At the Beach

Fantasía, Modern AU

Cuando Milo decidió ir a surfear una fría mañana de domingo, no se imaginó que ese sería el día en el que su vida cambiaría por completo. Para empezar, jamás se imaginó que una enorme ola lo engulliría, ni que la línea que lo unía a su tabla se rompería, ni que la corriente lo arrastraría hasta un islote lejano a la playa. Tampoco se imaginó que, exhausto y congelado, comenzaría a perder el control de su cuerpo y que se sumergiría en el picado mar de su tierra natal.

Increíblemente, eso no resultó ser lo último de Milo.

Justo cuando estaba a punto de exhalar su último aliento, el joven sintió un par de fuertes brazos rodearle por la cintura. El misterioso y valeroso extraño tiró de él por varios metros hasta llegar a la superficie. Unos segundos más y Milo fue dejado no muy suavemente sobre tierra firme.

Al joven le tomó varios minutos recuperarse. Todo su cuerpo temblaba y tosió agua de mar por largo rato. Una fría mano le acariciaba su espalda y cuando Milo finalmente estuvo lo suficientemente recuperado como para mirar a su salvador, se encontró con el hombre más hermoso que hubiese visto jamás.

Sus ojos eran tan verdes como esmeraldas y su cabello era largo, salvaje y azulado. Su escultural pecho estaba desnudo y su sensual boca se cernía con preocupación. Milo había pensado que ese era el peor día de su vida, pero comenzaba a creer todo lo contrario.

—Gracias —dijo entrecortadamente—. Me salvaste la vida.

—Si no hubieses venido a surfear en un día con el mar tan agitado, no habría tenido que hacerlo.

Milo frunció el ceño. Quizá el desconocido había sido sumamente amable al salvarle la vida, pero eso no quitaba que fuese un grosero. Al menos tenía buen cuerpo. ¿Sus piernas serían tan musculosas como su pecho?

Curioso, los ojos de Milo se desviaron del rostro del extraño, pero lo que encontraron en el lugar de sus piernas fue algo muy diferente a lo que esperaba.

—¡UN SIRENO!

El sireno frunció el ceño y arrugó la nariz.

—El término correcto es tritón.

—¡Un sireno me salvó la vida! ¡Este debe ser mi día de suerte!

Por su parte, el sireno exhaló y negó con la cabeza. Desde hacía meses que seguía al atractivo humano que surfeaba en esa playa casi todos los días. Había estado feliz de tener una oportunidad para finalmente presentarse ante él, pero no contó con que el muchacho fuese un idiota.

—Al menos llámame por mi nombre: Kanon.

Milo asintió efusivamente y sujetó las manos del sireno ente las suyas.

—Kanon el Sirenito.

Vaya.

Quizá Kanon debería regresarlo al agua.

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Comentario de la Autora: Desde hacía años que quería hacer un fiqui con Kanon como sirenito. También desde hacía mucho quería usar la palabra sireno que siempre me hace reír.

Nunca he surfeado así que esta historia está basada en la vaga idea de lo que creo que es surfear.

¡Gracias por leer!