se sentó tranquilamente.
- ¿eres nueva también? – Preguntó la chica
- Si, es mi primer año. Aunque mis hermanos ya habían venido. Soy Florence Harrington.
- Bueno, soy la primera en mi familia en venir, mi familia es muggle, pero yo soy bruja. Fue bien tomado por mis padres, aunque a mi hermana no le causó gracia. Me llamo Lily, Lily Evans. ¿Quieres tomar Coca Cola? – La chica tenía una lata con un liquido oscuro que burbujeaba.
- ¿Qué es eso? No gracias, prefiero el jugo de calabaza de mi mamá. Mi mamá ha dicho que los muggles son diferentes a nosotros, pero básicamente somos iguales en algunas cosas y que son imprescindibles.
- ¿Cómo fue con tus hermanos aquí en el colegio?
- Quedaron en Ravenclaw, fueron prefectos. Espero no defraudar a mis padres.
- … Maldito Potter, vuelve acá. Niñito Ricachón, te mandaré al infierno. – Una voz se escuchó del pasillo y un chico de gafas y cabello negro apareció en su compartimiento y se ocultó.
- No le digan donde estoy por favor – Dijo el chico tras la puerta. Pero a los instantes aparecieron 5 chicos.
- ¿han visto a un gallina corriendo por aquí? Debemos acabarlo – Dijo un chico de un grado mayor de la casa Slytherin, junto a tres chicos más que aun no habían sido seleccionados.
- Allí está, démosle una lección. – Dijo un chico de la misma edad y que al igual que ellas era nuevo, sacando una varita.
- No, déjenlo en paz. – Dijo Lily.
- ¿Tu quien eres? – Dijo el chico, era de nariz ganchuda, ojos negros y cabello negro grasoso.
- Lily Evans, déjenlo en paz. Son ustedes grandes contra el solo.
- No te metas, no había oído tu nombre antes. ¿De donde son tus padres? – El chico lo miraba feo.
- Mis padres son muggles – Lily lo miró algo asustada.
- "Sangre sucia" – Dijo un chico detrás de ellos.
- Wilkes ten cuidado! – Dijo el otro chico que los acompañaba, que tenia aspecto de rata mal alimentada. – No está sola.
Florence se levantó con su varita y lo apunto.
– Váyanse de aquí antes de que se arrepientan.
Los chicos miraron a Florence que se había levantado
- ¿No serás también tu una sangre sucia? – Dijo el chico de nariz ganchuda
- Callate Snape, ella es una Harrington. No digas mucho o si no toda su familia te mandaría a Azkaban sin excusa.
- Así que tenemos otra hija ricachona, ¡que sorpresa! – Snape se acercó a ella mirándola fijamente con desprecio.
- ¿Quién eres tu? – Florence lo miró con intenso odio.
- Severus Snape, un placer de conocerte. – Snape hizo una sonrisa fingida y miró a Potter. – Potter, te salvan esta vez las chicas. Cuando aprendas a ser hombre podrás enfrentarnos.
- Pegoste, deberías lavarte el cabello. – Florence avanzó con intensa rabia como nunca antes, su frente estaba roja y su varita temblaba en frente de ellos.
- Eso ya lo veremos – Snape los miró a todos con odio y lanzando un hechizo hizo aparecer un humo negro. Florence avanzó y como no sabía hacer ningún hechizo lanzó chispas, los chicos rieron pero ella lanzó un chispazo que le empezó a quemar a Snape la túnica, los demás se asustaron y Snape logró apagarlo.
- Pagarás - Dicho esto, Los chicos se fueron y el chico de gafas se adelantó.
- Gracias. No me cae muy bien.
- ¿Tu quien eres? – Dijo Florence
- Soy James Potter, creo que tus padres conoce a los míos – Le dijo James a Florence mientras ella se volvía a sentar. – He oído de tu familia.
- Si, me imagino. – Dijo ella sonriéndole.
Un chico llegó luego.
- James, vamonos de aquí. Pensé que te habían molido. ¿Quién fue?
- El imbécil de Snape, un chico nuevo también.
- No importa, ya podremos planearles una buena broma al llegar al colegio. Venga hermano, que ya tendremos nuestro momento.
- Ya voy, Sirius. Me asusté porque ellos saben de artes oscuras. – Dicho esto James se fue con su amigo.
- Vaya, ya comenzamos con los problemas. Lo recordaré para siempre, mi primera pelea. –Florence había sonreído con malicia. – A mis padres no les vas a gustar.
Las dos chicas salieron con sus túnicas ya cambiadas y fueron a salir, encontraron las balsas, el guardabosque Ogg los dirigió y se montaron en un bote. Un chico de cabello marrón y otro gordito se sentaron con ellas.
- Estoy nerviosa, he leído mucho de Hogwarts. – Dijo Lily acomodándose el uniforme.
- Miren, el castillo. – Dijo el chico de túnica vieja, se veía algo enfermo pero muy alegre. - ¿Lo has visto Peter?
- Si – Dijo el gordito poco entusiasmado. – Remus, ¿te he dicho que me dan miedo las balsas y viajar por agua?
Al llegar a la puerta del vestíbulo, Florence estaba eufórica y con el corazón en la mano, vio de nuevo el chico de cabello negro y nariz ganchuda y le dedicó una mala mirada. El chico que había viajado con ella por bote le dijo
- Jamás pensé que vendría a Hogwarts. – Dijo el chico - ¿Tu? ¿De donde vienes?
- Yo soy Florence Harrington, vengo de Londres, de las afueras, una de las pequeñas aldeas.
- ¿Bromeas? – Dijo le chico – Soy Remus Lupin, tu mansión es la más grande toda la zona, eres una Harrington.
- No es gran cosa. – Dijo ella callando, al ver a una mujer en sus 40 años entrando con un moño apretado y un pergamino. Era la Profesora Mc Gonagall, los llevó al gran salón y se paró frente de los alumnos de otros cursos, allí estaban los profesores y entre ellos un gran amigo de su padre: Albus Dumbledore.
Fueron pasando a los alumnos por nombre, primero pasó Lily y ella nerviosa se sentó en el taburete y le pusieron el sombrero seleccionador. Su amiga había quedado en la casa Gryffindor, que tenia un estandarte con un león en un fondo rojo y amarillo. Volteó y vio a otros alumnos pasar, pensó en lo que le habían dicho sus padres, ¿en que casa quedaría? Pensó en Ravenclaw, toda su familia había quedado en ella, quizás con su amiga Lily en Gryffindor, o como la familia de su madre en Hufflepuff, pero en Slytherin… aquel chico llamado Lucius le había dicho que tenía madera para ser Slytherin, pero ¿Qué sabía aquel chico de ella?, Salió de sus pensamientos cuando oyó su nombre
- Harrington, Florence. – Unos cuantos alumnos murmuraron, sus hermanos habían dado buena fama a su familia, al igual de que inevitablemente sus padres eran ricos y no iba a pasar desapercibida. Florence se sentó en el taburete y el sombrero seleccionador le hablo a su oido.
- Otra Harrington más, eres inteligente como tus hermanos, puedes llegar muy lejos… astuta, deseos de mostrar que vales, valiente, ambiciosa y apasionada. Podría ponerte en Gryffindor, aunque tienes muchas cualidades de Slytherin.
- ¿Slytherin? – se repitió así misma, nunca se había planteado esa posibilidad en serio.
- Podrías tener un camino diferente y Slytherin te ayudaría con el camino a la grandeza y el reconocimiento, aun no sabes lo astuta que eres, pero eres sensible… te importan los sentimientos … si estas segura te pondré en… SLYHTERIN
Hubo aplausos pero Florence aun pensaba lo que el sombrero le había dicho, era cierto, muchas veces había querido llorar pero su padre había sido duro con ella y le había prohibido llorar, volteó a ver mientras se sentaba en la mesa de Slytherin, el chico de cabello grasoso tenía la cara asombrada con una mueca de disgusto.
- Por lo menos no quedé en Hufflepuff – Se dijo así misma Florence – Papá estará orgulloso por eso.
- Bienvenida – Dijo una chica rubia y alta, de ojos azules con una sonrisa – Me llamo Narcisa y soy prefecta.
- Hola, creo que ya se me pasaron los nervios. – Dijo Florence mientras observaba como pasaba James Potter al taburete, ella no pudo evitar sonreírle sintiendo la necesidad que fuera sorteado en Slytherin también. Pero no fue así, fue escogido a Gryffindor junto al chico enfermo, el gordito, su amigo y junto a su amiga Lily, se sentía un tanto solitaria y lo peor vendría en momentos.
- ¿Estas conciente que somos la mejor casa? Siempre ganamos en todo, la copa de Quidditch fue nuestra el año pasado – Dijo Narcisa sonriendo – Mi novio era parte del equipo, lastima que se fue.
- Que bien, ¿Quién es ese que está allá? – Dijo mientras señalaba a un fantasma sentado en la misma mesa que ella, con aspecto temible.
- Es el barón sanguinario, nadie sabe porque tiene esas manchas de plata. - Una nueva chica de color se sentó al lado de ella.
- Hola me llamo Eileen Jordan, que nervios. Mi madre también quedó aquí, pero mi padre era de Gryffindor, quien sabe como se lo tomen…
- Hola soy Florence. – Pero algo la hizo estremecerse, el chico de cabello grasiento pasaba al taburete, por un momento contuvo la respiración. "Que vaya a Hufflepuff, no quiero estar cerca de él", se repitió a ella misma en silencio, pero el chico con mala cara fue designado a Slytherin también. Sus amigos también fueron con él. Estaba a pocas sillas de ella y ella estaba enojada de tenerlo en la misma casa que ella, era insólito. Nadie la iba a llamar niña ricachona en sus narices, pero se olvido de eso cuando empezó el banquete, su jefe de casa, era el Profesor de Defensa contra las Artes oscuras llamado Rufus Blaise, un hombre calvo cuyo aspecto era de temer.
Al terminar de cenar, Narcissa los llevó por las mazmorras, era el lugar más frío que había en todo el castillo, era oscuro y había una decoración en una pared de una gran serpiente plateada de aspecto temible, allí estaba la sala común, decorada de color verde oscuro y plateado. No tuvo tiempo de contemplarla, subió a su dormitorio, allí compartía cuarto con 4 chicas, Eileen Jordan, Dana Rookson una chica de cabello castaño y ojos color almendra, muy pecosa y algo rellena, Morgana Zewell chica alta y elegante de piel pálida y cabello marrón y Tara Ustinov bajita y delgada, de origen ruso y con ojos azules y cabello rubio platino.
- Así que, al fin la espera terminó y ahora estamos en Slytherin – Dijo Eileen tratando de romper el hielo – me han dicho que de esta casa salió el mago Grindewald, en fin, muchos magos tenebrosos.
- Es cierto, los magos tenebrosos al igual que nosotros tenemos la determinación de ganar siempre, aunque muchos optamos por usar otros medios. ¿No es así? – Morgana afiló rápidamente una respuesta, mientras sonreía fríamente hacia las demás. Florence se sintió en un lugar donde no pertenecía, ¿magos tenebrosos? Solo pensarlo le daba miedo.
- Mi padre me ha dicho que Tom Ryddle fue un alumno modelo, estudió en su época. Logró ganar un premio de servicios especiales y era de Slytherin. – Dijo Dana. – tu, "cabello negro", ¿tienes algo que decir?
- No – dijo Florence a secas, y la miró de frente todas retrocedieron ante su audaz mirada, muchos antes lo habían hecho – creo que estoy cansada voy a dormir.
- ¿Eres una Harrington? ¿Qué hace una Harrington en Slytherin? ¿Se te perdió dinero? – Dijo Morgana riendo, junto con las demás, Florence las miró seriamente y todas callaron al instante.
- No, pregúntale al sombrero seleccionador. – Cerró sus cortinas y se acostó a dormir, oía detrás a Eileen.
- Vamos, no sean tan duras. Todas somos nuevas aquí.
- ¿Escucharon lo que dijeron en el tren? – Morgana seguía hablando. – Severus Snape sabe de artes oscuras, es un experto. Me parece increíble, mi padre nunca me dejó aprender eso.
- Si, y apenas tiene 11 años como nosotras. – Eileen volvía a intervenir.
- No tiene nada que ver, si te gusta algo, nada te va a impedir llegar hasta ello. – Dijo Dana, y se escucho un "si" por parte de Tara. Florence no supo más y cayó profundamente dormida.
Eso era lo que mas recordaba Florence, eso y su primera clase, fue terrible, Snape le había cortado un mechón de pelo y ella se había puesto a llorar en el pupitre mientras el profesor Blaise explicaba como se debía defender de una Banshees. Se llevaba mal con ese chico y con su pandilla, todos estaban en la misma casa que ella, pero por un tiempo se empezaron a soportar o por lo menos a ignorar.
- Hola Florence – Dijo James cuando entró a Pociones - ¿Que cuentas de nuevo?
- No mucho. – Ella se sentó detrás de él y sonriendo.
- ¿Quieres un pastel? – James sacó de su capa una tarta de manzana – Mi madre las hace. Tomó un pedazo mientras le preguntaba.
- ¿Dónde está Lily?
- Debe estar por llegar, no nos llevamos muy bien que digamos. Odia mis bromas, me dice que soy un caprichoso ricachón, solo porque la asuste con mi capa invisible.
- ¿Tienes una capa invisible? – Ella encontraba fascinada por aquello.
- Si, son caras. Mi padre me la compró en Navidad.
- JAMES!! – Era su amigo Sirius - ¿QUÉ HACES CON UNA SLYHTERIN?
- Hola Sirius, no te alarmes. Ella es la que me salvó el primer día de las garras del pegoste entrometido.
- Cuida tus palabras, Potter. – Snape venía detrás – Que asco me da compartir la misma sala común contigo Harrington. Cualquier día te veo haciéndole el desayuno a Potter, ¿acaso eres su novia?
- ¿Acaso te da celos? – James lo calló en el momento.
- Solo a ti se te ocurre, insultar a gente de tu propia casa – Sirius empezó a reírse – Tal vez para navidad te envíe un inodoro, especialmente para ti. Para que te pongas y tires la cadena
Una carcajada sonó por toda el aula, y Florence tenía la cara roja. Snape la maldijo mientras iba con su amigo Ivan Lestrange.
En Navidad no ocurrió lo del inodoro, puesto que todos estaban tranquilos, solo unos cuantos se quedaron, todos habían ido a pasar la navidad en casa de sus familias, todos menos Florence. Desde que había quedado en Slytherin había notado un desanimo de parte de su familia. Su madre siempre la animaba pero su padre se mostraba un tanto decepcionado en la forma de escribir las cartas, como si creyera que su hija fuera a hacer algo indebido, ellos con la excusa de ir a visitar a Tim en América le dijeron que no podía ir a casa para Navidad, la víspera de Navidad la pasó completamente sola, mientras lloraba en un pasillo de la sala común, tenía frío y se sentía mal, como nunca antes y afortunadamente nadie la iba detener de llorar lo que quisiera. Un bulto tropezó con ella y calló al cuelo.
- Maldita sea! – Florence levantó la cabeza y vio a Snape tumbado al suelo. - ¿Qué haces allí?
- Nada, déjame sola. – Florence metió su cabeza entre sus rodillas.
- ¿Ahora eres una llorona también? esa no me la sabía. – Snape sonreía al verla, y eso le daba mas rabia a Florence, se levantó y se dirigió a marcharse.
- ¿No me vas a contar? – Snape la miraba detenidamente - ¿o tendré que aplicarte la poción de la verdad?
- ¿Para que te burles de mi? No gracias.
- No me voy a burlar, no te puedo hacer mucho, somos compañeros de casa. Por cierto ¿cómo sigue tu mechón de cabello? – Lo había dicho con el tono más cínico.
- Muérete Snape, no sabes cuanto te odio.
- ¿No tendrá que ver con que tu familia te tiene olvidada? Es cierto, te tienen como a una miserable, ¿ya no te dan dinero?
Pero Florence no pudo aguantar y rompió a llorar, Snape por primera vez se asustó frente a ella. Se acercó a ella y ella le respondió con un puñetazo.
- Vaya, que si eres dura de tratar, insolente.
- Vaya, que siempre me han tratado duramente, imbécil. – Florence no podía evitar temblar de furia.
- Con que es eso, tu familia te trata mal y te ignora, eso hace mi padre, pero mi madre me manda emparedados, que por cierto saben horrible. No necesito a mi familia, solo me tengo a mí, tómalo como un consejo si quieres. No necesitas a nadie más que a ti misma.
- ¿A que se debe ese consejo?
- No se, estamos en Navidad y quería hacer una obra por lástima, ayudarte es una de ellas. – Snape sonaba tan duro, como pegarse de frente con una piedra de las mazmorras.
- No te quieren mucho, mis padres me quieren, solo que desde que…
- ¿desde que estás en Slytherin? Mi padre es un imbécil, mi madre es sumisa. Realmente me han dado todo, pero nunca han hablado conmigo de lo que realmente me gusta hacer, solamente dejan que lo haga.
- ¿Nunca te han amado?
- No te importa, no te afectará saberlo. ¿Tú has sido amada?
- Si, por mi familia.
- Claro, si así es el amor… preferencial, dependiendo de lo que hagas, no es muy estable ¿Aun me odias?
- Un poco
- Más te vale, pequeña enana. – Snape se había ido con furia y Florence se sentía mejor, no sabía si por aquella conversación o porque sabía que había gente mas miserable que ella, cuando comenzaron las clases las cosas siguieron igual, aunque Snape ya no se metía con Florence. Incluso se trataban de tu y se saludaban con frecuencia, pero a escondidas, a Lestrange y a Rosier aun les gustaba molestarla, pero Snape resolvía le asunto cambiando el tema. Se podría decir que se hicieron amigos, aunque una amistad muy peculiar. En la biblioteca…
- Hola Harrington – Dijo Snape sonriéndole ligeramente - ¿haciendo tareas?
- Hola Severus, Investigo para encantamientos, realmente soy mala para esto. No entiendo.
- ¿Me llamaste Severus? Nunca nadie lo ha hecho
- No es gran cosa
- ¿Aun me odias?
- Si, mucho – Dijo Florence sonriéndole
- Entonces nada ha cambiado. – Snape se sentó a su lado a tratar de copiarse la tarea, pero Florence le indicó que empezara él por su cuenta. Hasta que James y su pandilla entraron al lugar.
- Hola Florence, ¿Qué hay?
- Hola James, estudio para encantamientos.
- ¿Para que dulzura si ya de por si eres un encanto? – Dijo Sirius mientras guiñaba un ojo - ¿Sabes? Le gustas a Peter.
- Es mentira – Dijo Peter Pettigrew mientras enrojecía.
- ¿El empalagoso te trata bien? – Dijo James con una sonrisa
- Expelliarmus – Dijo Snape sin pleno aviso y James salió disparado a una biblioteca, tumbando todos los libros. Snape le sonrió con sorna y se fue con una sonrisa de satisfacción antes de que Sirius se le ocurriera contra atacarle, o que Lupin su otro amigo hiciera algo.
- ¿Por qué lo has hecho? – Dijo Florence cuando estaban en la sala común – Lo han castigado sin necesidad.
- Eso le enseñara a medir esa bocota que tiene, a veces eso es necesario.
- ¿No te gusta que te insulten? ¿Te afecta?
- ¿A quien le gusta que lo insulten? No me afecta, solo que ellos van a saber quien soy realmente.
- Bueno, es tu decisión. Toma tu pergamino, lo dejaste allá deberías completarlo.
Conforme pasaba el tiempo Florence tuvo que alejarse de James, porque cada vez que so lo conseguía, Snape terminaba por hacerle o lanzarle algun hechizo. Snape iba a hacer capaz de todo. Lily la evitó un poco, y era normal, no podrían ser amigas en un clima tan tenso, Lily no se llevaba bien con James y menos con la pandilla de Slytherin.
Solo tenía a Eileen quien la escuchaba y le gustaba hablar demasiado. A veces hablaba con Snape y parecía llevársela bien, incluso podría decir que era su amigo, dos veces la había defendido de los insultos de Morgana, quien era una especie de rival, aunque estuvieran en la misma casa. Al llegar las vacaciones se habían escrito un par de veces, Snape en su casa modesta y Florence desde su mansión, su madre le traía otra lechuza.
- Hija te llegó esta carta
- Gracias mamá – La chica tomó el sobre y era un sobre negro con una serpiente verde, sin duda era Snape.
"Hola Harrington. ¿Cómo andas? Como si me importara, te escribía para saber si aun estás con vida, si te tienen bien en ese lugar: ¿Tu casa huele a dinero? Me cuesta aceptarlo, pero extraño un poco el colegio, es desastroso ver a Ivan besándose con Morgana, siempre lo hacen en mi casa a escondidas. ¿Tú lo has hecho? Nunca lo hagas, es desagradable a los demás. He aprendido nuevas maldiciones que usaré en Potter el próximo año, y si me lo impides las puedo usar en ti(no del todo). He crecido un poco, soy el mas alto de todos, que desastre y sigo siendo delgado, maldita sea, Odio los cambios! En fin espero noticias tuyas, para ver si me río un poco.
Severus Snape"
No podía evitar sonreír al saber que todo ese sarcasmo indicaba que su amigo estaba bien, era un poco duro y tenia que aceptarlo, le caía bien. Florence notaba como ella también cambiaba, su cuerpo también se había estirado, no era tan enana como su amigo decía, pero algo seguía igual: sus ojos. Muchos se asustaban al verlos, eran bonitos, pero eran tan profundamente grises y verdosos que daban una sensación de frialdad cuando contrastaban con su cabello negro, sus ojos eran fríos y con ellos podía intimidar a mas de una persona
En las tardes a veces iba a jugar en las tardes con los chicos de la aldea que eran muggles, de seguro era la primera Slytherin que lo hiciera, pero no le importaba ser diferente.
Al llegar a segundo año le fue algo mejor, Eileen se había convertido en su mejor amiga, en pocos términos Florence era muy tranquila pero en otros términos no, varias veces Felicia Atkood de Gryffindor la había molestado y el resultado había sido que la había dejado en la enfermería con un brote infeccioso de acne, furúnculos con costras, un maleficio que Snape le había enseñado a ella. En sus tiempos libres, practicaba maleficios con Snape, quien le enseñaba con gusto.
- Se pone la mano arqueada, sino nunca lo lograras, ¡adelante! – Decía mientras le enseñaba.
- Ya entiendo, arqueada, y luego hacia delante.
- Correcto, aprendes rápido Harrington. –Dijo Snape parándose delante de ella sonriéndole fríamente.
- Volvisuim – Florence le lanzó el maleficio a Snape y este le estalló la cara dejándole chamuscadas las cejas y los pelos de punta
- ¿Qué has hecho? – Snape estaba furioso
- Lo siento, no sabía que podría hacerlo… - Dijo ella sonriéndole nerviosamente.
- ¿Puedo preguntarte algo?
- Ya lo has hecho.
- ¿Qué es lo que mas te gusta?
- ¿a que viene la pregunta? Bueno, diría que me gusta volar en escoba, mi hermano Kyle me enseñó.
- ¿Volar? ¿Por qué no entras al equipo de Quidditch?, hay dos vacantes: Guardián y buscador.
- Ninguna chica de Slytherin ha entrado en el equipo de Quidditch nunca, lo leí en Historia de Hogwarts.
- Eso es falso ¿No has oido de Barbara? Bueno, si así lo ves. Tengo que irme, Rosier me espera. Vamos a vengarnos de ese chico estorboso de Ravenclaw, Mundungus Fletcher.
- Te ganas muchos enemigos.
- Si, algo es algo. Nos vemos – Snape parecía realmente feliz de enseñarle todo eso a su "discípula", aunque también disfrutaba verla. Florence sabía que Snape pese a lo malcriado y malhumorado que pareciese, se preocupaba por ella, y que detrás de esa mascara irónica se escondía un buen amigo.
Florence tuvo suerte al buscar un puesto en el equipo, pues luego de una prueba fue designada como buscadora, gracias a su don, al menos era liviana y delgada.
Su primer entrenamiento, fue exhaustivo y rápidamente logró la simpatía y el respeto por parte de los del equipo. Eran todos chicos, era la primera mujer en ocupar el puesto de buscadora en 50 años en su casa Slytherin, desde que la legendaria Barbara Beale había echo ganar al equipo de Slytherin durante 6 años seguidos
Por las pocos fotos que había visto de Barbara, se notaba que no era muy agraciada, de mirada hosca, cabello sin volumen, cejas espesas y dientes torcidos, había llegado a ser muy popular y considerarse una leyenda del Quidditch. La biografía de Barbara había sido del interés de Florence, durante una sesión en la biblioteca…
"…como estudiante apenas resaltaba, con un conflicto emocional permanente, muchos considerarían a Barbara como un verdadero fenómeno, pero es fervorosamente recordada en sus días de Escuela, por su habilidad en la escoba y su rapidez. Su vida personal es un verdadero enigma, experta en pociones, luego de su vida estudiantil se descubrió que quebrantó al menos 50 reglas de Hogwarts, una de ellas fue la de realizar Filtros amorosos, pero nada de esto afectó que fuera una de los mejores jugadoras de la historia de este colegio, aunque poco se le mencione en el resto de las casas…"
Sin duda todos los personajes famosos de Slytherin habían causado controversia, por una parte el viejo Grindelwald que su padre tanto le mencionó, el gran hechicero Keeliam, Barbara Beale, Boris El desconcertado y otros, Florence se preguntaba algún día si ella seria como todos ellos, controversiales y misteriosos, siempre relacionado con algo oscuro y en ella había algo oscuro que no podía negar.
Aquellos días estaban llenos de tareas y examenes, no era para más y el frio de Noviembre empezó a pegar, junto a esto el primer partido de la temporada, Slytherin versus Gryffindor.
- Espero que le ganes a los idiotas de Gryffindor, otro año siendo los campeones no me va a caber en la memoria – Decía Snape nervioso un día antes en la sala común.
- Haré lo que pueda, espero no distraerme ni ponerme nerviosa.
- Potter estará allí, será muy difícil. Considerando lo mucho que te gusta. – Dijo Snape entre dientes.
- No me gusta, Snape! Pegoste entrometido.
El día del partido llegó, los ánimos subían, tal como había dicho Snape, Potter estaría allí, era el cazador del equipo de Gryffindor. El equipo era uno de los mejores y tenía fama de ser invencible, pero este año el equipo de Slytherin tenía todas las de ganar también, con un nuevo cazador llamado Vince Morton y la nueva buscadora, eran nuevas probabilidades, aunque Florence sabría que gracias a la mala fama de Slytherin siempre tendrían el colegio entero en su contra. Al ir a los vestidores se puso la túnica verde de Slytherin, tenía los nervios a millón y no había podido desayunar pese a las indicaciones de Eileen, no sabía como reaccionar y se sentía nerviosa, sería su primer partido, directamente la victoria de Slytherin dependía de ella además que sería la primera mujer desde Barbara Beale, eso había sido hace mucho tiempo, sería totalmente diferente, sin darse cuenta se miró al espejo y notó sus ojos más claros y grises que nunca, su rostro era pálido aquel día, aunque no tan cetrino como su amigo Snape, los nervios empeoraban todo porque sentían dolor de estómago, su largo cabello liso en las raices y ligeramente ondulado en las puntas caía ordenadamente hacía adelante y tuvo que recogerselos con una coleta y tomó su escoba una estrella fugaz, la mejor escoba de todas, regalo de su madre. No se sentía para nada popular, ni mucho menos como una heroína como suelen sentirse los buscadores, amaba el Quidditch, pero odiaba que los ojos del todo el mundo estuvieran sobre ella de esa forma.