Amores condenados

Capitulo 1

De vuelta a la vida

Solamente llegando a nuestro lugar destino podemos sentir que la ida se ha convertido en regreso, tal vez viendo un rostro conocido sentimos que hemos llegado o simplemente que nunca nos fuimos. En aquella escuela 3 jóvenes iban saliendo del salón Nº15. La mas hermosa era la joven del centro, de tez blanca con ojos y cabellos color chocolate, a su lado iba una joven de cabellos castaños muy diferente a ella con jeans ajustados y una camiseta al contrario de ella que llevaba una falda color lila con una tierna camisa blanca. El joven que las acompañaba era alto y fornido, tenía el cabello largo hasta los hombros y de color café, llevando su bolso a mano derecha.

-Miroku, es mejor que nos vayamos y entrenemos antes de que anochezca.- dijo la joven de Jeans.-

-Busquemos a Kouga, el también ya debió haber salido.- Deteniéndose.- Kagome por favor no nos sigas como acostumbras.

-Sabes que también seré cazadora… ¿Por qué no puedo ir ya con ustedes?.- pregunto Kagome algo molesta.-

-Porque aun no te han otorgado tu fragmento de la perla, así que debes quedarte por favor.- Dijo Miroku comenzando a caminar en dirección contraria.-

-Por favor Sango sabes que les soy útil.-Interrumpió la joven casi en suplicas.-

-Lo siento pero no quiero a un cazador muerto antes de que se le haya asignado su fragmento, mejor vete antes de que comience a oscurecer…-Sango le dio un beso en la mejilla y fue tras Miroku.-

Kagome se quedo parada en la mitad del pasillo mirando como sus compañeros se iban, los vampiros comenzaban a aparecer apenas el sol se escondía, incluso algunos eran mas arriesgados y caminaban por las sombras que se iban formando cada vez que iba cayendo el sol. Con su mochila en la espalda Kagome monto su bicicleta y siguio el acostumbrado atajo del parque. Este parque era hermoso la laguna en el centro poseía un puente desde donde se tenia la vista completa de todo el lugar. Mirando a la laguna Kagome pudo ver como un hombre luchaba en el agua cayendo exhausto y hundiéndose antes de alcanzar la orilla, ella inmediatamente bajo hasta donde se encontraba, lanzándose sin pensarlo a ayudarlo, una vez que pudo alcanzarlo salieron cayendo los dos al suelo empapados. Kagome al darle la vuelta se dio cuenta que era joven, de tez blanca y cabellos color plata, su vestimenta era algo extraña como si hubiera salido de alguna obra de teatro de Shakespeare, al abrir los ojos vio un hermoso resplandor dorado que se acabo cuando estos se volvieron a cerrar.

-Joven despierte.- Dijo Kagome mientras golpeaba levemente las mejillas del muchacho.-

Kagome vio que los últimos rayos del sol estaban por desaparecer, debía salir de allí y cuanto antes mejor. Ya algo desesperada le dio una cachetada al joven quien reacciono bruscamente.

-¿Qué ocurre?...

-Debemos irnos los rayos que nos están tocando el rostro no duraran por mucho tiempo.- Dijo ella colocándose en pie.-

Luego de hacer una pausa a la adrenalina, Kagome noto las delicadas facciones del hombre, era de piel blanca como perla y al mismo tiempo suave como terciopelo, sus ojos eran hermosos parecía que una miel hubiera quedado atrapada en sus iris, mientras el agua escurría por sus largos cabellos color plata; saliendo de su hipnosis ella logro parar su bicicleta y montarse sobre ella, al voltear noto que esta vez era el joven el paralizado al mirarla, estaba sentado en el suelo. Algo inquieta y nerviosa ella miraba a su alrededor mientras veía como el sol se ocultaba.

-¿Qué ocurre? Ya váyase, o ellos llegaran.- Dijo mientras veía como el joven se levantaba.-

El se acerco hasta ella pasando su mano por el cuello de la joven, ella sintió como él la olía y pasaba su nariz por sus mejillas, ella quedo inmóvil y sin habla como si el al tocarla había lanzado un hechizo que le obligaba a quedarse petrificada; luego de un rato el susurro a su oído muy despacio.

-Tienes su misma esencia, pero no eres ella…

-¿Quién eres?- pregunto Kagome mientras sentía que en cualquier momento el podría besarla y no le molestaría.-

-Vete…puedo escuchar que ya vienen.- Dijo el joven mirando el sol.

Ella no volvió a preguntar, sin decir nada se fue pedaleando. El joven pudo ver como el sol se oculto en aquellas montañas, haciendo una fuerte inhalación comenzó a caminar bajo la noche que ya caía. En el centro de la ciudad una tétrica música de circo sonaba en aquella casa algo abandonada, la puerta entre abierta mostraba a un hombre sentado en un sillón, estaba acompañado de muchas personas pero él estaba hundido en sus solitarios pensamientos. Un hombre se poso al frente de el algo agitado.

-Señor esperamos su orden para salir.

Levantándose de su silla camino diez pasos pasando al hombre que le había hablado, la gracia de sus pasos era impresionante sus pies se levantaban del piso casi al ras para seguir andando. La sala hubiera quedado en silencio de no haber sido por aquella música.

-Señores, hoy quiero que me traigan a un cazador… vivo.- Dijo en voz alta.- No permitiré que sigan matándonos como perros, esta vez ellos serán nuestros perros.

Todos gritaron un unísono y excitado "Si", cuando de pronto las puertas se abrieron de un fuerte golpe, al instante todos los presentes voltearon, aquel joven de cabellos color plata había llegado hasta la tétrica casa.

-Siempre dándoles animo, ¿verdad Naraku?...

-¿Tu? No puede ser… ¡Yo te destruí! ¡Te mate aquella noche!.- su voz se envolvió con rabia y rencor-.

Los ojos de Naraku se habían vuelto rojos al igual que los de todos en la sala, el joven hizo una mueca disfrazada de sonrisa, mientras Naraku mostró sus colmillos afilados.

-¿No me darás la bienvenida hermano?.- dijo el joven en un tono burlesco.- cierto ya no quieres ser mi hermano… ¿Dónde está mi Tessaiga?...

-No lo sé pero… te llamare a la persona que la guardo, tráela.- Dijo Naraku al hombre tras el.-

Naraku era el vampiro dominante de aquella sala, pero a pesar de esto ninguno de los demás vampiros llego a pensar atacar al intruso que estaba parado en la puerta. Por una de las puertas laterales apareció una joven de cabellos lacios y largos, quien se quedo totalmente atónita al ver el rostro de aquel joven.

-¿Kikyo?.- Dijo el joven tenuemente.-

-Así es, te presento a mi mejor y más astuta de mis cazadores de humanos, seguro que aunque han pasado más de 300 años debes acordarte de Kikyo.- Dijo Naraku muy sonriente, la rabia se había convertido en un tono de satisfacción.-

-No estás muerto… estas aquí.- Kikyo se acerco incrédula hasta el joven.-

-La pregunta es ¿cómo es que esta aquí?- dijo Naraku viendo aquel reencuentro.-

-Te convirtió… -pensó el joven-¡Maldito la convertiste en un monstruo!.- le reprocho el joven al hombre que lo veía con desprecio.-

-No podía dejar perder a tan hermosa Joya.- Naraku sonrió.- además no sabes lo buena que es para traer comida a casa.

-Dime por favor que no trabajas para el.- casi suplico el muchacho en su mente.-

Ella solamente bajo la mirada, mientras una lagrima broto por su mejilla. El joven la abrazo por un instante y oliendo sus cabellos la alejo rápidamente.

-Hueles a muerte, ya no eres la de antes.- dijo el joven dando un paso hacia atrás.-

-Obviamente no es la misma, fue mejorada… Dime ¿Qué hiciste con el fragmento de la perla? ¿Cómo saliste de tu tumba?.- Dijo Naraku caminando hacia el.-

-Al parecer no tapaste bien el ataúd Naraku… Devuélveme mi Tessaiga…

-Yo te la traeré.- Dijo Kikyo dándose vuelta.-

Naraku se coloco frente a ella, negando con la cabeza y levantando la mano con la palma abierta miro al joven quien se mantenía inmóvil.

-Te haré un favor y te mandare con tu papi…- Dicho esto Naraku cerró su puño.-

Todos en la sala mostraron sus dientes, eran vampiros y la orden era clara, atrapar a la presa. Pero el joven no se intimido ante aquellos rugidos, cuando Kikyo vio sus ojos estos tenían aquel mismo color oro brillante de antes, ninguno se atrevió a atacarlo, el solamente dio una última mirada a Kikyo y se marcho diciendo: "Volveré por mi Tessaiga". En un cuarto de color verde la joven de cabellos azabaches hacia sus deberes para el día venidero, hasta que sintió un ruido en su ventana, al asomarse vio al joven de cabellos plateados trepado en su ventana.

-¿Puedo pasar?- le pregunto torpemente.-

-Claro, no puedo dejar que te vayas a esta hora.- Kagome se hizo a un lado para dejarlo pasar.- ¿Qué haces aquí?

-No tengo a donde ir… ¿puedo quedarme?.- Pregunto el joven mientras entraba a la habitación.-

-No te conozco, siquiera se tu nombre.-Kagome cerraba la ventana mientras veía a los lados de la calle.- ¿Cómo es que te subiste hasta el 6to piso?

-Mi nombre es Inuyasha… y digamos que soy un buen gimnasta.- acercándose hasta ella.- ¿Cuál es tu nombre?.- le pregunto mientras olía sus cabellos.- debes ser de su descendencia.

-Me llamo Kagome, ¿podrías no acercarte tanto?.- algo sonrojada.-

-Podría, pero… prefiero tenerte cerca…

Inuyasha la miro intensamente, como si fuera su más grande tesoro; Kagome aun no entendía como había permitido que un extraño entrara a su alcoba pero cada vez que veía esos ojos, le parecía que lo conocía hace ya una vida, además que el éxtasis de verlo crecía cada vez mas como si Inuyasha pudiera controlarla a su antojo.