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TODOS LOS PERSONAJES, ESCENARIOS Y HECHIZOS CONOCIDOS PERTENECEN A JK ROWLING, YO SÓLO LOS TOMO, LOS MEZCLO Y AGREGO COSAS
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Epilogo:
Once años después…
Ella caminaba por el largo pasillo sobre un abundante camino hecho de pétalo de rosas. Su cabello de fuego caía en estilizadas ondas y la corona de flores le daba el aspecto de una rara ninfa del bosque.
Su vestido blanco de princesa se recortaba con el atardecer de fondo. En sus manos un enorme ramo de rosas multicolores daba un toque exótico a su tradicional atuendo.
Blaise Zabini esperaba a su futura esposa junto al juez de paz que los uniría en una ceremonia civil. Ellos no podrían casarse de la manera mágica, pues ella ya había hecho ese hechizo con otro hombre. Pero eso a Blaise no le importaba. Mientras ella permaneciera en su vida hasta su último aliento, el resto eran meros tecnicismos.
La larga cola del vestido era llevada por Chiara, la hija más pequeña de Blaise. El brazo de la novia iba prendido a un hombre distinto a su padre. El padre de la novia había fallecido el año anterior, y lamentablemente no pudo llevar a su única hija al altar como hubiese deseado.
Ginny veía completamente enamorada a su futuro esposo. Blaise se veía muy apuesto en su túnica de gala parado en aquel altar simbólico. Sus hijos mayores eran las damas y caballeros de honor. Su acompañante era nada más y nada menos que Harry Potter, su ex esposo.
Ellos se habían divorciado civilmente hacia menos de un mes. Pero la pareja había acabado aproximadamente cinco años antes. Ellos no habían podido separarse en ese tiempo, pero el amor que compartían, y los hijos que tenían los había llevado a un acuerdo beneficioso para todos. Harry era el mejor amigo que jamás podría tener.
Cuando Charlotte Zabini falleció dando a luz a Chiara, la segunda hija del matrimonio de Blaise. Ginny había ayudado al moreno con sus nuevos deberes de padre soltero. Dado su reciente perdida, el ministerio no lo había obligado a volver a casarse, y en el fondo Blaise lo agradecía. Llevaba enamorado de Ginevra Weasley aproximadamente cinco años. Si no era ella, ninguna otra mujer ocuparía su cama.
En esos días, donde Ginny atendía a sus hijos y ayudaba voluntariamente en la crianza de la bebé Chiara y Zoé de cinco años. Ella había descubierto que ya no sentía amor romántico por su esposo, sino que ardía a fuego lento por su vecino. Luego de cuatro hijos, la lujuria entre ella y Harry había dado paso a una convivencia fraterna y cómoda.
Al pasar el tiempo, cuando Harry descubrió las miradas anhelantes que compartían. Él la había liberado. Ellos no podían dejar de vivir bajo el mismo techo, ni podían divorciarse aun, pero Harry le había dado su bendición para que iniciara una relación clandestina con el recientemente viudo Blaise Zabini.
Ella había hecho lo mismo cuando Harry había confesado que se sentía atraído por una mujer que conoció en una misión como auror. Daphne Greengrass había huido de su esposo porque este la maltrataba, de alguna forma el tipo burlaba el juramento inquebrantable de no violencia y hacia la vida imposible de la mujer que jamás deseó tener.
El ministerio había hecho una excepción con Daphne y le había concedido un divorcio anticipado. Ella solo tenía tres hijos hasta el momento y el ministerio se los dio en guarda.
Por sugerencia de Hermione, Daphne se había mudado con su amigo de la escuela Blaise Zabini, con la excusa de ayudarlo a criar a sus hijas.
Lo que el ministerio ignoraba era que Ginny y Daphne se cruzaban todas las noches, cuando los niños dormían, en un pasadizo que unía las casas solariegas de los Potter y los Zabini.
Cinco años habían mantenido aquella rutina. Durante el día tenían una vida y durante la noche compartían el lecho con sus almas gemelas.
- Cuídala Zabini. Ella es la madre de mis hijos y si haces algo para disgustarla, luego de que ella te haga trizas, iré a orinar sobre tu tumba.
- descuida Potter. Podría decir lo mismo de Daphne, pero sé que ella tiene tus bolas en su cartera.
La novia rió discretamente del intercambio. Ellos en realidad se querían como hermanos. Habían compartido un secreto por tanto tiempo que sus burlas eran meros actos reflejos, para no perder la costumbre.
Cuando Blaise y Ginny llegaron al altar, Lily Potter y Zoé Zabini, ambas de nueve años de edad, tomaron juntas el ramo de flores que Ginevra cargaba. Al otro lado James y Albus Potter saludaban a su padre que tomaba asiento para observar la ceremonia.
Para todos los niños, ver a sus padres casarse era algo normal. Ellos se habían criado sabiendo que algún día serian hermanos oficialmente. Estaban ansiosos porque ese momento llegara. Los Zabini, los Potter, e incluso los niños Jackson y su madre consideraban que formaban parte una gran familia ampliada. Amor era lo que más abundaba en esas personas.
Molly enjugaba sus lágrimas de emoción. Extrañaba locamente a su esposo Arthur, pero ver a su niña casarse en la boda de sus sueños llenaba de esperanza su dolorido corazón. Diecinueve de sus veintitrés nietos biológicos nacidos rodeaban a su abuela para darle cariño, también Chiara Zabini había corrido para intentar abrazar a su abuelita Molly. Incluso los niños Jackson se habían congregado. Una multitud de jovencitos entre los diecisiete y los cinco años la habían visto llorar y habían cerrado filas en torno a la matriarca Weasley.
Pansy Weasley observaba a sus hijos de cabellos rojizos oscuros competir con los niños de piel morena y los pelirrojos por la atención de su abuela, que hasta ahora era acaparada por los rubios semiveela. Ser menores en edad no les impedía hacerse valer.
Caleb, Eudora, Molly y Arthur Weasley-Wilson eran los hijos que Pansy había tenido con Ron. Ella aun no había nombrado a las gemelas que crecían en su vientre pero tenía en mente nombrarlas como flores.
Charlie sostenía en brazos a su cuarto hijo varón. Él bebé de cabellos de fuego y mirada azulina seguía todo con sus curiosos ojos. Fafnir Weasley tenía solo ocho meses y ya había mostrado su magia animando uno de sus peluches. Charlie y Samanta habían tenido cuatro varones cuyos nombres eran los de los más famosos dragones de la mitología muggle. Ellos habían encontrado un punto medio entre la pasión del padre y la cultura de su madre.
Angelina regañaba a su esposo mientras este imitaba la emoción del novio en el altar. Con el nacimiento de sus hijos, George había recuperado un poco de la chispa que había perdido cuando Fred murió.
Roxanne y Fred II generalmente eran quienes lo arrastraban en sus correrías, haciéndolo sentir más él. El control de daños lo realizaban Georgina y Evangeline, ellas gracias a Merlín eran sensatas como su tío Percy, aunque en algunas ocasiones podían ser tan o más caóticas que su padre y hermanos.
Los Malfoy se confundían en la marea pelirroja. Hermione y Draco estaban criando cuatro niños de gran belleza física y corazones realmente bondadosos. El padre guiaba el camino que una vez no supo encontrar, y los niños le daban todo el afecto y contención que él a veces necesitaba.
Los Nott, reservados salvo por Luna, observaban la ceremonia desde un extremo del salón. Leif, Ragnar, Sigfrid y la hermosa Freya, cuya apariencia recordaba a una veela, eran los herederos de tan ilustre apellido. Ragnar y Sigfrid soñaban con ser naturalistas, Leif quería seguir los pasos de su padre. Y Freya, ella solo quería ser feliz.
La boda fue magnífica. Blaise se había esforzado por darle a su esposa todo lo que una vez soñó para su boda. Él hotel de cinco estrellas alquilado exclusivamente para la fiesta había costado una pequeña fortuna, y el crucero por el mediterráneo que los llevó hasta ese sitio, podría alimentar a un país pequeño durante un año.
Para la novia, lo mejor. Ese había sido el lema y las cámaras de gringotts se vaciaban continuamente con cada excéntrico pedido del futuro esposo. Eso no importaba, las ganancias no eran magras y una fastuosa boda era lo que él deseaba.
Durante la recepción, los festejos fueron dobles. La nueva señora Zabini anunció la llegada del primer Zabini – Weasley y todos estallaron en victoreos. La familia mágica más grande de la que se tuviera registro estaba de fiesta y todos debían saberlo.
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- pero Draco! Papá y mamá están de acuerdo. Marcharme es un hecho, quiero que tú también estés de acuerdo con esto.
- Némesis, llevamos seis meses discutiendo esto. No estoy, no estuve ni estaré de acuerdo con esto. Solo tienes dieciocho años, América es demasiado peligrosa para ti. Y todos esos muggles libidinosos…
- iré con Crésida y Teddy Lupin. No estaré sola en el campus.
- Teddy no es garantía de nada. Él no quita sus manos de la hermana de Hermione.
Némesis rodó sus ojos. Sus mejores amigos eran novios desde que tenía recuerdos y el amor entre ellos solo parecía crecer a la par de la amistad que los unía a ella.
- Papá dijo que comprarán una casa cerca de Harvard, y ellos podrían estar ahí vía red flú internacional en un instante, si fuera necesario.
- sigo pensando que es una locura. Puedes estudiar en cualquiera de las universidades muggles del país. ¿Por qué quieres ir a Estados unidos?
- porque quiero estudiar en el mismo lugar que mi papá. Te lo dije mil veces.
- maldigo el instante en que papá te contó sobre esa universidad muggle. Debió haber cerrado su boca.
- Draco no seas tan duro con Robert, él se siente orgulloso de que Némesis quiera seguir sus pasos.
- Lo sé Hermione. Pero ella es solo una niña.
- ¡tengo dieciocho!, solo iré a la universidad. No pelearé en una guerra o algo parecido. Hermione tenía mi edad cuando vivió un año entero en un bosque junto a dos hombres. Ella fue quien ayudó a derrotar a Voldemort y tenía mi edad.
Némesis quiso desdecirse en ese instante. Sabía que la guerra era un asunto que todavía le dolía a su hermano y a su esposa. En su afán de independencia había herido a Draco con sus palabras.
- y yo tenía tu edad cuando tuve que ver cosas que no se las deseo a nadie Némesis. Sé que eres capaz y que estás preparada para salir al mundo, pero entiende que no quiero que te suceda algo. Tengo terror de que te pase algo que no quieras.
- lo siento Draco. No quería decir eso. Solo quiero irme con tu bendición. Eres mi único hermano y no quiero estar a un continente de distancia sabiendo que no apruebas lo que hago.
La joven rubia que poseía un ojo gris y uno del color del oro, miró a su hermano con ese gesto de cachorro apaleado que le había conseguido todo cuando quería desde pequeña. Para ser una Gryffindor, Némesis podía mostrarse muy astuta cuando era necesario.
- ¿no tengo elección no?
Draco veía como Hermione sonreía mientras negaba comprensivamente. Ella estaba a favor de que su hermanita se fuera a una universidad en otro país. De hecho Crésida, la hermana de Hermione, también lo haría, todos eran unos traidores y estaban mal. Bufó derrotado.
- está bien. Ve, tienes mi permiso. Pero dile a papá que más le vale conseguirte el sitio más seguro del campus. Y aprenderás más hechizos de defensa antes de irte.
- Gracias Draco!
Némesis abrazó a su hermano. Ellos habían formado una hermosa relación fraternal a lo largo de los años. La niña había conquistado a todos los que la rodeaban con su carácter y buen corazón. Ella había crecido sabiendo la verdad de su nacimiento, pero nada de eso le resultaba importante.
Para ese momento, tanto Draco como Némesis podrían jurar, aun bajo el influjo de veritaserum, que su único padre era, fue y será Robert Dawson. Nadie recordaba ni mencionaba al verdadero progenitor. Pues el derecho a ser llamado padre lo había perdido tanto tiempo atrás, que ninguno de ellos usaba un segundo de sus vidas para traerlo a su memoria. Era como si Lucius Malfoy jamás hubiese existido para ellos.
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- Quienes estén a favor de suspender la ley de reproducción y matrimonio mágico levanten sus manos por favor.
En ese día histórico todos los miembros del Wizengamot estaban ocupando sus respectivos bancos. La jefa suprema de la junta había convocado a la maratónica sesión luego de que el último censo genético había arrojado resultados alentadores. La ley que votaban por abolir había resultado ser tan efectiva, que la población Inglesa se había recuperado en menos de diez años.
Hermione Malfoy había llegado a ser Jefa suprema del wizengamot en tiempo record. Su inteligencia, preparación y la familia a la que pertenecía, le habían dado el lugar que buscaba.
- excelente, muchas gracias miembros de la junta. Con una votación de noventa y seis contra veinte, yo Hermione Malfoy, Jefa suprema del Wizengamot, decreto que la ley de matrimonio y reproducción queda oficialmente abolida.
Las chispas celestes salieron de la varita de la bruja anunciando que su palabra era ley. El murmullo alegre de la sala anunciaba que uno de los edictos más cuestionados de la historia había sido abolido.
Ella en realidad no odiaba esa ley, debido a ella había conocido, realmente, a su marido y sus cuatro hijos habían nacido. De hecho muchas personas habían encontrado el amor bajo aquella ley. Pero ella era partidaria del libre albedrio, quería que sus hijos buscaran y se enamoraran de quien ellos quisiesen, y no porque alguien se los mandaba.
Scorpius y Antares estaban en cuarto año de Hogwarts, ambos eran de la casa de las águilas. La dulce Lyra estaba en segundo, ella era Slytherin como su padre. La osada Narcissa era toda una leona como su madre y a pesar de solo llevar unas cuantas semanas en Hogwarts, Minerva Mcgonagall ya preveía más de un dolor de cabeza culpa de la menor de los Malfoy.
La familia prosperaba. Narcissa y Robert eran felices, Eudora Granger había quedado embarazada a sus casi cincuenta años y el pequeño Lear era el orgullo de sus hermanas mayores.
El mundo mágico estaba a salvo, no había magos oscuros en el horizonte, y una ley que a nadie le gustaba al principio había garantizado un futuro prospero para la raza de magos británicos.
Fin.
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N.a: ahora si el epilogo. Fue corto, más que nada para contar un poco que pasó después. Espero que les haya gustado. Este proyecto llegó a su fin pero los/las espero en mis otros proyectos que podrán encontrar en mi perfil.
Ahora sí, HASTA SIEMPRE!