Amores condenados

Capitulo 11

Inuyasha

Si no supiera que no me es permitido dormir hubiera jurado que estaba en un sueño, mientras que en mi cabeza escuchaba los pensamientos de mis "parientes" yo intentaba esconderme en un sonido que se escapaba de todas esas voces, era suave y constante, un palpitar que llenaba el vacio que quedaba en mi mente, este se acercaba cada vez más, tanto que parecía estar andando hacia mí, ¡un gato! Bufe para mis adentros pero fue el único sonido en el que me concentre note como de repente se volvió arrítmico, algo lo había alterado sobre manera, pero esa alteración era palpable y audible, sentí que el animalito estaba posado frente a mi era casi visible aquel corazón para mi, abrí perezosamente mis ojos, lo primero que vi fue el techo para entender donde estaba, luego baje mi mirada y estaba ella, sus ojos chocolates parecían que iban a reventar a llorar, últimamente se aparecía mucho en mis pensamientos pero esto era ridículo ahora aparecía su imagen vivida en mi alcoba, por un instante pensé en gruñirle pero no era mi deseo espantar aquella perfecta imagen de ella, tan perfecta que mi sed me hacía sentir su palpitar. Me senté con dificultad en la cama y me quede fijamente viendo la silueta, era como tenerla allí parada pidiéndome un beso tal vez, por un momento di gracias por no tenerla al frente llevaba más de un mes sin alimentarme, no sabía muy bien el motivo por el cual lo hacía, o tal vez si lo sabia simplemente quería redimir un poco lo que mis "parientes" habían hecho durante mis años de ausencia, que iluso como si eso pudiera borrarlo así no más. Mientras que en mi mente pasaban miles de cosas yo miraba aquellos ojos que pestañaban de vez en cuando como si estuvieran tan incrédulos como los míos, entonces ¡Horror! Ella se movió dando un paso al frente.

-Inuyasha.

Entendí que no era una visión en verdad Kagome había llegado a mi casa y estaba en mi habitación, de un tiro me levante de la cama y me fui bruscamente contra la pared, al entender que el palpitar era de verdad desde mi boca hasta mi garganta la sed se volvió casi insoportable, comenzó a picarme como si estuviera tomando salsa picante directo del frasco, ella no debía estar allí y menos conmigo en estas condiciones, no quería ni pensar en el estado en el que estaba, mis ojos debían estar completamente rojos por mi insaciable sed y mi piel se tornaba grisácea como la de un zombi, estaba en lo más deplorable incluso para un vampiro.

-¿Qué haces aquí?.- Gruñí.-

-Kikyo me trajo…

-¿Kikyo? ¿Para qué?- La interrumpí.-

-Me dijo que estabas mal y que tal vez yo podía ayudarte.

Dio otro paso y me lance contra la pared, note que ella se asusto ante mi reacción, gatee por la pared hasta el otro extremo para alejarme lo más posible de ella, de seguro su imagen hacia mí en ese momento era el de un cuerpo poseído por un demonio que intentaba escapar por la ventana ante un sacerdote, intente buscar en mi mente los pensamientos de Kikyo.

Espero que se alimente de ella, estoy segura que le hará mucho bien…

¿Por qué demonios trajiste a Kagome? ¡LLEVATELA!

Debes comer algo, y se que lo que te traiga me lo vas a rechazar, esa joven tiene el alma pura lo sabes, no la tendrás que matar y ¡quedaras satisfecho!

¡LLEVATELA!

Un gruñido lleno de euforia y extremadamente audible broto de mi garganta mientras la misma se quemaba de la sed que iba en aumento, para mi tranquilidad en la casa una orden mía era obedecida sin protestas, escuche como Kikyo se acercaba hasta mi habitación y farfullaba en su mente bastante molesta, me entro cierta calma al saber que Kikyo era mucho más fuerte que Kagome por lo que con levantarla y llevársela era suficiente, luego pensé que sería peligroso tener a Kikyo con Kagome en brazos bajando por el medio del pasillo y todos los parientes sintiendo como aquel corazón se desbocaba en su palpitar, pero eso no me importaba, ahorita lo principal era alejar a Kagome de mí, yo era el peligro más cercano en ese momento. Yo seguía atado como un loco contra la pared mis uñas se habían hundido en ella como un especie de salvavidas en ese momento, de pronto vi como Kagome se acerco rápidamente hasta la puerta, ¡Eureka! La había espantado con mi sonoro aullido, por un momento sentí como mis músculos se relajaron y cuando estuve en el suelo desprendido de la pared, vi como ella pasaba el cerrojo a la puerta; No se marchaba al contrario se encerraba con su posible asesino. Nuevamente me lance contra la pared esta vez no me trepe a ella, pero estaba entre la espada y la pared, por un instante pensé en escapar por la ventana pero me atrapo nuevamente el suave latido, profundo e interminable para mi como el sonido del mar que nunca se acaba. Kagome me había hechizado y mis instintos afloraron, ella se dio media vuelta dejándome perderme en sus ojos, camino suavemente hasta mí y comenzó a desabrocharse los botones de su blusa, su intención era ser "apetecible" lo que no sabía es que no debía intentar serlo porque ya lo era. A dos pasos de mi quedo inmóvil con su blusa arrojada en el suelo, su piel blanca era más hermosa de lo que me había estado imaginando en sueños, el rubor era tan excesivo que le cubrió desde las orejas hasta el cuello; quede tan cautivado por su belleza que la sed dejo de ser mi prioridad, me acerque colocando mi mano sobre su mejilla y alce su rostro, mi otra mano termino en su cintura, ella entre abrió los labios pero no dijo nada.

-¿En verdad no me temes?

Le pregunte con un hilo de voz, mientras apoye mi rostro contra el suyo, sentía como la respiración comenzaba a agitarse y el aire que botaba por su boca entraba a la mía, no dijo nada solo acentuó levemente con la cabeza.

Vete

Dije dentro de mi cabeza casi inconscientemente a Kikyo que ya estaba detrás de la puerta de la habitación, hubo cierta confusión en su mente pero no preste atención a lo que decía, intento girar la perilla y Kagome reacciono ante el ruido en la puerta, "vete" volví a repetir en mis adentros; retome la atención de Kagome sujetándola más fuertemente por la cintura su cuerpo quedo unido al mío, cuando volteo el rostro la bese y en ese instante volví a sentir como es que se siente vivir. Nuestros labios estaban desbocados en aquel beso parecía que se necesitaban desde hacía mucho tiempo, yo me aferraba mas y mas al cuerpo de ella, sentía que no la tenía suficientemente cerca a pesar de que mi brazo izquierdo la sujetaba tan fuertemente que nada humano la hubiera podido apartar en ese instante de mi, mientras nuestro deseo se consumía en el beso deje de escuchar todo lo demás, este era uno de los poderes que tenia Kagome en mi me embrujaba a tal nivel que ella se convertía en el mundo entero, comencé a guiarla hasta la cama ella parecía una frágil marioneta en mis brazos pero no estaba usando mi poder de persuasión en ella obviamente no era necesario, en ningún momento mi brazo se separo de su cintura al igual que mis labios no podían dejarla al contrario cada vez más el deseo de tenerla solo para mí crecía, tanta era la pasión que me consumía que a veces ella jadeaba cuando no podía respirar por causa de mi beso y solo así mis labios se alejaban un poco pero no demasiado, mientras respiraba profusamente por la boca mis labios seguían en contacto con los suyos y apenas sentía que volvía aquella regular respiración volvía a retomar el beso con más fuerza, quería que se fundiera en mi, ella era mía y ese instante era nuestro. Mi cuerpo la recostó suavemente sobre la cama y todo mi peso quedo sobre ella, musito un breve quejido por mi peso pero casi inaudible seguramente no quería que me diera cuenta de ello pero cuando comencé a alejarme (Sin ganas de hacerlo) enredo sus dedos en mi cabello y acerco su rostro al mío, humedeció sus labios y tiernamente beso la comisura de los mios, su respiración era exageradamente agitada, por un momento me dio miedo de que su cuerpo fuera a colapsar de alguna manera, reprimí mi deseo de ella saque mi mano debajo de su espalda y coloque mi cuerpo en un lado para restarle peso (aunque mi deseo era el poseerla en ese momento) ella se aferro a mi cuello intentando no alejarse mucho de mí.

-No vuelvas a dejarme.- musito lentamente.-

-Debes irte.- Le respondí.-

-No quiero irme, no quiero alejarme nuevamente de ti.- la ultima oración se ahogo casi en un lamento, sentí como una lagrima cayó en mi hombro.-

Tome su rostro en mis manos y vi que sus ojos se habían entristecido nuevamente, odie ser el motivo de aquella tristeza que la devoraba, seque sus lagrimas y volví a besarla pero esta vez muy suave como era ella; su cuerpo comenzaba a relajarse y el mío también, entonces me entro el pánico nuevamente mi instinto de asesino comenzaba a salir, aquel palpitar volvía a envolverme y la sed regreso.

-No quiero lastimarte, por favor vete, no deseo beber de ti.- le dije sentándome sobre la cama y dándole la espalda.-

Ella se sentó tras mío y quito mi cabello del oído, besándome el cuello y pasando su mano por mi cintura, mas de una vez me reproche el hecho de que nunca iría al cielo, que lo mío era el infierno y el dolor eterno, pero en ese instante yo tenía mi ángel personal.

-Prefiero haber tenido una vida contigo a una eternidad sin ti, no vas a matarme Inuyasha solo te alimentaras hasta que te satisfagas.- me susurro al oído.-

-¿Y si mi satisfacción no llega sino hasta que mueras?.- le pregunte completamente aterrorizado.-

-No lo sabremos hasta que lo intentes.- Me aseguro mientras se levantaba de la cama.-

Se poso frente a mí sentándose sobre mis piernas, tomo mi rostro entre sus manos y me beso tan tiernamente que supe que amaba a la mujer que tenia entre mis brazos, la abrace fuertemente. Ella se alejo un poco y quito el cabello de sus hombros, beso mi mejilla y cerro sus ojos. El conflicto interno era excesivo amaba a esta mujer pero la picazón en mi garganta me iba venciendo, mis ojos se tornaron rojos (Me alegre de que ella tuviera los ojos cerrados para no ver eso) y tome su cuello inclinando un poco su cabeza entonces lamí su garganta y la mordí ella se quejo y aferro su mano a mi camisa; su sangre era igual a como solía ser la de Kikyo limpia y pura, comencé a llenarme muy pronto era un elixir de dioses, sentí como su mano perdía fuerza y cayo; ella aun respiraba pero no quise seguir tentando a la suerte, me aleje de su cuello pero Kagome ya estaba inconsciente entre mis brazos, era tan débil como cualquier humano aunque a veces me parecía que ella era más delicada que muchos. La recosté en mi cama y la cubrí con mis sabanas, no me importaba si el mundo se acababa yo la tenía a ella, lo único que me importaba en este momento de mi existencia. Retire levemente sus cabellos del cuello y lamí su herida que aun sangraba, dulce y espesa era su sangre. Me quede a su lado, para que al despertar fuera mi rostro lo primero que viera, mi deseo de alimentarme ya se había calmado pero en mis adentros aun había el deseo de que la mujer en mi cama fuera mía.