Título: Atención
Autor: Anyara
F. Inicio: 03 de Mayo de 2011
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Capítulo I
"Estoy tratando de decirte, tratando de conocerte, muriendo por mostrarte, luchando por tenerte"
Abrazada a una de las ramas de este enorme roble, la vida parecía tener una perspectiva muy diferente. Cerré los ojos intentando evitar el mareo que parecía querer atacarme de forma despiadada. Apoyé la frente sobre el tronco rugoso, notando en mi espalda el peso de la mochila en la que cargaba mis cosas y pensando en lo absurdo que me resultaba estar ahora abrazada a este árbol, con más ansiedad que si se tratara de mi novio, eso en el caso que lo tuviera. Resoplé, aún con los ojos cerrados. Si tan sólo Bob hubiese aceptado las fotos de Brad Pitt, no tendría que estar ahora subida aquí y en esta situación.
- ¿Qué se supone que es esto? – me había preguntado, mientras observaba en su computador las fotos que le había entregado.
Me acerqué un poco más a él, y comencé a indicarle las zonas, que aunque borrosas, se podían distinguir.
- Esa es la boca, la nariz y esa… es la mano.
- Ya lo veo, pero ¿de quién? – insistió Bob, perdiendo ligeramente la paciencia.
- De Brad Pitt, claro… - le respondí, como si fuese evidente.
Bob se quedó observando la pantalla un momento más, como si intentara dilucidar lo que yo le estaba diciendo, para finalmente desconectar la memoria que le había pasado y sacarla para devolvérmela.
Extendí la mano algo confusa y la recibí. Bob parecía estar cavilando algo mientras yo pensaba en que si no me aceptaba las fotografías, no podría pagar la siguiente cuota de Universidad.
- Isabelle… - habló entonces Bob – quiero ayudarte, de verdad que quiero – apoyó ambos codos en su escritorio, con las manos unidas – eres la mejor amiga de mi hermana…
- ¿Pero?... – era obvio que con ese preámbulo, lo que venía era un 'pero'
Me miró y lo soltó.
- No puedes seguir trayéndome estas… ¿fotos?...
En ese momento mi instinto de protección afloró, como siempre, convirtiéndome en una energúmena de las palabras.
- Me esfuerzo Bob, pero nunca puedes estar seguro de dónde y cuándo va a aparecer un famoso, y si se dejará fotografiar – comencé a caminar delante del escritorio con cierta impaciencia.
- Isabelle…
- ¿Sabes cuántos fotógrafos hay fuera de cada mansión, estudio de cine o restaurante de lujo? – sabía que mis manos estaban comenzando a gesticular, pero necesitaba expresar mi decepción.
- Isabelle…
- Si logras una foto, hay veinte fotos más igual que la tuya al día siguiente…
- ¡Isabelle!
Bob alzó la voz, deteniendo mi monólogo, con lo bien que me estaba desahogando. Lo miré silenciosa, la prudencia no era lo mío, pero algo de sentido común sí tenía.
- Sé que todo lo que estás diciendo es verdad – comenzó a hablar – pero, o aprendes a luchar en esta selva, o no sirves para esto.
Habló con serenidad y decisión. Ahí iba mi cuota de Universidad. Se quedó mirándome un momento y luego continuó.
- Así que te daré una última oportunidad…
Sentí como si el cielo se abriera, permitiéndome ver el sol, luego de una enorme tormenta.
- Intentaré conseguir mejores fotografías, de artistas, que hayas visto – otra vez mi impaciencia estaba jugando en mi contra.
- Isabelle…
Al menos esta vez lo comprendí de inmediato. Si no me callaba, Bob terminaría gastando mi nombre.
- Sí – respondí diligente
¿Es que no podía cerrar la boca sin más?
- Haré por ti algo, que pocas veces hago – me dijo.
- Gracias…
Apreté los labios, esperando no volver a abrir la boca, hasta que Bob terminara de decir, lo que fuese a decir.
Abrió su agenda y tomó un papel del taco, para comenzar a anotar algo.
- Te daré un nombre y una dirección – me miró un momento antes de seguir escribiendo – no suelo entregar información como esta a los novatos… así que no me decepciones…
Volvió a escribir, para luego extenderme el papel. Lo recibí e iba a leerlo cuando volvió a hablar.
- Quiero buenas fotos.
Asentí, y comencé a leer.
- Bill Kau… Kaulitz… ¿quién es?
No me sonaba de nada.
- ¿Es actor? – continué preguntando.
- No, cantante – aclaró Bob – y se ha dejado la barba.
Yo lo miré sin entender.
- ¿Y? – pregunté a punto de encogerme de hombros.
Bobi me miró, y por un momento me pareció que iba a pedirme el papel de vuelta y arrepentirse.
- Tú ve y consígueme fotos de buena calidad de ese chico con barba – me apremió.
En ese momento pensé, en que no sabía ni qué aspecto tenía mi 'objetivo', pero no quise tentar más a mi suerte, ya me buscaría una foto de él, para saber a dónde apuntar la cámara.
- Gracias Bob – dije con entusiasmo, al menos tenía una nueva oportunidad.
Él me miró, no había que ser demasiado inteligente o intuitiva, para notar el fondo de aquella mirada. Sabía que Bob estaba haciendo algo que no era común en él, y que estaba dándome una oportunidad como novata, que probablemente no habría recibido en otro lugar. Entonces habló nuevamente, cambiando esa mirada por una menos personal.
- No me agradezcas aún – su voz era serena y amable, pero no exenta de aquel reproche permanente y velado que usaban los jefes, para tenerla a una siempre pensando en que no hacía nada bien – tienes una semana para traerme lo que quiero.
Y aquí estaba, una semana después de aquella conversación. Subida en éste enorme árbol, intentando llegar aún más alto, para conseguir la dichosa foto.
Mira que comprendía que se necesitara hacer fotos de un artista cuando tenía un hijo, para ver la cara que se le había quedado, o cuando comenzaba una nueva película, para saber qué aspecto podía tener, pero andar detrás de un cantante por que se había dejado cuatro pelos en la cara. Volví a suspirar, como extrañaba ir tras Brad.
Había pasado los tres primero días, del límite de una semana, viniendo después de clases, para vigilar la casa, pero no había manera de ver al hombre de la barba. Cada vez que la puerta se abría, era para que entrara o saliera un coche, con los cristales tan oscuros que me era imposible ver el interior. Las únicas personas que se habían dejado ver, eran el repartidor de pizza, y el cartero, al que estuve a punto de tomarle una foto un día, llevaba barba.
Los tres días siguientes, me los pasé casi completos en este sitio. Intenté incluso abrir alguna mirilla en medio del ciprés que bordeaba la alta reja de hierro, pero el arbusto era tan cerrado, que lo único que conseguí, fueron arañazos en las manos.
En algún momento, en el que casi me doy por vencida, me senté al borde de la acera, observando aquella especie de fortaleza, que contenía mi cuota de la Universidad. Suspiré pensando que al menos seguir a Brad Pitt, con su metro ochenta y dos, su piel clara, su cabello rubio que brillaba con el sol de California, eso siempre que no se pusiera uno de esos gorros, era un absoluto placer. Sin obviar el hecho de que era mi propio placer culpable. Pero estar frente a esta casa, porque un rockero se había dejado la barba, era algo decepcionante. En ese momento me obligué a recordar, que esto que hacía ahora, no era más que un medio para pagar mi carrera de Historia del Arte. La fotografía siempre me había gustado, y era una de mis distracciones. Tenía hermosas fotos hechas con mi cámara, pero no era lo mismo enfocar un objetivo fijo en espera de ser inmortalizados, que jugar al gato y al ratón para obtener un borrón con aspiraciones.
Creo que en ese momento, y en medio de mis profundas reflexiones, observé aquel gran roble, cuyas ramas parecían tan fuertes y altas como para sostenerme y permitirme a la vez, ver dentro de aquel lugar.
Abrí los ojos, y cuando vi la altura, me aferré aún más a la rama. Me quedé así un momento y miré hacía mi costado. Podía ver el techo y parte de la pared de la casa, pero aún no era suficiente.
Me atrevía a mirar un poco más arriba en el árbol, para calcular mi siguiente paso. Cuando lo tenía decidido, respiré profundamente y continué con mi papel de chica-mono, intentando no mirar abajo. Hasta que me senté a horcajadas sobre una mara, desde la que lograba ver la casa completamente, el jardín y parte del interior.
Ahora venía la segunda parte. Me quité la mochila con cuidado, notando cómo la rama se movía ligeramente por el viento. La abría y saqué mi cámara, la lente y las acoplé, para poder comenzar a observar el panorama a través de ella. Podía distinguir algunos muebles en el interior, incluso el brillo del piso, unos pies moviéndose de un lado a otro, como si el poseedor de aquel calzado buscara algo.
En ese momento alguien se acercó a la ventana, y se quedó de espalda. Intenté enfocar, y aunque podía distinguir incluso los lunares en la piel descubierta de la espalda, no era una buena foto, lo que yo necesitaba era la barba, y a no ser que se hubiese dejado también crecer las tranzas, este no era mi objetivo.
El viento continuaba moviendo la rama del árbol, lo que no era precisamente útil a mi causa. Eso, además de estar acentuando el pánico que comenzaba a darme. De pronto escuché algo parecido a un crujido, que me hizo saltar el corazón. Me quedé ahí con los ojos muy abiertos y muy quieta, esperando sin saber muy bien qué, pero cuando aquel ruido me pareció producido por mi imaginación.
- Calma Isabelle, sólo estás nerviosa – me dije. Esperando escucharme a mí misma.
En ese momento vía que la puerta de la casa se abría y me apresuré a mirar a través de la cámara nuevamente, ajuste la lente poco a poco, hasta que capté la imagen de un chico con largar trenzas, vestido con un pantalón corto de baño.
- Mmm… - acepté, no era exactamente mi tipo, pero no estaba mal.
Entonces capté a mi objetivo. Y cuando quise darle al disparados, la rama volvió a crujir, esta vez tan claramente que no podía pensar en que fuera mi imaginación, pero a pesar de ello, y del pánico que me daba pensar en caer los, más o menos, cuatro metros que me separaban del suelo, no iba a dejar escapar a mi cuota de Universidad.
Le di al disparador justo en el momento en que mi teléfono móvil sonó dentro de mi bolsillo, con una muy poco discreta melodía.
Lo demás fue un caos. Sé que quise buscar dentro de mi bolsillo, pero también sé que la rama volvió a crujir, igualmente sé que apreté mi cámara contra el pecho, y que algo parecido a una oración salió de mi boca.
Ahora lo que no sé, es como llegué al suelo, ni cómo es que no parecía haberme matado. Creo que me quedé un momento procesando aquello, mientras miraba las hojas de aquel roble meciéndose alegres de haberse deshecho de mí, hasta que la visión de dos rostros iguales pero diferentes, se interpusieron entre las hojas y yo. Cuando fui consciente de que uno de ellos tenía barba, le di al disparador de mi cámara, que al parecer aún seguía funcionando. Lo digo, por que el flash debió molestarle a ese chico.
- ¡Mierda! – exclamó abiertamente mientras desaparecía de mi campo visual.
El otro chico me habló, con cierto grado de amabilidad.
- ¿Estás bien? – me preguntó, sin atreverse a tocarme.
Pestañeé dos veces.
- Creo que sí – encontré mi voz, que bien podría haberse quedado colgando de alguna rama, por la rapidez con la que había caído.
- Bien – aceptó el chico – ahora vete antes que llame a la policía.
'Opsss'
Pocas veces me había visto a las puertas de una denuncia, así que intenté incorporarme tan rápido como me fue posible, si tenía algo de suerte, y me iba pronto, quizás habría obtenido la fotografía que tanto necesitaba. Pero en cuanto intenté apoyar el pie izquierdo, el dolor me hizo gritar y caer nuevamente atrás sobre la hierba, y ahí estaban otra vez, las hojas del roble, riéndose de mí.
- ¡Mierda!
Escuché la voz del chico de pie junto a mí.
Estaba visto que no le hacía ninguna gracia que estuviera lesionada, y en su jardín.
"Llegaste a mi vida caída del cielo, de un cielo más cercano de lo que imaginaba. Del cielo creado por mis sueños" Anyara
Continuará…
Aquí les dejo el comienzo de una nueva historia. Creo que tendrá más bien tintes de una comedia romántica, a ver si soy capaz de darle ese aspecto. De momento Bill y su reciente barba le han dado más fuerza a esta idea de la chica 'paparazzi' que andaba en mi cabeza desde antes de comenzar "Eternidad", así que aquí se las dejo, y espero me regalen sus comentarios, que para mí son el aliciente para escribir.
Besos y nos vemos, quizás mañana… :))
Siempre en amor.
Anyara