HORIZONTES DE LUZ
Por Evi
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Nota Preliminar:
Esta historia es la secuela de "Lamentación de Otoño" y sus historias afines "Y entonces él lo supo" y "Es sólo un adiós" y cubre los eventos sucedidos inmediatamente después de la destrucción del SDF1. Sin embargo este trabajo es una obra totalmente de ficción, lo que significa que no seguirá ni la cronología, ni los eventos ni las situaciones del universo creado por Harmony Gold para Robotech. En algunos casos me permitiré la libertad creativa de tomar elementos tanto del mundo de Robotech como del mundo de Macross. Pero esencialmente esta historia es independiente de ambas cronologías.
Agradezco a mis betas, Sara y Mau por su apoyo en la realización de esta historia, su ayuda incondicional y sus comentarios y revisiones y sobre todo por su paciencia y el cariño que le tienen a esta historia y a sus personajes. ¡Gracias:)
Y siguiendo con la tradición comenzada con "Lamentación de Otoño", trataré de que haya una actualización disponible por lo menos cada jueves en este sitio. ¡Gracias a todos los que lean esta historia y espero que les guste!
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PRÓLOGO
EL PRIMER DÍA
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Aquella noche invernal era tan oscura y fría como lo habían sido todas últimamente y no sólo por el clima. Había algo en los corazones de todos los habitantes de Ciudad Macross aquella noche… en aquellos que habían sido lo afortunados de haber sobrevivido aquel día, que hacía que esa noche fuera quizás la noche más fría y oscura que se hubiera vivido alguna vez sobre la superficie de la Tierra.
El capitán Rick Hunter estaba sentado en el sofá de la sala, en la penumbra total de la noche, inclinado sobre sí mismo, sosteniendo su frente con sus manos, mientras mantenía sus codos apoyados en sus rodillas. Ni él mismo sabía cuando tiempo había estado así, pero incluso el tiempo parecía moverse a un ritmo diferente aquella noche. De pronto se enderezó y se pasó la mano por el rostro, como si quisiera limpiar algo… tal vez sudor, tal vez lágrimas… se puso de pie y con movimientos lentos y torpes se movió hasta la ventana.
Pegó la frente contra el frío cristal, pero tan ensimismado estaba en sus pensamientos que no notó la oscuridad total del exterior o el hecho de que desde aquella tarde no había dejado de nevar un solo momento. Él aún llevaba puesto su uniforme de vuelo, el cual había bajado hasta su cintura, en donde había amarrado las dos mangas del mismo. Llevaba puesta su camiseta roja reglamentaria, pero también había abierto la cremallera de la misma y había bajado el cierre hasta medio pecho, dejando visible la camiseta blanca que usaba debajo.
La noche era oscura y silenciosa. El capitán Hunter se concentró en tratar de distinguir algún sonido, lo que fuera, quizás el distante ladrido de un perro, alguna sirena a lo lejos, el ruido del viento entre los árboles, lo que fuera… pero el silencio era absoluto, lo que hacía que aquella noche fuera aún más irreal.
Pasaron unos minutos y de pronto sus meditaciones se vieron interrumpidas por un sonido apenas audible y una débil luz azul que se encendió sobre la mesita de café. Rick miró su teléfono celular, el cuál mantenía en modo de vibrador para no hacer ruido, y de inmediato fue a tomarlo de sobre la mesa y revisó el ID antes de contestar la llamada.
- Rick, soy yo… - una voz habló desganadamente desde el otro lado de la línea. – Lamento hablarte a esta hora, pero me dijiste que te mantuviera informado…
- Está bien Max… - Rick habló en un susurro. - ¿Qué sucedió?
El breve silencio de su amigo le dijo a Rick todo lo que necesitaba saber, aún antes de que él hablara.
- Se han confirmado sus muertes.
Ahora fue el turno de Rick de guardar silencio. Aún con el teléfono pegado a la oreja, caminó de regreso a la ventana y comenzó a trazar figuras geométricas en el cristal empañado.
- ¿Sus cuerpos…?
- No han sido recuperados aún. – Max le informó. – El clima no ha ayudado, la nevada no cesa y los equipos de rescate no pueden trabajar en estas condiciones. No han informado mucho al respecto, pero se que mañana van a enviar un submarino robot…
- Entiendo. – Rick respondió sintiendo que aquello no estaba sucediendo en realidad. – Max, debes ir a casa y descansar… Miriya y tú han estado en servicio desde la mañana.
- Estamos bien, jefe… - un incómodo silencio siguió- Y… y ¿Cómo está ella?
- Está dormida. – Rick miró hacia la puerta cerrada al fondo del pasillo.
- ¿Pero está bien?
Rick lo negó con la cabeza y suspiró levemente.
- No ha hablado mucho desde esta tarde… cuando quise llevarla al hospital se negó, diciendo que todos los cuerpos médicos estarían encargados de las prioridades. La traje a su casa que, gracias a Dios, no sufrió mayores daños… pero desde que llegamos ha estado muy pensativa y callada… llamé a un médico, estaba preocupado y quería que fuera examinada… cuando vino el primer ataque, ella estaba en la zona de desastre y perdió el conocimiento… eso sin contar las heridas que recibió durante el ataque al SDF1.
- ¿Qué dijo el doctor?
- La examinó, le curó las heridas, le recetó algunas medicinas y le aplicó un sedante para que pudiera dormir… hablé con él, me dijo que es probable que esté en un estado de shock y… y que ella iba a necesitar mucha ayuda y mucho apoyo para salir adelante bajo estas circunstancias.
- Seguramente… pero sus amigos estamos aquí para—
- Max. – Rick lo interrumpió. – La amo…
La voz del capitán Hunter se quebró cuando pronunció las últimas palabras. Un prolongado silencio siguió. Silencio que fue roto por un sollozo apagado que el capitán Hunter trató de controlar sin mucho éxito.
- Lo sé… - Max finalmente respondió. – Lo he sabido por mucho tiempo, jefe. Creo que es ella la que necesita escucharlo de tus labios.
- Ya lo hizo…
- ¡Rick! – misteriosamente la voz de Max tuvo una nota momentánea de alegría. - ¿Lo hiciste? Pero… ¿Cuándo¿Cómo?
- Esta mañana apareció frente a mi puerta… vino a despedirse. Me dijo que el Almirante Gloval la había puesto al frente de una misión colonizadora y—
- Y que partiríamos mañana. – Max completó.
- ¿Partirían? – Rick tartamudeó. – Pero—pero Max, no entiendo… ¿Ustedes también…?
- Si Rick… Lisa nos hizo una invitación expresa de unirnos a su misión. Nosotros aceptamos.
- Pero… todos ustedes iban a irse… ¿sin mí?
- Rick… tu estabas con Minmei, todos sabíamos que era cuestión de días antes de que renunciaras al ejército y te alejaras de todos nosotros… con ella.
- No… - Rick susurró. – Max… no, eso jamás… porque… porque Lisa me dijo que me amaba… que siempre lo ha hecho y—que…
Sus palabras murieron en su garganta y un nuevo sollozo apagado le sacudió el cuerpo al recordar esa escena y lo que vino después… el ver a Lisa alejarse de él para siempre era algo que jamás podría olvidar. De pronto se había sentido completamente solo en el universo. Sin Lisa¿Quién estaría ahí para guiarlo, para comprenderlo, para escucharlo, para cuidarlo… para amarlo?
- ¿Qué hiciste tú?
- Nada… me quedé ahí, mirándola… no sabía que hacer… vi sus ojos llenos de lágrimas y cuando ella comenzó a alejarse de mí… yo—Max, hoy la perdí tantas veces, que no quiero volver a pasar por eso nunca más… Khyron atacó y salí tras ella y cuando la vi tan sola y tan vulnerable pero aún así tratando de hacerse la fuerte… le dije que no la dejaría ir a ningún lado… que yo iba a cuidarla… que yo la amo.
Rick escuchó como un suspiró de satisfacción del otro lado de la línea y casi pudo imaginar el rostro sonriente de Max.
- ¡Y lo voy a cumplir, Max! Cuando el SDF2 fue destruido… y más tarde, cuando el mismo SDF1 fue impactado por la nave de Khyron… el saber que ella podría haber… no, ni siquiera quiero pensar en eso…
- Rick, no quiero ser entrometido pero… ¿Qué hay de Minmei?
- ¡Al demonio con Minmei! – Rick levantó la voz, pero enseguida se arrepintió de haberlo hecho. – Ella… ella no me necesita, es una mujer demasiado egoísta que piensa que el mundo gira en torno a ella… que no se da cuenta de las cosas que tiene a su alrededor, de la gente que tiene a su alrededor… Max, ya nos hemos despedido y ya no me interesa lo que pueda suceder con ella… es ahora Lisa la única persona que me importa y es ella con quien quiero estar. Lo demás me tiene muy sin cuidado.
- Jefe, la vida les ha dado otra oportunidad… por lo que me dices tú casi perdiste a la capitana Hayes 3 veces en un solo día… pero con todo, ahí están ahora, juntos… no desaproveches la oportunidad que se les ha otorgado… piensa que muchos otros no tuvieron la misma suerte.
Rick meditó las palabras de Max, sin saber realmente que decir. Claro que no iba a desaprovechar la oportunidad. Aquella noche se había prometido que pasaría el resto de su vida demostrándole a Lisa con hechos, con acciones y con palabras lo mucho que la amaba y cuanto la necesitaba.
- Siento mucho el no estar ahí con ustedes, Max. – Rick comentó.
- ¡Nada de eso! Tu trabajo en estos momentos es cuidar a la oficial más importante de la RDF… esa es su misión, jefe. No puede dejar sola a la capitana Hayes.
- Jamás lo haré, Max… jamás.
- Bien… espero que puedas descansar un poco esta noche, Rick… mañana podremos hablar con más calma… y me da mucho gusto saber que finalmente Lisa y tú estén juntos. ¡Ya se lo merecían!
- Gracias Max. – Rick sonrió, sintiendo una emoción indescriptible recorriéndole el cuerpo simplemente con el pensamiento de Lisa y él, juntos. – Te veo por la mañana. ¡Y por favor cuídense mucho!
Después de despedirse, Rick dio por finalizada la llamada y arrojó el celular sobre la mesita de café. Suspiró y miró a la ventana… aquella sería una noche muy larga. Su mirada se clavó sobre la puerta al fondo del pasillo y sin pensarlo dos veces, se dirigió a ella.
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Con mucho cuidado Rick abrió la puerta del cuarto de Lisa y entró en él sin hacer ruido. La oscuridad era total, pero los ojos de él ya se habían acostumbrado a la penumbra. Se quedó de pie, al lado de la cama, observando a Lisa, quien hecha un ovillo descansaba sobre su costado izquierdo. Él la había visto dormir muchas veces y sabía que siempre tenía una expresión angelical en el rostro cuando dormía, pero no aquella noche. Lisa se notaba tensa, atemorizada, desesperada. Su descanso era intranquilo a pesar del sedante que aún en contra de su voluntad le había sido aplicado por el médico.
Rick acercó una silla al lado de la cama y se sentó en ella. Contempló el rostro de la capitana por un momento y sin poder evitarlo su mano se levantó y con cariño acarició el cabello sedoso de Lisa.
- ¡Eres tan hermosa! - Rick susurró. – Te amo Lisa Hayes… ¡Te amo!
Se inclinó con cuidado y la besó con ternura en la frente después de haber retirado el cabello de ella. Retrocedió un poco y tomó la mano de Lisa en las suyas. Estaba fría y aquello lo preocupó un poco. Acomodó la cobija sobre Lisa con cuidado y volvió a observarla. Parecía que no podía apartar su mirada de su rostro tan hermoso y el sólo hecho de tenerla a su lado parecía reconfortarlo y darle fuerzas.
Su mente regresó unas horas y recordó por milésima vez los eventos de aquel fatídico día, desde que se había levantado por la mañana, sintiéndose vacío, triste, decepcionado, culpable… muchas cosas habían sucedido aquel día y su mente aún no parecía procesarlas todas. Sin embargo fue a un momento específico al que su subconsciente lo llevó en ese instante: a la breve conversación que él y Lisa habían tenido aquella noche, después de que el doctor se había retirado y antes de que el sedante surtiera efecto en ella.
Él se había quedado a su lado mientras ella se quedaba dormida. Se había sentado en la orilla de la cama, acariciando el cabello de Lisa. Ella parecía ausente y sus ojos se cerraban pesadamente por más esfuerzos que ella hacía por mantenerlos abiertos.
- Si tan sólo hubiera sido un poco más rápida… me demoré demasiado en tomar esa decisión…
Las palabras de ella habían sido apenas un susurro y Rick había tenido que inclinarse un poco para escucharlas. No sabía de qué estaba hablando, pero decidió no hacer preguntas y mejor tratar de reconfortarla.
- Hiciste lo correcto, Lisa. – él le respondió.
- Es que… no puedo dejar de pensar… que si hubiera llevado a las chicas al puente más rápidamente… hubiéramos tenido más tiempo… tal vez unos segundos extras para maniobrar el SDF1… para evitar la colisión… si no me hubiera demorado tanto…
- No, tú hiciste lo que debías hacer… de todas maneras el SDF1 no tenía suficiente energía para efectuar un disparo de largo alcance… hubieran tenido que esperar a que la nave de Khyron estuviera en posición y los segundos extras que hubieran podido ganar no servirían de mucho, con el SDF1 totalmente inoperable… Lisa, no puedes culparte por lo que sucedió… tú hiciste frente a la batalla, luchaste con todas tus fuerzas hasta el límite, hasta el último momento… por favor, no seas injusta contigo misma. Las cosas sucedieron como debían suceder.
Lisa cerró los ojos y por un momento Rick pensó que estaba dormida. La pequeña lámpara de seguridad de la habitación amenazaba con apagarse en cualquier momento. Rick se había asegurado tenerla a una baja intensidad, tanto como para no molestar a Lisa, como para ahorrar un poco de energía. Toda la ciudad estaba en penumbra aquella noche. Un prolongado silencio se hizo en la habitación y cuando él decidió levantarse de la cama y dejarla descansar, Lisa comenzó a hablar otra vez, con la voz apenas audible:
- Cuando el SDF1 iba ascendiendo… después de dos años de estar estacionado… en ese momento yo—
- ¿Si? – Rick la motivó a seguir. - ¿Qué sucedió?
- Claudia… - la voz de Lisa tembló perceptiblemente. – Ella… ella me preguntó si había hablado contigo…yo le dije que—que había ido a despedirme que… que te había dicho que te amo…
Rick sonrió con tristeza, pensando que por lo menos Claudia se había ido con esa noticia… seguramente a esas horas ya Roy se había enterado también.
- Ella dio un par de órdenes más y me preguntó que habías dicho tú…
- Que yo también te amo. – Rick susurró suavemente, aún acariciando el cabello de ella, al tiempo que se inclinaba a besarla en la frente. – Que siempre voy a estar a tu lado… que voy a cuidar de ti.
Lisa no respondió, solo asintió con la cabeza y después de un momento murmuró:
- Me dijo… que tendría que contarle todos los detalles y que—más tarde podríamos conversar mientras… mientras tomábamos una taza de té.
Eso había sido lo último que Lisa había dicho antes de caer en un sueño provocado en parte por el cansancio físico y emocional del día y en parte por el sedante que el médico le había administrado.
Rick suspiró profundamente, volviendo a la realidad. En la penumbra de la habitación, él seguía extasiado, contemplando el rostro perfecto de ella en la oscuridad. Se veía tan pequeña y vulnerable que él sentía la necesidad de amarla, de cuidarla, de protegerla… ¿Por qué había sido tan tonto durante tanto tiempo¿Por qué jamás se había permitido escuchar a su corazón y entender que era ella a la quien amaba, a la que siempre había amado y a quien siempre amaría?
El capitán Hunter besó apasionadamente la mano de ella que sostenía en las suyas.
- Perdóname Lisa… por todo lo que tuviste que pasar por mi culpa… por todo lo que te hice sufrir, aún sin proponérmelo… por las veces que conciente o inconscientemente te hice enojar… por las veces que te desobedecí, que te cuestioné… ¡Perdóname, Lisa! Te mereces tanto y yo… yo he sido un tonto… pero si me das la oportunidad… Lisa Hayes, estoy enamorado de ti… ¡Te amo!
Rick volvió a besar su mano repetidamente y luego acarició su cabellera una vez más.
- La capitana Hayes, hija del almirante, primer oficial del SDF1, segunda al mando, oficial en jefe de operaciones tácticas… nada de eso me importa, capitana Hayes… sólo me importa usted… Lisa… te prometo que las cosas van a cambiar, preciosa… no te voy a defraudar.
El cansancio y la tensión del día estaban haciendo mella en el joven piloto. Sin siquiera percatarse de ello, se inclinó hacia adelante para descansar su cabeza en la cama, sin dejar de sostener la mano de ella en la propia. Cerró los ojos e inmediatamente sintió su cuerpo relajándose, mientras un sueño pesado caía sobre él. Enseguida el capitán Hunter se quedó profundamente dormido.
Fue una noche sin sueños… en las horas siguientes a la destrucción de Ciudad Macross y la muerte de amigos tan cercanos, Rick sentía que no era momento para tratar de buscar ni respuestas ni responsables. Era momento de hacer un alto, agradecer por lo que se tenía, rezar por lo que se había perdido… y descansar un poco. Había un dicho muy común entre los pilotos de la RDF: "vive hoy para que puedas luchar mañana" y Rick pensaba seguirlo al pie de la letra. Unas horas de sueño no le caerían mal… ya habría tiempo para preocuparse de todo lo demás en la mañana.
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La nieve cayó sin cesar toda la noche. La destruida ciudad Macross amaneció completamente cubierta por un manto blanco, como si con ello quisiera cubrirse y olvidarse de la destrucción del día anterior. La nevada amainó en la madrugada, pero el ambiente frío y gris de aquel amanecer sin sol presagiaba días difíciles para los sobrevivientes.
Lisa se movió un poco en su cama y murmuró algunas palabras incomprensibles. Sus ojos se entreabrieron y parpadeó un par de veces, tratando de sacarse en sueño de encima. Aún estaba oscuro aunque una débil luz grisácea se filtraba por los pliegues de las cortinas, haciendo que todos los objetos en su habitación parecieran fantasmas a su alrededor. Había un silencio casi absoluto… y ella tenía frío… mucho frío.
De pronto se percató de que el único sonido que se escuchaba en el cuarto era la respiración rítmica y acompasada de alguien que dormía a su lado. Sus ojos bajaron hasta encontrarse con el rebelde cabello oscuro de Rick Hunter a su lado. Estaba sentado en una silla, con su cabeza recargada en la cama y sostenía posesivamente su mano en la de él. Lisa se percató de que era precisamente su mano el único punto de su cuerpo donde ella sentía un poco de calor.
- Rick… - pensó, sin estar muy segura de qué era lo que él estaba haciendo ahí. – Pero… ¿Qué…? Esto… esto debe ser un sueño, yo—
Con su mano libre tocó tentativamente el cabello ensortijado del joven líder Skull, como si temiera que, a su contacto, él pudiera desvanecerse. No era la primera vez que soñaba que Rick estaba a su lado pero… si era la primera vez que él se sentía tan real, tan vivo tan…
El tren de pensamientos de Lisa se detuvo y de pronto, como si fueran una avalancha, todos los recuerdos del día anterior se agolparon en su mente, provocando un dolor indescriptible en su pecho y una opresión tan fuerte en su corazón, que por un momento tuvo dificultad para respirar.
- Claudia… Almirante Gloval…
Pensó, mirando al techo y percatándose, por primera vez, de que su cuerpo le dolía. De la cabeza a los pies, todo su cuerpo se sentía débil y adolorido. Tenía una jaqueca que amenazaba con hacer explotar su cabeza y sentía que no tenía en ella una sola gota de energía. Estaba débil, cansada, adolorida… y muy herida. Sus heridas más profundas no eran físicas, pero ella sabía que aún cuando las heridas de su cuerpo hubieran sanado, las que llevaba en el alma seguirían sangrando… porque no hay ungüentos que puedan curar esas heridas… ninguna medicina más que tal vez…
- El amor…
Lisa miró a Rick y apretó su mano con fuerza. ¿Era cierto aquello¿No era un sueño¿Era verdad que él la amaba y que ahora estaban juntos? Lisa recordó la mañana anterior… aún no habían transcurrido ni 24 horas, pero parecía que había sido hacía un siglo. Ella se había ido a despedir de él… y él estaba con Minmei. Sí, Lisa sabía que a esas alturas entre Rick y Minmei había mucho más que sólo una amistad o un amor platónico.
Pero en contra de cualquier pronóstico, él había dejado a la Señorita Macross atrás y había ido tras de ella, había corrido detrás de Lisa Hayes, suplicándole que no lo abandonara… diciéndole que a donde ella fuera, él iría con ella… que él iba a cuidarla, porque él, Rick Hunter, la amaba.
Los ojos de Lisa se abrieron, mientras aquel recuerdo surgía en su mente. ¿Había sucedido en realidad o era sólo otro de sus sueños¿Estaba Rick realmente ahí con ella, o era simplemente un fantasma que se desvanecería con la luz del amanecer, dejándola irremediablemente sola… como siempre había estado?
Como respuesta a sus preguntas, Rick se movió un poco y gruñó. La posición en la que estaba era bastante incómoda y fue un dolor agudo en su cuello lo que le hizo despertar. Lisa lo miró interrogativamente, como si en realidad no creyera que él estuviera ahí. Rick levantó su rostro adormilado, tallándose los ojos y haciendo algunos ruidos, pero en cuanto vio el rostro de Lisa, a escasos centímetros del suyo, se detuvo en seco y todo rastro de sueño pareció desaparecer de él.
- ¡Lisa! – susurró apasionadamente, apretando su mano con fuerza, mientras con el dorso de la otra mano tocaba su frente, comprobando que no tuviera fiebre. - ¿Estás bien¿Cómo te sientes?
Los ojos profundamente azules de él fueron capturados por los ojos esmeralda de ella. Por un momento se hizo silencio entre ellos. Era como si ambos quisieran asegurarse de que aquello era real, de que finalmente estaban juntos… de que aquello no era un sueño.
- Rick… estás aquí.
Las palabras de ella fueron apenas un susurro. Rick sintió que sus ojos se nublaban con las lágrimas que involuntariamente se acumularon en ellos cuando la escuchó decir aquellas palabras. Había tanta incredulidad, tanto dolor y tanta desesperanza en el tono de su voz, que él se dio cuenta de inmediato, que ella aún no podía procesar todos los acontecimientos del día anterior.
- Estoy aquí y siempre lo voy a estar. – Rick apretó su mano entre las suyas y la besó repetidamente, con una devoción que ni él mismo podía explicarse. - ¿Cómo te sientes?
- Sobreviví. – Ella contestó con voz apenas audible. – Es mucho más de lo que otros pueden decir.
Rick asintió con la cabeza. Aquel pensamiento era realmente amargo, pero absolutamente cierto.
- Cuanto el Almirante Gloval y Claudia me empujaron a la cápsula de escape… pude verlas, Rick… las chicas, ellas estaban… estaban en el suelo y no se si estaban… - Lisa sacudió la cabeza, como queriéndose sacar esa imagen de la mente. – La cabeza me daba vueltas… yo no sabía que estaba sucediendo…. yo—yo sólo pensaba en ti y… Rick, cuando Khyron impactó al SDF1… mi único pensamiento fue para ti.
Rick asintió a las palabras de Lisa, pero no hizo comentarios. Mantenía sus ojos clavados en su rostro y su mano contra sus labios mientras la escuchaba con atención. Jamás olvidaría ese instante, cuando el enorme crucero Zentraedi había colisionado con el SDF1, el único pensamiento que él había tenido en su mente había sido ella… y antes de perder comunicación con el puente del SDF1, él la había escuchado gritar su nombre en el tacnet. Aquello había helado su sangre. Se había sentido tan impotente al ver cómo Khyron, en su ataque suicida, se llevaba con él lo que Rick más amaba en el mundo… en ese momento pensó que estaba presenciando la muerte de Lisa, incapaz de hacer nada por salvarla. La angustia y la impotencia, el dolor, el miedo, el coraje… todo se había mezclado en su pecho. Jamás en su vida se había sentido tan asustado ni tan lleno de odio. Aún en ese momento, tan sólo al recordarlo, sentía las mismas emociones, la misma desesperación y la misma angustia.
Sin poder contenerse, sin siquiera pensar en ello, se movió un poco, acercándose a Lisa y recargó su cabeza en el pecho de ella, queriendo sentirla viva. Sus ojos se cerraron y escondió su rostro entre los pliegues de la camisola de franela que Lisa llevaba puesta.
Aquella súbita acción tomó a la capitana por sorpresa. Su corazón se aceleró en un segundo, al sentir la cercanía física de Rick, y sintió como todo su cuerpo era invadido por un calorcito reconfortante. Pasó su brazo por los hombros de Rick, sosteniéndolo contra ella, mientras su otra mano trataba de aplacar un poco su cabello rebelde, que le hacía cosquillas en el rostro, pero sus dedos, como si tuvieran voluntad propia, comenzaron a jugar con el cabello de Rick, provocando con ello una oleada de bienestar en el cuerpo del muchacho… mientras ese gesto tan simple se convertía para ella en un acontecimiento… ¡Hacía tanto que había soñado con hacer eso! Tan solo tocar su cabello… sentirlo cerca por un momento. Aquello no era un sueño, Rick Hunter realmente estaba ahí con ella…
- Hablé con Max. – Rick susurró contra su pecho.
Los ojos de Lisa se entreabrieron y su mirada se clavó en el techo. No tenía que preguntar nada, sabía exactamente lo que Rick estaba por decirle. Sintió como él la apretaba con fuerza y lo escuchó pronunciar aquellas palabras que no por ser esperadas fueron menos dolorosas.
- Sus muertes fueron confirmadas.
- Lo sé. – Lisa murmuró.
Rick sintió cómo una lágrima rebelde se escapó sin que él pudiera evitarlo. Pero no podía permitirse llorar frente a Lisa. Tenía que ser fuerte por ella. Levantó su rostro y la miró. Sus ojos seguían clavados en el techo y aunque estaban anegados en lágrimas, ella no se permitía derramar una sola de ellas.
- Claudia me dijo… que ella iba a estar bien… me dijo que ella iba a encontrarse con Roy al fin y que yo… que yo debía vivir… que para ella era el final del camino pero que el mío apenas comenzaba… que ahora yo tenía un motivo por el cual vivir, un motivo que ella ya no tenía… me dijo que debía vivir bien… que debía vivir por todos ellos.
- Lisa…
Rick se incorporó lentamente y pasó su mano por el rostro de ella, acariciándolo de una manera tan tierna y amorosa, que Lisa pensó que aquello no podía estar pasando… por un momento tuvo la vaga idea de que ella también había muerto… o que tal vez Rick era solamente una ilusión de su corazón que tanto lo amaba. Pero cuando Rick se inclinó sobre ella y la besó alternativamente en ambos ojos, Lisa supo, sin lugar a dudas, que aquello no era un delirio de su mente. Que aquello estaba sucediendo… ¿Por qué el destino volvía a jugarle de esa manera¿Por qué había perdido a sus amigos, a su familia, exactamente el mismo día que había, finalmente, ganado el corazón del piloto?
- Ambos viviremos bien, Lisa. – La voz de Rick la sacó de sus pensamientos. – Ambos viviremos por ellos, para honrar su memoria… pero de ahora en adelante vamos a hacerlo todo juntos, tú y yo.
Lisa miró a Rick a los ojos, sintiendo que él corazón se le oprimía en el pecho. ¿Cómo era posible sentirse tan triste y tan absolutamente feliz al mismo tiempo?
El capitán Hunter se puso de pie y Lisa lo siguió con la mirada. Fue hasta una mesita cerca de la puerta de la habitación y regresó con un vaso de agua y unas pastillas.
- Debes de tomar tu medicina, ya es hora.
- Pero…
- ¡Uh, uh! – Rick detuvo su protesta. – No se vale replicar…
Con cuidado la ayudó a sentarse y Lisa, sin protestar, tomó la medicina que él le entregó. Rick la observó y sonrió complacido. Había tanto cariño en su mirada y tanta preocupación, que Lisa volvió a cuestionarse la realidad. Rick le acomodó las almohadas y las cobijas cuando volvió a acostarse y le dijo que debía descansar. Sus palabras fueron apenas captadas por ella, quien ya había caído en un sopor todavía provocado por el sedante tan fuerte que le había sido aplicado la noche anterior. Sus ojos se cerraron pesadamente y entre sueños pudo escuchar la voz de Rick susurrándole que la amaba.
Cuando Lisa se quedó dormida otra vez, Rick suspiró, contemplándola sin poder apartar sus ojos de ella. ¡Era tan hermosa y la amaba, ahora lo todo era claro para él¿Por qué había tardado tanto¿Por qué había desperdiciado tanto tiempo? Rick se inclinó y la besó en la mejilla, en los ojos y en la frente. La ternura que Lisa provocaba en él era sólo superada por el amor que sentía en su corazón… un amor que parecía haberse desbordado en el momento en que ella le había confesado sus sentimientos… y más aún, cuando la había visto de pie ante él, bajo los restos del SDF1, después de haberla creído perdida para siempre.
- Te amo, Lisa Hayes.
Le besó las manos y enseguida se puso de pie. Había un sillón reclinable en un extremo de la habitación. Se sentía cansado y adolorido, así que tomó una manta que estaba colocada sobre un taburete cerca de la cama de Lisa, y fue a instalarse en el sillón. Una vez ahí, observó a Lisa por un buen rato, hasta que sus ojos no pudieron permanecer abiertos un segundo más y finalmente se quedó dormido, soñando con la vida que ahora le esperaba, al lado de ella.
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Todavía era muy temprano cuando Rick abrió los ojos. Le tomó un segundo recordar en dónde estaba y bajo que circunstancias, pero cuando lo hizo, inmediatamente se puso de pie de un brinco y se acercó a la cama, en donde Lisa seguía profundamente dormida. Aquello pareció calmarlo un poco. Se pasó la mano por el cabello ensortijado y decidió que prepararía algo de desayunar y luego tomaría un baño.
Salió con cuidado de la habitación, sin hacer ruido y enseguida fue por su celular que había dejado sobre la mesita de la sala. Automáticamente marcó el número de Max y su amigo contestó apenas había sonado el primer tono.
- Buenos días, jefe… ¿Qué sucede¿Están bien¿Todo en orden? – la voz de Max sonó sinceramente preocupada y Rick lo agradeció.
- Todo bien, Max, no te preocupes… pero es muy temprano… ¡No me digas que todavía estás en la base!
- Teníamos algunas cosas de las que debíamos encargarnos. Miriya volvió a casa hace un par de horas, para quedarse con Dana… yo voy de salida.
- Debes descansar.
- Si, lo se… pero la situación es difícil aquí, Rick… vamos a tardar algo de tiempo en recuperarnos de esta.
- Tal vez, pero sé que lo haremos… por lo menos ahora tenemos la certeza de que la guerra terminó.
- Cierto. – Max se notaba cansado. - ¿Cómo está Lisa?
- Aún duerme… pero no está muy bien Max. Estoy preocupado por ella.
- ¿Quieres que llame al doctor y le diga que pasé otra vez por allá?
- Te lo agradezco pero no creo que sea necesario… Lisa no está mal físicamente. Creo que sus heridas son más profundas. La muerte de Gloval, Claudia y las chicas la está afectando mucho.
- Me imagino. Ellas eran prácticamente su familia… pero ahora te tiene a ti, Rick. Vas a tener que ser muy fuerte por ella.
- Lo sé, y no importa lo que pase, saldremos adelante… Max, quería pedirte un favor… si no es mucha molestia… si camino a tu casa pasas por la mía¿Podrías… uh, traerme un poco de ropa? Es que todavía ando en uniforme de vuelo y no quiero dejar a Lisa sola.
- No hay problema, en unos 20 minutos paso por ahí… ¿Estás pensando en instalarte permanentemente en casa de Lisa? – La voz de Max sonó traviesa.
- No, claro que no. – Rick contestó a la defensiva. – Es sólo que… no puedo dejarla sola en estos momentos.
- Ni ahora ni nunca, jefe… ¡Me alegra tanto saber que por fin abriste los ojos! No tienes idea de lo contenta que Miriya se puso cuando le di la noticia. Pero bueno… te veo en un rato. ¡Roger out!
Rick terminó la llamada y suspiró pesadamente, aunque una sonrisita apareció en sus labios. Instalarse permanentemente en casa de Lisa no parecía una mala idea en absoluto… después de todo su casa había sido dañada en el último ataque y tal vez ella…
- ¡Olvídalo, Hunter! – se reprendió a sí mismo. – Después de todo lo que ha pasado en las últimas semanas, más te vale que comiences a hacer méritos con ella… tengo que recuperar su amistad antes que nada… y debo de dejarle bien en claro que ella no está sola, que yo estoy con ella y que yo jamás la abandonaré. Ella es lo único que yo tengo en esta vida…
Sin siquiera pensarlo, Rick marcó el número personal del doctor que había atendido a Lisa la noche anterior, el cual estaba almacenado en la memoria del celular.
- Doctor, habla el capitán Hunter… no, la capitana Hayes está bien, sigue dormida y ha tomado su medicina como usted lo prescribió… sí, todo en orden… yo sólo… quería preguntarle si hay alguna indicación en especial que yo debiera saber… no, está tranquila… no, tampoco se ha quejado de dolores ni— ¿Está seguro? Doctor, no quiero ser irrespetuoso, pero un buen amigo mío murió por heridas que no fueron atendidas a tiempo y—sí, yo se que ya usted le hizo un examen completo a Lis—es decir, a la capitana Hayes pero… de acuerdo. Sí, me ocuparé de mantenerla tranquila y en reposo y veré que se tome sus medicinas… si pudiera pasar a verla cuando tenga algo de tiempo se lo agradecería mucho… sí, entiendo que la situación de emergencia es delicada… sí, yo le llamo si cualquier cosa sucede… gracias. Hasta luego.
Rick colgó el teléfono y lo arrojó al sofá. Sabía que el doctor estaba ocupado y le agradecía el tiempo que se había tomado la noche anterior para ir a revisar a Lisa. Quizás se estaba preocupando de más, Lisa no parecía estar seriamente herida, pero aún así le preocupaba.
- Supongo que me estoy comportando un poco sobre-protector. – pensó mientras se dirigía a la cocina. - Pero más vale que Lisa se acostumbre a esto, porque de ahora en adelante yo me voy a ocupar de ella… si es que no me hace una corte marcial primero y me manda sentenciado de por vida al calabozo.
Rick se rió y comenzó a preparar algo de café para él y té para Lisa. Recordó que a ella le gustaba desayunar avena con miel y decidió que ese sería su desayuno. Él mismo se preparó un pan tostado con mantequilla y un café sin azúcar. Desayunó mientras preparaba la comida de Lisa y cuando estaba acabando de poner todo en una charola, vio por la ventana de la cocina a Max, estacionando su jeep afuera de la casa.
Rick corrió a la puerta, para evitar que Max tocara el timbre y Lisa se despertara. Cuando ambos amigos estuvieron frente a frente, una expresión de tristeza infinita apareció en los rostros de ambos. Max puso su mano en el hombro de Rick y lo palmeó cariñosamente. Él capitán Hunter colocó su mano sobre la de Max, y la apretó con fuerza. Ambos sabían que podían contar incondicionalmente el uno con el otro.
Pero luego Max levantó su mirada y una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Sin previo aviso atrajo a Rick hacia él, dándole un fuerte y cálido abrazo.
- Me alegra que hayamos salido de esta vivos, Rick… pero sobre todo me da mucho gusto que Lisa y tú finalmente se tengan el uno al otro… cuídala mucho, Rick.
- Lo haré.
Max se separó de su amigo y le entregó una mochila militar que traía con él. Parecía que el comandante Sterling había empacado toda la ropa de Rick en esa mochila. El capitán Hunter se lo agradeció con una sonrisa, a la que Max respondió con un guiño.
- Voy a casa… necesito descansar un poco… te veo más tarde, jefe… ¿De acuerdo?
- ¡Gracias Max!
Rick vio a su amigo subirse al jeep y saludarlo militarmente antes de retirarse. Rick miró a su alrededor. Las calles estaban vacías, grises y sin vida. Aquella zona no había sido afectada por el ataque, pero a lo lejos, al final de la calle, podían verse algunos edificios que habían colapsado. Rick bajó la mirada y sacudió la cabeza.
- Estoy seguro que el encabezado del periódico del día de hoy sería "Destrucción total del SDF1 y Ciudad Macross". Excepto, claro, que no creo que el día de hoy haya periódicos.
Rick regresó al interior de la casa, frotándose las manos para calentarse un poco, y entró directamente al baño. Necesitaba una buena ducha y cambiarse de ropa. Poco más tarde, ya limpio y vestido con jeans y una sudadera azul, salió del baño y fue a la cocina. El desayuno de Lisa se había enfriado un poco, pero no quiso usar la poca energía de reserva que había en la casa para recalentarlo. Tomó la bandeja y volvió a la habitación.
Cuando entró, se dio cuenta de que ella estaba despierta pero inmóvil en la cama. Estaba recostada de lado y sus ojos estaban clavados en un punto no muy bien determinado del muro frente a ella. Parecía estar totalmente perdida en sus pensamientos.
- Lisa… - Rick habló con voz suave y cálida, dejando la bandeja sobre la mesita de noche. – Buenos días… ¿Cómo te sientes?
Lisa miró sobre su hombro pero ninguna reacción perceptible, ninguna emoción ni ningún pensamiento atravesaron por su rostro. Rick levantó una ceja, percatándose de que Lisa lo había mirado como si pareciera no haberlo reconocido, como quien mira a cualquier extraño en la calle. El capitán Hunter fue a sentarse a su lado en la cama y pasó su mano por la frente de ella. Rick se alarmó un poco cuando notó lo fría que la piel de ella se sentía.
- ¿Estás bien? – le preguntó, tratando de ocultar su preocupación.
Lisa apenas asintió con la cabeza. Rick no dijo nada, sólo se quedó a su lado, frotando su brazo de arriba a abajo tratando de calentarla, pero sobre todo, tratando de dejarle saber que él estaba ahí con ella.
- Te preparé algo de avena y té para que desayunes. – Finalmente le informó.
- No tengo hambre.
- Yo lo sé… - Rick alcanzó el desayuno y lo acercó a la cama. – Pero tienes que comer… ¡Vamos, siéntate!
Lisa obedeció como autómata. Se incorporó y Rick se apresuró a acomodarle las almohadas detrás de la espalda. Ella se recargó en ellas y apenas y pudo mover sus labios en lo que pareció ser su mejor intento de una sonrisa, cuando Rick colocó la bandeja en sus piernas.
- El té está tibio… pero te hará entrar en calor… y la avena tiene miel, como te gusta.
- Gracias Rick.
Su voz, apenas un susurro, tenía un acento de gratitud que hizo que Rick sintiera que todo estaría bien. Durante quince minutos estuvo en silencio, viendo como Lisa, más que comer, sólo revolvía la avena con la cuchara. Apenas y pudo hacer que ella comiera unos pocos bocados y que se tomara el té. Luego le dio la medicina que le tocaba en esos momentos. Ella no parecía estar muy conforme con aquello, pero sentía que no tenía fuerzas para negarse. Ella, la siempre determinada e independiente Lisa Hayes, había perdido toda su voluntad esa mañana.
Rick puso la bandeja a un lado y sin pensarlo dos veces se subió a la cama, con ella. Se acomodó, recargándose contra la cabecera y atrajo a Lisa hacia él, para que su cabeza descansara sobre su pecho. Ella no se resistió, antes bien se acurrucó contra él y cerró los ojos. Un suspiro doloroso y vacilante escapó de su pecho, mientras intentaba controlar el llanto que amenazaba con quebrarla por completo. Rick cerró sus brazos en torno a ella, tratando de calentarla, de reconfortarla y de darle seguridad. Hubo un silencio prolongado y un tanto pesado. Finalmente él la besó en la frente, mientras trataba de pensar en algún tema para iniciar una conversación con ella. Sin embargo fue ella la que finalmente rompió el silencio.
- Las cosas hubieran sido muy diferentes si yo no hubiera actuado de una manera tan inmadura y egoísta.
Rick la miró, sin saber a qué se refería. Ella cerró los ojos y siguió hablando.
- Si el día de navidad te hubiera notificado del ataque de Khyron desde la primera orden de despegue… tal vez Khyron no hubiera robado esa matriz de protocultura y—y nada de esto hubiera pasado.
- Lisa, debes de dejar de culparte a ti misma. – Le volvió a besar la frente. – No hay culpables… no fue culpa tuya ni de nadie más.
- Pero Rick, tu tenías razón, yo debí de llamarte y yo—
- ¡Shhh! – Rick la silenció antes de que el nombre de Minmei pudiera salir a colación. – Khyron hubiera robado la matriz de todas maneras… venía dispuesto a todo. No se hubiera ido sin esa protocultura. Lamento lo que te dije ese día, Lisa… estaba enfadado y no lo niego… pero yo sólo soy un hombre, mi presencia no hubiera hecho ninguna diferencia en esa batalla.
- Pero tú eres uno de los mejores pilotos de la RDF y fui yo la responsable de que tú no—
- ¡Tu no eres responsable de lo que pasó! – Rick habló energéticamente. - ¡Ya deja de pensar en esas cosas! Si quieres buscar culpables, entonces yo lo soy tanto como tú… fui yo quien dio la orden de que los escuadrones abortaran la persecución de Khyron y regresaran a Ciudad Macross a ayudar a los civiles… Max quería ir tras Khyron, Miriya hubiera ido con él… y tal vez las cosas hubieran sido diferentes, pero yo no se los permití.
- Eso fue diferente… tú lo hiciste por ayudar a los civiles… yo lo hice…
Rick puso su dedo índice en los labios de Lisa, impidiéndole que siguiera hablando. Sus ojos se encontraron y Rick sonrió levemente.
- Tú lo hiciste por mí, Lisa. Esa es la única verdad.
Ella no dijo nada, pero Rick notó como su labio inferior temblaba, como si intentara contener las lágrimas. Él entrecerró los ojos y se acercó a ella, lentamente, buscando sus labios con movimientos torpes. Pero Lisa cerró sus ojos y no hizo ningún esfuerzo por corresponder a lo que Rick estaba haciendo. Cuando él se percató de ello, se detuvo. Sus labios apenas habían rozado los de ella, pero era obvio que en ese momento ella no estaba lista para aquello. Rick suspiró profundamente y se movió un poco, besándola suavemente en la mejilla.
Enseguida echó la cabeza hacia atrás, recargándola pesadamente el la cabecera. Lisa, aún con los ojos cerrados, se acurrucó aún más estrechamente contra su cuerpo. Él la sostenía de manera casi posesiva, mientras mil pensamientos diferentes chocaban en su cabeza.
- La noche de Navidad… - Rick pensaba. – Esa fue una noche demasiado larga… y haya pasado lo que haya pasado esa noche, tú jamás estuviste lejos de mí, Lisa… ahora me doy cuenta por cuanto tiempo te he llevado metida debajo de mi piel, dentro de mi corazón… ahora me doy cuenta de que traigo tu nombre tatuado en el alma… Lisa, vas a tener que perdonarme, que tenerme mucha paciencia… ¿Y si esa noche Minmei no hubiera aparecido en mi puerta¿Las cosas hubieran sido diferentes¿Qué hubiera pasado si Lisa hubiera llegado antes que ella¡Dios Santo¿Por qué fui tan tonto como para dejar que Minmei se quedara en mi casa…? Ella tiene a sus tíos, no estaba sola como me dijo… aquello se sintió tan mal desde el primer momento. Supe que estaba cometiendo un error pero—pero en ese instante no estaba pensando. Lisa… ¡Cuánto daño te hice, cuanto te he lastimado! Odio verte así, tan decaída y tan vulnerable… pero más me odio a mí mismo, porque sé que yo tengo mucha de la culpa… yo fui quien, sistemáticamente, me dediqué a hacer tu vida imposible… ¿Por qué fui tan tonto? Tú no te merecías eso, Lisa… tú te mereces que yo ponga el mundo a tus pies… siempre has sido tú quien ha estado a mi lado, en las buenas y en las malas, todo el tiempo… ¡He estado tan ciego! Lisa… ¿Por qué sigues aquí conmigo, cuando tienes tantos motivos para odiarme y para despreciarme¡Me lo merezco! Y sin embargo aquí estás… en mis brazos. ¡No voy a dejar que te hagas esto a ti misma, capitana Hayes! No voy a permitir que te culpes por algo que no fue tu culpa…
Rick la miró descansar sobre su pecho. Parecía que se había quedado dormida una vez más, pues estaba muy quieta, pero cuando miró hacia abajo, vio sus ojos entreabiertos, completamente perdidos en el espacio frente a ella.
- ¿Lisa?
- Antes de que la cápsula se cerrara… lo último que recuerdo es—al almirante Gloval, saludándome militarmente. – susurró penosamente. - ¿Por qué yo, Rick¿Por qué yo y no ellos?
- Claudia tenía una cita con Roy, Lisa. – Rick habló en voz baja, contra su cabello. – Estoy seguro que para ellos el ciclo se ha completado y ahora pasarán el resto de la eternidad juntos y felices, tal y como lo deseaban… y el almirante, él siempre te vio como a una hija… supongo que él sintió que su tiempo se había cumplido y que eres tú la única persona que puede sacar adelante sus proyectos, sus ideas, sus sueños… él confiaba en ti, Lisa.
- Pero¿Y las chicas¿Acaso ellas no merecían vivir¡Tenían tantos sueños, tantas ilusiones, tantas esperanzas¿Por qué mi vida fue perdonada mientras las suyas fueron sesgadas¿Qué me hizo ser diferente de ellas?
- A todos nos llega la hora y esa cita es ineludible.
Rick besó la frente de Lisa, sabiendo que tras el impacto, Kim, Vanessa y Sammy habían muerto instantáneamente. Era increíble pensar que Lisa, estando al frente del Puente de Mando, hubiera sobrevivido… pero ella era una sobreviviente nata. Y Rick dio gracias a los cielos por haber conservado la vida de su capitana, porque sin ella, él simplemente ya no tendría motivos para seguir adelante, ahora lo sabía.
- Estaban planeando la cena de Año Nuevo… como la del año pasado¿Te acuerdas? – Rick asintió con la cabeza. - ¡Estaban tan emocionadas! Pero ahora…
- Lisa, no sé que decirte. Lo único que se es que tu sobreviviste por algo… tú aún tienes mucho por que vivir aquí en la tierra… tienes una misión que cumplir, esa misión que te encomendó Gloval…
Rick no siguió hablando, aunque quería decirle que además lo tenía a él, y que el hecho de que ella hubiera sobrevivido a lo imposible – en más de una ocasión – era sólo una prueba de que ellos estaban destinados a estar juntos… porque sin importar lo que pasara, ellos siempre volvían a estar juntos otra vez.
Lisa se separó violentamente de Rick, y le dio la espalda, tendiéndose de costado en la orilla de la cama. Él la miró sin saber el porqué de esa reacción tan inesperada. Se acercó a ella y la escuchó hablar en un tono agresivo y lleno de rabia e impotencia:
- La muerte siempre ha rondado sobre mi cabeza… siempre me ha amenazado, se ha burlado de mí una y otra vez, haciéndome sobreviviente… y al mismo tiempo quitándome a las personas que son importantes para mí… ¡Jamás podré entender porqué yo fui perdonada cuando ellas murieron! Jamás… jamás podré entender porqué… porqué mi padre murió frente a mis ojos y yo—
Lisa no pudo proseguir, su voz se quebró en su garganta y escondió su rostro en su almohada, como avergonzada de que él pudiera ver su debilidad. Rick bajó su mirada; sentía que su corazón le dolía al ver el dolor de ella… el dolor de Lisa Hayes era su propio dolor, así de fuerte era la conexión que existía entre ellos. No podía asimilar el hecho de que tanto dolor, tanta tristeza, tanta soledad y tanta miseria hubieran sido impuestas sobre esa mujer… y que a pesar de todo ella siguiera adelante. ¡Había llegado tan lejos, él no la dejaría darse por vencida ahora!
Rick se recostó detrás de ella y pasó su brazo sobre el de ella, capturando su mano y entrelazando sus dedos. Lisa abrió los ojos de golpe y un suspiro corto y profundo escapó de sus labios; aquel sencillo gesto de Rick la había tomado por sorpresa. Cerró los ojos cuando sintió la cabeza de Rick posarse suavemente en su hombro y escuchó sus palabras en su oído:
- Supongo que no hay explicaciones, sólo hay hechos… y el hecho es que tú estás viva y ellos desean que sigas adelante… Lisa, no estás sola… yo te prometo que yo jamás me voy a ir… yo estoy aquí para quedarme.
- Al final todos se van. – ella respondió en un murmullo.
Rick la besó suavemente en la mejilla y luego le habló al oído:
- Yo jamás me iré.
Lisa cerró los ojos y no hizo comentario. Rick sentía como su cuerpo entero temblaba, como si fuera un pajarito asustado. Se acercó aún más a ella, tratando a la vez de darle calor y seguridad. Ella se lo agradeció apretando los dedos de él, que estaban enlazados con los suyos. Rick correspondió a aquel apretón de manos de la misma manera.
Ya no hubo palabras entre ellos. La cercanía física y el contacto mutuo eran todo lo que parecían necesitar en esos momentos. Ambos comenzaron a relajarse poco a poco. Lisa, aún bajo el efecto de la medicina que le había sido prescrita, y Rick, después de haber pasado la mayor parte de la noche en vela, finalmente se quedaron dormidos.
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Pasaron varias horas antes de que Rick despertara con el sonido insistente del teléfono. Levantó la cabeza y se percató de que aún estaba en la misma posición. Ni él ni Lisa parecían haberse movido ni un centímetro. Él aún la mantenía abrazada por detrás, y ella, descansando sobre su costado, seguía acurrucada contra su cuerpo, queriendo sentir su calor y su presencia.
Penosamente Rick tuvo que retirar su mano de la de Lisa, pues incluso sus manos se habían mantenido juntas, y alcanzó el teléfono.
- Casa de la Capitana Hayes. – respondió con voz adormilada.
- Rick… - enseguida reconoció la voz de Max. – Espero no importunarte… parece que estabas durmiendo.
- Hmmm… si. – Rick refunfuñó, mientras se rascaba la cabeza y trataba de mantener los ojos abiertos. - ¿Qué sucede, Max¿Qué hora es?
- Son más de las tres de la tarde… te hablé al celular varias veces pero supongo que no lo escuchaste.
- No… no sé dónde lo dejé. ¿Las tres¡Dios, me dormí por horas!
- Jefe, de la base me pidieron que te contactara… necesitan que te reportes a la brevedad posible.
- Si… pero—
- No te preocupes… Miriya va en camino… ella se quedará con Lisa el tiempo que sea necesario.
- ¡Gracias Max!
- De nada… ¡Date prisa!
Rick colgó el teléfono y miró a Lisa. Estaba tan profundamente dormida que ni siquiera se había movido cuando él se había separado de ella. Rick dejó caer su cabeza en la almohada y por un minuto se permitió el lujo de disfrutar la presencia de Lisa por un momento más. Puso su brazo en torno a su cintura, atrayéndola hacía sí; escondió el rostro en el cabello color miel de la capitana y aspiró profundamente su aroma.
- ¡Te amo, Lisa! – susurró en su oído.
Enseguida se puso de pie y antes de salir de la habitación, se aseguró de que ella estuviera caliente y cómoda. Le besó el cabello y enseguida se dirigió al baño. Max había sido lo suficientemente previsor como para empacar uno de sus uniformes en la mochila militar. Apenas el capitán Hunter estaba acabando de uniformarse, cuando Miriya llegó a la casa.
Lo primero que hizo en cuanto lo vio, fue arrojarse a sus brazos y darle un abrazo tan fuerte que lo dejó sin aire. Mientras Rick trataba de respirar, ella le decía una y otra vez lo feliz y emocionada que estaba con las noticias. Le dijo que hacía mucho que Max y ella sabían que Lisa y él estaban hechos el uno para el otro, que aquello era demasiado obvio, incluso para una Zentraedi.
Después hizo algunos comentarios que hicieron que Rick se sonrojara y se preguntara si Miriya aún no entendía totalmente la naturaleza de una relación de pareja, o si sólo lo quería hacer sufrir. De todos modos le agradeció a su amiga su entusiasmo y le hizo mil recomendaciones antes de irse, la más importante de todas, que pasara lo que pasara, no intentara cocinar nada. Él volvería lo más rápido que pudiera para preparar algo de cenar.
Miriya abrazó a Rick una vez más y enseguida el capitán salió de la casa, en donde el jeep militar que la antigua guerrera Zentraedi le había llevado, esperaba por él. Rick le dio gracias al cielo por haberle enviado amigos tan fieles y leales como los Sterling. Mientras conducía a toda velocidad, a través de las blancas calles de la destruida ciudad Macross, su único pensamiento era volver temprano a casa… y estar con Lisa otra vez.
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En cuanto el capitán Hunter entró a la base provisional, instalada en un edificio anexo a las pistas de vuelo que se habían construido en tierra en los alrededores del SDF1 hacía un par de años, su presencia fue de inmediato requerida en el improvisado salón de juntas. En cuanto entró, un grupo de personas, reunidas en torno a una mesa de trabajo, lo miraron mientras él, con gran formalidad saludaba militarmente.
- Capitán Hunter reportándose. Me fue informado que se solicitaba mi presencia en este lugar.
- Descanse, capitán. – La voz familiar del Coronel Maistroff lo recibió. – Tome asiento por favor.
Rick así lo hizo y la junta prosiguió. Él en realidad no sabía para qué era o qué era lo que se estaba tratando en ella. Una oficial se le acercó y le entregó una carpeta con el logotipo de la RDF. Rick la abrió y en el interior encontró la orden del día de aquella reunión. Por lo que leyó en aquellos documentos, se habían reunido en aquel lugar representantes de las autoridades civiles de Ciudad Macross y un grupo de militares de alto rango, para tratar de decidir cuales serían las acciones inmediatas a tomar después del ataque del día anterior. La junta ya llevaba al menos una hora de haber comenzado cuando Rick llegó, así que le costó algo de trabajo ponerse al corriente en los asuntos tratados.
Lo primero que se estaba discutiendo era la posibilidad de evacuar a los sobrevivientes de Ciudad Macross. Los militares argumentaban que los científicos de la RDF ya estaban llevando a cabo pruebas ambientales y que los niveles de contaminación, si bien ameritaban un estado de contingencia clave roja en la ciudad, no eran tan altos como para hablar de un desalojo. El ejército ya había tomado cartas en el asunto. Los hospitales y refugios de Ciudad Macross estaban al límite y el traslado de tantos pacientes implicaría un riesgo innecesario para todos ellos.
Ciudad Monumento y Ciudad Granito ya habían ofrecido asilo para las víctimas, pero aunque los habitantes de Macross tenían entera libertad para elegir salir de la ciudad, eso no implicaba que se llevarían a cabo traslados masivos.
- Los militares de la RDF seguiremos en este lugar. – Uno de los capitanes presentes declaró poniendo con eso punto final al tema.
- Sin embargo aceptaremos toda la ayuda humanitaria que se nos pueda proporcionar. – Maistroff puntualizó. – Ya se ha conformado una comisión para dar seguimiento a este caso¿Alcalde, está conforme?
- Claro… claro, prosigamos. – el Alcalde movió la mano como para quitarle importancia al asunto.
- Capitán Hunter. - Maistroff se dirigió a Rick, haciendo que él se sobresaltara un poco.
- ¿Señor?
- Nos preguntábamos si usted podría informarnos del estado de salud de la capitana Hayes. Se nos hizo saber que en estos momentos se encuentra incapacitada, sin embargo su presencia es imperativa en estos momentos y deseamos saber cuando podrá reincorporarse a sus actividades y obligaciones.
Rick sintió una oleada de rabia recorriéndole todo el cuerpo. ¿Cómo era posible que aquel hombre tan insensible no sólo desestimara la salud de Lisa, sino que además ni siquiera se pusiera a pensar en el duelo que en esos momentos ella estaba atravesando? Ni Lisa ni él tenían mucho aprecio por el coronel.
- La capitana Hayes está en cama, reponiéndose de algunas heridas. – Rick informó, haciendo su mejor esfuerzo por no permitir que sus sentimientos y su rabia interfirieran en sus formalidades militares. – Yo no podría informarles sobre el tiempo de descanso que requerirá, pues yo no soy médico. Sin embargo les aseguro que su reincorporación al servicio ocurrirá a la brevedad posible.
- Debería de ir a hablar con ella, Maistroff. – Uno de los representantes del ayuntamiento habló. – En estos momentos necesitamos a la capitana Hayes más que nunca… ella no puede darse el lujo de tomarse un día libre mientras la ciudad completa ha sido sumida en el caos y la destrucción. ¡Es aquí donde se le necesita ahora¿Creé que puede tomarse vacaciones mientras el resto de nosotros tratamos de sacar adelante esta ciudad?
- ¡Discúlpeme un momento! – Rick se levantó y golpeó la mesa con sus nudillos. – La capitana Hayes estuvo en el puente del SDF2 cuando éste fue destruido… ¡Estuvo en el puente del SDF1 cuando fue impactado por la nave Zentraedi¡Ella estuvo ahí, al pie del cañón, poniendo su vida en riesgo para que todos nosotros pudiéramos estar hoy aquí discutiendo si tiene o no derecho de tomarse un día libre¡Ella está en todo su derecho de tomarse cuantos días libres necesite para reponerse no sólo de sus heridas físicas, sino también del dolor de haber perdido a su familia¡Así que le pido que se abstenga de hablar de esa manera de Lisa en mi presencia!
- ¡Capitán Hunter, por favor! – Maistroff le llamó la atención. - Le suplico que tome asiento y cuide su etiqueta militar.
- ¿Quién se cree que es éste jovencito? – el representante del ayuntamiento preguntó en voz alta.
- Soy su pareja. – Rick habló con voz fuerte y clara, para que todos lo escucharan y no hubiera dudas al respecto y con una seguridad que a él mismo lo tomó por sorpresa. – Lisa— la capitana Hayes y yo estamos juntos. Y a como está la situación en estos momentos, no exagero al decir que soy su única familia… tanto como ella es la mía. Así que les pido que se mantenga el respeto que la capitana Hayes merece, porque todos sabemos que se lo ha ganado a pulso.
Rick se sentó y abrió su carpeta, mientras todas las miradas se clavaban en él con incredulidad. No era común que se hiciera un anuncio de ese tipo en una reunión de consejo. Maistroff se preguntaba si aquella declaración no contravenía las reglas y protocolos militares, pero fue el alcalde quien finalmente rompió el silencio.
- Bueno, creo que es bueno para todos saber cual es la situación de la capitana Hayes, de boca de alguien tan cercano a ella.
- Bien… - Maistroff se aclaró la garganta. – Espero que la capitana Hayes se recupere pronto, pues su presencia es imperativa en este consejo. Ahora que hemos clarificado la situación sentimental del capitán Hunter – aquellas palabras eran irónicas y con clara intención de hacer que Rick se avergonzara, - creo que debemos proseguir con el orden del día… capitán Hunter, ya que estamos con usted, hay una misión que le será asignada, en virtud de que usted es el comandante de las operaciones militares de la RDF.
Maistroff le alargó otra carpeta con los pormenores de su nueva asignación, que básicamente consistía en rehacer los escuadrones de la RDF que habían sido diezmados después de los últimos ataques, reorganizar el ejército y llevar a cabo misiones de reconocimiento constantes, manteniendo una alerta amarilla en todo momento. Para Rick aquello no sería problema. Comenzaría a trabajar en ello el día siguiente a primera hora en la mañana.
La reunión se alargó un par de horas más, pero Rick no podía poner mucha atención a todo lo que se estaba discutiendo y decidiendo. Se sentía cansado y no podía dejar de pensar en Lisa… y tampoco podía dejar de pensar en el incidente de hacía unos momentos.
- Estamos juntos. – Se repetía una y otra vez. – Soy su pareja… ella es mi—mi novia.
Rick no podía dejar de sonreír al pensar en aquello. Sabía que Lisa y él aún no habían tenido ningún tipo de conversación formal al respecto, y él pensaba hacerlo lo más pronto que pudiera. No quería dar las cosas por hecho, iba a pedirle a Lisa, formalmente, que fuera su novia… sin embargo el haberse puesto de pie ante esas personas para declarar públicamente su situación sentimental con Lisa Hayes lo hacía sentir bien… no sabía si aquello había sido apropiado según la etiqueta militar, pero sabía que había sido lo correcto y no se arrepentía de ello.
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Rick arrojó sus carpetas al interior del jeep y se subió a él. Ya estaba oscuro y la nevada había comenzado otra vez. Subió el techo rígido del vehículo antes de salir del estacionamiento militar y enseguida se dirigió de vuelta a casa de Lisa. No podía dejar de pensar en lo que Maistroff le había dicho cuando la junta había terminado. Al ir saliendo del salón, el coronel se le había emparejado y disimuladamente lo había tomado por el codo y lo había llevado aparte.
- Confío en que cumplirá cabalmente con la misión que le ha sido asignada, capitán Hunter.
- Como siempre, señor. No tenga cuidado.
- Hay algo más que quiero decirle… - Maistroff pareció dudarlo un segundo. – Espero que pueda hablar con la capitana Hayes al respecto… es sobre los funerales de los caídos en esta última batalla… en particular del Almirante Gloval y el personal del puente.
- ¿Si?
- Se han recuperado la mayoría de los cuerpos… el funeral de un almirante no es algo que se deba tomar a la ligera… pensamos que tal vez la capitana Hayes podría… presidir las honras fúnebres.
Rick no había sabido qué contestarle, sólo le había asegurado que hablaría con Lisa al respecto cuando el tiempo fuera el indicado. Ahora, mientras conducía de regreso a casa, trataba de pensar en qué momento sería correcto lanzarle aquel tiro a quemarropa a Lisa… presidir los funerales de Gloval y las chicas… aquello no sería fácil para ella. ¿Por qué el consejo se empeñaba en poner sobre ella la carga más pesada?
Rick detuvo el jeep de golpe cuando se dio cuenta de que estaba pasando exactamente por fuera del hospital militar externo a la base. Decidió que ya que estaba ahí, sería bueno hablar con el médico sobre la salud de Lisa.
El edificio estaba completamente lleno y trabajando a su máxima capacidad. Rick caminó entre los pasillos abarrotados de personas, civiles en su mayoría, aunque también había bastantes militares. Cuando llegó al cubículo del médico le informaron que había salido a hacer una ronda de rutina por las casa de los pacientes que no habían sido admitidos en el hospital.
Rick se dio media vuelta e iba de salida, cuando vio un anuncio en uno de los consultorios: Dr. R. Evans, Psiquiatra. El capitán Hunter se detuvo frente a aquella puerta y dudo un momento antes de llamar. Cuando finalmente lo hizo, una voz le respondió que entrara.
- ¡Capitán! – un hombre de mediana edad con el cabello y la barba prematuramente encanecidos, dándole un aspecto de dignidad, lo recibió. - ¿Qué puedo hacer por usted?
- Doctor Evans… yo… me llamo Rick Hunter. Sé que están ocupados con tantos pacientes pero… necesito hacerle una consulta rápida y espero que pueda ayudarme.
- Claro capitán Hunter… ¿De qué se trata? He escuchado mucho de usted, sé que estuvo en la última batalla… ¿Hay algo de lo que quiera hablar?
- Si… bueno… es… es sobre… sobre mi novia. – Rick no pudo evitar el sonreír levemente al utilizar aquella palabra. – Verá… ella es la capitana Hayes, quien era la primera oficial del SDF1.
- ¡Por supuesto que la conozco! Sus proezas son legendarias. Supe que fue la única sobreviviente del ataque suicida de Khyron.
- Si, lo fue… y es eso de lo que quiero hablar con usted, doctor. Ya la revisaron y físicamente tiene algunas heridas, nada grave… sanará. Pero no creo que esté bien emocionalmente y no sé como ayudarla. Sé que el haber estado ahí, el ver como los demás morían… el sobrevivir a ese infierno, todo eso la impactó demasiado. Ya antes había pasado por situaciones muy fuertes, verá, su prometido murió hace muchos años, su madre lo hizo cuando ella era muy chica… y hace dos años su padre, el Almirante Hayes murió en la Base Alaska ante sus ojos. Ella ha sido muy fuerte pero… el almirante Gloval y las chicas eran familia para Lisa… desde ayer ha estado distraída, ausente… no lo sé… yo pensaría que debería estar llorando pero no, ella es demasiado fuerte para eso. Aún así me preocupa mucho y—no sé que hacer para ayudarla.
- Comprendo… dígame capitán¿Ella le ha hecho algún comentario culpándose a sí misma de lo ocurrido y pensando que ella pudo hacer algo para evitarlo pero no lo hizo?
- Si. – Rick asintió con la cabeza. – Así es, doctor.
- ¿Dice que no ha llorado?
- No, al menos no frente a mí.
- ¿Ha tenido algún malestar físico como dolor en el pecho, dificultad para respirar, fatiga, nausea, mareos, jaquecas…?
- Bueno… si, ha tenido algunos malestares. Pero ya se le están controlando con la medicina que está tomando.
- Hmmm… ¿Se nota confundida o tal vez desorientada?
- Si… hoy que fui a llevarle su desayuno me miró como si ni siquiera me conociera. – El doctor reconoció una nota de dolor e impotencia en la voz del capitán.
- Bien… a grandes rasgos y a juzgar por los síntomas generales y las circunstancias, yo diría que la capitana Hayes sufre de un caso de Trastorno por Stress Post Traumático o TSPT… es normal en estos casos, pero no por eso deja de ser preocupante.
- ¿Y qué puedo hacer por ella?
- Primero que nada, comprender la situación, capitán. Ella va a tener que superarlo poco a poco y no podemos forzarla, sólo ayudarla. Quiero que esté conciente de que ella va a presentar algunas actitudes que usted puede encontrar hirientes, pero debe de ser fuerte por ella, si en verdad la quiere ayudar… puede suceder que ella comience a presentar agresividad hacia las personas más cercanas a ella, un fuerte desapego emocional, incapacidad para sentir emociones. Va a estar intranquila, posiblemente presente insomnio, pérdida de apetito, aislamiento… todo eso es normal, pero debemos de sacarla adelante. Ella va a necesitar su ayuda, capitán.
- ¡Estoy dispuesto a hacer todo lo que sea necesario por ella, doctor! Sólo dígame qué es lo que debo hacer.
- Bien, armarse de mucha paciencia y mucho cariño. Ella en estos momentos necesita todo el apoyo emocional que pueda obtener de usted. Debe aceptar que se siente mal y no buscar ni explicaciones ni lógica a lo ocurrido… debe de hablar de ello, ponerse pequeñas metas diarias, volver a la rutina cotidiana… si usted dice que ella es fuerte, estoy seguro de que se recuperará pronto.
- ¡Claro! Pero entonces… específicamente…
El doctor sonrió y se inclinó sobre su escritorio. Comenzó a escribir una lista de 10 puntos que enseguida entregó a Rick.
- Le voy a dejar esta tarea, capitán. De usted depende que ella salga adelante.
Rick leyó aquellos 10 puntos:
1. Hacer que hable o escriba sobre su experiencia.
2. Debe tomarse tiempo para llorar y hacer duelo.
3. Volver a la rutina tan pronto como sea posible.
4. Enfrentarse a los lugares y situaciones que provocaron el TSPT.
5. Ponerse pequeñas metas cada día y cumplirlas.
6. Descansar y dormir lo más que se pueda.
7. Hacer pequeñas actividades que la hagan sentir mejor: un baño de burbujas, un paseo por el parque, etc.
8. Hacer algo para sentirse útil.
9. Aislarse del mundo por momentos y dedicarse a hacer alguna actividad que le guste.
10. Apoyarse en personas con las que pueda contar y que le muestren cariño, con quienes pueda hablar de sus miedos, preocupaciones y temores.
- ¿Esto es todo, doctor?
- Creo que es suficiente para mantenerlo a usted ocupado por un buen rato, capitán.
- Cierto, pero voy a cumplir sus indicaciones al pie de la letra, señor. ¡Le agradezco mucho su ayuda!
- Si me necesita, sabe donde encontrarme. ¡Ah, y una cosa más antes de que se vaya!
- ¿Si?
- Lo felicitó, capitán. La capitana Hayes tiene mucha suerte de tener a un hombre tan comprometido y preocupado por su bienestar a su lado. ¡Suerte!
- Gracias. – Rick sonrió sinceramente y salió de la oficina.
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Cuando entró a casa de Lisa, encontró a Miriya dormitando en el sofá de la sala. La casa estaba casi en penumbras, solo iluminada por la tenue luz de una lámpara de baterías que Miriya había colocado en la mesita de centro. En cuanto lo escuchó entrar, la Zentraedi se puso de pie para recibirlo.
- ¡Rick!
- Lamento haber tardado tanto, Miriya… la junta se alargó más de lo esperado y luego pasé al hospital a buscar al doctor, pero—
- Él estuvo aquí. – Miriya le informó. – Vino a revisar a Lisa, pero parece que todo está bien.
- ¿Y cómo está ella?
- Hace rato la dejé dormida en el cuarto. – Miriya hizo un movimiento con la cabeza, señalando la puerta cerrada de la habitación de Lisa. – Se bañó y estuvimos conversando un poco, de cosas sin importancia. No quiso cenar… le dije que podía llamar a Max para que viniera a preparar algo, pero se negó.
- ¡Muchas gracias, Miriya! No sabes cuanto te lo agradezco… oh, mañana les informaré de nuestra nueva asignación, recibí las órdenes en la junta… los veo en el hangar del escuadrón Skull a las 0800 hrs.
- Entendido… bien Rick, será mejor que me vaya.
- Miriya… - Rick la detuvo. – ¡Gracias! Sinceramente no se que haría si no los tuviera a Max y a ti… ustedes siempre han sido mi mejor equipo, siempre han volado a mi lado, cubriéndome la espalda… gracias por estar aquí en estos momentos.
- Ni Max ni yo abandonaríamos a nuestro líder de escuadrón, Rick. – Ella le sonrió, tratando de no ponerse demasiado sentimental. – Siempre puedes contar con nosotros.
- Lo se… y espero que sepan que el sentimiento es mutuo.
- Lo sabemos.
Miriya le sonrió a Rick, mientras ambos se detenían en la puerta. Rick sacó las llaves del jeep de su bolsillo y se las entregó a su amiga.
- Maneja con precaución.
Miriya salió de la casa y a juzgar por la manera como encendió el jeep y lo arrancó con gran estrépito, Rick supo que aquella recomendación había sido totalmente inútil con aquella aguerrida mujer.
Abrió la hojita con los 10 puntos que el psiquiatra le había dado y trató de memorizarlos, mientras se dirigía a la habitación de Lisa.
Una vez ahí, entró con sigilo y sonrió cuando vio a la capitana de pie ante la ventana, observando el caer de la nieve en el exterior. Se acercó con cuidado, pero asegurándose de hacer un poco de ruido con sus pisadas, para no asustarla. Cuando estuvo tras de ella, puso su mano en el hombro de Lisa y se inclinó para besarla en la mejilla.
- ¿Cómo estás, Lisa? Miriya dijo que el doctor había venido.
- Si, hace rato.
- Bien… me alegro de que estés bien… ¿Qué quieres que te prepare para cenar?
- Nada… no tengo hambre.
- Lisa, debes de comer, ya tuvimos esta conversación antes. Dime qué se te antoja y yo te lo preparo, en serio.
- Rick, - ella le contestó, mirándolo a los ojos de una manera retadora que hizo que el capitán deseara no estar en sus zapatos en esos momentos. Conocía demasiado bien esa mirada. – No necesito que cuides de mí como si fuera una niña o cómo si estuviera inválida… creo que yo puedo hacerme cargo de mí misma… he sobrevivido a peores circunstancias así que… si digo que no quiero cenar, simplemente es porque no quiero hacerlo, punto.
Rick iba a contestarle, pero se contuvo, recordando la conversación que había tenido con el doctor aquella noche. Miró a Lisa mientras regresaba a la cama y se metía bajo las cobijas. Caminó hacia ella, pero la capitana le dio la espalda, escondiendo su rostro de él. Rick se detuvo en seco sobre sus pasos y su mano quedó extendida en el aire, sin atreverse a posarla sobre el hombro de ella, como era su intención. Rick pasó saliva, tragándose el nudo que sentía en la garganta y asintió con la cabeza.
- Voy a preparar algo de cenar… si cambias de opinión o te da hambre, estaré en la cocina¿De acuerdo?
Lisa no contestó, ni siquiera se movió. Era como si no hubiera escuchado las palabras de Rick. Él la observó por unos momentos y después, suspirando se dio la media vuelta y salió de la habitación. Lisa quedó detrás, casi oculta entre las cobijas de su cama y su mirada ausente clavada en el muro, en la oscuridad de su habitación. Su mente estaba en blanco, sentía que no podía recordar, que no podía llorar, que no podía entender… pero el dolor, la rabia y la impotencia hacían que el alma le doliera. Un sudor helado le recorrió el rostro; sentía opresión en el pecho y un sentimiento de ansiedad que le impedía respirar.
- Quizás no hice lo suficiente… - se decía una y otra vez. - ¡Tal vez podía haber hecho más y no lo hice! Almirante Gloval… Claudia… chicas… ¡Perdónenme por haberles fallado! Discúlpenme si fui yo, con mi negligencia, la causante de este desastre…
Cuando Rick regresó a la habitación, una hora después, ya cenado y bañado, la encontró en la misma posición pero ahora sus ojos estaban cerrados. Probablemente estaba dormida. Él se inclinó sobre de ella y le tocó la frente, la cual aún estaba sudorosa, aunque su piel se sentía fría al tacto.
Con cuidado puso sobre la mesita de noche un vaso de jugo de manzana y unos panecitos de avena. Sabía que a Lisa le gustaba aquello y quería que ella tuviera algo de comer a la mano, por si se despertaba con hambre en la madrugada.
- Vamos a salir de esto juntos, Lisa. – Habló en un susurro. – Yo no te voy a dejar… durante mucho tiempo has sobrevivido por ti misma y te admiro por eso… pero ya no estás sola. Espero que puedas entender que lo que hago no lo hago porque te crea inútil o incapaz de cuidarte a ti misma… lo hago porque te amo.
Rick se arrodilló a su lado y tomó su mano en la suya, la besó y la sostuvo contra su pecho, justo en el lugar donde latía su corazón. Por un momento contempló sus rasgos perfectos y con su mano libre acarició sus cabellos. Finalmente se inclinó para besarla en la frente y murmuró:
- Descansa… amor.
Besó su mano con gran cariño y le acomodó las cobijas, asegurándose de que estuviera cómoda y no pasara frío aquella noche. Se puso de pie y antes de salir de la habitación la miró una vez más. Sonrió con tristeza y se alejó de ahí, dejando la puerta entreabierta para poder escuchar si ella necesitaba algo.
Enseguida se fue al sofá de la sala, en donde ya había acondicionado su cama, con varias almohadas y cobijas. Se dejó caer sobre el sofá, se cobijó y puso sus manos bajo su cabeza a manera de almohada. Su vista se centró en el techo sobre él, mientras repasaba en su mente todos los sucesos de aquel día, en particular la junta que había tenido con el consejo y la visita que le había hecho al psiquiatra.
Había pasado el primer día… aquel primer día después de que el mundo, su mundo, había cambiado completamente y con él, Rick también lo había hecho. Sí, ahora las cosas iban a ser necesariamente diferentes. Y aquel pensamiento hacía que, a pesar de todo, sintiera una emoción intensa en el corazón.
Poco a poco sus ojos comenzaron a cerrarse sin que él pudiera evitarlo y antes de quedarse dormido, una sonrisa de satisfacción apareció en su rostro cuando recordó ese episodio en la sala de consejo… "Soy su pareja… ella es mi novia… estamos juntos.". Y con ese pensamiento en mente, se quedó profundamente dormido.
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o O o
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.: GTO-MX :.
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