Final alternativo para Detective Conan
Aclaración: Detective Conan Pertenece a Gosho Aoyama. Este no es el final real de la historia, sino uno creado por mí.
Capítulo I: La visita de un extraño
Ai Haibara se encontraba en el laboratorio experimentando con diferentes químicos para hallar el antídoto contra el APTX 4869. El profesor Agasa, por su parte, se había quedado dormido sobre su computadora nuevamente luego de trabajar por horas.
La calma del hogar se vio interrumpida por el sonido repentino del timbre, pero ni la niña de cabellos castaños ni el anciano esperaban por alguien. Haibara caminó apresuradamente hasta la ventana junto a la puerta principal para verificar la identidad de la misteriosa visita. Sigilosamente observó a través del gran ventanal y se encontró con un hombre vestido completamente de negro, con gafas y gorro incluido.
La niña, asustada, retrocedió unos pasos, pero el timbre volvió a sonar. ¿Qué debía hacer? Buscó al profesor y lo despertó rápidamente.
- ¡Profesor, un hombre vestido de negro está en la puerta! – Exclamó con temor.
El viejo científico se alarmó al oír las palabras de la niña y de inmediato ordenó:
- Escondete, Ai, yo me encargo de él.
El sonido del timbre seguía retumbando en las paredes de la casa y aumentando la ansiedad y el miedo de la científica. Agasa abrió rápidamente la puerta y se encontró con el misterioso visitante.
- Disculpe la tardanza, me había quedado dormido en el ordenador – se excusó.
El hombre misterioso ignoró el comentario del dueño de casa e inquirió:
- ¿Podría hablar con Shiho Miyano?
Las pupilas del profesor se dilataron.
- ¿Shiho Miyano?
- Yo sé que ella vive acá - agregó con una sonrisa maliciosa.
- Pues debe estar equivocado, acá no vive nadie con ese nombre y tampoco me suena familiar.
El tipo de negro no creyó una sola palabra y prosiguió con la conversación:
- Cuando la vea, por favor, dele mi número de teléfono y pídale que se comunique conmigo, ¿está bien? No es necesario actuar. Yo sé perfectamente que ella está acá y sé por todo lo que ha atravesado.
Mientras el profesor y el hombre de negro conversaban, la niña los observaba desde su escondite. No sabía por qué, pero todo el miedo que había sentido quedó atrás en el momento en que Agasa abrió la puerta. Esa persona por alguna razón que desconocía le había traído mucha paz y algo de nostalgia.
- Veo que usted es muy insistente - contestó el profesor. - Pero ya le he explicado que no conozco a nadie con ese nombre. Sin embargo, voy a conservar la tarjeta y si en algún momento conozco a alguien con ese nombre me voy a encargar de que lo llame. Pero tenga la seguridad de que pierde su tiempo.
El extraño, una vez más, ignoró las palabras del profesor, volvió a sonreír y se alejó del lugar. Agasa cerró lentamente la puerta.
Haibara abandonó su escondite y observó desde la ventana cómo la figura del hombre misterioso desapareció luego de ingresar a un auto de la misma tonalidad que sus vestimentas.
- ¿Quién es? – preguntó el anciano.
- No lo sé, pero tengo la sensación de que no es la primera vez que veo a esa persona.
- Dejó este teléfono para que Shiho Miyano se comunique con él – explicó el profesor - pero le aseguré que no te conozco y que nadie con ese nombre ha vivido aquí. Dijo que está enterado de todo lo que te ocurrió.
Agasa le entregó a la niña la tarjeta con el número de teléfono y después sugirió:
- Deberías llamar a Shinichi para contarle lo que ocurrió y decidir qué hacer.
- Veo que te olvidaste que está de viaje con su novia en Osaka - repuso Haibara.