Summary: Un matrimonio forzado unirá al conde Edward de Netherfield y a la hija del gobernador de Londes, Bella Swan. Con el pasar del tiempo ambos caen perdidamente enamorados; pero su amor se encuentra amenazado por los Volturi y por el tío de Edward James que trata de robar su trono ¿Lograra resistir este amor?

Disclamer: ninguno de estos personajes me pertenece y lastimosamente Edward tampoco me pertenece T-T tiste. . .

Capitulo 1

"Desconocidos"

"Lo desconocido. . . es hermoso algunas veces"

Era un fresco día otoñal en el bosque de Netherland, Inglaterra. Las hojas estaban teñidas de un exquisito color ámbar y la brisa era fresca y suave; un carruaje negro adornado con bordes de plata y una perilla de plata surcó el bosque a toda velocidad levantando una espesa nube de polvo tras su camino.

Adentro del carruaje, estaba el Noble Charles Swan, un hombre de cabellos oscuros tenidos de blanco por la edad, de ojos chocolates fríos e indiferentes y de rostro tosco y desafiante; a su lado se encontraba Isabella Swan , su única hija, sin embargo ella era muy diferente a su padre, sus ojos eran chocolates pero suaves y su rostro era sereno y femenino dándole un aspecto de paz casi palpable por cualquiera que la llegara a conocer y para finalizar su cabello era una sedosa cabellera oscura haciendo contraste con sus ojos.

_ Espero que sepas aprovechar esta oportunidad hija_ dijo sir Charles con una voz ronca y mandataria a su hija que estaba muy concentrada mirando por la ventana del carruaje.

_Ni siquiera lo conozco_ murmuro sin apartar su mirada de la ventana.

Sir Charles emitió un gruñido seguido de una toz, tomo entre sus manos un pañuelo de seda blanco con bordados grises y lo colocó en frente de su boca.

_Casarse con el futuro conde de Netherfield es una oportunidad que no se puede desaprovechar por terquedad_ Bella solo pudo suspirar ante las palabras dichas por su padre.

" ¿Cómo será ese tal Edward?" se pregunto mientras apoyaba la cabeza en su mano.

El carruaje se detuvo en seco, el cochero abrió la puerta del carruaje sin antes hacerle una reverencia a Sir Charles, aunque este no fue tan educado.

_Gracias_ dijo Bella.

_A sido un verdadero honor señorita Swan_ dijo el viejo cochero brindándole una sonrisa a Bella quien le devolvió la sonrisa.

La mansión Manson era un ancho y viejo edificio construido en piedra al estilo antiguo, tenía grandes ventanas, algunas coloridas y otras traslucidas, una puerta principal de madera y atrás de esta grande estructura se divisaba el hermoso bosque ámbar de Netherfield dándole a la mansión un toque de exotismo único.

Bella sonrió ante semejante vista, pero sus ojos pararon en la figura de un hombre de cabellos blancos y cuyos ojos rojos como sangre la observaban detenidamente.

A Bella le recorrió un escalofrío al ver como aquel hombre se relamía sus labios como si ella fuera un apetitoso bocado.

Bella desvió la mirada al escuchar la voz de su padre.

_ ¡Ah! ¡Carlisle!_ exclamo sir Charles dándole un fuerte apretón de manos a un hombre joven de cabellos rubios y de una extraña hermosura, sus ojos eran dorados, era igual a los caballeros de esas historias que con tanta pasión Bella leía.

_Sir Charles, ¿Cómo está la toz?_ pregunto Carlisle, su voz era dulce y melódica, pero seguía siendo masculina.

_ ¡Muy bien! Le presento a mi hija Bella, futura esposa del joven conde_ dijo sir Charles empujando un poco a su hija para que estuviese frente a frente con Carlisle.

_Querida este es el médico del conde, y un buen amigo mío_ dijo sir Charles a su hija.

_Un placer_ dijo Carlisle tomando la mano de Bella y besando el dorso de esta.

_Igual_ dijo esta, el contacto con la mano del médico fue extrañamente rígido y frio

_Por favor acompáñenme al jardín, allí está el conde y tu futuro esposo practicado esgrima_ dijo Carlisle haciendo un gesto con la mano para que lo siguieran y así lo hicieron.

"Mi esposo. . ." pensó Bella, no sabía si sentirse mal o sentirse bien ante esa palabra.

El jardín estaba adornado con flores de diferentes colores dándole a este la apariencia de un arco iris, por su puesto el bosque ámbar hacia resaltar la hermosura del jardín; era un espectáculo de colores digno de admirarse.

En la esquina derecha del jardín, un chico de cabellos bronces, de facciones masculinas y definidas, de ojos verdes esmeraldas y de una musculatura notable, se encontraba sentado, leyendo un libro.

Al lado de ese chico con apariencia de ángel un hombre con ropas rojas y bordados dorados, unas botas negras. De rostro serio pero que ahora se encontraba con una leve sonrisa; era muy parecido al chico, solo que aquel hombre emanaba autoridad y respeto, en cambio aquel chico emanaba misterio. . .

_Conde_ dijo Sir Charles dando una pequeña venia acompañado de su hija y de Carlisle.

_Dejemos las formalidades a un lado, hay que celebrar la llegada de la esposa de mi hijo_ dijo el conde mirando de reojo a Bella, como si con este acto pudiera ver lo que había dentro de su alma.

_ ¿Y cómo se llama tan hermosa flor?_ el conde estaba aparentemente convencido de Bella; aunque esta no le daba la gracia a ser observada de esa forma.

_ Isabella mi señor_ respondió la susodicha.

_Espero que mi hija sea del agrado de su hijo_ dijo Sir Charles ignorando la mirada envenenada que lanzaba Bella; ¡¿Cómo se atrevían a hablar de ella como si fuera un caballo?

_Veamos. . . ¡Edward! ¡Acércate muchacho! _ llamo el conde.

El chico que yacía sentado, se levantó y troto de forma atlética hacia los invitados.

_Ella es, tu nueva esposa hijo mío_ anuncio el conde dándole unas palmaditas en la espalda a aquel muchacho.

Los ojos de Edward quedaron fijos en los de Bella, como si jamás hubiera visto ojos así, y Bella sintió lo mismo.

_Un placer_ las palabras salieron suaves y lentas de los labios de Edward.

_ ¿Por qué no vamos adentro? Hay mucha brisa_ dijo Carlisle.

_Justo a tiempo para el almuerzo, tu precisión es muy impresionante Carlisle_ dijo el conde seguido de su hijo y de sus nuevos invitados.

Las grandes puertas de madera se abrieron y se adentraron en la mansión.

El pasillo principal estaba cubierto por una alfombra roja y había cuadros con marcos dorados en las paredes de granito, dándoles un toque rustico al interior.

Al final el pasillo de cortaba en tres direcciones, una al frente, otra a la izquierda y otra a la derecha. Doblaron a la izquierda, y después de caminar lo que parecía un mundo llegaron al comedor. El cual era digno hasta para un rey, era una mesa de madera rectangular larga, con sillas de madera y algunos candelabros colocados en el centro.

La habitación tenía grandes ventanas que daban una hermosa vista hacia el jardín, y que llenaba de vida el comedor.

Edward abrió una de las sillas para que Bella se sentara y así lo hizo, y este a su vez se sentó a su lado.

La comida llego a la mesa sumamente rápido, el conde ni siquiera tuvo que levantar un dedo.

_ ¿Cuánto tiempo planean quedarse?_ pregunto el conde tomando un poco de vino en una copa de plata.

_Yo me iré hoy mismo-respondió sir Charles- Bella se quedara hasta que se casen_

Los ojos de Bella se abrieron de par en par ¡¿La iban a dejar sola? ¡Ella no conocía a nadie! Sintió la mirada de Edward en su rostro, y por un momento tuvo la tentación de mirarlo, pero al hacerlo desviaba la mirada sonrojada.

_ ¿Cuándo nos casaremos?_ pregunto Bella, dirigiéndose exclusivamente a su padre, quería volver con su hermana lo antes posible.

_ Te vas a quedar aquí, y eso es el final de la discusión_ la voz de sir Charles había salido sombría y al borde de alzarse en un grito.

Bella apretó los labios como forma de protesta y miro al suelo.

_Yo siempre considere, que las mujeres son las que deben elegir cuanto tiempo se quedaran_ la voz de Edward hizo que los ojos chocolatosos de Bella se posaran a su rostro.

_Además, la señorita Isabella no ha dado su opinión sobre mi_ dijo Edward mirando a Bella con una sonrisa ladina.

_Yo. . ._ Bella se había quedado sin palabras al estar tan profundamente hipnotizada por la mirada del futuro conde de Netherland.

El conde miro con orgullo a su hijo.

_Terminemos de comer, la comida se pondrá fría_ anuncio el conde.

_Espero que tu estadía aquí sea placentera señorita Bella_ dijo Carlisle sentado en la cama y arropando a Bella con unas sábanas rojas de terciopelo.

_Sipi, esta habitación es muy acogedora_ dijo Bella sonriéndole a Carlisle; solo habían pasado juntos unos cuantos minutos y Carlisle y Bella se volvieron tío y sobrina.

Ambos se encontraban en una habitación, de tamaño moderado, con un escritorio hecho con roble del bosque de Netherfield, la enorme cama de madera, un vestidor y por ultimo un escaparate lleno de libros; lastimosamente eran libros de política. . .

_ Bien. Ahora debes descansar que mañana tu padre partirá y deberás soportarme hasta que tú y el joven conde se casen_ dijo Carlisle divertido levantándose de la cama.

_ Como que estoy muy grande para que me estén recordando, además soportarte no es nada con lo que yo debo lidiar todos los días_ dijo Bella asintiendo de forma solemne.

_ ¿Y qué cosa es esa?_ pregunto Carlisle arqueándole una ceja a la chica de cabellos marrones oscuro.

_ " ¡Debes casarte con él! ¡Y es el fin de la discusión!" _ Bella había imitado a su padre tan bien, que Carlisle rio con este acto.

_El solo busca lo mejor para ti_ dijo Carlisle retomando la compostura.

_Mmm. . . bueno ya me dormiré, o si no mañana pareceré un mapache con las enormes ojeras que tendré._ dijo Bella cerrando sus ojos.

_Buenas noches. . . _ dijo Carlisle saliendo de la habitación de puntitas para no despertar a Bella que ya dormía plácidamente. Cerró con cuidado la puerta, y pronto escucho los pasos de Edward.

_ ¿Qué haces despierto Edward?_ pregunto este, haciendo que Edward diera un respingo puesto que ni siquiera había tocado a Carlisle, ni había hecho ruido.

_ ¿Cómo esta ella?_ preguntá Edward mirando a Carlisle directamente en los ojos.

_Está dormida. . . ¿Por qué tanto interés?_ pregunto Carlisle examinando cautelosamente al chico y caminando en círculos a su alrededor.

_Yo solo quería saber_ dijo Edward desviando la mirada. Carlisle frunció el ceño pero justo en ese momento un extraño brillo surco la mirada dorada de Edward, un brillo que Carlisle pudo reconocer perfectamente ya que el mismo había experimentado esa sensación.

_ ¿Te enamoraste de ella? Ni siquiera se han conocido bien_ dijo Carlisle cruzándose de brazos.

_Yo no estoy. . .enamorado de nadie, solo quería saber, al fin y al cabo es mi prometida ¿no?_ dijo este aun sin dejar de mirar el suelo.

_Entiendo. . . pues no hay más que hablar_ dijo Carlisle.

_ ¡Espera! Me dijeron que mi padre partirá mañana junto con el de Andrea_ dijo Edward cambiando el tema.

_ Debe arreglar unos asuntos con otros reinos, no es nada grave. . . aunque me entere que tu tío pretende acompañar a tu padre_ dijo Carlisle de manera grave pero tenue, puesto que sabia la reacción de Edward.

El susodicho apretó su mandíbula y sus manos. Su tío era nada más que una vil serpiente, con un solo objetivo y eso era hurtar el puesto de su propio hermano y quitarle la herencia que le correspondía a Edward.

Edward abrió la boca para hablar pero pronto fue acallado por Carlisle _ lo hablaremos después, recuerda que adentro esta tu damisela._ dijo Carlisle bajando las escaleras.

Edward cerró los ojos y trato de infundirse autocontrol, e increíblemente lo logro; dio un leve suspiro, pero antes de irse, abrió lentamente la puerta de la habitación de Andrea y entro a la misma.

Con la sigilosidad de un gato se acercó a la figura de Bella que dormía cómodamente entre las sabanas rojas. De pronto una sensación desconocida invadió la mente de Edward; con cuidado su mano se fue acercando al rostro de Bella, su corazón latía desenfrenado al sentir la tibieza que esta emanaba, y con un suave movimiento acaricio castamente la piel de la mejilla.

Se alejó y antes de cerrar la puerta de la habitación, sus ojos se volvieron a posar en la chica, que dormía sin saber nada de lo que estaba pasando.

Su corazón se encontraba acelerado por razones desconocidas para él y el lugar que hizo tacto con la piel de Andrea estaba vibrando.

Una sonrisa suave pero notable se asomó en su rostro y con pasos lentos bajo las escaleras hacia su habitación. . . aun sin poder quitarse aquella imagen de la cabeza, la imagen de su prometida.