I. Un verano en 12 Grimmauld Place


EN UNA NOCHE SOLITARIA Y FRÍA, se podía escuchar el chillido de las ratas al pasar por los callejones cercanos a las calles ubicadas en el distrito de Islington, Londres. La suave llovizna caía sobre el suelo de piedra cuando aparecieron tres figuras femeninas en plena calle, dejando el eco de sus pasos. Cada una estaba cubierta por una capa negra que impedía ver sus rostros, lo que sí se podría denotar era la tela de alta calidad que portaban. Su destino era justamente ese hogar oculto por el encantamiento Fidelio, 12 Grimmauld Place.

Soltando un suspiro, una de las personas encapuchadas se acerca a la puerta del encantador lugar. Sacando ágilmente una varita con leves relieves en plata y una gema incrustada, realizó un hechizo el cual le permitió la entrada al hogar.

—Vamos entren, antes que alguien las vea —expresó la que había realizado el hechizo.

Las otras dos figuras solo siguieron las órdenes de la mayor y al entrar se quitaron la capa que ocultaba su identidad, revelando a dos adolescentes con rasgos asiáticos, en una de las chicas los rasgos son más marcados que en la otra que parecía un poco más inglesa. Escuchando como la puerta se cerraba tras suyo, las chicas observaron cómo su madre entraba y también se deshacía de su capa negra.

Ahora dentro del hogar, las tres Lestrange pudieron observar el oscuro y deteriorado pasillo que estaba adornado con algunos cuadros colgados en las grises paredes. Se notaba que el hogar había estado abandonado por mucho tiempo, y que las criaturas mágicas empezaron a devorar todo lo que tenían a su paso, tal vez alguno que otro maleficio colocado por la familia Black también fuera el causante del estado en que se encontraba el lugar.

Aguantando el soltar otro suspiro, la mayor de las féminas avanzó primero y le hizo señas a sus hijas de que se mantuvieran en silencio y a su espalda por si algo atacaba, después de todo ella se había vivido unos cuantos años en ese sitio y no le sorprendería si algo o alguien saliera de la nada atacando, sobre todo con la tensión que se ha marcado los últimos meses.

Con un hechizo silente, se dejó de escuchar el sonido de los pasos que daban las chicas con sus zapatos de marca.

—¡Es mi hermana, y estoy diciendo que vendrá a este lugar! —rugió una voz masculina que la adulta ya conocía bien—. Es mi última palabra, ya no digas más Molly.

—Y yo te sigo diciendo, no ves el peligro en que estas colocando a todos. Ella está loca, podría atacar a alguien, y lo más importante no pertenece a la orden.

Las adolescentes reconocieron la segunda voz, y colocaron una mueca de asco, como no hacerlo si cada vez que iban a la estación 9 3⁄4 allí siempre estaba la pequeña mujer pelirroja gritando y haciendo un alboroto con su familia. Las tres al ser una familia muy tranquila, no entendían como siempre podía estar gritando, además que después de enviar un vociferador en el año del basilisco quien no se olvidaría de la tormentosa voz de Molly Weasley.

Dando un fuerte golpe contra la mesa, Sirius sorprendió a los presentes que intentaban llevar la cena en paz o dentro de lo que se podía porque con esos dos discutiendo a cada minuto, no era como si estar tranquilos se pudiera lograr, eso era como intentar que los gemelos dejaran de hacer bromas, y el encierro del Black en aquella casa no mejoraba su humor.

—Puede que no sea parte de la orden, pero Cleissy ha hecho mucho más que cualquiera de nosotros.

La mencionada sonrió, su hermano la había defendido a medias, pero la defendió, después de todo no había negado que estaba loca, claro estaba que no era algo que ella iba a negar.

Justo cuando la matriarca Weasley iba a continuar con la discusión la Lestrange interrumpió.

—Entonces si incomodo tanto, me debería ir, no vaya a ser que a esta loca le dé por acabar con pelirrojas enanas.

Todas las miradas fueron a parar sobre ella, al igual que las varitas de los adultos que estaban preparados para atacar en cualquier momento.

Cleissy se encontraba apoyada en el marco de la puerta con sus brazos cruzados, como siempre su porte elegante era algo que envidiar, al igual que su aspecto. La piel blanca tan perfectamente cuidada y suave, su largo cabello lacio y oscuro como la misma noche con unas leves ondas en las puntas, al igual que ojos negros que daban un toque espeluznante contorneados por unas largas pestañas. Una sonrisa falsa adornaba su rostro resaltando sus labios pintados en un tono carmín que combinaban con sus tacones Alexander McQueen. Los zapatos altos reafirmaron sus piernas largas, puede que ella no tuviera un gran pecho como muchas mujeres inglesas, pero gracias a la descendencia asiática, que quien sabe cómo la consiguieron los Lestrange, tenía un cuerpo en forma de reloj de arena, lo que le asentaba para usar abrigos largos de cuero que se estaban poniendo de moda en el mundo muggle.

Saliendo de su leve shock, Sirius se levantó de su lugar para ir abrazar a su hermana. Los demás no entendían cómo había entrado y por parte de los más jóvenes, no sabían quién era la mujer que ahora abraza al Black.

—Por fin puedo ver una mejoría en tu estado —comentó la fémina, colocando sus manos en el rostro del hombre—, y lo mejor es que ya no tienes pulgas.

El ceño de Sirius se arrugó ante las palabras de su hermana menor, mientras que causó una ruidosa risa por parte de Remus. Como si no le importaran las miradas extrañas de los demás o el rostro rojo de Molly, Cleissy avanzó hasta el hombre lobo dándole también un fuerte abrazo y susurrándole un "Te extrañe".

Un molesto chasqueo de lengua, hizo que la mirada de algunos adolescentes fuera a donde estaba el sonido para encontrarse con dos chicas que sí reconocían y que ahora se encontraban mirando con desconfianza a su tío, Sirius Black, debido a que nunca compartieron con él y todavía seguían con la idea que era una locura pasar una parte del verano con uno de los asesinos más buscados, claro que ninguna iba a contradecir a su madre o preguntarle si había tomado su medicina como para tomar esa decisión, ellas todavía valoraban su vida.

—¡¿Qué hacen ellas dos aquí?! —grito Ron, señalando a las dos chicas que estaban en la entrada del comedor.

—A nosotras tampoco nos alegra verte Bilius —atacó Maia la menor de las hermanas Lestrange. Y para nadie paso por alto el toque de burla que había en el tono de voz de la chica con mechas rubias.

—Vamos niñas, es muy tarde para pelear, solo ignoren las cosas por esta noche y preséntense ante su tío.

—¡¿Su tío?! —exclamaron todos los del comedor a excepción de Sirius que estaba un poco incómodo por la mirada de sus sobrinas y Remus que todavía seguía disfrutando de los cariños que le ofrecía la Lestrange.


Después de una larga explicación y que se empezaran a hacer la idea de convivir juntos, todos se calmaron medianamente, aunque los únicos que tenían una sonrisa genuina eran dos hermanos y su amigo. Por otro lado, el chico Potter no podía desviar la mirada de la familia Lestrange, no era nada como se lo había imaginado, era una vista completamente diferente a lo que todos se planteaban en Hogwarts.

La fría, solitaria y sarcástica Denebola Lestrange, la mayor de las hermanas, ahora parecía más calmada, no tenía esa guardia en alto ni su típica mirada asesina como cuando te la cruzabas por los pasillos del castillo. Claro estaba que era la que más se parecía a su madre, sus pronunciados rasgos asiáticos y cabello negro, a diferencia de su progenitora, Denebola tenia una melena más alborotada pero aun teniendo un leve control sobre ella, asiéndola así muy atractiva y atrayente, y sumando su hipnotizante mirada que iba desde un tono azulado grisáceo a un castaño muy claro cerca del iris.

Por otro lado, Maia, la segunda hija, solo se le conoce por ser un ratón de biblioteca, muchas veces se la han topado discutiendo con Hermione por un libro, y ni hablar de su rencor hacia el último varón de los Weasley por arruinarle una tarea. Maia a diferencia de su hermana y madre, parecía más inglesa y tenía unos mechones rubios platino en su negra y lacia cabellera, también heredó la distintiva mirada Black, Maia y Sirius tenían el mismo color de ojos, un hermoso color plata. Se notaba como la menor había congeniado perfectamente con su tío, aunque todavía se sentía incómoda al estar cerca del trío del oro.

—Sigo pensando en un detalle muy importante, en los nombres de tus hijas demostraste quien era tu preferido —comentó canuto, sacando a Harry de sus pensamientos y provocando las risas de Cleissy—. O vamos Issy, no lo irás a negar.

—No hubo preferencias. Recuerda que no hay una sola constelación de canis, Maia lleva por segundo nombre una estrella que es parte del canis minor, por supuesto que tu siempre serás el pulgoso preferido de la familia, no te preocupes.

El aludido abrió la boca haciéndose el ofendido, mientras que Maia exclamaba que ni se le ocurriera llamarla por ese nombre, ciertamente el nombre de Gomeisa no era su favorito, reaccionaba al igual que Nymphadora por llamarla por su nombre. Cleissy solo se alzó de hombros para dirigir su mirada a Harry, quien se sonrojo al verse atrapado mirando a la matriarca Lestrange.

—Me imagino que te lo dirán en toda ocasión, pero eres la copia de tu padre, a excepción de los ojos.

—¿Usted conoció a mi padre? —preguntó asombrado de que su padre conociera a alguien tan llamativa como lo era Cleissy.

—Claro que lo hice, un gran amigo y un completo tormento. Todavía recuerdo como la tía Euphemia lo regañaba para que se comportara al igual que el desastroso de tu padrino, solo causaban caos en la casa.

—Mira que también te divertías.

—Y quien no lo haría con tales payasos —respondió divertida, siendo apoyada por Remus que solo asintió al recordar aquella época.

La primogénita de la mujer al ver la cara de confusión de Potter, solo suspiro e intervino en la conversación.

—Potter, mi madre se refiere a tu abuela —la mirada del mencionado fue hasta la chica que jugaba con las judías verdes que quedaron en su plato—, es bien sabido que los Potter, los Black y los Lestrange están relacionados en el árbol genealógico.

—¿Eso es cierto, Sirius?

—Si, bueno… como decirlo… Cleissy y James eran primos, eso la convierte en tu familia más cercana, por mi parte no hay una relación consanguínea.

Aclarando ese punto, Harry miró a quienes ahora se le presentaba como una familia.

—Y como Harry no va a estar relacionado con esta familia ruin, si todo sucedió porque una mujer falta en tal grandiosa familia, igualmente con la que tenemos aquí presente, ¿o no?

—¡Molly! —regaño Arthur a su esposa, por su parte Sirius empezaba apretar fuertemente la copa.

—¿Acaso estoy diciendo mentiras?

Cleissy no dejó de mostrar una sonrisa, aunque sus ojos no mostraban felicidad alguna. Las hermanas Lestrange conociendo el significado de las palabras de la Señora Weasley, fruncieron el ceño, quien mostro más su molestia fue Denebola al pasar su cabello azabache a un tono borgoña.

—Denebola, por favor, no armes un escándalo. Igual tu Sirius, estas a punto de romper la copa —tranquilizo la mujer—. No pueden dejar que una simple comadreja que no me llega ni a los talones altere su estado de ánimo. Lo entiendo de Sirius, es un impulsivo después de todo, pero no de ti Denebola. Por tu cara de no entender el tema, te lo explicare Harry. Mi madre estaba relacionada directamente con los Potter, por eso James y yo somos primos, sin embargo, Sirius y yo no compartimos la misma madre, de allí los comentarios fuera de lugar de la señora Weasley.

» Ahora si me permite, usted no debería de hablar sobre mi familia o hacer mención alguna, al menos yo si le pude toda la estabilidad a mis hijas, no como usted que anduvo queriendo una familia muy grande sin tener, aunque sea la mínima estabilidad económica. Y ahora que lo pienso, no es por eso que su hijo Percy ya no los reconoce como familia. Lo entiendo, teniendo una mujer como usted como madre, hasta yo le abandonaría por algo mejor.

Llevando su copa nuevamente a sus labios, Sirius ignoro como uno de los gemelos y Ronald se preparaban para atacar verbalmente a la Lestrange. Remus había actuado rápidamente y empezó a calmar a los pelirrojos, mientras que Molly con la sola mención de su hijo había quedado mal, todavía le dolía el rechazo de este.

Tanto Harry como Hermione no sabían que decir, después de todo el lugar se había llenado de una tensión que podría cortarse con un chuchillo. Las únicas que podrían estar disfrutando de la escena eran las hijas de Cleissy, como siempre les encantaba ver como su madre colocaba la basura en su lugar.

En ese momento Harry entendió que iba a ser un verano muy largo y desastroso en el 12 Grimmauld Place.