Este One-shot está basado en el capítulo dos del anime y del manga (vaya, que han coincidido y todo).
Este fanfic fue publicado el 13 de Agosto de 2010. Hoy, 27 de Octubre de 2012, lo he editado, pero sigue siendo lo mismo.
Disclaimer: Vampire Knight y sus personajes, no me pertenecen. Es de Matsuri Hino.
Apoyado en una pared del pasillo de la Academia Cross, Zero jadeaba mientras gotas de sudor bajaban por su rostro. Su ceño fruncido. Su mirada reflejando que se contenía por el hambre. Maldijo por lo bajo, pero volteó con enojo hacia la esquina del pasillo.
—Sé que estás allí —comenzó a hablar—. Sal, quienquiera que seas.
Tímidamente, una chica con dos trenzas y anteojos se asomó.
—Ah… uhm… —fue todo lo que dijo antes de mostrarse por completo. Con gratitud y nerviosismo, dejó ver una cajita envuelta en sus manos. Hubo un silencio mientras ella reunía fuerzas para hablar— ¡Quería agradecerte por haberme salvado esta mañana, Kiryuu! Y como se supone que hoy se agradece regalando chocolates… pues… esto lo hice yo misma —extendió la caja. Sus mejillas totalmente sonrojadas, no por amor, sino por miedo, más bien.
Ah, el día de San Valentín. Pensó Zero. Era cierto, la había salvado aquella mañana. Ésta chica había intentado escalar el muro para ver mejor a los sempais de la clase nocturna, y al resbalarse y caer, Zero la atrapó con habilidad.
—Oh… —había dicho ella, aún agitada por la caída—. Gracias Kiryuu —antes de que ella pudiera evitarlo, él ya la regañaba diciéndole que mil veces había repetido que no hiciera tonterías. Luego, mientras Yuuki gritaba "¡Hurra Zero!" por la atrapada, la chica aprovechó para escapar de los regaños de su salvador.
Volviendo al presente, Zero sólo gritó.
—¡Vete! —su amargura hizo temblar a la chica.
—Uh ¿Uhm? Pero yo… —parecía bastante asustada y decepcionada a la vez.
Zero agachó la cabeza, apoyándose en la pared con su brazo. Su mano apretada en un puño. Respiró hondo. Ella tiene sangre. Es humana. Y la sangre…
—Olvídalo —murmuró apretando aún más su puño— ¡Vete ya! —gritó saliendo de sus casillas. La chica pegó un brinco y se empezó a alejar a toda velocidad gritando:
—¡Lo siento! ¡Lo siento! —pero antes de perderse totalmente, escuchó la voz de Zero.
—E-Espera…
Con escalofríos, la chica volteó.
—¿Q-Qué?
—Deja la caja en el suelo —ella pudo tonar el tono forzado de su voz. Parecía que él quisiese saltarle encima. Pero eso no tendría sentido.
—¿Pero por qué?
—¡Sólo hazlo! —respondió Zero con autoridad. Casi sin dudarlo, la chica obedeció y comenzó a preguntar algo, pero Zero la interrumpió exigiendo que se fuera otra vez, esta ocasión, mostrándole su rostro enojado. La sed se apoderaba de él, pero amaba el chocolate, aunque no le gustase admitirlo.
La pobre chica, ante los gritos de su salvador, gritó aterrorizada y huyó a toda máquina hasta salir del perímetro. Zero, por fin, resbaló por la pared y apoyó sus manos en el suelo, aún con la respiración agitada por el inmenso esfuerzo de no morder a esa chica, murmuró:
—Menos mal que logré quedarme con la caja de chocolate —además del dolor, un tono satisfactorio podía identificarse allí en su voz. No podía desperdiciar una oportunidad así ¿verdad?
Zero sonrió de lado y se arrastró hasta la caja humildemente abandonada en el suelo. La tomó y la guardó en su chaqueta. Se sentó apoyando su espalda en la pared y suspiró.