Bueno mi gente, de verdad re-edité todo el fic, ya está arreglado, no ha cambiado la historia, solo detallitos (pueden volver a leerlo, esta bonito como lo puse xd)
"No dejes que nuestro amor se transforme en tragedia como Julieta, llévame a un lugar lejano, eso es lo que deseo. Papa y mamá les deseo muy buenas noches, espero que esta vez tengan muy dulces sueños, es hora de que los adultos duerman. Te pido no me lastimes, sólo se amable, pues la amargura nunca me ha gustado, quizás sea porque siempre comí pasteles que mamá me dio"
"Ni tú ni yo somos culpables, pero somos vulnerables, son las cosas de la vida que me quedan por vivir. Duele el amor sin ti, duele hasta matar, todo está tan gris"
El violinista, último capítulo
Cuatro días habían transcurrido desde que paso todo aquello. No era capaz de controlar las ansias cuando Ikuto me hablaba, ambos estábamos molestos, no estaba segura de la razón, quizás la misma de siempre, saber todas las dificultades que nos esperaban.
Me había presionado para decidir rápido, pero no podía, todo me resultaba demasiado pesado en la cabeza, sabía lo que quería, pero tenía miedo, y me odiaba por ser una miedosa.
Estaba sentada en el pasillo de afuera de la casa, apoyada en la gran pared de madera, observando el espeso bosque, cuyo contenido no pude descifrar por la obscuridad de la noche, era muy tarde.
Tenía sueño, pero la tensión dentro de la casa era tan pesada que no podía dormir. Hacía horas que me había sentado allí, desde el atardecer, y ahora debían ser como las once.
—Así que aquí estabas —murmuró Ikuto, a lo que sólo volteé a mirarlo sin expresión.
—Ah, sí —dije mientras rodeaba mis piernas con los brazos y apoyaba la barbilla en las rodillas.
—Escúchame un momento, Amu —murmuró Ikuto mientras se sentaba a mi lado, yo solo asentí.
Uno de sus brazos rodeó mis hombros y acercándose un poco murmuró:
—Ellos ya están cerca.
—¿Cómo? —Grité en un sobresalto— ¿no tardarían una semana? —añadí temblando.
—Se las han arreglado muy bien.
—¿Cómo sabes que están cerca?
—Los puedo sentir, y no me refiero de cerca en auto, están cerca de la casa —se puso de pie y jalándome por la mano, me levantó a mi también— tenemos que irnos.
—¿De qué nos sirve si nos volverán a alcanzar? —pregunté molesta.
—No podemos…
—¡Si podemos hacer algo, peleemos contra ellos! —de repente cerré la boca de golpe ante lo que había dicho, no era mala idea pero, tampoco quería herir a nadie, y menos a Kuukai, pero… ¿Qué tal si en algún momento tendría que hacerlo? ¿Podría?
—No lo harías, te conozco bien. Y sobre todo no soportarías herir a Kuukai…
—Nadie dijo que yo lo heriría…
—Tendrías que hacerlo, le guste o no, si nos deja huir, las consecuencias las llevará él, y después de eso no podrás volverlo a ver nunca.
Apreté el puño y me zafé de su agarre.
—Vámonos —murmuré frunciendo el ceño sin nada más que decir— pero esta vez quiero saber a donde.
—Ahora no tengo nada en mente, pensé en llegar algún lugar de improvisación…
Hayley pasó por mi cabeza, su padre era un exorcista y ella se pasó la vida huyendo de un lugar a otro lejos de Aruto para protegerlo, ¿tendría que huir siempre con Ikuto ahora como ella lo hacía? ¿Hasta que ocurriera algo grave?
Mientras guardábamos las pocas cosas que teníamos (incluyendo el futón, cosa que nos robamos de allí), una preocupación grande pasaba por mi cabeza, enfrentar el problema.
No quería vivir huyendo, quería aclarar las cosas, yo debía…
—No te distraigas, Amu, apresúrate —dijo casi arrastrándome fuera de la casa, y en cuanto nos detuvimos y pasaron los segundos, entrelacé mis dedos con los suyos en busca de apoyo moral.
Ahora yo hablaba con voz temblorosa.
—Ikuto… esto me asusta ¿por cuánto debemos huir? ¿Qué debemos hacer para que no nos persigan, como va a continuar esto?
—No lo sé, ¡no puedo saber nada si tú no decides nada! ¡Yo soy el que debería preguntar qué hacer! ¿Vas a volver a tu mundo o no? ¡No se si buscar una manera de que te dejen ir ahora o de arreglármelas para que estés conmigo! ¡Todos estos días te he dado tiempo para pensar! No puedes tomarlo tan a la ligera, esta situación es peligrosa y ambos podemos morir por eso, ¿por qué no lo ves? ¡Es importante decidir ahora, para poder hacer algo!, en ese caso no podemos quedarnos de brazos cruzados a esperar que nos encuentren y nos ataquen por sorpresa —su expresión era furiosa gritaba y de no ser porque sabía controlarse, sus llamas hubieran congelado todo el bosque.
—¿Qué rayos quieres que haga? ¡Apenas tengo quince años! Soy insegura, tengo miedo de todo, de dejar todo lo que alguna vez conocí, de dejarte a ti, de quedarme con alguien ¿acaso no piensas que este es un mundo por completo desconocido para mí? ¿Qué se supone que debo decidir? ¡Solo tengo miedo! —caí de rodillas al suelo y cubrí mi rostro con mis manos.
Yo solo era una niña, una pequeña niña que no sabía nada del mundo real, de lo que debía hacer.
—¡Te amo! —Grité con fuerza— ¡pero por favor, no me obligues a decidir ahora, dejar todo lo que una vez quise es muy duro para mí! ¡Se cuales son las consecuencias, al igual que tú, pero no sé qué hacer ahora!
Estuve a punto de empezar a llorar, pero Ikuto me volvió a levantar, intentando no decir nada imprudente.
—Hay un templo —empezó a decir con nervios— está cerca pero, ese lugar aumenta nuestros poderes debido a que está maldito, es un lugar abandonado al que nunca nadie ha ido en años desde que hubo un incendio allí. Pero la estructura sigue en pie.
No sabía que responder, había ignorado mis palabras y ya empezaba a moverse.
Empezó a correr, y por primera vez, tuve que ir tras él, por supuesto, él corría un poco más lento para esperarme, pero nuestra velocidad nos hacía ir a buen paso.
No tardamos en llegar, me estremecí debido a que el camino hacia aquel templo era una aldea convertida en cenizas, algunas bases de casas seguían en pie ennegrecidas, era un pueblo fantasma ahora, y al final del camino, grande, potente y tenebroso, se encontraba un templo muy alto y en su mayoría era negro, debido al fuego que una vez se presenció allí.
No quise preguntarle nada de ese lugar a Ikuto.
—Aún nos siguen —gruñó maldiciendo por lo bajo— no sé a donde más ir.
Tensa, seguí mirando el interior del lugar, todo estaba quemado, destrozado. Por algún extraño presentimiento, me arrodillé y toqué el suelo cubierto de cenizas de hacía años que nunca habían sido arrastradas por el viento.
Como un latido del corazón, sentí lo que había ocurrido allí, quién había estado allí.
—Hayley quemó esto —le dije a Ikuto, no sabía como, pero podía sentirlo con todo mi ser— hace veinte años, y por eso este lugar está maldito, un demonio estuvo aquí, y fue ella, estaba enojada por lo que ocurrió con su vida. Me pregunto que será de ella hoy en día…
Ikuto me observó confundido.
—¿Cómo lo sabes?
—No lo sé, solo pude sentirlo, no tendría idea de cómo explicarlo, pero es seguro lo que digo.
—Al igual que nosotros al dar advertencias —se escuchó la voz de Tadase haciendo eco por todo el lugar.
—¿Qué demonios…? —Grité— ¿cómo llegaron tan rápido? —pregunté a Ikuto con desesperación.
—Nosotras los trajimos —ahora la voz de Nadeshiko resonaba por el lugar, una luz iluminó una parte del techo, los guardianes, ella y Yaya se encontraban en un pasillo cerca de éste que daba vista hacia el piso de abajo donde estábamos nosotros.
—Eso explica cómo nos hallaron tan rápido, ellas abren portales siguiendo tu rastro humano. La última vez llegaron al pueblo y no a la casa debido a la barrera —me susurró Ikuto.
Ambos corrimos hacia las escaleras destruidas, subimos a brincos saltando los peldaños rotos y de alguna manera intentábamos hallar algo o algún lugar para escondernos o fuera útil.
—¿Puedes pelear contra ellos? —pregunté jadeando mientras corría tras él entre los pasillos fuera del alcance de los guardianes.
—No, cuando están los tres y ahora esas dos, será imposible que les ganemos, salvo huyendo de aquí.
—¡Seguirían siguiéndonos!
—Debemos encontrar una manera de detenerlos por un largo tiempo —dijo revisando las habitaciones que encontrábamos por delante en busca de algún escape que no fuera la puerta frontal.
—Los has vencido antes, ¿qué necesitas para debilitarlos ahora?
Ikuto se detuvo en seco y volteó a verme con ojos que gritaban.
—Comer.
Me congelé allí mismo, que yo supiera, él no había comido nada desde hacía cuatro días.
—¿Por qué…? —pregunté totalmente consternada, el silencio me ahogaba— ¿por qué no comiste nada en todo este tiempo?
Ikuto agachó la cabeza.
—No sirve de nada beber sangre si no es de la persona que amas.
Di un paso hacia atrás hasta golpearme con la pared del pasillo, las rodillas me temblaban.
—¡No tiene nada que ver con la sangre, idiota, me refiero a comer!
—Huelga —murmuró mientras seguía adelante por el pasillo, ignorando el resto de mis palabras.
—¡Holy Crown! —gritó Tadase, abriendo un agujero en la pared junto nosotros, dejando un gran agujero entre los dos, que estábamos a distancia.
—¡Corre! —gritó Ikuto saltando hacia ellos, haciendo todo lo que podía.
—¡No te voy a dejar a aquí! —grité con fuerza.
—¡No lo defiendas! —Yaya se abalanzó sobre mí, sin dejar que me moviera, pataleé y grite ante su agarre pero no lograba quitármela de encima— ¡por favor, detente, Amu!
—¡No! —grité desgarradoramente, desesperada por no poder ver a través del agujero y ver que sucedía con Ikuto.
—¡Qué rayos te ha hecho ese idiota en la cabeza! ¡Debes volver con nosotras antes de que te destruyan a ti también!
Sin poder responder, grité con todas mis fuerzas.
Volver a mi mundo, a mi hogar, dejar de ser un demonio. ¿Quería o no quería eso?
Me coloqué boca abajo entre mis desesperados movimientos de zafarme, pero eso solo le facilitó a Yaya agarrarme.
—¡Basta, Yaya!
—¡No dejaré que sigas controlada por lo que sea que te hizo ese demonio!
Nadeshiko apareció, tapando mi vista del agujero del frente, ayudó a sostenerme hasta colocarme de pie, ambas me tomaban de los brazos y yo pataleaba y gritaba, no era fuerte, no podía detener sus hechizos paralizadores contra mí.
—¡Por favor! —grité con la voz quebrada— ¡déjenme!
—¡Amu! —escuché a Ikuto desde detrás de la pared, respondiendo a mis gritos.
—¡Tadase! —gritó Nadeshiko acelerada apretándome más.
Mis lágrimas me resbalaban por la mejilla por montón, no dejaba de llorar, en eso Tadase apareció apresurado por el agujero en la pared y se colocó frente a mí.
—Ya pronto terminará —me murmuró Tadase elevando un frasco de agua que supuse era agua bendita, todo mi cuerpo gritaba salir de allí, de alejarme de ese líquido.
—¡No la toquen! —gritó Ikuto atravesando el agujero en la pared, pero en cuanto lo hizo, Rima y Kuukai lo arrojaron fuera de allí otra vez, yéndose con él para distraerlo por más tiempo.
Kuukai no parecía tan enojado como Rima, parecía que lo que hacía, lo hacía infeliz.
¿Estará preocupado por mí?
Mi atención volvió a Tadase, que elevaba el frasco y lo acercaba a mi ahora abierto, solté un grito ahogado, me estaba ahogando con eso cerca.
—Bébelo —me ordenó con fuerza.
—¡No! —grité desesperada intentando soltarme con todas mis fuerzas.
Tadase sostuvo con fuerza mi mandíbula y vertió contra mi voluntad el líquido en mi boca. Intenté escupirlo, pero él la tapaba y me estaba ahogando.
—¡Traga ya!
Solté un gemido, intentando escupir.
Apreté mis ojos con fuerza, pateé con todas mis fuerzas sin saber a donde, me sentía débil y cansada, la presencia de ese líquido en mi boca me mataba por dentro.
Y sin poder evitarlo, tragué.
—¡No! —escuché decir a Ikuto, mientras Yaya y Nadeshiko me dejaban caer al suelo.
Con la respiración acelerada, sentía que perdía una parte de mí, no podía moverme, todo el cuerpo me dolía, Ikuto parecía no dejar de pelear con los otros guardianes y yo apreté el puño con fuerza maldiciendo con todo en mi interior.
—Ya serás humana otra vez.
Volteé a ver a Tadase con dolor en mis ojos, estaba llena de lágrimas y la garganta me dolía de tanto gritar.
—No… por favor… —sollocé dejando caer mi cabeza en el suelo otra vez. Cerré mis ojos, derrotada, quedándome allí inmóvil por unos segundos mientras Tadase iba contra Ikuto y Yaya y Nadeshiko se quedaban conmigo.
Sentí vapor desprenderse de mí, como cuando tenía muchísimo calor, pero sentía frío.
—¡Es humana! —gritó Yaya aliviada, girándome en mi sitio mientras sentía un gran pánico recorrerme el cuerpo.
Pero no podía abrir los ojos.
—Funcionó esa mezcla que hicieron los guardianes, nos pudimos deshacer de su parte demoníaca, debemos hacerla cruzar el portal y dejar que ellos se ocupen de ese demonio que controlaba a Amu.
No… ¡no!
Abrí los ojos con pocas fuerzas y vi un portal abrirse en frente de mí. Consientes de mi estado despierto de ojos cerrados, ambas me levantaron por los brazos y me acercaron a él casi arrastrándome.
—Ikuto… —lloriqueé con la voz chillona, totalmente destrozada— ayúdame…
La luz del portal empezaba a fundir mi rostro, intenté voltear atrás en busca de seguir viendo el mundo humano.
Y cuando lo hice, Ikuto pareció ser arrojado contra el agujero de la pared y llegar al pasillo, sin detenerse a quejarse del dolor, corrió hacia el portal y estiró la mano, que tomé débilmente zafando una de mis manos de Nadeshiko, que había bajado la guardia al pensar que ya me tenían en su red.
Ikuto jaló con fuerza, zafándome de ellas, que voltearon perplejas y gritaron cuando se dieron cuenta de lo que pasaba. Saliendo del portal, intentaron lanzarse contra Ikuto, pero éste salió corriendo conmigo en brazos, pasando de lado a los guardianes que empezaban a perseguirnos también.
La velocidad de Ikuto era inigualable, corrió subiendo escaleras como la luz (al menos eso sentía yo, no podía ver nada) hasta llegar a un lugar cuya puerta azotó con tanta fuerza que los oídos me dolían.
Si estábamos en la parte más alta de ese templo, entonces estábamos muy lejos de los guardianes aún.
—Amu, ¡Amu! —gritó Ikuto depositándome en el suelo y golpeando mi mejilla suavemente, y luego, con mas fuerza— abre los ojos, por favor, ¡Amu! —gritó desgarrado.
Desgarrado…
Ikuto jamás había gritado tan desesperadamente.
Pero no podía moverme, me sentía tan mal que era imposible.
—Por favor… —su voz se quebró, lo sentía allí, pero no podía verlo.
Apoyó su frente en mi pecho con fuerza.
—Por favor, despierta…
Intentaba hacer cualquier movimiento, pero el cuerpo seguía sin responderme, me sentía totalmente perdida en alguna especie de obscuridad y solo gritaba por dentro.
Nuestras respiraciones eran entrecortabas y jadeantes, y reuniendo muchas fuerzas, abrí los ojos finalmente, pero estos intentaban cerrarse.
El lugar era muy, pero muy pequeño y no tenía techo, lo cual hacía que se viera la intensa y obscura noche que nos rodeaba ahora, Ikuto estaba arrodillado encima de mí con sus piernas a mis costados para no aplastarme, me apretaba con fuerza y hundía su cabeza en mi pecho intentando contener algo que parecían lágrimas.
Subiendo mi mano con dificultad, la puse encima de su cabeza y suspiré, haciéndole saber que estaba despierta con una caricia en la cabeza, sintiendo su suave cabello entre mis dedos.
—Iku…
Levantó el rostro como un rayo y tomando el mío entre sus manos me besó.
Con desesperación, fuerza, y todos los sentimientos contenidos allí, me besaba una y otra vez.
Apreté mis ojos, pero yo también lo besaba, rodeé su cuello con mis brazos, lo cual me costó debido a mi estado exhausto, pero me sentía feliz, aliviada de tenerlo allí, en mis brazos, los dos juntos al fin.
Pronto necesité aire y nos separamos jadeando, busqué sus ojos como loca y cuando por fin los encontré, una enorme paz me invadió.
—Tus ojos son color ámbar de nuevo —murmuró enojado y lastimado, no podía soportar verlo así, era tan desgarrador como lo que nos había sucedido hace poco.
Yo era humana otra vez.
Había estado a punto de cruzar un portal, y justo entre la mitad de la realidad y mi mundo, Ikuto me había salvado. Y si yo consideraba no volver a mi mundo como una salvación, sabía exactamente lo que debía hacer.
Zafando mis brazos de su cuello, desabroché un par de botones de mi camiseta, bajando la parte que cubría uno de mis hombros, haciendo que Ikuto se sobresaltara.
—Solo hay una manera… de vencerlos —le murmuré entre jadeos— y sólo podemos si ambos somos… más fuertes que antes.
Primero, me miró perplejo, luego, su rostro se apaciguó.
Y echando mi cabello hacia atrás suavemente con una de sus manos, besó mi frente y no se separó de allí por unos segundos.
—Prométeme que vamos a ganar —le murmuré mientras se acercaba a mi cuello.
Y abrazándome con fuerza, me mordió.
Apreté los ojos con brusquedad, sentía dolor otra vez y mi espalda se arqueó dejando escapar de mi garganta un grito desgarrador.
Otro suspiro se me escapó, pasando mis brazos hacia su espalda, apreté su camiseta en puños.
Era un dolor tan desgarrador que no podía compararlo con ningún otro, mi piel no era tan fuerte como siendo mitad demonio, Ikuto mordía mucho más fuerte que la primera vez que me lo había hecho.
Pero pronto, mis ojos dejaron de hacer fuerza, los puños con que arrugué la camiseta de Ikuto se aflojaron y ahora solo la estaba sosteniendo.
Y se sentía como los dioses.
Unas cosquillas recorrieron el lugar donde mordía, sin saber cómo, ahora yo sonreía y sentía millones y millones de abejas en el estómago, era incómodo, pero genial.
Jadeé sin querer, avergonzándome de dejar salir sonidos tan poco decentes, pero no sabía cómo evitarlo.
Estuvimos así unos veinte segundos, hasta que Ikuto se separó de mí, dejándome mareada en el frío suelo. Se apoyó en sus rodillas y manos encima de mí y esperó a que abriera los ojos.
Otra vez, los sonidos eran más agudos y perceptibles, mi vista se adaptó más a la obscuridad en la que nos encontrábamos y pude distinguir los brillantes ojos de Ikuto como los de un gato en la obscuridad.
—¿Cómo te sientes? —preguntó sonriendo.
—Con… hambre… —murmuré avergonzada, sonriendo tímidamente.
—¿Quieres saciarla ahora?
—Sí, pero… necesitaré muchas personas para llenarme ahora —levanté ambas cejas. Sorprendiéndome de lo que estaba diciendo.
—¿Qué tal cuatro personas? Dos y dos para cada uno—sonrió burlón— podría borrarle la memoria a Kuukai y robarle los poderes, tu y yo sabemos que él era el único sin intenciones de lastimarte.
Antes, que me dijera algo así me hubiese parecido algo horrible, ¿Asesinar a cuatro personas y comerlas? Aunque fueran personas que conociera y un par que quisiera, mi mente solo pensaba en una cosa.
"¿Personas? ¡Pero a mi me parecen muy ricas!"
Y sin saber por qué, ambos nos empezamos a reír.
—¿Y de qué color son mis ojos ahora?
—Ámbares.
—Los tuyos siguen igual de zafiros.
Él se encogió de hombros, pero no dejaba de verme con una sonrisa.
—Lo intentamos, pero supongo que ya no cambian.
—No importa —le respondí— pero sigo teniendo hambre.
Con ayuda, me puso de pie con gran rapidez.
La puerta de abrió de golpe, pero todos se quedaron paralizados al vernos de repente.
—No puede ser… —murmuró Rima— Amu… ¡qué le hiciste a ella bestia inmunda! —gritó con todas sus fuerzas.
Ikuto me miró con una ceja levantada, yo solo lo admiré con inocencia y dejé escapar una sonrisa, a la que el también respondió con otra.
—¿Por qué sonríen? —preguntó Tadase, molesto.
Ambos volteamos a verlos a todos con una sonrisa aún más maliciosa.
—Porque vamos a comer juntos —nos dijimos al unísono y nos abalanzamos sobre ellos.
El suelo del templo era frío, ennegrecido y ahora, manchado de rojo escarlata, al igual que yo.
Ikuto volvió con rapidez, sentándose a mi lado en la mitad del templo, cuya luz de la luna se colaba por un enorme agujero en el techo.
—Hola —murmuró, rodeando mis hombros con su brazo.
Yo sólo observaba con una mirada perdida el suelo manchado de sangre.
—Aún no sé que hice —murmuré angustiada— oigo gritos en mi cabeza… y… y…
—Ya no verás eso otra vez, todo se ha ido.
—¿Qué quieres decir?
—Me deshice de todo, he devuelto a Kuukai inconsciente y sin memoria al pueblo.
Asentí tímidamente.
—Gracias —murmuré recordando lo que sería no volverlo a ver otra vez— ¿qué haremos ahora?
—A mi no me molestaría un show stripper con esa ropa interior Victoria Secret de la otra vez…
Mi puño golpeó su orgulloso rostro hasta lanzarlo lejos.
—¡QUE NO! —apreté el puño frente a mí como amenaza mientras fruncía el ceño.
—Yo solo decía ¬3¬
—Ahora ¬¬ —dije después de recobrar la compostura— ¿qué hacemos?
—Yo tengo hambre —dijo despreocupadamente. Su actitud era la de siempre, pero sus ojos tenían algo diferente ahora, un brillo cada vez que me veía, esto me hacía sonrojar y apartar la mirada.
—Yo no quiero más nada por ahora —dije viendo el agujero del techo en busca de la luna— ¿por qué no vas tú y yo te espero acá?
—¿No te sientes mal aquí?
—No —canturreé— no es tan feo cuando lo admiras bien —me puse de pie, él también lo hizo.
Respiré profundamente, viva, yo estaba viva, era fuerte, rápida, y estaba con él. Ahora podía hacer lo que quería, había encontrado mi lugar en un mundo al que nunca pensé lograría llegar, por primera vez en mi vida, era feliz y sabía que podría manejar las cosas bien.
—Entonces —dijo Ikuto, con voz seductora mientras se colocaba frente a mí— pe-que-ña —sonrió de lado— me voy —dijo guiñando el ojo, a lo que enarqué una ceja— pues, tengo que cazar humanos...
Dicho eso, desapareció rápidamente. Y yo me quedé allí, parada, admirando el demonio odioso y pervertido del que me había enamorado, esperando su regreso.
Tienes que admitir que tienes buen gusto, Amu –w–, dijo mi Inner (mi yo interior)
Uno muy extraño.
Y es sexy, mi yo interna subió y bajó las cejas pícaramente.
¿QUÉ RAYOS HAGO PENSANDO EN ESO?, agité mi cabeza totalmente sonrojada, y ahora con el cabello alborotado y la mirada perdida en la dirección que había tomado Ikuto, sonreí.
Bueno mi gente, acá se acabó el violinista TwT yo no se si les gustó el final, a mi me gusta e.e el lemon lo subo mas adelante (lo mandé a hacer hace tiempo e.é) acepto tomates, pasteles y otros vegetales que les guste lanzar.
Lo que dice Ikuto al final lo saqué de un review que me ENAMORÓ, es uno de los primeros de este fic TwT y me encanta.
Nos leemos luego, ¡y gracias por todo el apoyo! Y TAMBIÉN perdón por la demora ewe
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Si no dejan un review, el Tadamu reinará D:
¡Nos leemos luego! TwT