Capítulos 22
La inocencia de Noah… sí claro
Había un ligero viento recorriendo las copas de los árboles que por momentos lograba llamar su atención de un lugar a otro antes de descartar la noción de que el sonido de las hojas al moverse eran de hecho sus hermanos acercándose a ellos.
Eleazar palmeó su hombro y le dijo con una sonrisa.
-Ya llegarán Mike, sé paciente.
Carajo, le hacía sentir como un niño, le mandó una mirada filoza que solo sirvió para hacer que el otro vampiro le mandara una sonrisa más grande.
El clan de Tanya había llegado casi una semana antes de la boda, todo el clan a excepción de Irina, que insistía aún en mantener su posición frente a los lobos de la Push. Desde que había llegado, Kate gravitaba tentativa a su alrededor, portándose con una amabilidad y tacto que no era muy propio de su persona y que solo servía para alienar más la situación.
El lado positivo de todo eso era que no habían comentado nada negativo de la presencia de los hombres lobo que iban y venían todos los días a la casa. Ni siquiera el olor que permeaba los pasillos y hasta sonreían hacia los chicos e intentaban entablar conversación un tanto condescendientemente de vez en vez.
Solo la rubia había intentado formar una amistad con Noah, pero el pequeño licántropo solo arrugaba el seño de manera elegante cuando Kate intentaba hablar con él y se refugiaba en Mike cuando ella se acercaba. En otras palabras, rechazo.
Por otro lado, la boda era en menos de veinticuatro horas y el novio se había escapado a ver a la novia en un movimiento que seguramente consideraba romántico y que solamente servía para molestarlo porque él quería comenzar ya con la despedida de soltero.
Jasper y Emmett habían ido por él mientras Carlisle, Eleazar, Kida y Mike los esperaban en un claro del bosque no muy lejos de la ciudad.
Al fin, después de lo que le parecieron horas y horas de espera pero en realidad solo fueron veinte minutos, el ruido de las hojas al moverse en una dirección distintiva llamó su atención.
-Ya era hora –reclamó Mike cuando sus hermanos salieron de entre los árboles, lo que le valió una mirada enojada de cabeza de nabo y las risas de algunos de los presentes. Les restó importancia y se giró primero a ver a Carlisle y luego a Eleazar- Así que… -comenzó mientras sentía una sonrisa formarse en su rostro- despedida de soltero… Y todavía no me han dicho que planeamos hacer…
-No lo que estás pensando –advirtió Edward.
Emmett soltó una carcajada y a él le siguieron Jasper aunque un tanto más renuente y Eleazar. Carlisle solo lo miró con una sonrisa, pero negó divertido.
-Vamos a ir a cazar al bosque hermanito –explicó Emmett acercándose para darle un par de palmadas en la espalda que casi le hacen perder el equilibrio. Bestia- Compartimos historias, le damos un par de concejos al pobre, destruimos sus ilusiones de lo que es una vida de casado y organizamos competencias cuyo objetivo es ver si podemos cansarlo lo suficiente como para que, cuando intente huir de la boda, no llegue muy lejos.
Conforme daba su explicación Mike arrugaba cada vez más y más el ceño mientras miraba con incredulidad a su hermano y cuando al fin terminó, no pudo evitar preguntar.
-¿Quieres decir que no vamos a…?
-¡No! –contestó Edward aún antes de que pudiera terminar la pregunta.
-¿Y tampoco vamos a…?
-No.
El rubio volteó a ver a los otros vampiros presentes, esperando descubrir si eso era una broma de muy mal gusto o algo, todos lo veían con sonrisas divertidas pero nadie parecía esperar a decir "Caíste"
-¿Y si por lo menos…?
-¡No Mike! –Edward había comenzado a llamarle así desde que se había comprometido, como si esperara poner un poco más de distancia entre ellos de por medio- No vamos a… hacer eso.
-Oh, vamos. Esto tiene que ser un mal chiste. Por lo menos tenemos que contratar…
-No lo digas –intentó interrumpir Edward pero Mike lo ignoró.
-A una prostituta para que te baile entre las piernas y puedas hacer –agitó la cabeza de un lado a otro mientras hacía un sonido sacando el aire de sus pulmones- entre sus bubis.
Emmett soltó otra carcajada, Edward ocultó la cabeza entre sus manos, Eleazar frunció el seño mientras lo veía extrañado, Jasper negó con una sonrisa en el rostro y Carlisle lo miró como si no lo reconociera. Kida no hizo nada, simplemente mantuvo su actitud impecable.
-Ah… Mike, solo vamos a ir a cazar –confirmó Carlisle finalmente- es tradición en la familia.
'No es cierto' pensó incrédulo, pero todos parecían estar de acuerdo. Maldición, estaba con una bola de mojigatos. Hasta Sam estaba mejor que ellos ¿Dónde estaba ese Eleazar que lo había flasheado más de una vez en los bosques? Tal vez solo era entre ellos y sus parejas. Pero no era como si fueran a ser infieles.
-Okey… -se movió incómodo en su lugar mirando por última vez a su alrededor en espera de esa negación que nunca llegó- a… tengo que irme, dejé los frijoles en la lumbre. Nos vemos en la mañana.
Comenzó a marchar de regreso a casa.
-Hey, hey, hey –Emmett lo detuvo con una mano pesada en su hombro '¡Si, si era broma!'- es tradición hermanito. En mis tiempos, cuando todavía era humano, se acostumbraba hacer esto el día antes de la boda, para blah blah, blablabah bla bah…
Y era tan extraño pensar en él como un hombre mayor. Sobre todo por su actitud de infante. Deja tú de ochenta, la mayoría del tiempo costaba creer que tuviera más de cuatro o cinco años.
-… ¿Ya te dije que podemos destruir sus ilusiones? –repitió su el gigante cuando se dio cuenta que Mike no lo estaba escuchando.
Se encogió de hombros.
-Nah, puedo hacer eso cualquier otro día.
-Sí, pero hoy es el último día que tienes para destruir sus ilusiones de una vida perfecta antes del matrimonio.
La idea tenía su mérito.
Se inclinó sobre el hombro de su hermano para ver a Eddy que estaba haciendo su mejor impresión de apatía y se concentró en pensar en bella… rompiendo sus discos uno por uno en su primera pelea.
-Ella jamás haría eso –contestó el otro en respuesta a sus pensamientos.
-No estés tan seguro, siempre empieza así. Una ligera disputa como ¿Por qué no le dijiste a la otra chica que te dejara tranquilo si continuaba haciéndote ojitos? Y lo siguiente que sabes es que tu colección de discos vuela por la ventana.
Edward no pareció muy convencido y simplemente lanzó aire por la nariz, aburrido.
'¡Oh que rayos!' podía mejorarlo.
-De acuerdo –aceptó finalmente en voz alta para todos- hagamos tu estúpida despedida de solteros sin bailarinas.
Después de todo, si regresaba a la casa lo más probable sería que Rosalie, Kate, Tanya y Carmen pelearan por ver quién dormía con él para quitarse las ojeras para la fiesta, Alice estaba muy ocupada y Esme no era tan chic, eso era lo último que necesitaba.
Encendieron una hoguera, tal vez más como un punto de referencia que otra cosa, y se sentaron alrededor en troncos y piedras que movieron tan fácil como si hubieran sido sillas de plástico.
Carlisle sacó de su mochila una navaja, era solo una hoja sencilla y se veía vieja y gastada, pero se notaba que recibía mantenimiento constante porque no tenía manchas de óxido y el mango parecía haber sido reemplazado en un punto.
-Creo que al fin es el día –dijo con un aire serio y se la tendió a Edward como si fuera una ocasión muy solemne. Le sonrió, apretó su hombro y continuó- estoy muy orgulloso de ti.
El castaño sonrió hacia su figura paterna y colocó la navaja frente a sí para examinarla con una sonrisa.
-Gracias.
Mike quería saber que era lo que significaba aquello, pero no parecía ser el momento adecuado para preguntarlo, así que esperó un poco más hasta que finalmente Emmett fue quien lo interrumpió.
-Bueno, dejando eso de lado, es hora de que te explique, mi hermano, los sutiles puntos de la vida del matrimonio. –cabeza de nabo parecía querer decir algo, pero se limitó a ver al gigante que continuó con una sonrisa- lo primero que debes saber, es que una mujer es totalmente diferente después del matrimonio. Llegará cierto punto de tu vida donde te preguntes que le sucedió a la mujer con la que te casaste. Y lo más seguro –continuó con una sonrisa- es que no vuelvas a ver a esa mujer y te preguntes si alguna vez existió.
Jasper negó con la cabeza un par de veces y sonrió mientras miraba el fuego bailar entre la madera, tenía una sonrisa dulce y llena de felicidad. Carlisle y Eleazar también sonrieron de manera parecida y Mike se preguntó si el empata estaba utilizando una vez más su habilidad sin darse cuenta.
Por el rabillo de su ojo, pudo ver a Kida mirar las estrellas, y aunque fuera un momento, creyó ver la sombra de un dolor olvidado.
Emmett continuó.
-Pero también te aseguró, que solamente tendrás que verla una vez bajo la luz correcta para volver a enamorarte.
Que cursi.
Mike se preguntó si alguna vez se enamoraría así.
¿No se había enamorado ya una vez de cabeza de nabo?
Lo recordaba todavía, aquel amor que parecía consumirlo como una llama inundando su cuerpo. Aquel sentimiento de rechazo y el dolor inexpugnable cuando lo había abandonado al día siguiente en una montaña congelada. Bajo los rayos de la aurora boreal. Era un dolor sordo, y durante un tiempo, había creído que lo sentiría por toda una eternidad.
Edward dirigió la mirada pérdida que tenía hacia él y le dijo con una voz contrita.
-Lo siento.
Nunca se había disculpado así, y el castaño no pudo mantener su mirada cuando buscó en sus ojos algo que él mismo no sabía qué era. Pero si se dio cuenta que ya no dolía como había dolido antes, y que ahora el cariño que le tenía ya no era algo que lo consumiera con desenfreno.
-Olvídalo cabeza de nabo.
Emmett se retiró un par de pasos y Jasper ocupó su lugar. El antiguo sureño miró a su hermano un par de segundo callado y finalmente buscó en su bolsillo una bala de plata que colocó en la palma de Edward sin decir palabra alguna.
Cabeza de nabo asintió a lo que estuviera pensando su hermano y apretó su hombro.
-Gracias –le contestó- yo también lo espero.
Jasper volteó a ver a Mike y le mandó una mirada significativa antes de mover sus ojos hacia Edward.
Así que era su turno de decirle algo serio al chico.
Se movio hasta el lugar que había dejado vacante su hermano y colocó una mano en el hombro de Edward.
¿Qué podía decirle? No era como si hubiera sabido que iba a estar en una situación como ésta y hubiera tenido tiempo de preparar algo.
Podía decirle muchas cosas.
Que esperaba que fuera feliz con Bella y tuviera muchos años, no, una eternidad con ella de felicidad.
Que la vida de casados no es tan bella como te la pintan, pero aún así valdría la pena… no, no realmente.
Que esperaba que tuviera mucho sexo… no, eso no era apropiado.
Que lo perdonaba por todas las cosas que había hecho y que…
-Eso estaría perfecto –interrumpió el castaño.
Ah, esa manía suya de leer las mentes de las demás personas. Debería aprender a dejar de hacerlo, sería mucho mejor para todos la mayoría del tiempo.
-En ese caso –sonrió a su hermano y le dio un abrazo- te quiero Edward. Te quiero a pesar de todas tus tendencias psicóticas y arranques emocionales. –'te quiero mucho'- Con toda el alma. –'pero ya no te deseo'- No te preocupes. Se feliz con Bella. Y no te preocupes por mí.
Se separó de él y besó su mejilla.
'Te quiero Eddy' pensó de nuevo 'Pero ya no te quiero así'
Emmett tosió para aplacar el momento.
-Pues bien –llamó en voz alta y volteó hacía Eleazar- ¿Algo que quieras decir al novio?
El esposo de Carmen lo miró seriamente y sin moverse de su lugar hizo una cara de "humm" lo que significaba que estaba pensando algo para terminar levantando el pulgar hacia él.
-Felicidades Edward.
-Gracias –respondió el lector de mentes- lo tendré en cuenta.
Y luego volteó a ver a Kida y frunció el seño, pero el vampiro oriental solo mantuvo la misma fría actitud y dijo.
-Felicidades por tu boda.
La casa era prácticamente zona de guerra. Varios de los invitados ya habían llegado y todavía se escuchaba el sonido de gente dando los últimos detalles aquí y allá. La novia había llegado hacía ya tiempo atrás y la boda comenzaría en menos de dos horas.
Como la boda sería ahí misma en la casa, Mike había estado escondido en su ático desde la mañana. El aroma de los humanos parecía filtrarse entre las tablas del suelo y de vez en vez le daban ganas de bajar y comerse a todos en la fiesta.
Pero no, tenía que controlarse.
Además, arruinaría su disfraz.
Aunque su disfraz solo fuera su esmoquin blanco y camisa gris de corte francés, unas gafas para sol ridículamente sofisticadas y un peinado exageradamente revuelto porque se haría pasar por el primo segundo de Noah que había llegado improvisadamente de Francia esa misma mañana a visitar a su primo favorito.
Era el "disfraz" más cutre que había visto pero los otros insistían que estaba irreconocible y… "¿Qué si tú te cambias la ropa, Alice, la gente deja de reconocerte?" le había dicho a la vampiro, lo cual solo lo hizo acreditador a un zape.
La verdad era que estaba muy nervioso.
Ben, Jessica, Taylor y otros chicos de su generación asistirían a la fiesta como invitados, eso sin contar con el padre de Bella, el oficial Swan, que había llevado a cabo su búsqueda cuando desapareció. Ya casi habían pasado tres años desde entonces. Pronto cumpliría diecinueve y seguiría viéndose como un niño de dieciséis. Siempre así, siempre atrapado en un cuerpo que no era ni de niño ni de hombre. Y así seguiría siendo, por siempre. Hasta que…
Game Over
La pantalla del televisor lo trajo de vuelta al presente donde su carro había chocado contra un muro de contención y estallaba mientras su fuselaje se encendía. Miró la pantalla un segundo y luego volteó al asiento contiguo de su sillón donde Bob lo veía curioso mientras un control inalámbrico descansaba frente a él. Su mitad de la pantalla mostraba un carro que todavía no partía de la pista, pero por lo menos estaba completo.
-Tuviste suerte –le reclamó a la tortuguita.
El clima de la recamara era un poco fresco y, con cuidado, tomó a su mascota y la llevó hasta el terrario con clima controlado que habían comprado sus hermanos mientras estaba todavía en Alaska.
Alguien jaló la cuerda que desplegaba la escalera de su ático y cuando volteó pudo ver la cabeza de Noah subir por ella.
-Hola Miky –saludó mientras plegaba la escalera y colocaba la trampilla para evitar que pudiera abrirse desde fuera.
-Hola Noah ¿Cómo estás? –el chico parecía nervioso, además de que el hecho de que hubiera cerrado el ático le indicaba que tal vez quería hablar- ¿Ya llegaron tus papás y el resto de la manada?
-Non –contestó el niño- Solamente Sam, Emily, Maman y mon père, pero los demás no tardan en llegar. –se sentó en el sillón que había desocupado y su corazón se escuchó como un tambor de lo fuerte que latía.
Mike se acercó al sillón y se sentó a su lado mientras el licántropo jugaba con el puño de su esmoquin negro, que era diferente al que había llevado en su visita a la capital, pero casi del mismo corte y tipo, además su camisa era casi del mismo verde, al parecer, Alicy y Andrée tenían gustos muy similares, hasta los zapatos eran parecidos.
El niño comenzó a pasar las palmas sudorosas sobre su pantalón y miró a otro lado como si estuviera nervioso de él, pero Mike acarició su cabello y le dijo.
-Puedes decirme lo que quieras, lo sabes.
Noah se recargó en su caricia como un cachorrito pidiendo atención y luego buscó con una mano temblorosa en su bolsillo.
-Qu-quiero pedirte algo, Miky –sacó una caja pequeña de terciopelo que el rubio inmediatamente reconoció y la abrió para dejar ver su pendiente que brillaba en su pequeño cojín como una estrella acompañado de un alfiler corto- quiero que me lo pongas tú –e inclinó su cabeza para que pudiera ver su lóbulo derecho- s'il vous plaît.
Así que al fin había hablado con su madre. Pero ¿por qué tenía que ser él? Hombre lobo o no, sangre era sangre.
-No puedo Noah –se levantó del sillón para poner distancia- es muy peligroso. Aún si hueles a lobo, tu sangre puede hacerme perder el control y luego…
Y luego, un bocado y listo.
Noah ni siquiera podría defenderse. Tal vez ni querría defenderse porque solo Dios sabía por qué, pero ese niño lo adoraba con toda el alma. Y era como si fuera dos personas en ese momento, porque Mike quería, oh, como quería, tomar el cuello de Noah y succionar cada gota de su sangre mientras que otra quería salir corriendo de ahí.
Se daba asco a sí mismo.
-Miky –el licántropo se levantó también y tomó su mano para mantenerlo en su lugar mientras lo veía suplicante- por favor Miky. Si no eres tú, no quiero que nadie más lo haga. –volvió a mirar al suelo- No quiero que nadie más me toque. Aunque los demás sigan diciendo que soy raro. Quiero tener algo tuyo.
Mike tragó el veneno que se había apilado en su boca.
Debía negarse.
Lo sabía.
Pero Noah se lo estaba pidiendo y por Dios que todavía necesitaba descubrir la forma de negarle algo. Incluso si lo que le pedía era marcarlo como ganado.
-Está bien –dijo al fin y el rostro del chico se iluminó como si le hubiera prometido el mejor postre del mundo y no una posible forma de morir- pero tiene que ser rápido.
El otro solo asintió aún sonriendo.
-Si Miky.
-Y tienes que prometerme que si intento algo vas a hacer todo lo posible por huir y detenerme –el rostro de Noah se hizo duró, pero no dijo nada- Promételo Noah. Prométeme que vas a detenerme si intento cualquier cosa.
El licántropo puso sus manos tras de sí y bufó.
-Lo prometo Miky -su voz indicaba que mentía.
-Estás cruzando tus dedos ahí atrás ¿verdad?
-Tal vez.
Admitió ligeramente contrito el chico con una sonrisa, pero el rubio solo bufó y echó sus manos sobre él en un abrazo.
-Por favor Noah. –Volvió a pedir mientras el niño aspiraba su aroma como un cachorro enamorado- Promételo. Y no solo ahora. Quiero saber que puedo contar contigo si pierdo la cabeza. –tímidamente el chico asintió- ¿Puedo contar contigo?
-Sí Miky –afirmó con seguridad el licántropo- yo voy a cuidarte. Puedes contar conmigo.
Diablos, era tan tierno que si todavía fuera humano le hubiera dado diabetes.
Suspiró.
-Ok –tomó la caja de terciopelo que todavía sostenía el chico en su mano- hagamos esto.
Abrió la cajita, tomó el alfiler y luego vio al licántropo de nuevo.
Ya se estaba arrepintiendo.
Pero antes de que pudiera arrepentirse del todo, Noah tomó su mano y lo guió al sillón donde lo sentó en el centro y luego se sentó a horcajadas sobre de él.
-Así –le dijo aún mientras pasaba sus brazos bajo los suyos y ocultaba parte del rostro en su hombro, dejando su oído descubierto frente a él y su yugular palpitante justo bajo su boca.
¿No que lo iba a detener?
Mintió.
No planeaba detenerlo para nada.
El cuerpo de Noah tembló un poco, Mike no estaba seguro, pero creía que el niño tenía una erección que presionaba en su pierna y cuando el otro dejó salir el aire de sus pulmones y presionó su cadera contra la suya, Mike estuvo muy seguro.
-¿Todos los niños en Francia son así de precoces? –le preguntó intentando aligerar la situación aunque todo lo que quisiera fuera salir corriendo de ahí.
El chico volvió a presionar su sexo contra él mientras su vaho calentaba su axila.
-Oui –contestó aunque parecía que lo decía en broma- casi todos. Hazlo ahora. Por favor.
Si no hubiera sido un vampiro, sus manos estarían tan temblorosas como el chico, que temblaba más que una hoja en otoño.
Llevó la aguja al lóbulo que tenía enfrente y colocó la punta con indecisión sobre la piel.
Todavía podía negarse.
Todavía podía decirle que no y echarlo fuera de su habitación y negarse a hacerlo
La punta del alfiler atravesó la piel con dificultad y salió del otro lado casi al mismo tiempo que Noah volvía a frotarse contra él y comenzaba a correrse en sus pantalones.
Sacó el alfiler mientras tomaba el pendiente con su otra mano y, aún mientras el veneno se juntaba en su boca y sus sentidos se aguzaban porque era sangre, le quitó la mariposa y volvió a atravesar con la punta del arete el lóbulo de la oreja de Noah.
El licántropo lanzó un ligero sollozó y para cuando los temblores de su orgasmo terminaron, Mike ya había colocado la mariposa de nuevo en su lugar y se había levantado aún con Noah aferrándose a su cuerpo solo para darse vuelta y lanzarlo al sillón como si fuera un costal de papas de vuelta al sillón.
No se alejó, porque cuando intentó el primer paso para alejarse del chico, Noah se contrajo en sí mismo como si lo hubiera golpeado y le miró con dos gruesas lágrimas escurriendo de sus ojos. Así que solo se congeló ahí, mientras el licántropo lloraba o hacía algo muy parecido porque aparte de esas dos lágrimas no soltó más y los ruidos que hacía eran entre suspiros y plañidos.
Finalmente, después de lo que le parecieron horas aunque solo fueron unos segundos, el otro se contuvo a sí mismo y respiró profundamente.
-¿Estás bien? –preguntó el rubio cuando el silencio se extendió demasiado- Noah, dime que no te lastimé por favor.
El chico negó fuertemente, haciendo que su cabello, que hasta ahora había estado perfectamente peinado hacia atrás, se desacomodara.
-No me lastimaste Miky
Respondió y Mike se preguntó si, como se sentía ahora, era como se había sentido Edward cuando él le decía lo que necesitaba oír aunque no fuera cierto, porque era obvio que si había lastimado al licántropo. Aunque no físicamente.
Se sentó a su lado y extendió una vez más la mano hacia su cabello, ignorando el aroma de su sangre que no era tan atrayente como le había parecido apenas unos segundos antes. Seguramente ya estaba terminando de cicatrizar su herida.
-Lo siento –se disculpó sintiéndose como la más grande basura del mundo.
El chico tomó su mano y besó su palma con una sonrisa.
-Te quiero Miky –y fue tan parecido a la relación que tenía con Edward. El licántropo lo miró a los ojos un momento con una felicidad que él no comprendía en los ojos y luego enrojeció y miró al suelo. Aclaró su garganta- ¿Tienes ropa interior que me prestes?
Oh, Dios mío.
Esperaba que Edward no hubiera pescado eso. O que el resto de la casa los hubiera escuchado.
Con un poco de suerte, la conversación se había perdido entre tanto barullo.
Bajaron apenas un poco antes de la boda.
Todo el primer piso estaba arreglado con miles de flores que saturaban el aire con sus aromas. El piso relucía, los focos habían sido cambiados para dar una luz más tenue y cuando Mike bajo por la escalera al lado de Noah, pudo ver que todos los ojos de las personas que estaban ahí esperando a la novia de un momento a otro, se dirigieron hacia ellos.
Se congeló por un segundo en los escalones porque entre los presentes que ya habían llegado estaban sus compañeros de la escuela y de entre ellos Jessica parecía congelada al verlo.
Se acabó antes de comenzar.
Ella lo había reconocido.
Negarlo todo. Ese era el plan de contingencia. El no era Mike, su nombre era Nathan Tatopoulos y venía desde Francia a visitar a su tío Dennis. Había tomado el nombre de un amigo de su infancia en California, pero esa era otra historia.
Terminó de bajar la escalera con paso firme y apenas había terminado de bajar el último escalón cuando Andrée, envuelta con un hermoso vestido de noche y un chal negros, estaba a su lado verificando la integridad de su hijo como si fuera a faltarle un pedazo y al mismo tiempo interponiéndose entre ambos.
Se le había dicho que no se acercara mucho. Pero realmente, con tantos invitados humanos, el olor ya hacía su sed insostenible. Los ojos de Mike buscaron a Jessica que seguramente se acercaría a ellos justo ahora. Pero la chica solo lo miró un segundo antes de guiñarle un ojo, coqueta. Increíblemente, no lo había reconocido como pensó.
-¡¿Pero qué es esto? –exclamó Andrée a su lado- ¿Cuándo te hiciste esto?
Parecía que la mujer se había olvidado de Mike y sostenía la cabeza de su hijo con fuerza para ver el pendiente.
Era obvio que el licántropo no lo había comentado con ella, si la mirada furiosa de su madre significaba algo. Rápidamente tomó el pendiente en la oreja de su hijo y antes de que intentara quitárselo, como obviamente deseaba, Noah se alejó de ella con dos pasos rápidos y se colocó detrás de Mike.
-¡Quítatelo! –le ordenó la mujer, pero vigilando los movimientos del rubio con ojo de águila.
Irónicamente, ella estaba usando uno de los diamantes que Rosy y Esme habían elegido para ella y las otras mujeres que ocupaban un lugar en la manada. Un collar con un pequeño ovalo centellante que colgaba de un medallón de oro. No lo había entregado a ella en persona, solamente le entregó a Leah y Emily los suyos y el resto los mandó con esta última y varias notas de "Por favor, acepte este pequeño obsequio como muestra de buena voluntad de mi parte" y blah blah bla. Ninguna de las mujeres los había devuelto.
El niño asomó la cabeza desde la espalda de Mike que quería quitarse de en medio pero no sabía cómo hacerlo sin llamar la atención.
-No maman –le respondió con vos firme, pero tierna.
-Señora –comenzó el rubio. Quería decirle que se alejara, que olía demasiado bien- yo creo que…
-Tú cállate Miky –y rayos, primero Sam, luego el resto de los licántropos, luego sus madres y después, el mundo. Por lo menos lo había dicho en un murmuro y no gritándolo- y aléjate de mi hijo ahora mismo.
Se intentó retirar dando dos pasos hacia la derecha, pero el niño solo lo siguió utilizando como escudo humano.
-¡Noah! –reprendió ¿Qué no se daba cuenta que estaba utilizando a un vampiro para protegerse de su propia madre? Mmmmhh, aunque ahora que lo pensaba… también había habido veces en las que a él le hubiera caído bien algo así contra la suya.
-¡Dennis, ven aquí! –llamó la mujer en un siseo hacia un hombre que estaba a un par de metros platicando con una chica Quileute que nunca había visto antes.
El hombre volteó a verla y luego miró a Mike y su hijo, parecía que realmente hasta ahora se daba cuenta de la situación. Si claro, otro que se lo crea. Era muy parecido a su hijo, casi idéntico a excepción de la barba cerrada bien rasurada y las cejas y nariz que el niño compartía con su madre; además tenía los mismos ojos verdes. Se acercó lentamente. Sin dejar de ver a Mike como si fuera una serpiente que se le podía ir encima en cualquier segundo.
-¿Tú eres Miky? –le preguntó cuando estuvo cerca.
Genial.
-Mike, me llamo Mike –resistió el impulso de girar los ojos- pero agradecería si por hoy me llaman Natte.
El hombre se encogió de hombros.
-Claro, "Natte", lo que sea por la familia –bromeó el hombre.
-¡Dennis ¿Ya habías visto esto? -llamó su esposa al tiempo que señalaba hacia su hijo que escondió la cabeza tras el rubio- ¡Viens ici!
Y la señora dijo el resto en francés. Por lo poco que Mike entendía, era algo así como un regaño con una baguette. En algún punto, Noah salió detrás de él y comenzó a decir algo al principio tímidamente que terminó con una frase que sonaba a insulto.
-No había visto eso en el auto –fue todo lo que dijo Dennis cuando su esposa y su hijo terminaron la discusión, señaló al piso frente a él y dijo con aire tranquilo, pero firme- Ven aquí hijo. –el niño se colocó frente a su padre y dejó que tomara su barbilla y guiara su rostro para examinar el pendiente- Es muy bonito –admitió- pero tiene que irse.
El cuerpo de Noah se estremeció y sus ojos se pusieron brillantes.
-No père, -contestó como si le costara trabajo decirlo, pero se mantuvo firme- es un regalo de Miky y se quedará conmigo hasta que muera.
Bueno, al menos no tendría que preocuparse por vivir cien años como un adolescente. Moriría ahí mismo.
Andrée volteó a verlo con un brillo demente en sus ojos y respiró como si de un toro preparándose para la lidia se tratara.
-¿Señor y señora Tatopoulos? –interrumpió de pronto Sam, que parecía un boxeador profesional con su traje que dejaba ver todos y cada uno de sus músculos- La boda comienza en un momento, si gustan tomar asiento en sus lugares.
La conmoción que habían causado llamó la atención de los presentes y muchos de los invitados estaban viéndolos de reojo. Si Sam no hubiera intervenido, tarde o temprano alguno de los Tatopoulos habría dicho su nombre en voz alta, tal como lo había dicho Noah hacía un momento y entonces alguien se daría cuenta de quién era. No podía creer que alguien no hubiera hecho la conexión ya.
-Hablaremos luego –advirtió la mujer tomando la mano de su hijo y jalándolo hacia los asientos de los invitados de la Push.
Mike los siguió de cerca, porque si quería tener alguna esperanza en pasar la boda desapercibido y en control, debía sentarse con los licántropos, cuyo olor, esperaba, confundirían sus sentidos lo suficiente.
Se sentó entre Sam y Noah, en la última hilera de bancas y lo más alejado de sus ex compañeros de la escuela. Frente a ellos, Edward esperaba en el altar mientras algunos invitados todavía estaban por tomar sus lugares. Se veía nervioso, tanto que solo le mandó una sonrisa forzada cuando lo vio.
Pronto, la música que anunciaba la entrada de la novia se dejó escuchar.
Bella bajaba por las escaleras del brazo de su padre y que le partiera un rayo si no se veía más hermosa que nunca. Alice se había superado a sí misma con ella.
Su futura hermana parecía estar al borde de un ataque nervioso pero cuando sus ojos se posaron en los de Edward pareció como si hubiera tomado un valium. Qué hermoso y cursi era estar enamorado.
Grasias por leer