Dedicatoria de la traducción: ¡Con mucho cariño para Lau por su primer año! Espero que sean muchos más. (Fácil que sí, con tantas obsesiones, y miaus y guaus, sobre todo. xDD)
NO ESTÁ PERMITIDO ADAPTAR ESTA HISTORIA. TAMPOCO SUBIRLA EN ALGÚN OTRO SITIO DE FICS. Respeten el trabajo de las autoras y traductoras, por favor.
No le cuentes a mamá
Por: cynical terror y undrockroll
Capítulo uno
· Seis años ·
Tom agarró la mano temblorosa de su hermano y la estrechó. Bill se inclinó un poco sobre él y miró fijamente escaleras abajo, con los ojos muy abiertos y sin parpadear, dejando salir un fuerte suspiro.
Ellos estaban peleando de nuevo, y esta vez parecía la peor pelea de siempre porque no era en voz alta.
-Shh -dijo Tom suavemente, pellizcando la rodilla de Bill. Éste sacudió su cabeza y adelantó su cuerpo, colocando su pie un escalón más arriba para que su estómago descansara contra sus muslos.
-¿Por qué están gritando? -preguntó Bill, llevando la manga de su camiseta hasta su nariz y ahogando un sollozo-. ¿Qué está pasando?
-Nada -mintió Tom.
-Nada -repitió-. Está bien.
Tom mantuvo a su hermano muy cerca. Ambos se asustaron cuando escucharon un portazo.
-¡Vas a despertar a los niños! -gritó Simone.
-¡No menciones a los niños ahora! -gritó de vuelta su padre-. Siempre lo haces cuando peleamos.
-¡Nunca estás en casa!
Bill arrimó con violencia su cara contra el cuello de Tom.
-Haz que se detengan.
Tom abrazó a Bill fuertemente, sin saber como lograr eso. Cerró los ojos y dijo: -Solo cierra los ojos, como mamá dijo. No más monstruos.
-Los escucho -susurró Bill, con los ojos todavía abiertos.
-No tengo razones para estar en casa, tú lo sabes -dijo su padre en voz alta y severa-. Trabajo largas horas para que no tengas que hacerlo tú.
-¡Yo crío a nuestros hijos! -Simone se rindió-. Hago mucho más de lo crees, Jorg, y lo sabrías si siquiera te molestaras en hablarme o preguntarme qué hago o cómo me siento.
-Lo haré -contestó él, glacialmente-, si dejas de humillar mi trasero por cada pequeña cosa, Simone. Por Jesucristo.
-¿Cuándo pasó? -El tono de ella había perdido su furia-. ¿Cuándo dejaste de estar ahí para mí, para los niños… para nuestra familia? -Jorg se mantuvo unos segundos en silencio.
-No lo sé. -Simone suspiró profundamente.
-No esperaba esa respuesta.
Bill curvó los dedos de sus pies contra el duro escalón y miró, con ojos abiertos de sobremanera, las piernas de su padre que estaban a la vista. Unos zapatos fueron calzados, al igual que una chaqueta fue puesta. Él llevaba una maleta.
-¿Adónde está yendo papá? -preguntó Bill. Tom miró también. Sabía que su padre les estaba dejando.
-A ningún lado -respondió, abrazando a Bill-. Nadie se está marchando.
-¿Cuándo vas a volver, Jorg? -cuestionó Simone ruidosamente.
Jorg colgó su maleta sobre su hombro, sin ver a los niños arriba de las escaleras que le estaban mirando fijamente, uno sollozando y el otro observándole con ojos furiosos, ardientes y los puños cerrados con rabia.
-Esta vez no voy a volver -respondió.
-Podemos…
-Mírame. -Una vez más se escuchó un portazo y Bill se dobló en el regazo de su hermano, con mocos y lágrimas corriendo por su cara.
-Se ha ido, se ha ido, se ha ido. -Tom acarició la espalda de Bill, con las manos encogidas.
-Bill, Bill -dijo-. Él no se ha ido.
-Sí se ha ido.
-No se ha ido -repitió Tom. Los dos se quedaron quietos un par de minutos, escuchando a su madre moverse en el primer inferior; estaba maldiciendo y sacudiendo cosas. Bill se apegó a Tom, arrimándose más a sus brazos.
-¿Qué va a pasar ahora? -preguntó-. ¿Va a ser diferente?
Bill estaba llorando sin parar sobre la camiseta de Tom, mientras éste trataba de calmarlo, sin embargo, sintiéndose molesto.
-Todo va a estar bien.
-¿Cómo así?
Tom encogió sus hombros.
-Simplemente va a estarlo.
-Extraño a papá.
-No deberías, él no nos extraña a nosotros -dijo Tom jalando a su hermano aún más cerca-. Olvídalo.
-¿Y qué si mamá se va?
-No lo va a hacer -respondió Tom. Bill frunció el ceño, las lágrimas deteniéndose por un momento.
-¿Tú me abandonarías?
Tom apretó a Bill fuertemente y susurró: -Nunca voy a abandonarte.
-¿Y qué tal si lo haces por accidente? -preguntó Bill, limpiándose la nariz en el hombro de Tom.
-Nunca -dijo de nuevo Tom-. Te amo más que papá. Te amo más que mamá.
Bill sonrió un poco, todavía llorando. En su mente de seis años todo eso tenía sentido.
-También te amo, Tomi.
Se abrazaron con fuerza, y así fue como Simone los encontró horas más tarde.
Una semana después, Simone llevó algo de ropa recién lavada al salón con la intención de planchar, doblarla y guardarla. Suspiró pesadamente, frotando su frente con el revés de su mano; se sentía cansada y vieja, mucho más de lo que una semana antes hubiera parecido. Muchos días siendo madre soltera había hecho mella en ella.
Puso el cesto de ropa en el sillón y prendió la lámpara… No esperaba ver a los gemelos en el piso, sentados juntos en la oscuridad.
-¿Niños?
-Hola -dijo Bill, despacio. Simone vio que los dedos de sus hijos estaban agarrados con firmeza.
-¿Qué pretenden? -preguntó lentamente. Bill se acurrucó aún más contra Tom, y éste levantó el mentón y miró a su madre.
-Nada.
-¿Quieren ir a afuera y jugar? -dijo Simone. Ambos negaron con la cabeza-. No han salido durante todo el fin de semana.
-No quiero salir -comentó Bill-. Estamos jugando aquí.
Simone suspiró. Sus dos hijos, usualmente alborotadores, habían estado dóciles y callados desde de que su padre se había ido. Jorg se había ido marchado antes, pero esta vez ella sentía que incluso Bill y Tom sabían que, esta vez, era la definitiva. Su esposo no iba a volver a casa.
-¿Por qué no van a ver televisión? -Ninguno de los dos respondió, solo se pegaron un poco más.
Simone entendía que estuvieran molestos y que tomaría algo de tiempo que superaran lo que había pasado; ella no estaba preocupada. O por lo menos eso era lo que se decía a sí misma.
Se arrodilló y abrazó a sus hijos.
-Está bien, pero la cena va a estar pronto.
Antes de irse prendió las luces del salón. Bill escondió su pequeña cara en el recodo del cuello de Tom, y su hermano lo abrazó con fuerza.
Un par de meses pasaron.
Las cosas se habían calmado; Tom y Bill habían aprendido el significado del divorcio. Simone había tratado con ahínco de mantener las cosas lo más normal posible, había tratado de darle a sus hijos amor extra para que el dolor de que su padre les abandonara no fuera tan grande.
Pero no tenía por qué preocuparse.
Parecía que Tom y Bill estaban llenando el vacío con la compañía del otro. Simone seguía encontrándolos abrazados, pegados, acurrucados. Rara vez iban a algún lado solos, y siempre estaban tomados de las manos cuando caminaban.
Pensó que eso era tierno.
Una tarde, Simone tenía una cita con un hombre que había conocido en una exposición de arte, su nombre era Gordon. Él le había hecho sentir valorada otra vez. Llamó a una niñera para los gemelos y se sentía bastante animada, no había tenido una noche para ella sola desde hacía meses. Se arregló bien y se puso algo más de maquillaje y tacones altos. Cuando era tiempo de irse, fue a la habitación de sus hijos y tomó una bocanada de aire.
Bill estaba llorando en su cama y Tom estaba abrazándole.
-¿Qué pasó? -preguntó inmediatamente, caminando hacia ellos. Bill sacudió la cabeza y le miró con los ojos muy abiertos y brillantes.
-Nada.
-Yo lo estoy cuidando -le dijo Tom a su madre.
-Amores -inquirió Simone, suspirando un poco y con todos los pensamientos de su cita desechados-. ¿Billy, qué te pone triste?
Tom abrazó a Bill con hermetismo, casi posesivamente.
-¿Adónde te vas? -preguntó Bill a través del llanto-. ¿Cuándo vas a volver?
Simone se sentó en la cama y trató de poner una mano en el brazo de Bill, pero Tom lo cubrió con su propia mano. Algo se removió en su estómago, Tom prácticamente le estaba mirando con furia.
-Solo voy a salir con un amigo -respondió. Ella acarició el cabello de Bill y Tom presionó su nariz en la espalda de su hermano-. Voy a volver muy, muy pronto. No me voy a ir lejos… ¿de acuerdo?
-Estoy aquí, Bill, no te preocupes -murmuró Tom desde su posición. Bill sollozó un poco más, su nariz corriendo a través de la manga de la camiseta de su hermano.
-Niños, no los estoy abandonando.
-Está bien si lo haces -comentó Tom. Bill lloriqueó ruidosamente.
Simone los atrajo hacia sí a ambos, poniéndolos incómodamente sobre su regazo. Años antes ella podía protegerlos perfectamente, pero ahora parecía que era Tom el que 'apoyaba' perfectamente a Bill y nada iba a interferir con eso. Simone besó a los dos en la frente y suspiró de nuevo, su aliento rozando sus cabellos suavemente.
-¿Saben? -dijo-. Me alegra mucho que ustedes se tengan el uno al otro porque no siempre voy a estar aquí.
-¿Adónde vas a…?
-A ningún lado -respondió rápidamente Simone. Recorrió con una mano el antebrazo tenso de Tom y con cuidado lo retiró de su hermano. Bill dio una mirada de pánico y ella reemplazó el toque con su mano-. Quiero que los dos siempre se cuiden mutuamente ¿sí?
-Ya lo hago -dijo Tom, inflando un poco el pecho. Su madre sonrió.
-Lo sé, Tom. Eres un maravilloso hermano mayor.
Bill mordisqueó su labio y se inclinó hacia Tom, temblando un poco todavía.
-Está bien si te vas con tu amigo, mamá. Tomi está aquí.
Tom asintió con seguridad.
-Está bien -contestó Simone con delicadeza-. Voy a darles el beso de buenas noches y cuando se levanten mañana va a haber waffles.
-Rico -dijo Bill, sonriendo un poco.
-¿De buena calidad? -preguntó Tom.
-De la mejor -contestó, besándoles a ambos y levantándose-. ¿Luzco bien?
-Te ves muy bonita -dijo Tom, y Bill asintió, apretujando el brazo de su hermano.
Simone les miró un rato antes de retirarse. Bill volvió a ocultar su cara en el hombro de Tom mientras él se movió hacia donde su mamá había estado sentada; una vez ahí casi empujó a Bill hacia su regazo y se quedaron quietos.
Simone tuvo la seguridad de que ellos no se habían percatado que todavía estaba en la habitación. Movió la cabeza y se giró para irse. Cuando bajaba las escaleras se preguntó cuánto tiempo irían a estar tan cerca el uno del otro; no podían estar así por siempre.
-Nadie lo hace -pensó tristemente.
· Ocho años ·
-¿Cuándo? -preguntó impaciente-. ¿Cuándo, Tomi?
Tom pinchó a Bill, en el hombro, con un dedo.
-Pronto. Mamá va a regresar pronto.
Los niños de ocho años estaban sentado, arriba de las escaleras, en pijamas y esperando. Su madre había salido a las siete y ya eran las diez. La niñera estaba en el primer piso viendo películas que supuestamente Tom y Bill no deberían ver.
Ambos habían sido llevados a la cama, pero rápidamente encontraron su camino hacia las escaleras, su lugar favorito para sentarse y jugar. Bill tenía en sus manos el viejo gato de peluche, regalo de su padre de cuando era muy pequeño. A Tom le había dado un perro, pero él ya no lo tenía.
-¿Crees que vaya a traer algún bocadillo?
-Lo hará -respondió Tom con confianza. Su madre siempre les traía algo luego de sus salidas con Gordon. Ambos sabían que eran citas, aunque no estaban seguros del todo lo que eso significaba.
Meses antes Simone había llevado a la casa a Gordon y los chicos lo habían conocido. Cenaron y miraron películas y a pesar de que Gordon se fue pronto, había estado de vuelta para el desayuno en la mañana. Bill había pensado que eso era algo raro y Tom le había llamado "tonto", explicándole que Gordon realmente no se había ido.
A pesar de eso, a los dos les agradaba Gordon, siempre estaba sonriendo y llevándoles dulces.
-¿Crees que él vaya a dormir aquí esta noche? -susurró Bill, inclinándose.
-No lo sé, tal vez -contestó Tom-. Lo ha estado haciendo últimamente.
Bill frunció el ceño, tirando de los botones de su pantalón.
-Quizá esta vez…
El sonido de la puerta abriéndose le interrumpió, y los gemelos vieron pies moviéndose. Bill reconoció los tacones de su madre.
-Ahí están -dijo Tom con suavidad. Bill asintió. Vieron como Simone pagó a la niñera y Gordon desapareció por un momento.
-¿Hacia adónde fue? -murmuró Bill. Tom dio a entender que no sabía moviendo la cabeza de un lado a otro.
Minutos más tarde, Gordon volvió carcajeándose.
-Simone, no vas a adivinar en lo que estaba puesta la televisión -dijo aún riendo-. Parece que Elyse olvidó cubrir sus rastros esta vez.
-Dios… ¿Estaba viendo esos canales de nuevo? Continúo olvidándome de cancelarlos -contestó Simone, sonriendo-. En fin, siquiera es buena con los niños.
-¿Qué es un poco de porno suave un viernes por la noche? -Gordón río de nuevo. Los gemelos le vieron atrapar a su madre en un dramático abrazo.
-¿Quieres quedarte el resto de la noche?
-Cariño, no puedo -respondió Gordon con un gesto de molestia y acariciando el rostro femenino.
Bill se apegó a Tom y su mano fue agarrada por él.
Gordon besó a Simona ligeramente. Ambos escucharon suspirar a su madre con satisfacción.
-Buenas noches -dijo Simone cuando el besó terminó.
-Buenas noches.
Bill y Tom se miraron.
-Apresúrate -susurró Tom.
Con rapidez corrieron hacia su habitación antes de que los atraparan. Bill fue hacia su cama y puso la manta sobre su cabeza.
-Así que eso es un beso de buenas noches -comentó. Tom río y se sentó junto a Bill en la cama jalando del cobertor.
-Fue un beso de muy buenas noches-dijo. Ambos soltaron risitas tontas y Bill se cubrió de nuevo-. Bill. ¿Bill?
Bill sacó su cabeza fuera del cobertor.
-¿Uh?
Tom se inclinó y con suavidad besó los labios de su hermano.
-Buenas noches.
Los ojos de Bill estaban muy abiertos y su cara sonrojada.
-Buenas noches, Tomi.
Bill se escondió entre sus mantas y se tocó labios, sonriendo.
Bill estaba tranquilamente echado en su cama, escuchando la suave respiración de su hermano. Tom no lo había hecho esta vez, no le había dado el beso de buenas noches como siempre lo había hecho el último par de meses. Estaba seguro de que su hermano estaba enojado con él, a pesar de haber pasado juntos el día de buena forma.
Tom dejó salir un pequeño ronquido y Bill frunció el ceño, sentándose.
-Tomi -dijo casi susurrando.
Solía ser un juego tonto. Se recitaban líneas que habían escuchado a su madre y a Gordon decirse, dándose besos juguetones. Sin embargo, mientras el tiempo pasaba, se había vuelto una cosa más seria. Bill había comenzado a pensar en los besos de buenas noches desde temprano, y Tom pensaba en maneras creativas de dárselos.
-Tom -dijo de nuevo, esta vez en voz alta. Tom se movió y se frotó los ojos.
-¿Uh?
-¿Estás molesto conmigo? -preguntó Bill directamente. Tom bostezó.
-¿Uh?
Bill gateó hacia su hermano, cruzando el pequeño espacio que dividía sus camas, picándole con un dedo.
-¿Estás molesto?
-¿Por qué? -Era realmente difícil despertar a Tom. Bill notó como estaba volviendo a quedarse dormido y le pellizcó-. ¡Ouch!… ¿Qué pasa?
-No me diste el beso de buenas noches -susurró. Tom se incorporó un poco.
-Lo hice.
-Nuh uh -dijo Bill-. No lo hiciste… No puedo dormir.
-¿No puedes? -Bill asintió e hizo una mueca.
-No, pero me alegra que tú sí puedas -respondió. Tom dibujó una sonrisa en sus labios.
-Bill, ven.
-Estoy aquí -dijo Bill, casi con un puchero.
-Aquí arriba.
Bill subió a la cama de su hermano y se sentó a su lado. Tom puso una mano en su hombro y alzó una ceja.
-¿Buenas noches? -dijo Bill, inseguro.
-Bill -murmuró Tom moviéndose a la nuca de su gemelo. Lo atrajo y sus labios se conectaron. Bill sonrió ampliamente mientras se separaban.
-Gracias. ¿Me puedo quedar contigo? Tengo miedo.
Tom hizo un gesto.
-¿De qué?
-Monstruos -respondió en voz baja. Tom se apartó un poco y le hizo espacio a su hermano.
-Solo esta noche -dijo-. Suelo patear. -Bill rió.
-Lo sé.
Habían compartido la cama antes, cuando eran más niños, y Tom era terrible. Pero esa noche no pateó en absoluto, y con Bill acurrucado, ambos durmieron profundamente.
Estaban ahí de nuevo, sentados en lo más alto de las escaleras, despiertos a horas que no debían. Su niñera, Elyze, los había acostado hacía una hora, pero Tom y Bill se escabulleron momentos después de que ella se fuera.
-Puedo oír malas palabras, creo -dijo Bill, mirando fijamente a Tom-. Suenan malas. Esta noche ha puesto el volumen muy alto.
-Quiero ver una de esas películas -fue todo lo que comentó Tom. Jaló del cabello de Bill haciendo que éste se pusiera más cerca suyo, descansado su cabeza en su hombro.
-Estoy cansado -murmuró Bill bostezando-. ¿Cuándo van a volver?
-Mamá dijo que la noche era joven. -Tom apretó la cadera de su hermano-. Tal vez eso signifique va a venir a casa temprano.
-Elyze no debería estar viendo eso -dijo Bill frunciendo el ceño mientras escuchaban palabras que sabía que eran malas-. Te lo estoy diciendo.
-No lo digas, es estúpido. -Tom le dio un codazo a Bill-. Le voy a decir a mamá que te escurres a mi cama todas las noches.
-¡No es cierto!
-Sí. -Bill río en silencio.
-Eres un idiota.
-Quizá -dijo Tom. Picó un lado de Bill y éste se retorció-. Bebé.
Bill rió de nuevo, pero no mucho por sentirse herido por las palabras dichas en juego por su hermano. Le gustaba que Tom le prestase atención.
-Creo que escuché el auto.
-¿Estás seguro?
La televisión fue apagada de inmediato.
-Sip, ella ha apagado la televisión. Ya deben de estar en casa -dijo Bill.
De pronto el sonido de la puerta y las voces familiares invadieron la casa. Bill y Tom miraron los pies y retrocedieron unos pasos para ver a Elyze haciendo adiós con la mano y marchándose. Entonces, Simone y Gordon compartieron un beso, no del tipo que Bill y Tom normalmente veían. No era un beso de buenas noches, eso era seguro. Era más largo. Los gemelos miraron con atención.
-Simone -dijo Gordon, con la voz muy seria-. Yo… -Ella lo interrumpió besándole de nuevo, sus manos puestas en su cabello, en sus brazos, en todo sitio.
-¿Están peleando? -preguntó Bill. Tom sacudió la cabeza, silenciando a Bill.
-Estoy tan jodidamente enamorado de ti -suspiró Gordon.
-Oh, Gordon -respondió Simone. Se abrazaron fuertemente y Gordon comenzó a besarle el cuello, sus manos sosteniéndole con firmeza alrededor de su cintura.
-Vamos a la cama -murmuró Gordon. Simone río tontamente, con la cara ruborizada.
-¿Ves? No están peleando; ella está sonriendo -susurró Tom.
-Tengo que ir a ver a los niños -dijo Simone sin aliento. La boca de Gordon atacó su cuello de nuevo, chupando con ahínco. Simone casi cae al suelo, pero él la sostuvo.
-Deben estar bien -dijo entre húmedos besos-. Vamos a la cama, Simone.
-Gordon…
-Por favor, Simone -pidió y acarició sus brazos y ella se rindió.
-Está bien, llévame a la cama. -Se besaron una vez más y abandonaron la cocina agarrados de la mano.
Bill y Tom se miraron mutuamente un poco confusos.
-¿Qué van a hacer? -preguntó Bill.
-Creo que van a ir a descansar -contestó Tom.
-No parecían cansados -comentó-. Tal vez nosotros debamos ir a la cama. -Tom asintió. Se levantaron y caminaron hacia su habitación. Inesperadamente Bill giró hacia su hermano.
-Buenas noches -dijo, sonriendo dulcemente. Tom movió su cabeza de lado a lado.
-Estoy jodidamente enamorado de ti -dijo y Bill puso una mano en su boca-. Bill…
-Oh, Tomi -murmuró Bill a través de sus dedos. Tom tornó los ojos y agarró la mano de su hermano, jalándole y dándole un beso casto en los labios-. Ellos no se besaron así.
Tom ignoró sus últimas palabras.
-¿Qué significa "estar enamorados"?
Bill bajó la cabeza y frunció el ceño.
-No lo sé. Y dijiste una mala palabra.
-Lo sé. -Tom miró a Bill-. ¿Estoy enamorado de ti?
-Suena bonito -respondió evasivo y con una sonrisa vacilante-. ¿Lo estás?… ¿Qué significa eso?
Tom encogió los hombros.
-Quizá es como cuando mamá nos dice que estamos en problemas… Muy en serio.
-Probablemente.
-Muy en serio -dijo Tom-. Te amo, así, seriamente.
-Yo también -respondió Bill, sintiendo burbujas en su estómago-. Estoy… jodidamente enamorado de ti, Tomi.
Tom sonrió.
-Mamá dice nuestros nombres completos cuando está hablando en serio.
-Tom Kauliz -ambos sonrieron bobamente-, no voy a llevarte a la cama porque ya estamos aquí.
-Está bien -dijo Tom, riendo. Besó los labios de su hermano, prolongándolo un poco más de lo usual. Cuando se apartaron sus mejillas estaban rojas.
-Buenas noches.
-Buenas noches, Bill Kaulitz -contestó Tom, sonriendo. Los dos se fueron a su respectiva cama y se cubrieron.
Desde la puerta estaba Simone viendo y cubriéndose la boca con una mano.
Nota: El dúo dinámico (?) de cynical terror y undrockroll nos trajeron este fic, que si bien no tiene una trama con muchos giros, y etc., es totalmente envolvente. Además, Tomi y Bill siempre son amor, y más de niños...
Y repito, con todo el cariño del mundo para Laura.
Saludos.