Muchas veces pensó en cómo sería morir: ¿sentiría algo? ¿Sería rápido e indoloro, o morirá lenta y tortuosamente? Cuando escuchó la maldición salir de la boca de Voldemort, Harry lanzó su propia maldición asesina, sin molestarse en moverse y aceptando su muerte tan fácilmente como aceptaría un vaso de agua helada en un caluroso día de verano.
Los volvería a ver, a todos. A sus padres, a Sirius, a todos aquellos que murieron sin que Harry pueda hacer nada. Les pediría perdón, y por fin descansaría en paz luego de diecisiete años sin descanso. La oscuridad se iba apoderando de su alma y de su mente, y Harry se sintió sonreír. Ciertamente no extrañaría a sus tíos ni a su primo, pero les deseaba a Hermione y Ron toda la suerte y felicidad, al igual que a sus familias. Merlín, los Weasley eran la familia de Harry desde que los conocía, esperaba inmensamente que sobrevivieran y pudieran prosperar.
Se sentía caer, pero no sentía dolor. Se sentía como en un bote, por decirlo de alguna forma, sólo que el agua comenzaba ahogarlo más y más y más, y sentía que sus pulmones se derretían y su corazón comenzaba a latir cada vez más lento, trabajando por lograr que la sangre siguiera circulando en vano. Todo Harry se estaba derritiendo, mientras caía como la lluvia en una tormenta-
Ding-dong.
Harry abrió los ojos al escuchar el molesto timbre que recordaba de la casa de sus tíos. Estaba por quejarse, de verdad, Harry estaba teniendo su momento mientras aceptaba con los brazos abiertos a la muerte, y que un recuerdo tan fuerte y molesto como ese lo interrumpiera lo molestaba hasta el infierno. Un maldito momento de paz estaba pidiendo, por favor.
La vista que lo recibió fueron las escaleras con telarañas que no había extrañado nunca, y segundos después, la voz de su tía golpeando la puerta a su lado y gritándole que era hora de hacer el desayuno.
Oh, Harry estaba en Privet Drive, en su armario debajo de las escaleras, y mirando su cuerpo por unos segundos, posiblemente con nueve o diez años.
Morir podría ser cualquier cosa, pero Harry nunca pensó que lo irritaría y hasta aburriría tanto.
. x . x . x .
Entonces, luego de comprobar –demasiadas veces– que en realidad había vuelto a su cuerpo de diez años, a pocos días de cumplir los once, Harry se puso a pensar en qué especie de dictador odiado por todo el universo fue en su antigua vida como para no poder morir. Está bien, no tenía tendencias suicidas, lo jura, pero era curioso.
Tampoco sería la primera vez que no moría cuando tenía que hacerlo.
Suspiró y siguió cocinando el pollo con patatas para sus tíos, agradeciendo las tareas que en un momento llegó a odiar cuando era (¿era, es?) un niño. A pesar de volver a estar en su cuerpo de diez años, Harry sentía su magia corriendo por sus venas, con toda la fuerza que tuvo desde... antes de morir, básicamente. Estaba seguro de que tenía todo el control de ella, y que no habría ningún tipo de explosión ante cualquier mínima provocación, pero todo lo que no dejaba salir en magia accidental se iba acumulando y le hacía picar la piel incómodamente.
Aunque sea, estaba agradecido de no tener su varita aún, porque por las noches podía desbloquear los candados del armario y usar la suficiente magia por la casa, haciéndola parecer accidental; o bueno, eso creía Harry, ya que todavía no le llegó ninguna carta del Ministerio Mágico sobre uso inadecuado de magia. Si realmente tenía otra oportunidad de vida (obligadamente), se encargará de estudiar tanto como sea posible todo sobre el mundo mágico: ya fue un ignorante antes, tratará de no serlo ahora, muchas gracias.
En tres días sería su cumpleaños, y lo único que le importaba a Harry era tratar de agarrar la carta de Hogwarts sin que sus parientes se den cuenta. No era que fuera una tarea imposible, pero la vida (¿anterior...?) le enseñó que era mejor prevenir que lamentar. Y si Harry estaba haciendo planes cuidadosamente pensados para todos los escenarios que vendrían, pues bien, es malditamente precavido.
Joder, estaba completamente loco. Desde el momento en que se dio cuenta que en realidad iba a vivirlo todo de nuevo, desde Quirrelord hacia Sirius y Dumbledore... Sí, definitivamente loco.
Ir hacia el Callejón Diagon será fácil. Le pedirá a Tom si podría abrirle el pasaje y él simplemente será 'Harry' para todos menos para el Banco... y Ollivanders. Bien, dos personas reconociéndolo. Además, tenía un mes por delante para ir de compras, pero él preferiría ir solo esta vez. Ama a Hagrid, de verdad, pero el hombre no es lo suficientemente responsable para hacerse cargo de un niño. El cariño late en su pecho cuando recuerda la primera vez que estuvo en el Mundo Mágico con el semi-gigante, y no, no es algo que volvería a hacer, por más que sepa qué hacer y dónde buscar ahora. Espera, ¿Hagrid no lo había buscado en su cumpleaños para llevarlo al Callejón? No, Dumbledore lo había mandado porque la carta no había sido respondida. Genial, ahora también tiene que responder a una carta mágica sin Hedwig. ¿El Callejón Diagon tenía un centro de correo? ¿El Mundo Mágico realmente llegaría a ese nivel de estupidez, el no tener un centro de correo?
Creyeron que sus vidas fueron salvadas por un bebé de un año, y después, confiaron en un grupo de niños con poco o ningún entrenamiento para ganar una de las guerras más importantes del Mundo Mágico. Sí, Harry definitivamente tiene algunos problemas con la estupidez de los magos.
Bien, entonces: agarrar la carta antes que nadie y no ser tan idiota como para abrirla delante de los Dursleys; ir al Callejón Diagon al día siguiente y visitar el Banco, responder la carta, conseguir sus útiles escolares junto con el baúl, el uniforme... Maldición, tenía que conseguirse ropa, él no iba a pasar otros cinco años con ropa del doble de su tamaño. Debía hablar con los duendes para el cambio de galeón a libras. Si mal no recuerda, un galeón era igual a ¿siete libras? Bien, tiene muchas preguntas y realmente espera tener todas las respuestas. Si tiene suerte, su experiencia negociando con Griphook servirá para algo, aunque desearía hablar con cualquiera menos Griphook.
Oh... no iba a poder comprar a Hedwig. Aunque sea no el primer año, no con los Dursley. Fácilmente podría ir a Grimmauld Place por los próximos años, pero lo único que sabía hasta ahora sobre el Fidelius era que necesitaba un Guardián que fuera realmente leal y no una maldita rata. Así que no, en realidad no era una opción. Además, estaba seguro que Kreacher estaba allí y su lealtad, le guste o no al elfo, estaba con los Black, y no con Harry.
Pero Hedwig era su chica inteligente. ¿Tal vez si le decía que se quedara en Hogwarts...?
El golpe seco en su nuca lo sacó de sus pensamientos bruscamente, y miró hacia su tía tratando de recordar por qué le tenía el suficiente cariño como para no encerrarla a ella y su estúpido esposo con el tonto de su hijo en la alacena. Le costó, demasiado, recordar una razón por la cual no convertirlos a todos en sus esclavos, pero de todas formas dejó una máscara neutral sobre su rostro mientras su tía le gritaba que se apurara e ignoraba la mirada viciosamente divertida en el rostro de su primo.
Tres días. Tres días y todo comenzará de nuevo.
Mientras servía la comida con cuidado (la comida no tenía la culpa de su malestar hacia sus familiares), pensó brevemente que podría quedarse en lo de Tom hasta el comienzo de las clases. Supone que ya cumplió el tiempo suficiente en esa casa para que las barreras de la protección, que por cierto, otra cosa que estudiar.
Comienza a pensar si su 'salvar-a-la-gente-cosa' puede ser suprimida, y simplemente ignorar al mundo mágico y escapar hacia América o Australia como mejor plan para su oportunidad de segunda vida.
Piensa una familia aún numerosa, en padres que aún recuerdan a su hija, en un chico feliz de ganar un torneo inocente, en un preso inocente en Azkaban, en muchos niños que crecen sobreviviendo en una guerra que ni siquiera les pertenece, en directores cuyo bien mayor es más importante que cientos de niños y, no. Harry no puede simplemente darles la espalda para tener él una mejor vida, mientras sabe que miles más se destruyen lenta pero seguramente.
Al demonio con todo.
Aunque sea esta vez, sabe lo que tiene que hacer, en quiénes confiar y...
Oh, Merlín. En quiénes confiar.
Piensa en un hombre vestido de pies a cabeza de negro, cabello grasoso por los hombros, nariz aguileña, ojos negros que realmente está viendo dentro de su mente, una mirada molesta y llena de odio-
Ve las lágrimas salir de esos ojos, una máscara de doble cara rota en el suelo y sangre en su cuello...
Harry parpadea para deshacerse del pensamiento, pero lo entiende.
Posiblemente uno de los adultos más confiables que tiene hasta ahora es Severus Snape.
Lo protegió, ¿no es así? De Quirrell, de Remus y Sirius cuando creyó que eran un peligro para él y Ron y Hermione y luego los llevó a la enfermería, luego siguió su papel de espía para ayudar con la Guerra, trató de ayudar a Sirius a pesar de su odio contra el hombre, maldición. Snape aunque sea lo escuchó cuando las cosas eran serias. Los ayudó a él y a sus amigos a conseguir los horrocruxes destruidos tanto como podía mientras seguía su papel de lealtad perfecta hacia Voldemort.
¿Y la amistad de Snape y su madre? No tenía la mejor imagen de Snape formada en su cabeza, pero sí la de su madre, según todo lo que le dijeron (que era lo único que tenía de ella, y ni siquiera era tanto como lo de su padre), y podía decir que su madre era un verdadero regalo. Ella fue amiga de Snape desde mucho antes de Hogwarts, y parecían apreciarse mucho. La gente cambia, está bien, pero al parecer la lealtad de Snape hacia su madre siempre fue real y firme, a pesar de todo, ¿y no es ese un punto, pequeño o no, que darle al pocionista?
Esto era posiblemente una de las cartas de la vida, ¿verdad? El adulto más confiable con el que podrá contar en realidad lo odia. Está bien, Harry hizo muchísimo más con muchísimo menos. Aunque sea sabe que Snape escuchará sus dudas, aunque por fuera las tache de estupideces y travesuras de la pequeña celebridad.
Bien, tal vez deba prepararse un poco mentalmente antes de enfrentarse cara a cara al hombre que dio su granito de arena en lo peor de Hogwarts que recuerda, pero lo logrará. De eso dependen cientos de vidas y una maldita Guerra Mágica.
Merlín los bendiga, suplica mientras roba un poco de pollo quemado y continúa planeando su vida con, lo que Hermione estaría muy orgullosa, ingenio y raciocinio.
. x . x . x .
Con la carta bien escondida entre su cintura y sus pantalones que se mantenían a su alrededor gracias a una soga, Harry se acercó a su tía, aprovechando que Dudley y Vernon habían salido. En realidad no tenía forma (legal, de todas formas) de acercarse hacia el Caldero Chorreante, y en realidad necesitaba comenzar a moverse él mismo.
Petunia levantó la mirada de la masa de galletas que estaba preparando cuando Harry se acercó hacia ella y le frunció el ceño con intención de muerte. Harry se mantuvo firme, sin embargo, y puso sus manos detrás de su espalda y se paró a su lado.
—Tengo un trato que, si las cosas salen de acuerdo a mi plan, funcionará para los dos— dijo Harry, sonriendo brevemente y evitando balancearse sobre sus pies.
—¿Por qué debería interesarme cualquier cosa sobre ti, recuérdame?— Petunia levantó una ceja y volvió a su trabajo, ignorándolo.
—Porque sé sobre mis padres, sobre ese mundo y sobre la Guerra que mató a tu hermana— Harry se regocijó internamente cuando Petunia se congeló ante sus palabras—. No me interesa que me hayas mentido y odiado por algo que ni siquiera pude controlar, pero necesito tu ayuda por...— primera vez, quiso decir, pero se corrigió rápidamente—... una última vez: necesito que me lleves a Charing Cross para que pueda entrar en, uhm, ese mundo y así comenzar mi educación. No necesito dinero de ustedes, la escuela proporciona todo, o eso es lo que dice la carta que recibí esta mañana y no voy a dártela; en caso de que no sea así, me las arreglaré yo solo. Pero sólo necesito ese último favor.
—¿Y qué se supone que estoy ganando yo?— Petunia aún no lo miraba, pero Harry sabía que ya estaba interesada.
—Sacarme de encima durante todo un año por los próximos siete años, y luego de terminar la escuela, será de por vida— Harry se aclaró la garganta y miró la hora en el noticiero de la televisión en la sala de estar—. Tendré que regresar, en estos siete años, durante dos semanas como mínimo, pero me iré a penas se cumpla el plazo, y ni siquiera sabrán que estoy aquí. No recibirán noticias de mí en ningún momento, y podrán decirle a los vecinos, si alguien pregunta, que no podían más con mi horrible conducta y me llevaron a un reformatorio.
Petunia se quedó en silencio unos minutos y Harry esperó pacientemente. En caso de que se negara, en realidad solo robará dinero de la cartera de su tía y llegará con un autobús. La cooperación de su tía ciertamente lo haría más fácil, pero su negación no lo afectaría en lo más mínimo. Harry irá hoy al Callejón Diagon de una u otra forma.
—Parece que lo has estado pensando durante demasiado tiempo— dijo su tía, y Harry la miró inocentemente—. ¿Cuándo quieres que te lleve, entonces?
—Ahora mismo, si puede ser, en realidad— Harry se encogió de hombros ante la mirada de Petunia—. Ustedes me han negado demasiado conocimiento sobre el mundo del que seré parte de ahora en adelante, y solamente tengo un mes antes de que las clases comiencen para ponerme al día. Y— agregó cuando vio que Petunia parecía protestar—, es menos tiempo el que me tendrás aquí.
Y así, luego de un francamente incómodo viaje en auto hasta el Caldero Chorreante, Harry se dirigió al mostrador del bar y esperó su turno pacientemente, un poco sorprendido de la cantidad de gente que había, aunque luego de pensarlo un poco, recordó que fue igual la... primera vez que vino. Esta vez, por suerte, Hagrid no está gritando su nombre, su cabello estaba cubriendo muy bien su cicatriz, y no muchas personas del lugar les interesa ver a un niño solo en ese tipo de bar, además... Sí, ahí está el turbante del diablo. Detuvo el suspiro de cansancio que casi sale de él y sonrió tímidamente cuando Tom se acercó.
—¿En qué puedo ayudarte, pequeño?— Tom frunció el ceño cuando miró detrás de Harry— ¿Dónde están tus padres? ¿Te has perdido?
—Uhm, no señor— Harry se puso de puntillas para alcanzar el mostrador, cosa que le recordó que en realidad necesita algún tipo de cuidado nutricional o cualquier cosa que lo haga medir aunque sea diez centímetros más que un niño de siete años, y se mordió el labio—. Mi... mi carta sobre la escuela me dijo que tenía que venir aquí y luego... ¿ir a un callejón?
—Oh, ¿Hogwarts, entonces, primer año?— Harry asintió luciendo aliviado y Tom le sonrió levemente, aunque seguía un poco cauteloso—. De igual forma, ¿dónde están tus padres?
Muertos, ¿me llevarás al maldito Callejón ya?
—Ellos tenían un viaje muy importante de negocios en Estados Unidos, y ninguno de nosotros tres sabíamos que esta carta llegaría en realidad, así que solo pudieron desearme la mejor de las suertes y mandarme con uno de nuestros vecinos que, en realidad, no puede ver el lugar, así que entré solo— Harry se encogió de hombros y luego miró alrededor con un poco de miedo—. Me dijo papá que encuentre un lugar aquí donde quedarme hasta que empiecen las clases porque ellos no podrán estar presentes, así que... ¿quería saber si sabe de algún lugar, y cómo llegar al callejón, tal vez?
Tom no parecía muy convencido, pero como asintió y sonrió, a Harry no le importó la credibilidad de su historia.
—Tienes suerte, arriba hay algunas habitaciones que puedo ofrecerte. ¿Te han dado dinero tus padres?
—Me dijeron que debería ir al Banco Granwoots a cambiar las libras por... la moneda de aquí. ¿Supongo que eso está en ese callejón, también?
—El Banco Gringotts, y sí— Tom le hizo una seña y ambos se dirigieron hacia la parte de atrás del bar, Tom sacando su varita cuando llegaron a la pared de ladrillos, y Harry sonríe con fuerza. En realidad extrañaba el lugar—. No recuerdo mucho los precios de libras en galeones, pero espero que te alcance. Te guardaré una habitación. Cuando termines tus compras, sólo vuelve y te llevaré allí, ¿estarás bien?— Tom parecía dudoso de dejarlo ir solo, pero de todas formas golpeó el patrón en los ladrillos y la pared se abrió, dejando a la vista el Callejón Diagon. Sonrió con el jadeo asombrado de Harry.
Harry ni siquiera podía mentirse a sí mismo y decir que su emoción era parte de su acto de nacido muggle. Él realmente siempre se emocionará por la magia, aunque a veces no le traiga nada bueno.
—Sé cuidarme solo. Me enseñaron artes marciales, y mi... magia actúa un poco... mal... cuando alguien trata de tomarme por sorpresa— Harry sonrió inocente y comenzó a caminar, casi llegando a la calle principal antes de darse la vuelta y saludar con la mano al cantinero—. ¡Muchas gracias!
Y luego se perdió entre la gente, aunque sabía perfectamente a dónde ir: Gringotts. Él debería hablar primero con algún gerente o lo que sea, realmente quería el poder de su llave y saber cuánto dinero tenía exactamente. Llegando al gran edificio, simplemente siguió de largo hasta llegar a una pequeña fila de personas frente al mostrador principal, y esperó su turno sin mirar nada más que la espalda del hombre delante de él. Sabía mejor que mirar fijamente a alguno de los duendes.
Cuando llegó su turno, el duende lo miró de pies a cabeza.
—¿Llave?
—No la tengo— Harry se encogió de hombros—, pero el número de bóveda es 687. Si compruebas de quién es la bóveda, sabrás quién soy. Sin embargo, me gustaría hablar con algún gerente, ¿si es posible? Tengo algunas preguntas. Por favor— añadió, aliviado cuando el duende solo lo miró fijamente y luego asintió antes de irse. Harry se quedó quieto mientras esperaba que el duende volviera.
Cuando una puerta a su derecha se abrió, Harry miró en su dirección y vio al duende de recién instándole a acercarse.
—Bustlesong se encargará de responder tantas preguntas como pueda, señor Potter.
—Gracias.
Cuando Harry entró en la oficina, un duende con traje rojo sentado en un escritorio que parecía hecho de oro le sonreía malvadamente (Harry se pregunta si los duendes pueden sonreír de otra manera) y señalaba unas sillas del otro lado del escritorio.
—Señor Potter, es un placer por fin saber de usted— dijo el duende, Bustlesong al parecer, mientras Harry se acomodaba—. Se supone que debería haber venido hace diez años para la lectura del testamento de su familia, pero al parecer las circunstancias fueron lo suficientemente sorprendentes como para dejarle pasar su ausencia. ¿Me dijeron que tenía preguntas? He trabajado con los Potter desde que Henry Potter, tu bisabuelo paterno, era un niño.
—Eso es... sorprendente— en realidad, sorprendente era que a Harry nunca se la haya pasado por la cabeza que en realidad había un testamento de sus padres que tenía que ser leído. Negó con la cabeza y se aclaró la garganta—. En realidad, ahora mismo sólo quería algunas respuestas básicas sobre el cambio de libras a galeones, ¿y si era posible que yo mismo tuviera mi llave, en vez de alguien más? Por lo que sé, mis tutores no son mágicos, por lo que solo yo debería tener acceso a ella, ¿verdad?
—En efecto, señor Potter— el duende frunció el ceño—. ¿Por qué pensaría lo contrario?
—Solo confirmaba algunas teorías— Harry se encogió de hombros, pero en realidad estaba diciendo la verdad. Fueron muy pocas veces que Harry tuvo la llave de su bóveda en sus años anteriores, así que pensó que era algo normal, hasta que se enteró que Hermione tenía la suya—. ¿Se pueden cambiar galeones a libras, verdad? ¿Libras esterlinas?
—Por supuesto. El dinero mágico puede cambiarse por cualquier moneda muggle. Respondiendo a tu pregunta, un galeón equivale a 4,93£, un sickle a 0,29£ y un knut a 0,01£. El precio se ajusta según la moneda y la economía de cada país— cuando Harry asintió en entendimiento, Bustlesong continuó—. A su vez, un sickle, que es una moneda de plata, equivale a veintinueve knuts, que son monedas de bronce, y un galeón, la moneda de oro, a diecisiete sickles. Ese es el sistema de Gran Bretaña. Estados Unidos, por ejemplo, se rige por otras reglas al tener solo dos monedas.
Harry parpadeó un poco, pero comprendió.
—¿Entonces crees que puedo pedir ahora mismo, digamos, mil libras, y podrán dármelas al momento, o tendré que esperar o firmar algo? ¿Al ser menor de edad?
—Confirmamos que usted es quien dice ser, señor Potter, antes de entrar en la oficina— Bustlesong mostró todos sus dientes cuando sonrió, y Harry evitó estremecerse—, y conociendo su valor en el Mundo Mágico, en realidad no necesitamos que alguno de tus padres, tutores en su caso, confirme la extracción del dinero. Y siendo que el encargado de su bóveda en caso de la muerte de sus padres es, en realidad, un prisionero de Azkaban por traición y mortífago, la llave de su bóveda está protegida por Albus Dumbledore hasta la llegada de usted, señor Potter, a Hogwarts.
—¿Puede... el señor Dumbledore sacar cosas de mi bóveda?
—No— Bustlesong entrecerró los ojos—, aunque lo intentase con su llave. Cosa que no hizo, si le preocupa.
—Solo curioso, nuevamente— Harry pensó en otra cosa que quisiera saber, pero su mente estaba en blanco ahora mismo. Deseó tener a Hermione con él—. Entonces, creo que... ¿eso es todo?
—Eran sus preguntas, señor Potter— el duende no parecía decirlo de manera burlona, pero Harry igual quiso esconderse debajo de la silla—. ¿Quiere la lectura del testamento ahora mismo? ¿O prefiere hablar de sus bóvedas familiares?
—¿Bóvedas? ¿En plural?— bien, Harry ahora sí estaba un poco más sorprendido que cuando habló del testamento. Que él supiera, sólo tenía la bóveda 687, que ya de por sí tenía mucho dinero, pero si tenía suerte y en realidad tenía otras bóvedas pertenecientes a la familia, tal vez habría algo de sus padres que podría tener. Oh, Merlín, sería genial...
—Señor Potter, le he dicho que he trabajado con su bisabuelo, y antes de mí, hubieron algunos otros que trabajaron con los Potter desde el siglo XII. Es más estúpido de lo que aparenta si, en realidad cree que la bóveda 687, que por cierto es la bóveda de fideicomiso que sus padres le dejaron para los años escolares, es la única que tiene— Harry en realidad se sonrojó de vergüenza esta vez ante los ojos acusadores.
—Mis tutores no son precisamente afectuosos con... los Potter. En realidad no sé mucho sobre la herencia— se excusó, aunque el duende no parecía impresionado—. De todas formas, en realidad quisiera hacer mis compras escolares lo más pronto posible. ¿Tal vez podremos dejar la lectura del testamento para otro día?
—Si insiste— Bustlesong se encogió de hombros, y un pergamino con una pluma apareció en el escritorio frente a él. Lo miró fijamente—. ¿Tiene alguna petición, señor Potter?
Con un suspiro cansado, una cita para mañana luego del almuerzo, mil libras en una cartera mágica, y mil galeones en otra, Harry salió de Gringotts y miró la calle principal transitada. Su estómago se apretó por hambre, pero en realidad estaba un poco agradecido de que su cuerpo ahora mismo estaba acostumbrado a poca o nada comida, porque cuanto menos tiempo pasara en público en el Mundo Mágico, más tiempo podría tener privacidad.
Caminando por el lugar, casi se arrodilló de agradecimiento al ver un edificio de correo con lechuzas, cercano al boticario, y se dirigió allí rápidamente para enviar la confirmación de su presencia en Hogwarts. Supuso que algo hizo bien, por lo que Hagrid en realidad no lo buscará, ya que Privet Drive no había sido invadido por lechuzas ni miles de miles de cartas. Bien, un problema menos, quedan novecientos noventa y nueve por resolver.
Repasando su lista de Hogwarts, decidió empezar por los libros. Adentrándose a Flourish y Blotts, decide que además de los libros de primer año, aprovechará para comprar algunos sobre la historia del Mundo Mágico y algunos más sobre defensa, encantamientos y pociones. Snape le arruinó por completo esa materia, y en realidad todo comenzó con tres preguntas sin respuestas y todo fue en decadencia desde ese momento. Tal vez tener las respuestas en realidad podría hacer las cosas un poco más fáciles esta vez.
Supone.
Su siguiente parada fue el boticario, donde compró un kit de pociones para principiantes y, en realidad habiendo aprendido algo en las clases de Snape además de una variedad de insultos, compró los mismos instrumentos pero de mejor calidad, escogiéndolos por separado. Supone que el kit de pociones es principalmente para ayudar a los nacidos muggles que no sabían qué buscar. Ignorando su curiosidad por comprar algunos ingredientes, pagó sus cosas y pidió si podrían enviarlas a su habitación en el Caldero, al igual que había pedido con los libros, y salió directamente hacia la tienda de pergaminos al otro lado de la calle.
Para cuando llegó el atardecer, Harry ya había conseguido sus uniformes, algo de ropa informal de magos y algunos pantalones y camisetas de su tamaño. Estaba terriblemente cansado, tanto mental como físicamente, y ciertamente creía que podría desmayarse en cualquier momento si no comía nada, así que se apresuró lo máximo posible para llegar a Ollivanders, y agradeció a Merlín, Dios, quien sea que lo haya metido en esta maldición nuevamente, que la tienda estuviera vacía. No soportaba más multitudes por hoy.
No dijo nada al entrar, sabiendo que al señor Ollivander le gustaban las entradas dramáticas, así que solo esperó...
Durante cinco malditos minutos. Contados.
—Buenas tardes.
—Buenas tardes— Harry asintió en saludó, y reprimió un suspiro molesto cuando el conocimiento brilló en los ojos del anciano. A decir verdad, era mejor que verlo con el terror por Voldemort inundándolo.
—Ah, Harry Potter, supuse que iba a verlo pronto— Ollivander inclinó un poco la cabeza hacia un costado, sus ojos pálidos brillando con intensidad—. Tienes los ojos de tu madre. Creo que fue ayer el día que la vi, con la varita de sauce, elástica, veintiséis centímetros de largo. Perfecta para encantamientos. Tu padre, por otra parte— el anciano tenía una mirada perdida que, si Harry no la hubiese visto antes, seguramente se hubiera estremecido—, varita de caoba, flexible, veintiocho centímetros. Poco más poderosa y justa para transformaciones. Las varitas escogieron a los magos correctos, por supuesto— Harry casi repitió sus palabras junto con el hombre, pero creyó que eso en realidad sería un problema, e irrespetuoso, así que simplemente puso sus ojos más sorprendidos cuando las escuchó—. Es la varita quien elige al mago, señor Potter.
Y justo cuando los ojos de Ollivanders se posaron en su frente, en su cicatriz aún cubierta, Harry decidió dar un paso atrás y hablar.
—Señor Ollivander, odio ser descortés, pero en realidad he tenido un día muy largo y tengo que volver pronto. ¿Tal vez podremos...?
—Por supuesto, por supuesto— Ollivander parecía un poco molesto, pero se movió para buscar su varita con gusto.
Harry repitió todo el proceso de pasar varita por varita hasta poder tener la suya, y cuando al fin la consiguió y se sentía el doble de poderoso que sin ella, Harry simplemente le pagó los siete galeones a Ollivander y se despidió tan formalmente como pudo, ignorando con gusto palabras sobre la gemela de Voldemort o mierdas que él ya sabía, muchas gracias.
Con cansancio y el hambre saciado, Harry se dejó caer en la cama de su habitación en el Caldero Chorreante y respiró profundo con los ojos cerrados. Ahora, sólo quedaba esperar hasta que las clases comenzaran, por lo que Harry tenía un mes a partir de mañana para ponerse al día con todos sus libros y planificar algunos movimientos más. En realidad no podría salir de su habitación, no si sabía que en algún momento alguien de la escuela o algún conocido de Dumbledore pasaría por allí, ya sea para cosas personales o para buscar la Piedra, Harry no quería arriesgarse. A pesar de que sabía que ninguno lo conocería, realmente preferiría quedarse en la habitación leyendo y preparándose.
De todas formas, una guerra no se gana con un grupo de niños sin experiencia, ¿verdad?
¿... verdad?
. x . x . x .
n/a: OTRA MALDITA HISTORIA, GENIAL. COMO SI NO TUVIERA YA DEMASIADAS EN CURSO.
en fin, aunque sea puedo estar orgulloso de que en realidad sé perfectamente cómo irá esta historia, así que no estaré en aguas turbias. Y posiblemente, sea mi primera fic larga y de ¿viaje en el tiempo? podría ser, sí. no tengo idea. simplemente era una idea que quería leer y no encontraba, así que dije: ¿por qué no escribirla yo, y agregarle severitus y harry!sly y drarry? increíble, ¿verdad?
y sí, ¿cualquier cosa que leas y digas 'wtf esto no es canon ?' o 'eso no sucedió así', es porque pude o no haberme inventado algunas cosas, pero es un AU, so... es generalmente la idea.
espero les guste, en realidad estoy bastante emocionado con esta idea u.u