JA! SEGURO PENSARON QUE NUNCA MAS ACTUALIZARÍA. BUENO. Tenían razón... ya no lo iba a hacer, pero mi amor por toothcup es demasiado grande como para abandonar esta historia, además a pesar de que pasan los años aún recibo mensajes y reviews de gente que quiere que termine la historia, y ODIO cuando autores de mis fanfics favoritos abandonan las suyas, así que me propuse a sacar el siguiente capítulo antes de que perdiera la motivación de nuevo. :)

Espero que les guste (es un capi un poco aburrido), pero el siguiente ahora sí es el final, la batalla y sha la la. :)

Capítulo 29

"Respira"

Los barcos estaban listos, las provisiones empacadas y las familias se despedían de sus seres amados. El día finalmente había llegado, era el momento de recuperar Berk.

Hiccup miró desde cubierta como hombres y mujeres tomaban sus armas y subían a las enormes naves acuáticas. Muchos de los antiguos jinetes que habían conservado a sus dragones después de la batalla habían decidido seguirlos por aire, mientras que los nuevos jinetes preferían viajar por mar, aun les daba algo de miedo perder el control de sus escamosos amigos.

Bajo su túnica verde, Hiccup podía sentir su reciente cicatriz. Palpitaba cada día que pasaba con más fuerza. Era un recordatorio constante de que muy pronto todo terminaría. De que nunca más vería el mar, o el cielo. Jamás volvería a despertar y bajar a desayunar con su papá, o no pasaría las tardes con sus amigos. Y definitivamente no volvería a abrazar a Toothless. Su corazón dolió al pensar en su dragón, que no tenía idea que Loki había hecho un trato con su jinete, y Hiccup pensó que era lo mejor. El Night Fury haría una estupidez si se enteraba, probablemente se dejaría morir en el campo de batalla o algo parecido. Y Hiccup no iba a morir en balde. Si alguien tenía que vivir, ese era Toothless.

Más pronto de lo que hubiera deseado todos estaban listos para partir. Amminos y Stoick se encontraban en diferentes barcos, en caso de que algo malo le pasara a una de las naves.

Se dio la señal, los poderosos navíos dejaron tierra y Hiccup dejó escapar un suspiro, la isla empezó a hacerse más pequeña.

No, por favor, no te alejes tan pronto. Aun no estoy listo.

Con la cara entre las manos se preguntó si tenía que despedirse de todos sus seres amados. ¿Cómo lo haría sin levantar sospechas? Sería difícil… ¿y si se echaba a llorar en frente de su papá o de Astrid? O peor… ¿confesarle todo a Toothless minutos antes de llegar? Se armaría un caos.

Hiccup se mordió la lengua. Los peores pensamientos se habían apoderado de él y no lo dejaban en paz. No quería ser pesimista, especialmente a pocas horas de su muerte, pero no podía evitarlo. Se preguntó, distraídamente, cuantos latidos del corazón faltaban para que éste dejara de latir permanentemente. No me sorprendería si termino contándolos todos.

"¿Qué haces aquí afuera tan solitario?"

Hiccup se volteó rápidamente, sorprendido. Astrid caminaba hacia él, su nueva hacha firmemente apoyada en su hombro. Se veía tranquila pero cansada. Como muchos otros Astrid se había ofrecido a quedarse hasta tarde para tener todo listo para partir. Pero Hiccup no le contestó, simplemente no salieron las palabras de su boca.

Astrid torció la boca, pero no le reprochó. Desde donde estaban se podía escuchar el leve sonido de la música que se estaba tocando en el interior del barco. "Están haciendo una fiesta" Comentó la rubia, sonriendo. "Ya sabes como son, beber y comer hasta el último momento. No los culpo, muchos de nosotros tal vez no tengamos la oportunidad de volverlo a hacer…"

Hiccup casi quiso lanzar un bufido, pero se contuvo. Si tan solo Astrid supiera la verdad, que ella no tenía nada que temer, ni nadie más.

"¿Quieres bailar?"

La pregunta, como su llegada, fue otra sorpresa. Y esta vez le contestó. "¿Bailar?"

"Si, genio, es cuando te mueves de acuerdo a la música" Rió Astrid, dándole una ligera palmada en el brazo. A veces este chico podía ser tan denso.

"Claro que sé lo que es, Astrid" Contestó Hiccup, rodando los ojos. "Es solo que… Toothless."

De repente se puso seria, y dejó el hacha a sus pies. El clank que se escuchó al hacer contacto con el suelo fue demasiado fuerte para su gusto. "Lo sé y lo entiendo… yo no quiero, es que…"

La guerrera jugó ligeramente con su cabello, y Hiccup pensó que se veía muy hermosa, después de todo era Astrid. Astrid, con grandes ojos azules y cabello dorado como el sol, la piel llena de cicatrices de batalla, que curiosamente la hacían ver más guapa de lo que ya era. Pero esos ojos azules no podían comprarse a los verdes de Toothless. La joven torció la boca y dio un paso hacia el castaño. "Hiccup, yo respeto tu decisión, ¿de acuerdo? Todavía duele, a veces quiero olvidarme de todo. Pero eres mi amigo, y me enseñaste tantas cosas maravillosas, cambiaste mi forma de pensar y por eso te admiro mucho." Sus labios formaron una sonrisa, una que llegó hasta su mirada. Sus palabras eran honestas. "Tengo esta estúpida necesidad de bailar ahora, no sé por qué, no lo entiendo, sé que suena ridículo, pero quiero bailar contigo. Como amigos."

¿Cómo podía decirle que no? Hiccup rió un poco, y le dijo algo así como "te estás ablandando", pero ambos dejaron atrás el sentimentalismo y empezaron a bailar. No era perfecto, claro, ninguno tenía la gracia natural, pero fue divertido y después de un rato los movimientos eran menos rígidos y el sol se escondió bajo el mar.

Cuando ya no tenían ganas de seguir haciendo tonterías, Astrid le dio un fuerte abrazo, seguido por un puñetazo aún más radical, que Hiccup no tardó en sobarse. La chica rio, tomó su hacha y corrió hacia el interior del barco.

La atmosfera de tranquilidad desapareció.

Fue algo rápido, tanto así, que el pánico que por un momento había se desvanecido regresó como una bofetada en la mejilla. Hiccup tragó saliva, el sonido del mar contra la madera no lo tranquilizó. Su realidad lo envolvió una vez más y por más que el joven intentara sacársela de la cabeza no pudo.

Quedarse aquí es inútil.

En un último esfuerzo por olvidarse de todo, Hiccup corrió hacia el interior del barco. Era como Astrid había dicho, todos estaban comiendo y bebiendo, platicando de cualquier estupidez. Incluso peleaban entre ellos, algo así como un calentamiento antes de la batalla. Pero esto no era lo que Hiccup buscaba. Se coló entre la multitud, algunos lo saludaban, otros le daban una palmadita, y el asentía, sin fijarse muy bien quien se la daba. No era un barco muy grande, pero el Entrenador de Dragones no le encontraba fin, caminaba entre los pasillos en busca de alguien. Y cuando bajó a la sucia bodega lo encontró.

Su dragón estaba agachado, entre sus manos había varios frutos y estaba metiéndolos en una bolsa de tela. Se dio cuenta de la presencia de Hiccup, porque volteó el cuello y al verlo sonrió. "Hey, ¿Dónde estabas? Te estás perdiendo de la fiesta."

Hiccup, que se encontraba en el último escalón, soltó una leve carcajada, cruzando los brazos. Allí estaba, firme y esbelto. Siempre al alcance. Y Hiccup lo necesitaba, más que nunca. El nudo de su garganta se alivió un poco, y el castaño se obligó a mantener la calma.

"Mira quien lo dice. Toothless, sé que no has sido humano por mucho tiempo, pero usualmente no celebramos dentro de una bodega."

El dragón rodó sus ojos. "Obviamente. Solo bajé por algo de comer, tus amigos de allá se lo están terminando todo y ni siquiera llevamos una noche en el barco". Parecía que había tomado lo suficiente, porque se levantó y se dirigió hasta el muchacho. "Ahora ya podemos subir a divertimos."

Pero Hiccup no se movió, su cuerpo aun bloqueaba el paso. El dragón levantó una ceja, claramente extrañado por el comportamiento de su jinete, pero esperó pacientemente. Dio un pequeño salto cuando dos brazos se apoyaron sobre sus hombros. Miró hacia arriba. El rostro de Hiccup era difícil de leer, estaba serio, pero al mismo tiempo su mirada era cálida y algo melancólica, sus pestañas caían sobre sus ojos limpiamente, acentuando su hermoso color verde. Toothless sonrió un poco y se acercó para plantar un suave y rápido beso en esos delgados, pero deliciosos labios.

"No hay que subir todavía". Susurró Hiccup entre besos, tomando al dragón entre sus brazos, que no tenía queja alguna. Pasaron los minutos, pero el joven jinete no podía parar. Total, ¿qué más daba? En un par de días estaría muerto, en un par de días esto solo sería un recuerdo. Súbitamente el chico presionó sus labios fuertemente contra los de su amante, sus manos bajaron hasta el borde de su túnica y con increíble fluidez la arrancó de su cuerpo.

"Woa, alguien está un poco impaciente." Comentó Toothless entre risas, pero sin hacer ningún esfuerzo para detener al chico. Hiccup solo asintió levemente, sus manos ocupadas en quitarle el resto de la ropa a su dragón.

Todo ocurrió demasiado rápido y Toothless no pudo evitar preguntarse cuál era la prisa, pero tampoco podía encontrar la fuerza necesaria para preguntarse si algo andaba mal, no cuando tenía Hiccup entre sus piernas, moviendo frenéticamente su cabeza de arriba a abajo, su miembro desapareciendo una y otra vez entre esos bonitos labios. Dios, se sentía increíble.

El castaño dio un último lengüetazo para tomar aire, su mano subió rápidamente a remplazar su boca. Alguien podía bajar, en cualquier momento podían atraparlos, pero no importaba, o al menos eso pensó Hiccup mientras bajaba la tela de sus pantalones. Paró un momento sus caricias para deshacerse de la prenda por completo. Tenía que hacer esto, tenía que perderse en el momento, disfrutar de Toothless de la manera más carnal posible.

Si tan solo supieras que pronto ya no estaré aquí.

El dragón sonrió pícaramente y permitió que su jinete lo bajara a su nivel, la fría madera haciendo contacto con su espalda. Era extraño, la forma en la que Hiccup tenía sexo con él, tan desesperada y tan imperfecta, pero deliciosa al mismo tiempo. Usualmente no iban tan rápido, se tomaban su tiempo e incluso bromeaban, riendo entre caricias. Sus labios chocaron nuevamente, y Hiccup aprovechó el momento para deslizar su pierna sobre el estómago de su dragón. Guio la caliente erección a su entrada, y bajó con fuerza, ganándose un gemido por parte de Toothless, quien a su vez tomó entre sus manos la cadera del muchacho. Ambos marcaron el ritmo, las embestidas fueron rápidas y cortas, de momento Hiccup se tomaba su tiempo para apretar sus músculos y mover sus caderas de forma circular, solo para volver a subir y bajar nuevamente.

"Te amo, te amo". Repitió el joven hundiendo su rostro en el cuello del dragón. La presión en su estómago se hacía cada vez más fuerte, amenazando con estallar en cualquier momento.

No pasó mucho tiempo antes de que ambos llegaran al límite. Hiccup dejó escapar un suspiro que no sabía que estaba conteniendo, sus manos dejaron de sujetar los brazos de Toothless, y se deslizaron por el piso, junto con el resto de su cuerpo.


Los días pasaron. La emoción de la pendiente batalla rápidamente se transformó en ansiedad y estrés. Stoick, Gobber y algunos otros vikingos estrategas discutían planes de ataque y de defensa, ignorantes del trato que Hiccup había sellado con Loki.

Habían parado en una isla intermedia para dejar descansar a los dragones, pero sabían que entre más pronto llegaran a Berk, más rápido recuperarían su hogar, por lo que solo descansaron una noche.

Y con cada sol que aparecía y se escondía en la distancia, Hiccup se debatía con las acciones que debía llevar a cabo. A veces sentía la necesidad de platicar con Stoick, hablar de su madre, de la villa, de cualquier cosa. Quería correr hacia él y decirle que iba a morir pronto, y que tenía miedo. Pero sabía que no tenía el valor para hacer eso, no quería que su papá sintiera el dolor mucho antes de que llegara.

También quería pasar tiempo con sus amigos, pero cuando se acercaba a ellos era imposible conectarse con el grupo. Reían y charlaban, y Hiccup solo podía pensar en que jamás podría platicar tranquilamente con ellos nunca más.

Y luego estaba Toothless. Toothless, Toothless, Toothless. Si el dragón se daba cuenta de lo triste o preocupado que estaba, no lo había mostrado. En las mañanas besaba a Hiccup en la frente, como era su costumbre, en las tardes, compartían la comida y hablaban de la batalla venidera, y finalmente, en las noches, se acurrucaban, cayendo presas del sueño. Y con cada minuto que pasaba, Hiccup siempre se preguntaba si lo mejor era simplemente distanciarse del dragón. Pero no podía. Simplemente no podía. Lo necesitaba, lo quería cerca. Quería estar seguro de que hasta el último minuto estuvo siempre con su dragón. Sus ojos, sus labios, su sonrisa. Quería grabarlas en su mente, asegurarse de que al ir a Valhalla no lo olvidaría jamás. Y cada vez que lo abrazaba o lo besaba, Hiccup recordaba porqué había accedido a todo el sufrimiento en primer lugar; Toothless debía vivir.


Y llegó lo inevitable.

A lo lejos se podía distinguir a la perfección la isla de Berk. Sus montañas, sus bosques, y sus estatuas de piedra. El fuego que ardía en ellas estaba encendido y pese a la distancia, los vikingos podían ver el movimiento del enemigo en su tierra.

La mañana del quinto día significaba batalla.

Por supuesto que Hootch los estaba esperando. Los botes no eran precisamente discretos, y la ruta que habían tomado era bastante directa, el jefe del clan enemigo pudo vislumbrar su llegada desde que habían aparecido en el horizonte.

"Estás nervioso."

"¿Por qué no habría de estarlo?"

"Porque tienes a un Night Fury que te protegerá hasta el final."

"Ja, por favor, cómo si no pudiera cuidarme yo solo."

El intercambio de palabras fue breve. Ninguno se miraba a los ojos, su atención fija en la distancia y en el cada vez más cercano puerto.

"Hiccup…" Comenzó Toothless, dirigiendo sus ojos hacia el jinete. "Sabes que es cierto, ¿no es así? Que voy a protegerte siempre. Ganaremos la pelea."

El muchacho dejó escapar un suspiro, pero se dejó abrazar por el dragón. "Lo sé." Pasó un momento, el vómito de palabras no pudo ser contenido. Tenía que asegurarse de algo. "Tu también lo sabes, ¿verdad? Que haría cualquier cosa para protegerte." Hiccup miró hacia arriba, conectando su mirada con la del Night Fury. Y sus ojos… sus ojos reflejaron una desesperación que difícilmente se podía encontrar en el muchacho. "Lo sabes, sabes que haría cualquier cosa para que pudieras vivir, Toothless. ¿Lo sabes, verdad?"

Toothless miró con sorpresa a su jinete. No era normal que Hiccup perdiera la tranquilidad con tanta rapidez y de forma tan extraña. La manera en la que sus ojos se movían, el ligero temblor de sus labios. Incluso sus manos apretaban fuertemente la túnica del dragón. Era más que inquietante. Ni siquiera cuando Hootch atacó la villa por primera vez, Hiccup había perdido los estribos. Siempre mantuvo la calma.

Algo andaba mal.

"¿Hiccup, que demo-?"

El sonido de un cuerno hizo que se perdieran sus palabras. Súbitamente las armas de los vikingos reflejaban el brillo de la luz del sol. Estaban demasiado cerca al puerto. En cualquier momento bajarían y la batalla iniciaría. Hiccup apretó fuertemente sus brazos y Toothless instintivamente devolvió el gesto.

Y delante de todos, Stoick, con su hacha en mano, dio el grito de guerra.


:D Espero que les haya gustado! Si siguen vivos no duden en dejarme un review, jaja. Me pregunto si mis antiguos lectores todavía andan en el fandom! Ya pasaron tantos años!

Nos vemos en el siguiente capi!