TORNEO MÁGICO

Por Akane Kinomoto (Kinomoto-guiónbajo-Akane-arroba-yahoo-.-com-.-mx)

CAPÍTULO 09: Reunión: Los Hechiceros del Mundo

Para tener todo el aspecto de ser turístico, el barco era enorme. O al menos eso pensaba Sakura. Sin embargo, al ver la cantidad de personas que iban llegando conforme pasaba el tiempo, la segunda idea que surgió en su cabeza, fue que el barco no aguantaría llevar a tantos. Estaba sentada junto a sus amigos en uno de los largos asientos de madera cerca de la proa, observando con curiosidad a los diferentes pasajeros. Discretamente, Shaoran le señalaba a los que con toda seguridad eran magos, aunque muchos no tenían pinta de serlo. En realidad, ella no sabía muy bien como distinguir a un hechicero de una persona normal, y dado que todos los que lo eran estaban ocultando su poder mágico, prefería confiar en lo que le dijera el joven chino. Una ligera amargura hizo presa de su corazón. ¿Estaría realmente preparada para afrontar semejante prueba? Eriol opinaba que tan solo le faltaba experiencia para controlar por completo su enorme poder... Pero ella no estaba nada segura, ya no sentía el mismo ánimo que había mantenido en alto hasta ese día.

- Tranquilízate - susurró una voz en su oído, mientras una mano tomaba con suavidad la suya. - Estarás bien, solo ten confianza en ti misma... has hecho todo cuanto estaba a tu alcance, así que no empieces a dudar ahora.

- Gracias, Shaoran-kun - susurró también, brindando una cálida sonrisa al joven.

Tenía razón, no era momento de perder la confianza. Además, llevaban una gran responsabilidad sobre sus hombros, y no debían fallar en cumplir con ella. Dirigió su mirada nuevamente a las animadas personas que conversaban sobre el viaje que estaban próximas a realizar. Según les habían informado, ese barco iba a la isla Nagano y regresaba dando un simple paseo turístico por el mar, aunque también se les permitía bajar a ella algunos minutos.

- ¿Por qué no nos pusieron un barco privado? - preguntó en voz baja al hechicero chino.

- Imagino que para no llamar la atención - respondió con una mirada pensativa. - Recuerda que nos pidieron mantener el asunto en secreto.

- Entiendo... - observó el reloj que llevaba en la muñeca. - Ya casi es la hora - murmuró algo nerviosa.

En efecto, una voz masculina habló por los altavoces, informando a todos que estaban a punto de marcharse y pidiéndoles que se apresuraran a abordar. Luego de unos minutos, varias decenas de personas subieron al barco, con lo que este quedó considerablemente lleno, y finalmente, el transporte elegido comenzó a moverse, alejándose de la orilla para adentrarse en los dominios de Neptuno.

- ¡El océano es hermoso! - exclamó Tomoyo mientras filmaba con una pequeña cámara de video.

- Jamás vas a perder esa costumbre ¿verdad? - suspiró Eriol.

- Sería como pedirte a ti que dejes de lado esa manía de hacer bromas - devolvió la joven, enfocando el lente en sus amigos.

- Dado ese argumento, lo comprendo perfectamente - el joven sonrió ante esa clara derrota.

- Shaoran-kun... - la expresión alegre de Sakura cambió por una de sorpresa. - ¿Ese no es Ishikari-kun?

Los cinco jóvenes voltearon con discreción hacia donde les señalaba la hechicera. No tardaron en descubrir a un joven solitario que miraba de forma perdida hacia el horizonte. Su largo cabello negro y su rostro descubrían su identidad para quienes ya lo conocían.

- ¿Creen que será prudente hablarle? - la joven de ojos verdes se había vuelto muy reflexiva.

- No creo que tengamos ningún problema si lo hacemos - comentó Nakuru - No es como si fuéramos a gritar quien es ¿o si? - los demás se consultaron con la mirada, no estaban seguros de lo que debían hacer, pero antes de que algún otro pudiera opinar una voz los interrumpió.

- ¿Shaoran, eres tú? - ante la mención de su nombre, el aludido giró la cabeza hacia su izquierda, ya que de ahí provenía la voz. Aunque lo que había dicho solo pudo ser entendido por cuatro de las seis personas que lo escucharon.

- ¿Jintao?(1) - el hechicero chino estaba sorprendido. - ¿Qué estás haciendo aquí?

- Lo mismo que tú, supongo... siendo quien eres, estaba seguro de que a ti también te tocaría... pero será mejor que nos presentes... - añadió al notar la mirada de los obvios acompañantes del joven chino.

Alertado por el comentario, Shaoran miró a sus amigos. Estos observaban con curiosidad y extrañeza al recién llegado. Se trataba de un joven alto, de complexión atlética y facciones duras; su cabello era corto, de color rojo oscuro, lo cual contrastaba un poco con sus ojos azules. A pesar de todo, no se podía negar que era muy apuesto. Estaba vestido de manera algo formal y miraba divertido al grupo.

- Lo siento - el hechicero cambió de idioma. - El es Li Jintao... - presentó - uno de mis primos... - se volvió a su familiar. - ¿Entiendes el japonés?

- Claro, no por nada me dicen "el viajero" - sonrió.

- En ese caso, ellos son Tsukishirou Yukito - el joven inclinó cortésmente la cabeza - Akizuki Nakuru, Daidouji Tomoyo - ambas sonrieron. - ... Kinomoto Sakura...

- ¿Sakura? - interrumpió el pelirrojo. Se veía sorprendido. - ¿Ella es la chica que...?

- Hablaremos más tarde - cortó Li con una mirada amenazante. - Y él es Hiiragizawa Eriol...

- Vaya... - sus ojos se ensombrecieron un poco. - Desde aquel asunto en Tokyo, es usted bastante conocido en nuestra familia, señor Hiiragizawa.

- Li-kun ya me ha comentado sobre ese honor - el joven inglés sonreía con su habitual tranquilidad.

- Por lo que veo... este pequeño problema llegó más lejos de lo que imaginé - paseó su mirada por Sakura, Yukito y Nakuru. - La señora Ieran me había comentado algo al respecto, antes de que viniera hacia aquí.

- ¿Has visto a alguien más de... la familia? - se preocupó un poco al escuchar aquella referencia de su madre.

- De momento, solo a ti. Pero no he observado a nadie detenidamente, así que no te garantizo nada.

- Sería mejor que dejáramos ese tema - sugirió la voz de Eriol - Resulta un poco delicado como para tratarlo aquí.

- Le concedo la razón - Jintao sonrió. - Además... quisiera saber otra cosa... - miró a su primo de forma pícara. - ¿Me lo puedes explicar ahora? - Sakura y Tomoyo se miraron desconcertadas, puesto que el joven había hablado en chino.

- No, y lo que hiciste fue de muy mal gusto - Shaoran se cruzó de brazos con un gesto de enfado.

- De acuerdo... pero no creas que no insistiré - amenazó regresando al idioma del país del sol naciente.

- No se llevan muy bien, ¿verdad? - preguntó Nakuru, curiosa.

- Dentro de ninguna familia se puede esperar que los mayores se lleven muy bien con los menores, señorita.

- ¿Es mayor que Shaoran-kun, Li-san? - preguntó la hechicera.

- Temo que si. Nací seis años antes que él - el joven le obsequió una sonrisa encantadora a Sakura, cosa que la hizo sonrojarse.

- ¿Li Shaoran? ¿Li Jintao? - una nueva voz irrumpió en la conversación. Ambos jóvenes voltearon y se encontraron con una hermosa joven, alta, de ojos violetas y largo cabello rubio platinado peinado en dos coletas. Vestía un sencillo traje azul claro de estilo chino y daba la impresión de ser de la misma edad que Jintao.

- ¿Fu Xiangfei?(1) - exclamó el mayor de los Li - ¿así que también te tocó estar aquí? - preguntó en su idioma natal.

- ¿Qué esperabas? Después de todo, no solo su familia es importante en China - dijo orgullosa. - ¿Quienes son sus amigos?

Con esta pregunta, se iniciaron las presentaciones nuevamente. Sakura estaba un poco sorprendida con la recién llegada, especialmente porque todo apuntaba a que no sería la última persona conocida de su novio que iba en ese barco. Sin embargo, a pesar de sus sospechas, ningún otro familiar se hizo presente y se pudo iniciar una agradable conversación entre todos, ya que la joven rubia también hablaba japonés; aunque Yukito y Eriol prefirieron mantenerse en silencio. Tomoyo se las arreglaba muy bien para tratar con ambos desconocidos, pero tampoco intervino mucho. Prefirió mantenerse atenta al joven inglés, a quien vio hacer un gesto o saludar de vez en cuando a algunas personas que le sonreían.

- Li-kun no es el único con conocidos por aquí, ¿cierto? - comentó.

- Acostumbraba viajar mucho, por lo que no es extraño que haya hecho amistad con varias personas.

- ¿Y ellos son... como tú? - había preferido ser cautelosa.

- La mayoría si... - su semblante se tornó serio. - Es curioso, no hay tantos como me imaginé... "pero los pocos que están tienen un nivel considerablemente alto... me pregunto si..." - sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de un hombre, el cual hablaba por un altavoz, pidiendo la atención de los pasajeros.

- Les pido que disculpen la interrupción - dijo una vez que se hizo el silencio. - Me han pedido que les de un mensaje - miró un papel que tenía en la mano - Para aquellos que han recibido invitaciones, tienen que esperar en el muelle una vez que lleguemos a la isla, una persona estará esperando para recogerlos. Es todo, gracias por su atención.

Muchas de las personas se desconcertaron con esta noticia, y las inmediatas conversaciones sobre lo que podría significar no se hicieron esperar demasiado. Por su parte, los que sabían de qué había hablado aquel hombre, se quedaron más serios de lo que habían estado hasta entonces, haciéndose más sencillos de identificar. Ninguno de ellos apartó su expresión pensativa durante el resto del viaje. Unos pocos creían que tan solo se trataba de una prueba a nivel mundial. Los más confiados tenían la idea de que todo el asunto era para diversión de algún millonario. Pero, por fortuna, eran más los que opinaban que existía un objetivo mucho más serio e importante detrás de la fachada. Y fue por esto que, al ver aparecer los altos edificios de la pequeña isla, se pusieron alertas, intentando captar más allá de lo que los simples humanos podían ver.

Cuando llegaron al muelle, la mayoría de las personas desembarcaron. Algunos para relajarse un poco y estirar las piernas, otros para curiosear los diferentes puestos que estaban cerca y un grupo de quizás treinta personas o más, se dispersaron un poco, buscando con la mirada alguna señal del anterior aviso que recibieron. No tardaron mucho en encontrarlo. No muy lejos de ahí, estacionados en fila, habían varios autos de color negro. Al frente de todos ellos, un hombre vestido con un traje igualmente oscuro, sostenía un letrero con las iniciales "M. K." escritas en él, además del símbolo del reloj de arena rodeado por un círculo dibujado en la parte de arriba. Al llegar cerca de este hombre, todos notaron que el símbolo también estaba bordado en su traje con hilo dorado.

- Buenas tardes - saludó el hombre - Tengo órdenes de pedirles que me muestren la prueba de que han sido invitados. Solo entonces podrán subir a los autos.

Todos y cada uno de los evidentes hechiceros sacaron la carta azul correspondiente. Mientras el hombre iba tomando nota y revisando las cartas para comprobar que no eran falsas, Sakura observó discretamente a los magos que había allí. El hecho de que representaban a muchos países del mundo la asombraba, y más porque parecían ser personas completamente diferentes entre ellas, tan solo tenían una cosa en común: la magia. El conocimiento sobre la existencia y el control de un poder que sobrepasaba a veces la imaginación de los hombres. De repente, se dio cuenta de que ella pertenecía a ese grupo. La brusca comprensión de semejante idea la golpeó con fuerza, al grado de que se mareó unos segundos. Ella era parte de ellos... Alguna vez se sintió extraña y muy apartada de sus familiares y amigos porque era diferente, porque había nacido con un don y lo había desarrollado. Pero ahora, entendió que no era la única en el mundo... existían muchas personas que habían recibido ese mismo regalo del cielo...

- Disculpe, tengo una pregunta - el último mago al que le revisaban la carta se dirigió al hombre. Su japonés era casi perfecto. Tenía una voz profunda, aunque con un acento extraño. La joven de ojos verdes lo calificó de italiano, pero no podía estar segura.

- Adelante - el hombre habló con amabilidad.

- ¿A dónde se supone que nos van a llevar?

- Oh, mi señor, el que organiza este evento, ha dispuesto un hotel para que se alojen todos - explicó. - Deberán presentarse por su cuenta a la dirección especificada en la otra carta.

La expresión de Eriol se ensombreció un poco. Muy malos presentimientos lo asaltaron ante aquella información, pero no dejó que sus amigos se dieran cuenta. A la única que no pudo ocultárselo fue a Tomoyo, quien evitó comentar algo al respecto. La joven japonesa pensó que tendría problemas por no tener la carta pedida, pero Eriol le había asegurado que se les había permitido llevar a un solo invitado. Y dado que el hombre no puso objeción alguna en que ella abordara uno de los autos junto al hechicero inglés, calmó sus temores comprobando que aquello era cierto.

La travesía en auto no fue muy diferente a la última parte del trayecto por mar. Casi nadie habló y todos los hechiceros tenían la mente fuertemente cerrada. Incluso Tomoyo procuraba mantener la suya en blanco, tal y como el joven inglés le había enseñado. Para Sakura mantenerse en completo silencio era algo nuevo y casi insoportable, pero tuvo que aguantarse y tratar de entretenerse contemplando las calles por las que iban pasando. A pesar de ser un mismo país, la joven sabía que existían marcadas diferencias entre las regiones. Okinawa no era la excepción, y como la isla Nagano no estaba muy lejos de esta prefectura, compartían muchas cosas. Algunas le eran familiares, como los puestos ambulantes de nueces rostizadas, bolitas de pulpo y los pequeños locales donde vendían odango y té. Pero el modo de vestir de la gente era un poco diferente, y se apreciaban las múltiples influencias extranjeras que había tenido esa pequeña parte del Japón.(2)

Finalmente, los autos se detuvieron en el estacionamiento de un alto y lujoso edificio, este tenía cuatro pisos. Los hechiceros lo contemplaron algo admirados, aunque para los que descendían de famosos clanes mágicos, aquello no tenía mucho de impresionante. El hombre que los había recibido les dijo que el hotel estaba a su entera disposición, que se podían repartir las habitaciones como mejor les pareciera y que no se preocuparan por los gastos, ya que todo estaba cubierto. Se fue inmediatamente después, junto con los demás autos. Nadie comentó nada sobre el hecho de que tuvieran un edificio completo solo para ellos y entraron al recibidor mostrándose alegres y algo curiosos.

- ¿Quien irá a arreglar lo de las habitaciones? - preguntó Nakuru mirando alarmada la cola que se había formado frente al administrador.

- Iré yo - ofreció Eriol - Procuren tener paciencia - añadió sonriendo mientras se formaba.

- ¿Qué hacemos ahora? - Sakura se volvió a sus amigos.

- Podemos ir al restaurante, tengo hambre - murmuró una voz desde la maleta de la hechicera.

- Me parece buena idea, no hemos comido nada desde que bajamos del avión - apuntó Tomoyo.

Después de preguntar a un botones por la ubicación del lugar, recogieron sus pertenencias y se encaminaron hacia una elegante puerta de cristal, no sin antes avisarle a Eriol donde iban a estar. Al igual que el resto del hotel, el restaurante presentaba un ambiente lujoso y refinado. Algunos hechiceros ya se encontraban ahí, leyendo con detenimiento el menú antes de animarse a pedir algo. Luego de discutir un momento, se sentaron en una de las mesas del fondo, no queriendo llamar mucho la atención. Un mesero los atendió de inmediato, pero Shaoran lo despidió, indicándole que lo llamarían cuando fueran a ordenar. Mientras pensaban, las conversaciones de las personas cercanas a ellas llegaron a los oídos del grupo. Los idiomas en los que hablaban eran muy variados y Shaoran distinguió desde el inglés hasta el árabe. Aunque resultaba un tanto obvia la cantidad, ya que el aspecto y las vestimentas de cada uno de ellos no podían ser más diferentes entre si.

- ¿Qué idioma es ese? - murmuró Tomoyo, cuando unas voces se alzaron demasiado.

- Es griego, aunque una versión moderna - informó el joven chino. - No lo entiendo del todo - añadió ante la mirada de la joven de cabello negro.

- ¿Como de cuántos países vienen todas estas personas? - Sakura estaba un poco sorprendida.

- Hiiragizawa ya les ha dicho que hay hechiceros en todo el mundo, sin embargo... - pensó las cosas un segundo. - No son muchos, quizás sean de unos veinte países distintos.

- Para mi, esos son muchos - replicó la hechicera. - ¿Y todos sabrán hablar japonés?

- No lo creo, es más probable que todos conozcan el inglés, ese idioma se considera mundial.

- A mi no se me da muy bien - se lamentó.

En ese instante, el lugar se quedó en silencio. Extrañados, el grupo de amigos voltearon hacia la puerta, esperando ver la causa de aquella reacción. No se habían esperado ver a quien estaba entrando con paso tranquilo al restaurante. "Es obvio que lo conocen" pensó Shaoran, algo inquieto. "De cualquier forma, nos va a afectar bastante el que sepan que es amigo nuestro".

- ¿Es que ya todos saben quien eres, Eriol-kun? - preguntó Sakura, sintiéndose apenada por el hecho de que ahora la mayoría tenían los ojos puestos en la mesa donde estaban.

- Temo que la noticia se extendió más rápido de lo que hubiera deseado, Sakura-san - el joven inglés se sentó al lado de Tomoyo.

- De cualquier forma, es muy grosero que se te queden viendo de ese modo - comentó Nakuru en inglés y en un tono bastante alto, de tal modo que su voz resonó un poco. Sin embargo, cumplió su objetivo, ya que las miradas se desviaron de forma inmediata. En menos de unos segundos, las animadas conversaciones reinaron nuevamente.

- A veces ayuda el que seas tan descarada.

- No me fastidies, Supi - murmuró la joven al haber escuchado a su compañero, quien se hallaba oculto en el bolso de Tomoyo.

- ¿Qué sucedió con las habitaciones? - intervino Sakura. Dada su experiencia con sus propios guardianes, no quería que se iniciara una discusión.

- Solamente había dos que quedaban juntas - respondió el hechicero de ojos azules - El resto estaban en pisos distintos. No sé como quieran repartirlas.

- Somos seis... ¿qué tal tres y tres? - sugirió Tomoyo - Las chicas en una y los chicos en otra - sonrió al notar la discreta mueca que hacían ambos hechiceros.

- Eso me gustaría - aprobó la hechicera - Pero... Yukito-san, ¿esta de acuerdo en que sea así? - era algo nuevo para ella el sentirse casi intimidada frente al joven de cabello gris. Touya le había comentado que fue la personalidad de Yue la que dominó todos los aspectos, así que ahora tenía que ser más cuidadosa en como lo trataba.

- Por mi no hay ningún problema... Sakura... - el llamar por su nombre a su Ama se le hacía extraño. Pero así debía ser hasta que todos supieran quien era realmente... o al menos eso le había dicho Eriol...

- Entonces, ¿así quedamos? - la joven de ojos verdes sonreía. El que su Guardián Lunar se hubiera dirigido a ella de ese modo la hacía feliz, especialmente cuando había pasado la mayor parte del tiempo en silencio.

- También apoyo la propuesta - decidió Nakuru, sabiendo que con eso lograría molestar a su Amo.

- Se hará como gusten señoritas - se resignó Eriol.

- Oigan, ¿no piensan pedir algo? ¡Me estoy muriendo de hambre! - reclamó una voz desde las piernas de Sakura.

- ¡Es verdad! Lo siento, Kero-chan, se me olvidó - sonrió a su Guardián Solar, quien se cruzó de brazos con un puchero. Encima de que lo obligaban a mantenerse oculto de la vista de los demás, no lo alimentaban, eso era el colmo para él.

Shaoran hizo una señal a uno de los meseros, quien se acercó a la mesa. Una vez que tomó la orden de todos, se alejó hacia la cocina. Los jóvenes volvieron a comentar algunas cosas sobre los hechiceros en el mundo, pero la hechicera se quedó callada de repente. Había distinguido nuevamente la figura del hechicero japonés. Estaba solo.

- ¿Te sucede algo, Sakura? - la voz del joven chino la regresó a la realidad.

- Es Ishikari-kun - murmuró. - ¿Por qué no nos habrá saludado? Ni siquiera nos miró cuando llegamos aquí - estaba un poco deprimida. No entendía la actitud del joven.

- Supongo que no desea causarnos problemas - respondió Shaoran. En realidad, era preferible no hablar demasiado con nadie, a menos que se tratara de amigos o familiares, pero aún así se había abstenido de saludar a algunos otros miembros de su clan que había reconocido.

- Pero, ¿por qué nos daría problemas? - Tomoyo se extrañó.

- Su familia es bastante famosa en el mundo, y estoy seguro de que la mayoría de los aquí presentes han escuchado sobre lo que les acaba de suceder... - ambas jóvenes seguían confundidas. - Quizás no se dieron cuenta, pero mi presencia aquí también despertó muchos comentarios y ya vieron como reaccionaron cuando Hiiragizawa entró, así que solo imaginen lo que sucedería si él se hubiera unido a nosotros.

- ¿Es algo malo conocer a hechiceros importantes? - ahora comprendía un poco. El futuro líder del clan Li y la reencarnación del llamado "Mago más Poderoso de Todos los Tiempos" en una misma mesa ciertamente debía de ser un hecho que llamara la atención de todos.

- No es exactamente que sea algo malo, Sakura-san - Eriol suspiró. - Solo que si notan que alguien se junta con magos poderosos, piensan que la persona igualmente lo es. Eso da un poco de que hablar entre los hechiceros...

- Hiiragizawa - interrumpió Li - ¿Aquella persona es quien creo que es? - sonaba un poco sorprendido. Había vislumbrado a un hombre algo misterioso en una de las mesas del centro.

- ¿Lo acaba de notar? - recibió una mirada algo molesta. - Disculpe, es que creí que sería lo primero que buscaría.

- Lo hice, pero ¿te has dado cuenta de que somos muchos? Además, de quien me ocupé principalmente fue de mis familiares.

- Comprendo, lo siento, Li-kun - sonrió. - Por su pregunta, me temo que si es quien imagina... Les explicaré luego - añadió en respuesta a las miradas desconcertadas de ambas jóvenes japonesas.

Sin embargo, Sakura no pudo apartar el tema de su mente, ya que éste había provocado que su novio se quedara bastante pensativo. No podía saber que la preocupación había aumentado un poco en el corazón del joven chino. Y es que la presencia de un hechicero tan importante a nivel mundial en el evento le había llamado mucho la atención. Si debía ser sincero, podría decir que se lo había esperado, pero de ahí a ver confirmadas sus sospechas... "Solo espero que el que esté aquí no signifique nada muy grave" pensó intranquilo. Aunque en su interior estaba seguro de que eso era pedir demasiado...

Continuará...

NOTAS:

(1) Jintao si es un nombre chino, o al menos así lo encontré en internet, pero no sé que signifique. Escuché por primera vez el nombre de Xiangfei en el juego "The King Of Fighters", y debo decir que me encantó, tan solo le agregué un apellido.

(2) Las nueces rostizadas son mencionadas en el anime "Angelic Layer", solo que no estoy segura de que sean exactamente. Odango son bolitas de masa, creo que se comen con té o bebidas calientes. Por las influencias extranjeras, Okinawa está cerca de China y las bases militares estadounidenses y el turismo son importantes fuentes de ingresos en esta isla, así que algo tienen que dejar a los japoneses ¿no?

¿Debo aclarar que Li Jintao, Fu Xiangfei y casi todos los personajes que salen aquí son invenciones mías y que me pertenecen? O.o No lo creo xD Para los que no lo saben, Neptuno es el rey del océano según la mitología romana. El equivalente en griego es Poseidón, pero me gusta más como suena Neptuno. Con lo del "asunto en Tokyo", me refiero a la conversión de las Cartas Clow a Cartas Sakura. Y si mencioné a Tokyo en lugar de Tomoeda, es porque, dado lo fácil que les fue llegar a Tokyo, tengo la sospecha de que la colonia es parte de la capital de Japón.

Akane Tsukiyo Kinomoto