El diario maníacoobsesivo de Lily Evans Capítulo 22, y último.

Mary Jane: Último. Todavía no puedo creerlo. No negaré que he llorado un poco. Solo un poquito. De hecho un poco más que un poquito. Pero solo un poquito. Espero de todo corazón que os haya gustado de verdad y que hayáis aprendido a reíros un poco de vuestra propia vida, porque yo he aprendido a valorar lo que es realmente importante, como Lily ha hecho a través de las páginas de este fanfiction. Ahí está la evolución de Lily desde la histérica paranoica que era al principio a la mujer, un tanto especial en la que, creo, he hecho que se convirtiera. Juzgad vosotros. Gracias, ante todo, queridísimo lector por haber llegado hasta aquí. (Debo confesar que después del "lo verdaderamente importante" iba a poner… ¡los reviews!… (MJ estalla en carcajadas)… pero hubiera roto la atmósfera).

Aviso: Aquí sí hay verdaderos Spiolers. Un Spoiler enorme. Uno no, dos, no, tres maravillosos Spoilers. Lo son, son maravillosos, disfrutadlos. Y gracias otra vez.

21 de diciembre

10:54¿Qué voy a decirte? Ahora que lo pienso… no he comprado absolutamente nada para nadie. Muy bien, eso solo me pasa a mí. Voy a ver si James tiene alguna idea magistral.

16:32 Gracias a Dios, James se acordó de que había que hacer regalos y nos fuimos urgentemente a Diagon Alley, aunque con los tiempos que corren, no me hizo demasiada gracia el lugar. Debían ser las doce cuando llegamos allí y… indescriptible, la gente parecía, no sé, distinta, el ambiente no era ni la mitad de alegre de lo que yo lo recordaba. Me había pasado días enteros paseando con mi padre por esas tiendas, el septiembre de hace ya más de un año…

Cambiemos de tema, vamos a hacer recolección de regalos.

A Lupin, un fantástico vinilo de Jazz que recordé que tenía guardado desde hace más de un siglo, le va a encantar, lo sé.

A Deidre, he querido comprarle algo especial y James y yo nos hemos hecho hacer un retrato mágico. Me tengo a mi misma guardada en el armario bajo un montón de papel de regalo, siento decirlo, pero, estoy muy guapa cuando saludo a la gente, es extraño verme moviéndome dentro de un marco.

A Peter le hemos comprado un par de guantes muy buenos, la verdad es que incluso los hubiera querido para mí, no sé si será piel de dragón, pero tenía toda la pinta.

A Sirius, pensamos en comprarle un antipulgas, pero James está tan convencido de que ya lo ha probado todo que tuve que decidirme por algo para ambos, James y Sirius, en lo que me he dejado el sueldo de un mes entero en la tienda de discos, ha sido complicado de encontrar pero es increíble, se trata de dos espejos, no muy grandes por cierto, con lo que me han costado podrían ser de cuerpo entero, que actúan de doble transmisor, podrán hablar el uno con el otro y verse las caras, lo cual a veces no es muy agradable, si hablamos de Sirius a ciertas horas de la mañana.

A sus padres, yo no era la mejor para elegir un regalo para sus padres, pero James está de acuerdo conmigo en que les hace falta algo de compañía, se transforman cuando tienen a alguien en casa, están mucho más activos, y eso les ayuda un montón, la madre de James, por ejemplo, ha hecho un cambio bestial desde que supo que vendríamos a pasar las vacaciones… Lily, te vas del tema, el caso es que les hemos encargado un gato, sí, un gato, que nos traerán el día de Navidad. Yo no soy muy partidaria de regalar animales a la gente, traen trabajo, etcétera… pero los Potter lo necesitan, necesitan a alguien a quién cuidar.

22 de diciembre

00:20 Tengo sueño, mucho sueño, se me caen los párpados de sueño….

23 de diciembre

12:32, En el comedor, intentando encender la maldita chimenea.

12:43 Gracias a James, hemos logrado encender la maldita chimenea.

13:01 Sigo aquí, disfrutando del enorme placer de no hacer nada más que observar a James, como hacía en clase. Podría definirte la Navidad, mi nueva Navidad, y espero que todas mis navidades de hoy en adelante sean así porque tendría más de una razón para vivir. Ahora mismo, además de una profunda melancolía, las Navidades son para mí: galletas de la madre de James, olor a pino, llevar puesto todo el día el jersey azul de James, pasarme el día acurrucada en el sofá con James, hacer ángeles en la nieve con James, muñecos de nieve con James (una bazofia, es feísimo, se parece a Slughorn), chocolates calientes con James, James, James, James…

Oh! Y me he olvidado maldecir que tengamos que dormir en habitaciones distintas…

Y te preguntarás, ¿dónde está Sirius? Y, ¿Remus? ¿Peter? ¿Deidre? Pues bien, te contestaré con mucho gusto: Sirius encontró el parecido a Slughorn del muñeco de nieve, Remus es el que tuvo la brillante idea del chocolate caliente, Peter va y viene jugando al póker y al black Jack conmigo, y Deidre… también va y viene, aunque se va más de lo que viene y… en fin…

Intentaré simplemente pasar el máximo de tiempo con ella.

22:23 Lo sé, es tarde, pero mañana es Nochebuena. Y lo digo como si eso lo excusara todo. James se ha ido a buscar los regalos de navidad para ponerlos bajo el árbol.

22: 56 Oh, ¡que guay! A ver si es lo que creo o soy yo que estoy paranoica. Están, el regalo de Lupin, James ha querido añadirse a lo del jazz y hemos envuelto los dos discos juntos, el retrato de Deidre (papel fucsia muy cutre), lo de Sirius, que le he pedido que lo bajara sin curiosear, porque ese es para los dos, los guantes de Peter, y… oh! Soy feliz, soy feliz, creo que James acaba de adivinar lo que pienso. Entre tanto paquete hay uno envuelto en papel rojo y con una cinta dorada que, no había visto en mi vida. Siendo un poco más claros, lo que parece una caja estrecha y alargada… podría ser, no sé, la caja de ¿una pulsera?, ¿un reloj?, ¿una barita nueva, ¿crema anti-arrugas?, ¿palillos chinos?, ¿un punto de libro?, ¿un cepillo de dientes? ¡Zeus! ¡Quiero abrirlo! James me ha mirado con cara de "no, no te voy a decir qué es" antes de colocarlo bajo el árbol, maldito lazo dorado, maldita sonrisita misteriosa, a ver… queda un día y algo más para saber qué hay dentro. Tranquila Lily, tranquila. ¡No! Quisiera que en medio de mi preciada cara ahora mismo hubiera un enorme ojo azul como el del Profesor Moody. ¡Quiero saber qué es! Y sí estoy tan segura de que es para mí… a lo mejor si soy un poco persuasiva… le chantajearé con (piensa Lily, piensa)… con no devolverle su jersey, ¡ja!

24 de diciembre

10:21 Solo faltan unas horas para que pueda abrir mi paquetito rojo, dorado y enigmático. Soy feliz, a pesar de que lo de la persuasión no sea lo mío. Primero te lo cuento y después me pongo con mi euforia de Noche Buena.

Estábamos solos, bueno, con un montón de galletas de su madre que podrían haber cobrado vida propia perfectamente porque parecían mirarme amenazadoramente (sí, amenazándome con que si las miraba una vez más me darían náuseas… no he comido tantas en mi vida), y me pongo en pié, cojo la manta de sobre la mesa, le acompaño a sentarse cerca de la chimenea y le tapo con ella, rebosante de amor y felicidad navideñas. James no es tonto, me mira escéptico y rebosante de amor… y duda.

Sin decir una palabra, me siento a su lado y me tapo yo también con la manta. Instintivamente se acomoda y me pasa el brazo por la cintura. Era el momento perfecto, pero como siempre, lo hice un poco mal. Le besé (aprovechando que no estaban sus padres) con un toque improvisado de una fase de mí que no conocía antes. No pregunten, es algo que surgió por sí solo. Creo que lo titularé el beso-chantajista o el beso- dime-lo-que-quiero-saber o el cambio-beso-por-regalo.

- ¿Qué me has comprado?

Sonrió y suspiró. En unos cinco segundos negó con la cabeza.

- Es una sorpresa. – ¡Anda ya James! Puedo fingir sorprenderme cuando lo abra mañana.

- Yo a ti te he comprado…- ideal, Lily, dile que le has comprado y ¡te lo deberá de por vida… o al menos tendrá que devolverte el favor!

- No quiero saberlo.- seguro que en alguna vida pasada llevé a algún imperio a la derrota por mi falta de talento estratégico.

Plan B. Carita de pena, le miro con mis preciosos ojos verdes, pongo morritos, y un par de caricias en la mano.

- Dímelo, anda…

Suelta un "Hmm…" entre divertido y decidido.

- No.

Hago ver que sollozo. Me conoce demasiado como para darle importancia. En momentos así, me gustaría poder gritarle "¡Dímelo! ¡Dímelo! ¡Dímelo!" en plan la niña mimada que no soy. Y seguir con cosas parecidas durante media hora hasta que se cansara de oírme pero… sus padres estaban durmiendo.

Se hizo el silencio y logré olvidarme del maldito paquetito durante unos minutos. Luz atenuada, chimenea encendida y al máximo de su capacidad, una manta de lana sobre nosotros, acurrucaditos en el sofá,...

- Lily, me muero de calor. – James lee mis pensamientos.

Yo asiento convencida.

En fin. ¡Noche Buena! ¿Te he dicho que soy feliz?

Aunque juré que no las volvería a probar ayer por la noche, he vuelto a comer galletas Potter. Ahora mismo, Sirius y James las están devorando, ¿dónde meterán tanta galleta? Deben de llevar casi un kilo entero cada uno, y las galletas siguen saliendo del horno, una tanda, dos tandas, tres tandas, yo las metería en cajas industriales y las vendería al extranjero. Lo veo, un millar de cajas de galletas dentro de cajas enormes de cartón marrón con la cara de la Señora Potter, sonriente, y unas letras azul pastel con las palabras "Galletas Potter Navideñas". Basta, Lily.

Sirius es otro como yo, mira los regalos como si fueran más galletas. La Señora Potter ha dejado unos paquetes esta mañana, y ¿adivina? ¡Uno lleva mi nombre! Tiene forma de libro (Lily ríe como una posesa) ¡Seguro que es un libro! Muy inteligente. Y han aparecido esta mañana un par de paquetes más y ni siquiera me he dado cuenta, ¡otro para mí! ¡soy la reina de los regalos!.

Sirius dice que qué hago escribiendo como loca cuando podría estar comiendo galletas, maldita sea, tiene razón.

12:45 Si alguien me ofrece una galleta más le vomitaré encima sin poder siquiera pensarlo. ¡Arg! Pero que buenas que están. Me estoy poniendo como una vaca, y si me pongo como una vaca… mmmh, digamos que no me hace especial ilusión.

12:50 Sola, en el comedor, ante el montón de galletas interminable y… ¿adivina? ¡Los regalos! Solos, aquí, ingenuamente colocados bajo el árbol, inocentes, vulnerables, rojos, verdes, dorados, radiantemente… alcanzables.

13:00 Mierda, ha pasado por aquí la madre de James justo cuando estaba a punto de poner a contraluz su regalo.

13: 07 Creo que en la portada del libro hay… ¿Una Snitch? Puede que sea eso. Uh… si es eso, creo que debería ser un regalo para James, no para mí, sí, me gusta el quiddich, pero ¿quién me regala a MI un libro con una snitch en la portada? Voy a tener que verlo mejor. Ah, no me da tiempo, vuelve a venir alguien.

13:10 El padre de James, bendito sea. Entra, me ve a mí con la mirada clavada en el diario, mira los regalos, me saluda vagamente, suspira y se va. ¡Venía a hacer lo mismo que estoy haciendo yo! (Lily ríe histéricamente).

13:15 Examinando exhaustivamente otro regalo para mí. Es una caja, sí, una caja con un dibujo… mmmh, algo con unas letras raras… ¿"Catree"? ¿"Magic Crtee"? ¿"Tarpo Mogec"? Odio esas letras recargadas con un montón de curvas… parece que no tuvieran nada más que hacer que inventar el diseño más difícil de leer, al final no sabes si la K es una A o la D es una G. ¡Arg! Al final va a ser que no se leer.

13: 20 James va a creer que me ha pasado algo, llevo más de media hora encerrada en el comedor, cuando él y Sirius han salido a hacer el idiota al jardín, cosa que no suelo perderme por nada del mundo. Si vienen a buscarme y me encuentran aquí mirando regalos, creo que sería un tanto ridículo.

13:21 Quiero tener poderes mágicos y poder ver a través del puñetero papel rojo. ¡Ja! ¡Ay!, que ataque de risa.

13: 25 No puedo dejar de llorar de la risa. Si sigo así vendrán Sirius y James pensando que me ha pasado algo. Soy una escandalosa. Pero es que… ¡ja! poderes mágicos…

13:35 Me duele la tripa de tanto reír. No he podido evitarlo.

13:37 Es otra maldita caja.

13:38 Pero en esta maldita cajita (el regalo de James) no hay nada escrito, absolutamente nada. Ni una maldita letra inteligible. Es una caja no muy pequeña, ni muy grande, no se… como del tamaño de un punto de libro… más ancho… más largo. Da igual, porque por mucho que la describa sigue siendo una maldita caja lisa y misteriosa…

13: 43 Y ¿si la agito un poco? A lo mejor es algo frágil.

13:45 Me arriesgaré a que se rompa. Tengo que saber algo más sobre lo que hay dentro de la cajita.

13:55 Llevo 10 minutos agitando la cajita como una posesa y… nada, absolutamente nada, ni un ¡pling! ni un ¡clang! ni un ¡crac! Voy a examinarla de nuevo… seguro que hay algo que se me está pasando.

14:00 Na-da. Voy a ver si hay algo más para mí por aquí… a lo mejor detrás del árbol.

19:06 Qué bochorno. En mi defensa diré que tenía que comprobar que no se me escapaba un regalo obvio y fácil de adivinar. ¡Tenía que hacerlo! Es más, no era yo la que lo hacía, ¡era la imperante necesidad que mueve siempre a las mujeres a abrir cajitas misteriosas que no deberían abrir! ¡Gloria a Pandora! Pues bien. Estando yo metida hasta la cintura, a gatas, detrás del árbol de Navidad… lo sé, bochornoso. Oigo la puerta, y no puedo reaccionar, me incorporo, de rodillas, con la mitad del árbol en ramitas metido entre mi sedoso, precioso, rojizo, y tremendamente enredado pelo. Y, no podía ser de otro modo… la torre perfectamente colocada de regalos… al suelo. Genial, perfecto, era el punto crítico, el record… mi record. Si hubiera sido el padre de James me hubiera muerto de vergüenza, tal vez si hubiera sido la madre de James me hubiera salido del apuro con algo de soltura, pero… era James, no tenía excusa ni escapatoria. Y Sirius le seguía, pensé por un momento en saltar por la ventana.

Hice un ruidito raro. Sirius soltó una carcajadita. James atravesó la habitación rápidamente hacia mí, como si yo fuera el montón de galletas.

- Sí, Padfoot, definitivamente debe de haberse quedado dormida o algo así…- dijo James con tono irónico tendiéndome una mano para ayudarme a que me pusiera en pie.

- ¿Qué narices estabas haciendo ahí detrás, pelirroja? – Sirius, con una sonrisa explosiva en medio de su blanco-rosado rostro. Pensé en que estaría mucho más guapo si le tirara un par de galletas de la Señora Potter.

- Nada. – Segura, mortalmente segura, y con ramitas de pino en el pelo… como para tomarme en serio.

James me ayudó a quitarme las ramitas del pelo, con esa expresión suya… sonríe como si fuera a reír en cualquier momento, alza las cejas como el que espera que le caiga en cualquier momento un cubo de agua helada y… simplemente me hace enrojecer hasta la punta del pelo.

Vuelvo al plan B, con el pelo todavía algo verde, le miro con carita de pena y le cojo la mano. Soy un genio, ¿sabes? ¡La primera vez en mi vida que James se pone rojo sin que yo diga una palabra! O, mejor dicho, una idiotez.

- ¿Estabas intentando ver los regalos? – Sirius es un genio, fue una pregunta de lo más elocuente y oportuna. Sobretodo cuando él mismo sostenía el paquete en el que estaban los espejos que servidora había comprado y los agitaba con fuerza.

- ¡NO! ¡PARA!- grité. Y corrí hacia él, robándole de un tirón el paquete y dejándolo en el suelo como si fuera un cachorrito desvalido- ¡Por el amor de Dios, Sirius!

- ¡Ah!- dijo James con ese tono "te he pillado" que solo sabe hacer él – Así que nuestro regalo se rompe.

- Sinceramente, James espero que no. Porque con lo que me ha costado…

Aquí viene cuando me llevo una mano a la cabeza y pienso "Bien Lily, mete más la pata si puedes".

James y Padfoot se miran, hay auténtica telepatía entre ellos, lo sé, puedo sentir los mensajes en el aire… aunque debe de ser algo así como "¿Qué será?" " Ni idea" "Algo frágil, ¿para nosotros?" "Tienes razón, es como darle una botella de Amortentia a Deidre".

- Y ¿qué has adivinado? – James se sienta en el sofá tan tranquilo.

- Pues de tu caja misteriosa desde luego, nada. – me siento en el apoyabrazos, y recojo el diario… te recojo.

- Vaya.

Sirius se acomoda en el suelo, él es así, dan ganas de rascarle detrás de las orejas. Le miro en busca de ayuda.

- Dale una pista, Prongs…

Risita histérica. No sabía que tenía esa influencia sobre Sirius. Me gusta.

- Muy bien, - suspira, yo sonrío como si me fueran a dar la Orden de Merlín Primera Clase, se pone pensativo y… - El regalo de mis padres y el mío, son complementarios.

Y se queda tan ancho. ¿Cómo relacionas una caja que no hace ruido, no tiene dibujos, ni letras ni nada, con un libro con una Snitch en la portada? Si es una Snitch, claro, y si es solo una estúpida caja…

Así que bufo, pongo los ojos en blanco, y decido proponer hacer algo mejor para pasar el rato.

¡Póquer! ¡Póquer! ¡Póquer!

25 de diciembre

03:05 ¡FELIZ NAVIDAD! Los padres de James no estaban demasiado de acuerdo con que nos fuéramos a dormir tan tarde, pero al final, hemos podido reunirnos todos y... ha sido inevitable.

Hemos cenado: James, sus padres, Sirius y yo. Debes de estar cansado de oírlo pero... echo mucho de menos a mi padre. Hoy más que nunca. No me daba cuenta de cuánto se esforzaba por hacer que cada Navidad fuera distinta y especial, incluso una vez que me había quedado en Hogwarts me envió el árbol de Navidad de casa. Pero a fin de cuentas, no está tan mal pasar las Navidades en un lugar distinto, me ayuda a olvidarme de él. Aunque no quiera, y además sea inevitable que me acuerde.

Me he dado cuenta de algo, y no es algo en lo que se piense en un salón lleno de gente celebrando la Navidad y hasta el cuello de pudín de carne y galletas, pero... Hace un año, yo era una auténtica obsesa hiperactiva. Lo sé, debes de estar pensando a qué narices viene eso pero... ¡es verdad! Me he releído parte de lo que escribí hace meses y... ¡ah! ¡Doy miedo! ¿Cómo podía mandar notitas a James sobre pociones amorosas y quedarme tan tranquila? ¿Cómo no me di cuenta de que mi reacción ante Kirce no era solo un puro desajuste hormonal? ¿Cómo se me ocurrió comprarme un jersey con cervatillos? Pero eso ya da igual. No sé porqué estaba pensando en eso y justo cuando llego a la parte en que empiezo a sentirme orgullosa de mí misma... aparecen en la chimenea: Deidre y Lupin... por ese orden y en cuestión de segundos. No sé como terminé ayudando a Deidre desenredarse el pelo de los botones de la chaqueta de Remus. Estuve a punto de conjurar unas tijeras.

Estábamos haciendo tiempo para que se hicieran las doce y pudiéramos abrir los regalos. Arg, había bajo el árbol dos regalos más: un paquete azul un poco más pequeño que el de James, pero, sin dibujos, ni letras ni nada, lo sé porque me pasé como treinta minutos mirándolo fijamente, y una cajita verde que es de Deidre (la vi dejándola junto al regalo de James).

Oh! Me he olvidado de decirte que Peter no ha podido venir, lástima, ¡es mi pareja favorita de Póquer! Le enviaremos los guantes mañana por la mañana. En fin, charlando, decidí que lo justo era coger el plato de galletas vacío y llenarlo antes de que a la Señora Potter se le ocurriera tan solo ponerse en pie.

- ¡Te acompaño! – era Lupin.

Conozco la cocina de los Potter como si fuera mi propia casa. Comprobé las galletas. Y me quedé frente al horno esperando. Remus entró sonriente.

- ¿Cómo estás?

Le respondo con mi mejor sonrisa.

Si te soy sincera, no sé muy bien porqué te explico esto, porque tal vez objetivamente es más importante... no sé, que tal vez es la penúltima vez que veré a Deidre en mucho tiempo. Pero... supongo que es porque estoy preocupada por él.

- Bien.

Bien, quiero decir, un "bien" de Remus Lupin es... mucho, siempre tiene ese aire de estar intranquilo, pensando en algo más importante. Exactamente como en aquél momento. No había pasado ni medio segundo de su "bien" cuando me di cuenta de que no era tal. Pero no le di importancia, no era más que una manera estúpida de iniciar una conversación.

- ¿Te acuerdas de Hogwarts en Navidad?

Asiento, todavía sonriente. Y él se sienta conmigo en la mesa de la cocina.

- Odiaba el muérdago, estaba por todas partes. – dije.

Me di cuenta de que el comentario no era lo que esperaba cuando me miró. Lupin es más expresivo de lo que cree, pero eso seguramente es porque le conozco desde hace mucho. Seguramente es cosa de la Navidad, de estar la mayoría juntos, de que haría cualquier cosa por un abrazo de mi padre, de que había nombrado Hogwarts, de que acababa de recibir una tarjeta de Atenas... en fin, me di cuenta de que hacía a penas un par de días que había sido luna llena, y me acordé de lo bien que se había portado conmigo.

- A veces pienso en el colegio y...- dejó la frase en el aire.

- Sí, -dije - en que mi mayor preocupación fuera que cuando te encontrara en Hogsmeade no estuvieras con James.

No pude evitar enrojecer, y... no habíamos reído así en mucho tiempo.

- Quiero darte las gracias, Lily.

Iba en serio, muy en serio. Y volví a sentir la complicidad que solo puedes sentir con alguien como Remus, pero él es único, es como si todo estuviera sobreentendido, yo sé a qué se refiere y él sabe perfectamente que cuál será mi reacción.

- No digas tonterías, Remus, no tienes nada que agradecerme.- y supe que lo que le hacía falta era acordarse de con quién estaba hablando- Tú has bebido, ¿no?

Me encanta cuando sonríe, pierde todo ese aire de personaje misteriosamente triste de novela dramática.

Negó con la cabeza, no creo que haya nadie que se merezca esa sonrisa, ¿sabes? Buah… me estaba poniendo sentimental. Pero... no pude evitarlo.

Es el hermano que nunca tuve. No hay otra manera de decirlo.

- No lo entiendes, que me aceptes tal y como soy es... – yo tampoco hubiera encontrado palabras. Soy consciente de lo mucho que le debió de costar decir eso.

Vi una nueva cicatriz en su mejilla y no pude evitar acariciarla mientras le miraba con cara de preocupación. Desvió la mirada hacia el horno.

- No me vuelvas a decir que estás bien por decir. – seria, tajante.

- Lo estoy, Lily.- pero sonaba desilusionado y algo frío- Sabes perfectamente que cuando estoy con vosotros estoy mucho mejor.

Eso último me lo creí.

- Es culpa de James y Sirius, - puse los ojos en blanco- para ellos es como si cada día fuera Navidad.

Abrí el horno y empecé a sacar las galletas, soy una patosa, de qué que me quedo sin mano, ¡no sabía que una galleta pudiera quemar tanto! Se puso en pié para ayudarme enseguida, cuando tuvimos el plato lleno...

- Insisto, Lily, yo...

Que pesado, ¿cuándo entenderá que todas las cicatrices que pueda tener quedan totalmente eclipsadas por su carácter? Es cierto, en cuanto le veo no puedo evitar pensar en que me gustaría ser la mitad de humilde que él. Es como si supieras que si está él todo estará absolutamente bien. De hecho, creo que eso es lo que pensé cuando le conocí.

- Tranquilo, sé que tu mayor preocupación no ha sido nunca el muérdago. – lo dije en tono absolutamente despreocupado- Pero eso no es razón para no dar el asunto por zanjado y simplemente pasárselo bien.

Le hice un gesto de ánimo, aunque él sabía que lo decía por evadir temas más difíciles para mí que seguro hubieran salido en la conversación. Porque es muy fácil hablar con él, y hubiera sido todavía más fácil usarle de paño de lagrimas.

Pero... un segundo, llaman a la puerta.

03:20 Era Sirius.

- ¡Feliz Navidad! – me dice rojo, contento, muy contento, (que no bebido).

No me deja ni reaccionar y me abraza, unos veinte segundos después:

- Ya, puedes dejarme ir, Padfoot.

- ¡Oh! Sí, perdona, me estaba durmiendo. – se aparta, intento olvidarme de que sé que a Sirius se le cae la baba cuando duerme.

- ¿De dónde has sacado el firewisky?- se me ha olvidado preguntar cómo lo hace para bebérselo sin que nadie se de cuenta.

Se ha llevado un dedo a los labios como para pedirme silencio, cosa bastante ridícula porque está todo el mundo durmiendo.

- Secreto de merodeador, el Señor Potter nos deja abierto el mueble-bar adrede.- te dije que no estaba bebido, los borrachos no mienten.

- Feliz Navidad, Sirius.

Y se ha ido.

¿Por dónde iba?

En cuanto James ha anunciado que eran las doce nos hemos lanzado sobre los regalos como leones hambrientos, y por nosotros me refiero a Sirius, el padre de James y yo. Triste, pero cierto.

En fin, creo que no he recibido regalos mejores desde el parvulario.

¡Estoy escribiendo en vuelapluma! Sí, estaba absolutamente histérica cuando he visto que podía abrir la cajita mágica y, normal, me he cargado todo el papel de envolver. James me ha regalado algo perfectísimo, vuelapluma ¿porqué no se me ocurrió a mí?, aunque echo de menos escribir normal, se me hace rarísimo. Así tardo la mitad porque simplemente… ¡dicto! La voy a guardar toda la vida, algún día seremos unos viejecitos en un porche y le dictaremos a la pluma la lista de la compra. Es increíble como transcribe mis pensamientos incluso antes de que los dicte. Preciosa, verde, sedosa, larga y con mango de un dorado que hipnotiza, estoy enamorada de mi pluma. ¡Oh! Y ¡Sí! Complementarios, complementarios, complementarios, complementarios. La Snitch dorada ha evolucionado en un lirio dorado ¡precioso! Lo siento mucho por ti pero, en vistas de que te quedan, a penas tres páginas, los Potter (sobretodo sospecho que en concreto la Señora Potter), se me han adelantado con un diario que deja a todos lo que me ha regalado Petúnia jamás, y repito ¡jamás! ¡en su vida! a la altura del betún. Tapas duras de cuero, cierre mágico… he tenido la grave tentación de dejarte en la estacada y empezar directamente a escribir en él, pero mereces que llene tus últimas páginas.

Hemos estado escuchando los vinilos de jazz de Lupin hasta estas horas de la noche, es fantástico…

Y ¡oh! Es que había tantos regalos… A ver, que me organice como te los voy a contar todos… da igual es mejor que fluyan caóticamente de mi mente medio dormida. Deidre casi se echa a llorar con el retrato, no creo que hubiera aguantado mucho más tiempo esperando para verle la cara, ¡ha sido muy bonito! No, no he dicho eso, ha sonado a novela rosa, corrijo: ha sido extremadamente lacrimógeno.

Melodramático, lo de Lupin. Es un caballero, nos ha regalado una pulsera de plata, las he contado, tiene trece medias lunas de color azul oscuro. Y cuando digo que NOS ha regalado me refiera a todas, todas, ¿cómo lo ha dicho Sirius? … "También hay una camino de Atenas, ¿no?" Es preciosa, y lo de las medias lunas… no hace falta que explique la metáfora. Ahora que lo pienso veo más de una. El caso es que no creo que me la quite, nunca, para nada. Ya tengo ganas de enviarle una nota de agradecimiento. Sí, a parte del grito histérico al verla y el "¡Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias…!" interminable.

¿Qué más? Mmmmmh… Ya no tengo que preocuparme de que funcione la cafetera de los Potter, ni de salir a comprar cafés para llevar a todas horas por que no tengo una triste cafetera en casa. Sirius me ha comprado algo infinitamente mejor, los "mager wake" o "cate mogic" que yo leía a través del papel se han convertido en algo así como "Magic cofee" aunque eso es simplificado porque no es una cafetera, es una especie de… resumiendo… ¡taza gigante que te hace el café, como, cuando y en la cantidad que quieras! Sencillamente no puedo escoger un regalo y calificarlo de "el mejor", eso es imposible.

Simplemente han dado en el clavo. Si es que no se puede ser tan buena… la gente te acaba queriendo.

¿Qué más? Así por lo general. ¡OH! James y Sirius creen que es, con mucho, el mejor regalo que les han hecho en la vida. Sí, mis espejos carisimos. Han estado toda la noche haciendo el tonto con ellos, en plan: "Hola Padfoot, estoy en el baño, ¿me ves?" "Hola Prongs, creo que tengo algo entre los dientes, ¿lo ves?" Adorablemente chiflados. Si me acuerdo de algo más que comentarte sobre ayer, ya te lo diré, tengo mucho sueño y me voy a la cama.

No, un segundo, me olvidaba de algo crucial, y puedo decir que tal vez sí hay un mejor regalo. La caja de Deidre, era un collar precioso, como el suyo, lo cual significa que prácticamente soy de su familia porque es una larga tradición familiar y todo eso… en definitiva, estoy emocionada, dormida y emocionada.

12:30 Haciendo la comida, con la Señora Potter. Me muero de hambre.

Debían de ser las siete y media, o las ocho, o… me es absolutamente indiferente, era insultantemente temprano. Estaba dormida, a un nivel de inconsciencia que solo se alcanza durmiendo o en clase de historia de la magia. Acurrucadita y definitivamente a gusto. Durmiendo, por si no lo he dicho ya.

- Lily…- muy bajito, ni me entero- Lily, despierta…- casi, casi solo movía los labios, ¿cómo me iba a enterar?- ¡Lily!

Auch. Abro los ojos, sin ganas, ojerosa, despeinada… y lo digo como si James nunca me hubiera visto así. Y el rey de la casa se sienta a mi lado como si nada y me mira como si en realidad fuera vestida con el mejor traje de Madame Malkin's, y acabara de volver de la peluquería… por no hablar de que mis ojeras no existieran.

- ¿Qué quieres?

Incrusto mi cabeza en el cojín para no tener que darme cuenta de que ni siquiera es de día. Me quejé con un gemido que simplemente surgió de la bestia perezosa que llevo dentro.

- Despiértate…

No tenía ni fuerzas para negar efusivamente con la cabeza así que… supuse que un gemido más fuerte haría que se volviera a la cama. Pero no, me puso una mano en el hombro y supe que no se iría de vuelta a dormir porque sí, aunque yo no tenía ninguna intención de levantarme un solo milímetro de la cama.

- Es muy temprano.- no sé ni como me entendió con mi voz soñolienta atenuada por el cojín.

- Lo sé, pero no puedo dormir.

Vale, en vistas de que James con insomnio es imposible de convencer… consideré levantar la cabeza, pero seguí allí metida y gemí con una pereza increíble.

- Y eso, ¿porqué?

¡Como si me interesara! ¡Yo quería seguir durmiendo!

- Despiértate…

¿Te he dicho que es un pesado? Me di la vuelta y me froté los ojos como si tuviera cinco añitos.

- Ayer me fui a dormir muy tarde. – aunque la mitad de la frase quedó emborronada por un bostezo.

- Lo sé, - efectivamente, James lo sabe todo- te oí hablar con tu vuelapluma hasta las tres y media.

Ups. Para nada avergonzada, puesto que sé que a James le da exactamente igual que me esté hasta las tres y media de la mañana charlando conmigo misma (sino ya me lo habría hecho saber a estas alturas de la conversación), me vuelvo a tumbar y me tapo los ojos con el brazo.

- Yo también estoy algo preocupado por Moony.

Tenía tanto sueño…

- No sabía que las paredes de tu casa eran tan finas. – era el único comentario un tanto racional que podía hacer a aquellas horas de la mañana.

- Lily…

De verdad que no tenía ningunas ganas. Hubiera estado tan bien que se hubiera tumbado conmigo y nos hubiéramos quedado dormidos los dos sin hacer nada más que roncar. Empezó a tirar de mi mano para ver si así me ayudaba de algún modo a levantarme. Inútil, porque aunque James no lo sepa hay algo (que solo se puede burlar con algunos hechizos) llamado gravedad.

- James, hay muchos modos de sacar a alguien de la cama y éste- especial acento en la palabra-, no es mi favorito.

Cambia de estrategia. Es mucho mejor estratega que yo, ¿sabes?

- Lily,- sonríe triunfante, me encanta cuando hace eso- tengo otro regalo de Navidad para ti.

Mis pies ya estaban en el suelo antes de que terminara la frase. Me recogí el pelo y me puse la bata (sí, de conejitos) mientras le soltaba el "¿dónde?" de su victoria.

Me cogió de la mano y subimos escaleras arriba. A lo que me quedé un poco confundida porque no sabía que había dos pisos más en la casa. Escalofriante, si intento volver a encontrar la habitación a la que fuimos seguro que me pierdo. Era una especie de estudio, pequeño, pero con un ventanal bastante grande. En este punto, me faltaba poco para quedarme afónica de tanto repetir "¿Y mi regalo?"

Abrió las cortinas tanto como pudo, no sé qué daba más miedo: él sonriente a pesar de que aún no era ni de día o yo, extremadamente ojerosa y cayéndome de sueño. Debía de tener el aspecto de un enano arrugado y malhumorado.

- Lily, no te he traído para darte ningún regalo.

Ante tan asombrosa revelación, que debía de haberme intuido en cuanto salí de la cama, James no tuvo más remedio que aguantarme una mirada de reproche. Una ojerosa y cansina mirada de reproche.

(Increíble la cantidad de veces que soy capaz de citar la palabra "ojerosa" en pocas líneas)

- Buenas noches, James. – media vuelta y a la cama, a la cama, ¡a la cama!

- Lily, por favor.

No me paré y me volví hacia él porque hubiera dicho eso, ni porque me sujetara de la muñeca, me paré porque sabía que no sabría volver a mi habitación. Le miro como si me estuviera proponiendo donarle un riñón a un troll, mientras me coloca una silla delante de la ventana en la que no tengo más remedio que sentarme.

- Solía venir aquí cada mañana, ¿sabes? De hecho… - se sienta a mi lado- hace bastante tiempo que no vengo pero, lo considero una especie de rincón… personal.

Parecía un niño de primero con una escoba nueva.

- Oh… - hacía como que sabía a qué se refería, pero él era consciente de que no tenía ni la más remota idea.

- Solía venir a… ver amanecer - Sonrió y se giró hacia la ventana- Estaba aquí cuando recibí mi carta de Hogwarts.

Entonces me di cuenta, era como estar en el diario de James, solo que no me hacía falta ni una sola palabra. Había libros de texto en el suelo y sobre los estantes, fotos de él y los chicos por todas partes, de sus padres, algún que otro recorte de periódico… todavía no entiendo porqué se ha venido a vivir conmigo, su casa está aquí. Iba a ver amanecer desde la ventana del lugar más íntimo en el que había estado nunca con James. Y sí, cuenta en el ranking nuestro dormitorio en el piso de Londres.

Lily, la reina del hielo… se derrite. Supongo que James esperaba una respuesta eufórica, ahora mismo me parece lo más lógico, como mínimo una respuesta un tanto dulzona pero… es que…

- ¿Tenía que ser hoy? – dije, me sabía muy mal pero…

- Es Navidad y sé que nos fuimos a dormir muy tarde pero…

- No, James – le interrumpí- es que no puede estar más nublado.

Mi expresión es de "Obvia obviedad" valga la redundancia.

James me mira confundido, mira por la ventana y pone los ojos en blanco.

- Ya despejará. – y bosteza.

- En resumen, que me has despertado media hora antes del amanecer para que vea el precioso cielo nublado… y me pase el día de Navidad cayéndome de sueño.

- Lily, - parecía punto de estallar en carcajadas… o ponerse a llorar, cosa que me puso bastante nerviosa, al minuto y medio o así dijo- me encanta porque… eso ha sonado como leído de tu diario.

Vuelvo enseguida. La sopita necesita que la prueben antes de terminar de hacer la comida. La Señora Potter está tan graciosa levantando la cuchara de madera y soplando.

15:56 Lo siento, me he distraído, de hecho James ha aparecido y le he obligado a poner la mesa, lo cual no hubiera llevado mucho tiempo pero estaba más por sacarme la lengua cada vez que su madre no podía verle.

Suspiro. A penas tengo una página para terminar este diario. Y Petunia no se ha dignado a enviarme uno nuevo.

En fin, vimos amanecer, despejó la sexta vez que James dijo "en cinco minutos se irán las nubes", nunca se le han dado bien las predicciones. Se veía todo el barrio, la plaza, la iglesia… algo increíble. No puedo explicarte la complicidad que hay ente nosotros, simplemente no puedo, nos quedamos mirando sin la necesidad de decir nada. Le sentaba tan bien la luz del sol en la cara. Estaba auténtico con ese pelo enredado y… ¡maldita sea! Sabes perfectamente cómo es James, no hace falta que te lo describa cuando te queda menos de media página.

- Tenías razón, valía la pena esperar.

- Siempre la tengo. – no fue en tono infantil, últimamente está más centrado que nunca.

- Esa frase es mía, James.

No negaré que fue casi de cuento de hadas, parecido a la escena del James que yo me imaginaba viniendo hacia mí a través de la niebla… vaya, ya no me acordaba de eso. Nos quedamos en silencio y pensé, como suelo hacer. Pensé demasiado, ya me conoces, en que he terminado un año entero de diario y se me ha pasado rapidísimo. En mi padre, de hecho empecé pensando en los padres de James y en el gato (que todavía no han traído, por cierto) y al final, pensé en mis padres. De hecho no hay un solo día en que no me acuerde de ellos. A los quince minutos de ver el sol, ya me había dormido.



Harry cerró el cuaderno púrpura y se lo tendió a Ginny.

- Tal vez deberías darle esto a Ted. – dijo ella.

En su muñeca brillaba una pulsera de plata con trece medias lunas azules. Harry se encogió de hombros y después negó con la cabeza.

- Quédatela, seguro que preferirá que algún día sea de nuestra Lily.

Fin del capítulo, y del fanfiction.

Mary Jane: Suspiro, y me seco una lagrima. Lo he hecho, es increíble, y ¿Sabes qué es todavía más increíble? Que aún haya ahí alguien, como tú, leyendo. I no lo digo por decir.

¿Qué más? Es que... no tengo palabras. ¡Gracias a la super-lectora que me dio la idea del amanecer en el Messenger!

Quiero saber qué os parece, significaría mucho para mí aunque ya no pueda chantajearos con subir otro capítulo o no…

AH! Ya he comenzado la segunda parte… (MJ ríe maléficamente). Así que, agradecería unas cuantas ideas, no voy a haceros chantaje porque voy a tardar bastante en tener suficiente para subir la segunda parte.

De todos modos, esta Lily es única. ¡Nos vemos!