DEDICADO PARA LEIA FROM SOMEWHERE
Como ya muchos sabrán, mi nombre es Wanda-Marie840 propietaria de esta cuenta de , y de la gran mayoría de las historias que por ella se transmiten a ustedes, mis queridos lectores, digo la gran mayoría porque esta, y una más, no son de mi autoría, no completa, en el caso de "The Voyage of The Dawn Treader my personal ending" es de Fuckyeatwilight, solo me limite a traducirla junto con Zuzu Howlett, y esta es la continuación de "Amores y desamores de Lucy Pevensie" de Leia From Somewhere, en este caso lo que va a partir de ahora es de mi persona, salvo una nota textual que es con el consentimiento de su creadora, Leia.
Sin más que decir, me limito a lo que me gusta que es escribir.
Saludos y espero poder hacerle justicia a esta historia.
CARPEN DIEM
Capitulo I: El Túnel
Uno piensa que la vida es tranquila, bella, insignificante muchas veces, un sueño del que despertamos agitados en noches de pesadillas, pero, si la vida es un sueño, el amor ¿Qué es? ¿Una sensación? ¿Un intercambio de hormonas? No… el amor es algo mas, algo que va por dentro, una de las esencias de la que se nutre la vida, y por consiguiente, un sueño mas…
• • •
– ¡JANE! – un repentino grito de emoción invadió la pequeña habitación doble. Una joven morena se dio la vuelta bruscamente para encontrarse con un par de ojos verdes. La muchacha rubia cerró la puerta que acababa de abrir.
– ¡Lucy! – dijo ella, llevándose una mano al pecho para tratar de calmarse – Me has dado un susto…
– Bueno, lo siento – de disculpó ella, pero la sonrisa con la que había entrado todavía no salía de su rostro. Su compañera lazó una ceja. Por toda respuesta, la rubia agitó un par de papeles en frente suyo.
– ¡Los resultados! Perdón, olvidé por completo que hoy los entregaban.
– Ah, qué importa, Jane – cerró la puerta del cuarto – También tengo los tuyos. Sabía que te olvidarías. Cálmate, no los he leído – dijo cuando su amiga la miró, sorprendida – Toma.
Le alcanzó un sobre, y Jane se abalanzó sobre él. Por un momento ambas no dijeron una palabra mientras abrían los sobres, conteniendo el aliento, sentadas en el borde de la cama de la rubia. Por fin, cuando ambas pudieron ver sus puntajes, Lucy gritó, pero su compañera se dejó caer de espaldas sobre la cama.
– Aprobé – susurró, en un hilo de voz – Pasé la materia.
– Oh, cállate – le dijo Jane, medio molesta – Yo he reprobado. Estúpido profesor, es tan viejo, ¿No debería jubilarse ya? Todos creen que tiene noventa…
– ¡No seas tan mala! – le reprendió Lucy.
– Es sordo.
– No es cierto.
– Y un pervertido.
– ¡Mentira!
– ¡Claro que sí! La semana pasada no paraba de mirar a Margaret Preston. Escuché que le propuso aprobarla sólo si se dejaba tocar las…
La rubia le tapó la boca a su compañera – Sólo son rumores.
– Que, en todo caso, tienen cierta probabilidad de ser ciertos.
Jane la miró, y ambas comenzaron a reír. Y una vez hubieron pasado algunos minutos, no pudieron parar sino hasta que les dolieran las costillas.
– Toc, toc – gritó alguien a través de la puerta cuando ellas estaban a punto de comenzar una guerra de almohadas. Ambas se quedaron inmóviles, y la morena anunció, ilusionada.
– Es Peter.
Lucy suspiró. Dejó caer su almohada, y fue a abrirle la puerta a su hermano. Realmente, prefería que Peter la visitase cuando estaba sola, porque cuando estaba Jane, se podía olvidar de pasar un buen rato. No era que no apreciara a su compañera, es más, la quería mucho y hasta sabía de su embarazo, pero el gran problema era que le gustaba el muchacho que estaba esperando que le abran la puerta ahora. Se arreglaba lo que sea que tenga puesto, y una gran sonrisa comenzaba a aparecer en su rostro cuando él llegaba. Bueno, no lo podía evitar, a veces su hermano coqueteaba con ella, pero no había nada serio.
– ¡Espera, Lu! – ella se giró a ver a la muchacha – ¿Me veo bien?
– Sí, Jane. Estás bien – dijo ella cansinamente, girando la manija. Su amiga le sacó la lengua.
– ¡Hey, Lu! – Saludó su hermano – Jane… – se inclinó levemente hacia ella como si hiciera una reverencia, y la joven rió.
– ¿Qué es eso, Pete? – preguntó la rubia, al ver que el joven traía consigo una caja grande.
– Cosas que olvidaste en casa – respondió él simplemente – Traté de traerlas antes, pero tu hermano no me dejó.
Un escalofrío recorrió a Lucy, y se mordió el labio inferior. Su amiga observó la extraña reacción, pero decidió ignorarla. Después de todo, si le preguntaba algo ella se iba a sentir incómoda.
Mientras tanto, la muchacha de ojos verdes no había recordado a Ed en ya un mes. Sabía que Pete había evitado mencionarle su nombre, pero aún así el nombre de su hermano había actuado en su mente como un baldazo de agua fría. Las memorias de galoparon sobre su cerebro como una serie de flashes: su primer beso, sus ojos chocolates, sus labios dulces, suaves, todo él, sus toques, las caricias, la pasión, su cuerpo sudoroso contra el de ella, sus embestidas, su expresión de deseo, y luego su sonrisa, sus brazos alrededor de la cintura de Lucy, el roce de labios, todo.
Peter la miró con preocupación. Él, al igual que Jane, ignoró su reacción.
– Toma. – Le entregó el paquete que Lucy colocó en una esquina de la habitación – Oye, has escuchado que el profesor de…
– ¿Qué tal está Edmond? – preguntó ella de repente, y Pete casi se atraganta con la bebida que Jane le había ofrecido. Luego de toser bastante, miró a Lucy, incrédulo.
– Oye, Lu, no es necesario hablar de él, sé que ha sido difícil, ¿está bien?
– No – respondió ella suavemente, al borde de su cama – Todo está bien. De verdad, Pete, no insistas. Sólo quiero saber cómo está.
Vio la expresión de duda en el rostro de su hermano. Pero después de pensarlo bien, habló – Está bien, supongo –
– ¿Supones?
– Bueno, hace días que no he oído nada.
Tal y como lo pensó Peter, su hermana se mordió el labio, preocupada.
– Cálmate – le dijo Pete, medio divertido, medio preocupado. Tenía miedo que de repente todo el esmero que había hecho para darle a Lucy un poco de tranquilidad se haya esfumado con una simple palabra. Edmond.
– Creo que está un poco agobiado por la universidad y el trabajo… probablemente sea por eso que no llame – agregó, y para su alivio, su hermana pareció de pronto más animada. Suspiró, y se pasó las manos por el cabello, un poco frustrado.
¿Por qué Edmond? ¿Por qué Lucy? Y, la pregunta del millón: ¿Por qué él mismo?
¿Acaso eran una sarta de incestuosos? No, tenían la sangre noble, sangre narniana y auténtica, nadie les podía quitar eso. Pero tal vez la causante fue aquella época en la que no pudieron ser más felices que entonces. Sí, cuando fueron reyes y reinas valientes, justos, bondadosos y magníficos, crearon un lazo más profundo entre ellos, mucho más poderoso que el de cualquier hermano o hermana, ya sea aquí en Narnia o en Inglaterra.
– Me alegro de que esté bien – dijo Lucy, con una sonrisa entre los labios.
Lo que ni Jane ni Peter sabían, era que detrás de esa sonrisa se escondía un par de ojos llorosos. "¿De qué vale saber que él esté bien, si no está a mi lado?"
• • •
Lucy volvió a girar sobre su cama, incapaz de quedarse dormida. ¿Qué hora era? Consultó el reloj que estaba sobre su pequeña mesa de noche.
Tres de la mañana.
Edmond.
Sacó la almohada que estaba detrás de su cabeza y se la puso en la cara, apretando, quedándose sin aire. Quiso gritar de rabia, de emoción, de alivio, de pena y de angustia. Pero se contuvo. Se quedó así un momento, como si deseara asfixiarse a sí misma, y luego retiró la almohada de su rostro.
Exhaló profundamente, e instintivamente se llevó la mano al vientre. Hasta ahora, se podía observar un bulto casi imperceptible, pero ella sabía que ahí adentro habitaba alguien muy especial para ella. Hace unas semanas fueron a la casa de un viejo amigo de Peter que estudiaba medicina. Como el padre también era doctor, tenía un consultorio en casa y un día que el hombre salió con su esposa, el muchacho recibió a los hermanos para saber cuál era el estado del bebé.
No estaba mal. Les dijo que probablemente Lucy necesitase más vitaminas, y que por ahora podía hacer esfuerzo físico, pero al transcurrir los meses debía evitarlo, pues sino la dañarían.
– ¡¿Qué? – Dijo ella de repente – ¿Es mujer?
– ¿Mujer? No. Perdón, Lucy, me refería a ti. – le dijo el muchacho, un poco avergonzado.
– Ah.
Se volteó de nuevo, mirando a la ventana que dejaba que la luz de la luna se colase. Junto con Peter, acordaron que una vez que el bebe se hubiera desarrollado lo suficiente como para que la gente lo note, ella se retiraría de la universidad temporalmente, durante seis o cinco meses, quién sabe. Una vez que el niño hubiera nacido, Peter se ocuparía de él, y entonces sólo esperaría a terminar sus estudios para poder trabajar y encargarse de él. Parecía fácil, y además la universidad les brindaba beneficios a sus estudiantes más destacados, y por eso no le quitarían la vacante si Lucy se retirara por cierto tiempo.
Giró todo su cuerpo hacia el lado opuesto, dándole la espalda a la luz, mirando como la respiración profunda de su amiga le daba una sensación de cansancio y somnolencia. Pero eso no evitó que unas lágrimas rodaran por su rostro, humedeciendo la sábana.
Está bien, todavía no se había recuperado de que Edmond no le ofreciera ningún tipo de ayuda cuando se enteró lo que sucedía con su hermana. No, no se había olvidado de sus besos cálidos, dulces y tiernos, pero al mismo tiempo hambriento de ella. Aún recodaba esas veces en las que la tomaba por la cintura, y con leves mordiscos y toques, la sometía a sus órdenes. Entonces la tumbaba sobre la cama del muchacho, y luego de excitarse, ambos se unían y juntos, después de mucho disfrutar, llegaba al máximo éxtasis.
Suspiró pesadamente. Se ordenó a si misma dejar de pensar en cosas así, y luego de reprocharse, cerró los ojos, esperando dormirse lo más pronto posible.
Y cuando por fin comenzaba a sentir el conocido sueño y poco a poco, los párpados le comenzaban a pesar y se dormía, alguien tocó la puerta.
"Un estudiante" pensó, pero quiso ignorarlo. Después de todo, debía ser alguien muy desconsiderado si tocaba la puerta en medio de la madrugada. Pero cuando tocó más insistentemente, se alarmó un poco. Jane se removió en su cama, y se iba a levantar cuando Lucy susurró.
– Quédate ahí. Yo atiendo.
Su amiga murmuró un leve "Gracias" y se volvió a dormir. Mientras seguían tocando, Lucy se paró y fue a atender. Se llevó una buena sorpresa cuando vio a la joven de secretaría.
– ¿Lucy Pevensie?
Ella asintió, y no pudo evitar notar la expresión de alarma que tenía la mujer. Esta la tomó del brazo, y mientras la sacaba de la habitación, pronunció las más aterrorizantes palabras que Lucy haya escuchado en su vida.
– Su hermano mayor ha llamado. Dice que vaya al hospital St. Pittsburgh, porque le han disparado a su hermano menor, Edmond... ¿Señorita?
• • •
Un agudo pitido resonó en su mente. Edmond, por supuesto, se extrañó. ¿Qué era eso? Luego escuchó otro pitido. Y otro. Y otro. Y luego comenzaron a venir a un ritmo lento, coordinado. Entonces se acordó de lo que había sucedido.
Un momento… ¿Qué?
No, no recordaba mucho. Mejor dicho, tenía miedo de recordar, pero tuvo que hacerlo. Los hechos le llegaron como flashes, sofocando su mente. Él había llegado a las diez de la noche al banco, como siempre. Todo había ido en orden, entró al lugar, saludó a sus colegas, se sentó en su asiento, cerca de la ventanilla, y pronto comenzó a atender a los clientes. Llegaban uno por uno, y no había nada anormal en eso, hasta que un hombre alto y corpulento le había amenazado con una pistola medio oculta que le entregue el dinero de una cuenta que él mismo le dictó. Edmond, por su parte, no perdió la calma, pero fingió estar asustado. Fingió que tecleaba para sacar el dinero que le había pedido, cuando en realidad avisaba a la policía. Sacó el dinero, ¿o no? Se lo dio al hombre, y luego lo único que recordaba eran unos gritos incomprensibles y que alguien irrumpía estrepitosamente en el lugar con lo que parecía ser una pistola. Entonces el hombre se había vuelto, y sin vacilación, Ed había visto como el tipo apretaba el gatillo. Luego oyó otro disparo, gritos de pánico de los clientes, alguien lo tomaba por el brazo, cuando comenzó a caer… Se había sentido muy ligero en ese momento, y a pesar de haber esperado a que el dolor llegase, nunca lo sintió.
Y ya no recordaba más. Se había desmayado.
Con un poco de esfuerzo, trató de mover su mano derecha. Se asustó un poco cuando al principio ésta no respondió, pero luego pudo mover algunos dedos. Entonces notó que tenía los ojos cerrados.
Los abrió, con un poco de confusión, pero tuvo que esperar un rato hasta que sus ojos se ajusten a la luz que inundaba el cuarto. Notó que escuchaba voces emocionadas, con un poco de angustia, tal vez. Una sensación cálida apareció en su mejilla. Alguien había tocado su rostro. Y donde sea que este, más vivo que nunca o a punto de morirse, siempre sabría a quién le pertenecía esa mano.
– ¿Ed? – La voz lo llenó de emoción, y una sonrisa cruzó por sus labios.
Cuando sus ojos se adaptaron, pudo ver en primer plano el rostro de Lucy. Pensó que estaría contenta de verlo sano, pero se preocupó cuando notó su ojos rojos, sus pestañas con lágrimas y su expresión completa.
– Estoy bien. No llores.
Era lo único que se le ocurrió decir. Los cabellos rubios de su hermana rozaban su mejilla, causándole cosquillas. "Perdón" quiso decir, pero Peter habló antes.
– Nos has tenido en vilo desde que nos avisaron lo que te pasó, Ed.
Él, por toda respuesta, asintió. Se quedaron en silencio por algunos segundos, hasta que quiso sentarse en la cama. Se apoyó sobre sus manos y se impulsó.
– ¡No!
Era Lucy quien había gritado, y tenía buenas razones para hacerlo. Cuando Edmond se levantó, de pronto su corazón comenzó a agitarse, y los pitidos se volvieron más frecuentes y alarmantes. Sintió una terrible sensación de cansancio, pero era impetuoso, e ignorando las advertencias de su hermana, trató se sentarse al borde de la cama. Su madre trató de pararlo, pero él la hizo a un lado. Mala decisión. Sintió que algunos pequeños tubos se zafaban se sus lugares. Susan lo tomó por el brazo. Una aguja que estaba en su muñeca se salió, y el suero se derramó por el suelo.
– ¡Edmond! ¡Para!
Su hermano lo estaba sujetando, y ya lo iba cargar para ponerlo de nuevo en la cama, de no ser porque Ed se zafó de él.
Esa fue la gota que colmó el vaso.
Peter era bastante fuerte, y al simple hecho de hacerlo a un lado requirió de mucho, mucho oxígeno. Todos vieron como el muchacho de pronto se tambaleaba, sin equilibrio. Balbuceó algo, pero nadie excepto Lucy pudo oír lo que dijo. Ésta lo tomó por debajo de los hombros, y con horror recordó que de niños, Ed había tenido problemas con el corazón.
"Es débil, no puede hacer esfuerzo físico" había dicho el doctor. Pero luego había mejorado, ¿no? Y ya podía hacer ejercicios, correr, ¿pero por qué diantres tenía que empeorarse ahora? ¡¿Por qué?
Edmond comenzó a parpadear débilmente, y mientras lo acostaban en la camilla, él no paraba de respirar agitadamente, como si se estuviera ahogando. Él, por su parte, no podía oír nada. Tenía una sensación extraña, como si de repente le estuvieran desconectando partes del cuerpo, tal y como un robot o un muñeco. La sensación, lamentablemente, estaba comenzando a recorrer todo su cuerpo.
Los doctores llegaron tarde. Una enfermera comenzó a revolotear apresuradamente, colocando de nuevo las agujas y tubos que se habían desconectado, trayendo cosas, sacando otras, y los médicos comenzaron a hacer sabe-Dios-que de manera un poco nerviosa. Eso alteró también a los Pevensie. La enfermera les pidió que se retiraran.
Por un milisegundo, Lucy consideró la opción de irse. Pero cuando la mujer le insistió, negó.
– Yo me quedo.
La enfermera la miró un poco molesta, pero luego se encogió de hombros y se fue. Por un rato, un montón de gente en batas blancas y uniformes estuvieron entrando y saliendo del lugar, hablando de cosas inentendibles para ella, pues era un lenguaje muy técnico. Mucha gente le pidió que se vaya, siempre se negó, y muchas veces le preguntaron si era su enamorada.
Ella negaba de nuevo, pero queriendo asentir con todas sus fuerzas. Se quedó así, arrinconada en la esquina, con el abrigo de Ed en sus manos, viendo lo que le hacían a un [¿estaba inconsciente?] pobre Edmond. Pero de un momento a otro, las personas que estaba ahí dejaron de apurarse. Negaban entre ellos, afirmaban, y luego volvían a negar. Entonces ya no trotaban, sino que caminaban. Uno de ellos comenzó a llenar una ficha. Luego, se acercó a ella. Tenía esa expresión de neutralidad que tienen los doctores cuando avisaban que…
No.
No, no. No. Por favor, por favor Aslan, ¡No!
– ¿Lucy Pevensie? – preguntó. Ella asintió con un poco de miedo. Sintió sus ojos repentinamente húmedos. La punta de su nariz estaba caliente.
– Lo siento. No hemos podido hacer mucho. Le dio un ataque al corazón, a pesar de que nos dijeron que de no tenía ningún problema de colesterol, estrés, o algún antecedente de…
La voz se perdió en algún resquicio de la mente de la muchacha. Vio como el hombre decía más cosas, pero ya no oía nada. Las lágrimas cayeron por sí solas. Recorrieron sus mejillas, su barbilla, su cuello, su pecho. El doctor le dio unas palmaditas en la espalda. Salió de la habitación, y entonces Lucy se abalanzó sobre el cuerpo de su hermano.
Estaba un poco pálido, pero tenía los ojos cerrados, y si lo mirabas de cierta manera, casi parecía dormido.
– ¿Edmond? No me hagas bromas ahora. Sabes que eso es de mal gusto. ¿Ed?
Un sollozo escapó de su garganta. Tomó su rostro entre sus manos, como solía hacer antes. Acarició su piel, luego tomó su mano. La llevó a su rostro, como si quisiera que él la sienta. Nada. Luego llevó la mano inerte a su vientre.
Nada.
– ¡Edmond! Despierta…
Susurraba su nombre de todos los modos posibles: molesta, divertida, triste, preocupada, iracunda, enamorada, con lágrimas. Su hermano se mantenía sin reaccionar. Sollozó aun más, y comenzó a besarlo, en los ojos,"Despierta", en las mejillas,"Despierta", en las manos,"Vamos, Ed", en los labios, ya sin esperanzas, con el corazón oprimido y agonizante de pena, y con los cabellos rubios desordenados por todas partes. Lloró, y tuvo ganas de arrancarle el rostro con sus uñas al ladrón que había matado a unrey.
Y como si alguien le respondiera a través de la distancia, escuchó los gritos amortiguados de sus hermanos, de sus padres, llamando a Edmond, como si pudiera escucharlos, como si acaso pudiera levantarse, recuperar el color, sonreír y salir diciendo"Cálmate, mamá, lloras como si me acabara de morir"
Todo parecía ser un sueño, un maldito sueño, pero el estar allí, en aquel lugar con la lluvia cayendo sobre ellos y los murmullos provenientes del padre y de algunos de los presentes no paraban de gritarle, para su disgusto, que era cierto, mas cierto que la vida misma, pero igual de verdadero que su amor por él…
Una y mil veces en su mente pasaban los últimos momentos… el ataque, los médicos entrando rápidamente y apartándola de su lugar junto a él… el veredicto…
Una y mil veces en su garganta se atragantaban los gritos y sollozos que pugnaban por salir. Quería gritar, quería morirse, quería ir con él, pero no podía, no podía marcharse ella también, tenía que seguir, pero… ¿De que sirve tratar de seguir si él aun seguía ahí?
I'm so tired of being here
Suppressed by all my childish fears
And if you have to leave
I wish that you would just leave
Cause your presence still lingers here
And it won't leave me alone
-¿Lucy? ¿Lucy? Soy yo Lucy, soy Peter…- la voz de Peter se escucho desde el otro lado de la puerta, pero ella la ignoro, como venía haciendo desde hacía ya una hora, desde que habían regresado después de haber dado su ultimo adiós a El Justo. -¡Vamos Lucy!- se quejo él golpeando con más fuerza contra el trozo de madera que lo separaba de su objetivo, de su pequeña hermanita que prefería quedarse en la oscuridad y dejarse hundir por la pérdida…
Un suspiro escapo de los labios del Magnifico mientras apoyaba su frente sobre la puerta.
-A él no le gustaría que hicieras esto Lucy… a Edmond no le gustaría que dejaras de brillar…- una sonrisa nostálgica invadió sus facciones. –Lu… Lucita lucecita… ¿te acuerdas?- una lagrima abandono los ojos de él junto con otras miles que lo hicieron de los ojos verdes de ella.
La puerta se abrió de repente y lo único que pudo ver fue un borrón castaño antes de sentir los brazos de ella rodearon su cuello mientras su camisa se humedecía por sus lagrimas.
-Lucy…- suspiro abrazándola con fuerza mientras la sentía temblar bajo estos, temblar como una hoja a la deriva del viento.
-¿Por qué?- sollozo ella en su pecho. -¿Por qué Edmond Peter? ¿Por qué él y no yo?-
-No lo sé Lucy, no lo sé, pero, sinceramente, prefiero que sea así…- ella lo observo sin entender mientras él tomaba su rostro entre sus manos. –Tú eres más importante que cualquiera de nosotros Lucy…- susurro él. – mucho más importante…
…Después de eso, pasaron dos meses, dos meses en los que todo se fue al infierno… todo, absolutamente todo…
-… ¡NO! ¡ERES TU LA QUE NO LO ENTIENDE HELEN! ¡DEJA YA DE SOBREPROTEGERLOS MUJER!- gruño exasperado Roger Pevensie, en una de las discusiones del día. Cuanto puede provocar la muerte de un ser querido en una familia, cuanto puede destruir la muerte de un hijo. -¡POR ESA MISMA SOBREPROTECCION ES QUE ESTAMOS HOY AQUÍ!
-¿YO SOY LA CULPABLE AHORA?- soltó Helen levantándose de la mesa, ignorando a los dos espectadores de la discusión. –YO NO FUI QUIEN LO MANDO A TRABAJAR Y LO HECHO DE LA CASA…
-Basta…- musito Lucy, apretando con fuerza sus cubiertos, siendo ignorando olímpicamente por los dos adultos.
-¡Ah! ¡¿AHORA YO SOY EL CULPABLE HELEN?
-¡BASTA!- grito exasperada la normalmente tranquila y sonriente Lucy, levantándose de su lugar en la mesa y tirando su servilleta y sus cubiertos en la mesa. -¡Basta!- sollozo. –Nada de esto va a traer de vuelta a Edmond… solo nos va a terminar de matar a todos…- los dos adultos miraron incrédulas a la joven mujer.
-Lucy… hija…- trato Roger pero la menor se aparto de él.
-Lucy nada papa… Lucy nada…- y con eso subió corriendo las escaleras a su habitación y se encerró en ella.
-Bravo, bravo…- gruño Peter también levantándose de la mesa. –son magníficos, en verdad… ¿no les da vergüenza? Dios… espero que esto termine aquí, y no discutan mas, no si quieren seguirnos viendo a nosotros, no voy a tolerar que la sigan lastimando…- y con eso el Magnifico siguió los pasos de su hermana y nuevamente, como aquella tarde después de la despedida a Edmond, se paro frente al trozo de madera y golpeo con suavidad, esperando una respuesta.
These wounds won't seem to heal
This pain is just too real
There's just too much that time can not erase
-Estamos aquí reunidos todos juntos, para despedir a un hijo, a un hermano, a un padre, a un amigo, a un marido…- la voz nuevamente le llegaba desde lejos, todo, en realidad, le llegaba desde lejos, no sentía nada, no tenía ganas de sentir nada… ¿Para que sentir? ¿Para que querer? ¿Para que amar? –Roger Edward Pevensie fue, para muchos, un ejemplo y no por su pequeño desliz lo podemos condenar…
-Fui compañero de Roger durante la guerra… un excelente soldado, un magnifico hombre… te vamos a echar de menos hermano…-
-… nunca te olvidaremos Roger…
-Fuiste y serás mi padre…- sonrio Peter sin perder de vista a Lucy. –Todos cometemos errores viejo, y espero que puedas entenderlo ya…- aplausos y sollozos acompañaron las palabras del mayor de los Pevensie, mientras el dejaba una flor sobre el cajón. –perdónanos, perdónanos como nosotros lo hicimos…
When you cried, I'd wipe away all of your tears
When you'd scream, I'd fight away all of your fears
And I held your hand through all of these years
But you still have all of me
-…tenemos que ser fuertes Lucy… por mamá… por el pequeño…- sonrio con melancolía Peter acariciando el vientre apenas perceptible de su hermanita mientras ambos se encontraban contemplando aquel viejo armario que alguna vez los había llevado a Narnia.
-Es fácil decirlo…- suspiro la pequeña tomando la mano de él entre las suyas. –pero difícil hacerlo Pete… ¿sabes? Muchas noches me despierto pensando que todo fue una pesadilla, pero las lagrimas que mojan la almohada o las lagrimas que siguen en mi rostro me recuerdan que no, que todo sigue siendo cierto por más que quiera pensar que no es así…
-Yo también querría que todo esto fuera solo un mal sueño lucecita…- suspiro cansado el magnífico recostando su espalda contra la pared. –cuanto daría yo por que esto fuera un sueño… pero tenemos que seguir, y ser fuertes, por mamá, por el pequeño… ¿Qué piensas que es?- la pregunta la tomo por sorpresa, pero la pequeña sonrisa que Peter tenía en su rostro la contagio de esa efímera alegría y su pequeño lo sintió.
-Dice que es sorpresa… que te tienes que esperar…- rio un poco mirando como su hermano fijaba su vista en su vientre.
-Okey, yo me espero, pero me tienes que prometer que vas a cuidar de tu madre ¿ok?- aquella imagen era tan extraña, parecían una pareja en la dulce espera… "Pareja" pensó ella mientras le sonreía a su hermano. "No… las parejas no están hechas para nosotros… solo nosotros nos podemos entender…"
You used to captivate me by your resonating light
now I'm bound by the life you left behind
your face it haunts my once pleasant dreams
your voice it chased away all the sanity in me
Los días pasaron, y como siempre, las noticias malas llegan primero. Una semana después de la muerte de su padre todos los periódicos de toda Inglaterra mostraban toda la tragedia que significaba el accidente que había terminado con la vida de Helen Pevensie y el futuro de los tres huérfanos restantes. Cada vez que salían de su casa todos los miraban con pena en sus ojos, y grabados en su mente el: "Pobrecitos" pero nadie les echa una mano. Como Susan ya tenía su vida resuelta en América Peter se hizo cargo de todo el resto, incluyendo las propiedades y los temas financieros… demasiada carga para alguien tan joven…
These wounds won't seem to heal
This pain is just too real
There's just too much that time can not erase
-¿Lucy? ¡Lucy!- la aludida levanto la mirada y observe a su hermano, aun con el abrigo puesto y el sombrero en la mano.
-Lo siento Peter…- sonrio ella dejando a un lado los bocetos en los que trabajaba para dirigirse junto a su hermano. –La cena estará en media hora… palabra…- aseguro caminando hasta la escalera y bajando por ella rumbo a la cocina.
-No es necesario que te esfuerces Lu…- sonrio él acercándose a ella por la espalda y abrazarla. –Creo que piensa que eres un saco de boxeo…-la risa algo clara, pero no del todo sincera, de Lucy se escucho en el lugar. –Para mí que es varón.
-¡Auh!- se quejo ella poniendo su mano sobre su vientre. –creo que no le agrada que trates de adivinar… para mí que quiere que te calles…
-¿Callarme? A mí nadie me calla my lady…- bromo haciendo pose de aristócrata, recordándole los viejos tiempos, aquellos que habían vivido en Narnia y en los que estaba…
-Edmond…- sollozo llamando la atención de su hermano. -¿Por qué?- le pregunto mirándolo a los ojos. -¿Por qué él Peter? ¿Por qué?
-No lo sé Lucy… no lo sé…- se quejo el angustiado, sintiéndose estúpido por haberla hecho recordar. –pero ya basta ¿si? Me mata verte así por favor…- rogo levantándole el rostro y haciendo que sus ojos verdes se encontraran con los propios, de un azul atormentado. – por favor déjalo ir ya… a mi también me duele pero ya de nada sirve llorar sobre eso, no lo vamos a traer de vuelta…
-Pero… pero… ¿Por qué? ¿Por qué no fui yo Peter?- exigió saber, ella aun mas angustiada que él. -¿Por qué tuvo que pasar? ¿Por qué todo esto nos tiene que pasar?- él no respondió, se limito a abrazarla con fuerza contra su pecho y dejarla desahogarse sola. Era lo único que necesitaba para poder seguir, dejarlo ir…
-¿Cómo te sientes?- le pregunto él al fin dejando una taza de té sobre la mesa de noche junto a la cama.
-Mejor…- trato de sonreír pero a él no lo engañaba.
-Bebé…- suspiro. –el té te hará bien…- ella asistió y le dio un buen trago de la bebida. –gracias Peter…
-No tienes nada que agradecer…- aseguro el sentándose junto a ella. -… pedí unos días en el trabajo, el jefe me dijo que me tomara el tiempo que necesitara, que no importaba, y hable con el profesor, para que pasemos unos días allá… ¿Qué te parece?
-No lo sé Peter… los recuerdos…- él la miro asistiendo.
-Haz una cosa, piénsalo ¿sí? Medítalo, algunas veces lo mejor para seguir no es olvidar, si no aprender a vivir con ello…
When you cried, I'd wipe away all of your tears
When you'd scream, I'd fight away all of your fears
And I held your hand through all of these years
But you still have all of me
-¿Puedo pasar?- pregunto Peter desde el marco de la puerta después de haber golpeado dos veces.
-Está la puerta abierta ¿no?- sonrio ella, tratando de sonar bromista pero fallando estrepitosamente. –No convenzo a nadie ¿verdad?
-Eres demasiado inocente como para poder mentir y que te crean enana…- aseguro el tomando la valija que ella acababa de cerrar con todo lo que pensaba llevar a la casa del viejo profesor.
-¿Aun inocente?- rio con tristeza. -¿aun después de todo?
-La inocencia no es algo que se pierde o se gana Lucy… es algo con lo que se nace…
I've tried so hard to tell myself that you're gone
But though you're still with me
I've been alone all along
Era una especie de valle claro, iluminado por la luz de la luna que se alzaba ominosa en el firmamento, sola como ella, en una inmensa negrura.
-Lucy…- se giro de golpe al reconocer aquella voz. –Lucy…- se volvió a escuchar.
-¿Edmond? ¿Edmond?- llamo, con los sollozos atragantados en su garganta.
-Lucy…- se giro bruscamente, buscando en los lindes del bosque o en algún lugar el origen de la voz, esperando encontrarse con su hermano sonriéndole y asegurándole que todo estaba bien. Que no se había ido, no aun… -Lucy…
-¡Basta!- grito entre sollozos, cayendo de rodillas sobre el suelo ocultando su rostro entre sus manos. –Basta…- sollozo rota del dolor.
-Lucy, déjame ir ya… por favor…- pidió la voz.
-No puedo… no mientras tengas todo de mi…- sollozo ella.
-Dejame ir lucecita… déjame ir…
-¡NO PUEDO EDMOND! ¡NO PUEDO NI QUIERO! ¡NO QUIERO PERDERTE!- grito exasperada con las lagrimas bajando con fuerza por su rostro. –No puedo Ed… no puedo…
-Dejame ir Lucy… déjame ir… jamás te voy a abandonar, solo quiero verte feliz…
-No… no cuando aun tengas todo de mi Edmond…- sollozo.
-Dejame ya Lucy… sigue tu vida, en mi memoria y por el… déjame ir…
-No puedo… no puedo Edmond…- sollozo.
When you cried, I'd wipe away all of your tears
When you'd scream, I'd fight away all of your fears
I held your hand through all of these years
But you still have all of me
-Dejame ir Lucy… hazlo, déjame descansar en paz… déjame ir… Lucy…
HOLA A TODAS/OS
Hola mi gente bella, nuevamente me embarco en una nueva historia, la continuacion de: Amores y desamores de Lucy Pevensie escrito por mi amiga Leia xD
es un poco corto el capitulo, tuve autorizacion de Leia para utilizar su ultimo capitulo xD
pero creo que hice algo bueno, espero que les guste
y dedicado para Leia