Hola a todos.

Les presento mi nuevo fic, se llama "Cabaret", tiene como pareja principal Taiora y como secundaria Mimato.

Summary: Intentando conseguir un ascenso en su trabajo y por azares del destino Tai conoce a dos chicas que logran robar sus pensamientos. Rubí, por un lado, una bailarina exótica, que lo atormenta con su sensualidad, esa manera de volverlo loco y de meterse debajo de su piel. Sora, por otro lado, con su sencilles, jovialidad y esa manera de hacerlo sentir vivo.

Advertencia: El fic contendrá situaciones bastante lujuriosas, sexuales, en fin... Se recomienda para un público maduro.

Disclaimer: La idea original me la dio una chica llamada Belén Torres, la cual me dio permiso de usarla. Yo hice la adaptación a los personajes de digimon (los cuales no me pertenecen, sino a Toei animatio). Al mismo tiempo cree escenas, dialogos, situaciones y personalidades.


CAPÍTULO 1

Cabaret


..

Llegó a su trabajo a las 9 de la mañana, puntualísimo como siempre, presionó el botón del elevador a duras penas y cuando este se abrió entró y marcó como pudo el número 7, indicando así a que piso quería dirigirse; cuando llegó a su destino salió del ascensor, haciendo malabares y todo tipo de piruetas, intentando de esa forma equilibrar el montón de carpetas y papeles que traía en la mano izquierda y el desayuno con jugo para su jefe que llevaba en la mano derecha.

- Las cosas que hago por complacer a mi jefe – Pensó. Aunque en realidad no lo hacía en sí por el mero gusto de complacerlo, sino por el preciado ascenso que había de trasfondo, ese por el cual se mataba trabajando; el puesto de subgerente, por el cual competía junto con Izzy. Y para ganarlo lamentablemente una de las cosas que tenía que hacer era ser el patético sirviente de su estirado jefe.

Golpeó la puerta de cristal suavemente con su mano izquierda, haciendo todo lo posible para que las carpetas que llevaba consigo no se le cayeran. Escuchó desde adentro un "pase" y empujó la puerta con su cuerpo para entrar.

- Aquí está su desayuno Sr. Kido, pan integral de zanahorias, sin concha, una rebanada de queso blanco en la parte de abajo, una de queso amarillo en la parte de arriba y una de jamón de pavo entre las dos de queso; lechuga debajo del queso blanco y tomate encima del queso amarillo. Jugo de naranja natural con poca azúcar – Habló mientras dejaba la bolsa de papel en el escritorio de madera junto con el vaso de jugo – Y aquí están los papeles que me solicitó, todos fueron firmados por los miembros de la junta.

- Muy bien Yagami – Lo felicitó su jefe, un hombre delgado, alto, de tés pálida, cabello azul y una sonrisa arrogante en la cara – Por cierto, necesito que llames a la señorita Inoue, nuestra mejor cliente, para adelantar la reunión. Y dile que tenemos muchas nuevas propuestas para ella que de seguro le van a gustar.

- De inmediato – Dijo Tai, mientras daba un paso hacia atrás dispuesto a ir a su cubículo y hablar con la pelimorada estirada de la señorita Inoue, una ricachona, solterona que los había contratado como asesores de finanzas.

- Una cosa más Yagami – Lo detuvo antes de que se fuera - Esta noche quiero que salgamos tú, Izumi y yo. Me gustaría saber cómo son fuera de estas oficinas, ya sabes, conocerlos mejor antes de decidir quién tendrá el empleo. Los llevaré a uno de mis lugares favoritos – Dio un sorbo a su bebida.

El moreno respiró profundo. Trabajaba hacía más de cinco años para Kido & Asociados y sabía que su jefe no era un marido ejemplar. En otras palabras, era un calentón y de seguro los llevaría a él y a Izzy a un prostíbulo o algo así. Y él no era de esas andanzas, más bien era un hombre tranquilo, sereno, hogareño y cien por ciento dedicado a su trabajo. Se había graduado con notas ejemplares y no había dejado de trabajar desde ese momento. A sus veintiocho años iba escalando lentamente, pero estaba seguro que llegaría lejos.

Soltó un suspiro. A pesar de que no le gustaba la idea, no podría negársele a su jefe porque sabía que si lo hacía Izzy se aprovecharía de ello a más no poder. Tendría que ir a dónde fuera que lo llevara Kido y soportar la velada con una sonrisa en el rostro.

- Solo dígame dónde y a qué hora y ahí me apareceré – Le sonrió.

Su jefe también sonrió, sacó una tarjeta roja del bolsillo de su chaqueta y se la entregó. Tai la analizó con la mirada y se dio cuenta de que no era una tarjeta normal, había que inclinarla unos grados para poder leerla, así como una imagen en 3D.

"Cabaret. La fantasía hecha realidad del empresario moderno."

Tai se guardó la tarjeta en el bolsillo de su pantalón – Ahí estaré – Dijo fingiendo ánimos y salió de la oficina de Kido. Se dirigió de mala gana a su cubículo dispuesto a hacer su llamada. Esa noche lo llevarían a un night club y él no podría hacer nada para impedirlo.

Luego de terminar su larga jornada de trabajo el moreno partió hasta su hogar, un pequeño pero confortable apartamento que se encontraba en un edificio cerca del parque Shinmaruko. De camino se detuvo frente a una librería, en la que paró al ver a través de las vitrinas el nuevo libro que había escrito su jefe: "15 pasos para lograr una fortuna." Obviamente iba a tener que comprarlo para poder comentarlo positivamente delante de su jefe, citarlo de manera casual de vez en cuando y alabarlo por ello.

Entró con pasos cansados a la librería y se dirigió de inmediato al estante lleno de copias del libro de Kido. Hubiera preferido gastar su dinero en alguna nóvela de ciencia-ficción, en vez de en un libro de economía aburrido y para colmo escrito por su jefe, pero se veía obligado. Suspiró de mala gana al ver el precio del libro, no lo había leído, pero ya sabía que no solo habían 15 pasos para lograr una fortuna, eran 16 y el último debía consistir en "no comprar libros excesivamente caros".

Se dirigió a la caja para pagar por el estúpido libro, que ya lo ponía de mal humor, con solo ver el precio. Lo único que quería era pagar e irse de ahí.

- ¡Hey tú! Yo estaba primera en la fila. No seas abusador y muévete – Le reclamó una voz femenina mientras le tocaba el hombro.

Tai se giró para mirar a la mujer que le reclamaba haberse colado en la fila y se encontró con chica de su edad aproximadamente, bajita, de cabellos corto y liso, de un hermoso tono rojo, piel clara, pero no tan pálida, más bien tirando a morena, rasgos finos y femeninos, labios gruesos y definidos de un tentador color carmín, sus ojos color caramelo con toques escarlatas, de verdad preciosa. Lo estaba mirando con el entrecejo fruncido y se había cruzado de brazos sobre el pecho.

- ¿Te vas a quedar todo el día mirándome? ¿O te vas a hacer a un lado? Ya te dije que yo estaba primero – Le volvió a reclamar.

- Claro… Este, yo.. disculpa, estaba distraído - se excusó él tomando el libro y haciéndose a un lado para que ella pagara su compra y se llevara la novela romántica que tenía en las manos.

- Gracias, muy amable . Le dijo ella dedicándole una linda sonrisa.

El moreno se le quedó mirando mientras la chica hacienda su compra, se veía tan contenta con su libro que hasta el mismo Tai se sintió alegre y no pudo evitar sonreír.

- Bueno, ahora sí, oficialmente es tu turno, ya puedes pagar – Le dijo picándole un ojo y dedicándole otra sonrisa, como si se conocieran de toda la vida – Intenta en lo sucesivo no colarte en las filas. Mira que todas las personas no son tan simpáticas como yo… Tuviste suerte de que me agarraste en un día bueno y te evitaste conocer mi lado de loca psicótica – Bromeó.

- Pondré más atención la próxima – Le sonrió divertido, ya que la chica le hablaba con tanta familiaridad – Por cierto, me llamo Taichi, pero todos me dicen Tai – Extendió su mano en señal de presentación.

- Sora Takenouchi – La chica extendió su mano también y apretó la de él delicadamente, su piel era cálida y suave, se sintió muy agradable al contacto – Es un placer conocerte Tai Quita-lugares-en-la-fila.

- Yagami, mi apellido es Yagami – Volvió a sonreír ante su comentario.

- Sinceramente ese apellido te queda mucho mejor – la pelirroja se encogió de hombros e inclinó la cabeza hacia un lado, gesto que le brindó un aire dulce y tierno.

—Oye… me preguntaba si… ¿te gustaría tomar un café? No sé, para compensarte por haberme colado en la fila —habló él.

Un momento, ¿Qué hacía él invitando a una extraña que recién había conocido a tomar un café? Si ese no era su estilo… Pero no podía negar que Sora era muy linda y divertida, en un par de minutos le había alegrado el día, luego de lo que habían sido horas y horas de papeleos y estrés laboral.

—¿Sabes? Siempre me dijeron que no debía hablar con extraños, pero yo me pregunto ¿cómo se supone que haga amigos, entonces? Una encrucijada, ¿no crees?

Él la miró, dijera lo que dijera, le robaba una sonrisa. De todas formas, le encontraba toda la razón.

—Bien, acepto el café sólo porque eres lindo, que conste, ¿eh? – Le guiñó un ojo.

Tai sintió que sus mejillas tomaban un delicado color rojo por el comentario y eso mismo hizo que le diera más vergüenza. Era un simple cumplido dicho en todo de broma, no tenía que ponerse así. Se obligó a relajarse y sonreír como si nada hubiese pasado.

- Perfecto entonces. Permíteme pagar el libro y te llevaré a una cafetería cerca de aquí que es muy buena.

Ella asintió y él se giró para pagar por el libro. En cuanto se lo envolvieron, la guió a su cafetería preferida que estaba en la misma cuadra. Ella sonrió ampliamente al entrar.

—¡Me encanta este lugar! —exclamó mirándolo con aprobación— Tienes buen gusto, Tai.

Él puso sus manos detrás de su nuca en gusto despreocupado y sonrió mientras la dirigía a una mesa pegada a la ventana sin mucha gente alrededor. Se acomodaron uno frente al otro y ordenaron dos cafés. Para él un café con leche y ella pidió un café con chocolate.

—Y bien, cuéntame de ti, Sora —pidió él apoyando los codos sobre la mesa y cruzando sus manos a la altura de su barbilla.

—Mmm, bien, veamos ¿qué te puedo contar que no requiera que te mate después? —él sonrió por su comentario, pero no dijo nada—. Estoy estudiando en la Universidad de Tokio, el año pasado me gradué de arquitecta, así que ahora estoy haciendo un post-grado de construcción de obras civiles. Adoro cantar y componer canciones. Vivo con mi mejor amiga en un pequeño pero acogedor departamento —él sonrió al ver que ella describía su hogar tal y cómo lo hacía él— cerca del campus. Soy una persona alegre y decidida. Me gusta pasarla bien, pero siempre acordarme de lo que hice la noche anterior. Mmmm… ah sí, y soy asesina a sueldo como hobbie. Un trabajo en el que me introdujo mi mejor amiga. Puedo hacerte un buen descuento si quieres – bromeó.

Él comentario de la pelirroja lo hizo reír a carcajadas, luego le siguió el juego.

—¿Cuánto me cobrarías por encargarte de mi jefe? —preguntó él en un tono confidente, acercándose un poco a ella.

—¿Por un jefe gruñón, prepotente y abusón? —ella también se acercó, hablando en el mismo tono. Él asintió— Por eso te hago un buen, buen descuento. A la final te queda en doscientos dólares, nada más. Nadie más te hace una oferta como esa, considéralo – Le guiñó el ojo

— ¿ Tan poco? ¡ Es una ganga!, qué no se discuta más y ¡Trato hecho!

Ambos rieron hasta que la camarera que les había tomado el pedido llegó con sus cafés. Siguieron hablando de otras cosas, riendo como si fueran los mejores amigos por casi una hora. Fue hasta que ella recordó que su amiga, Mimi, la estaba esperando hacía más de media hora. Así que se fue casi corriendo, no sin antes intercambiar números telefónicos para volver a verse alguna vez. Él se fue hasta su departamento donde dejó el maletín y comió algo antes de reunirse con Kido y Izzy en el club de strippers.

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El moreno esperaba afuera del club al que su jefe lo había invitado. Se sentía incómodo parado en frente de aquel lugar, pero tenía que ser paciente y esperar. Miraba como llegaban distintos hombres con cara de ansiedad y sonrisa en el rostro, todos tenían caras de oficinistas y empresarios, ya entendía porque Kido lo había invitado a aquel lugar.

Sentía que su vestimenta no encajaba en aquel lugar, él se había vestido muy casual, con jeanes oscuros, una camiseta amarilla y converses de corte bajo. Se sentía cómodo vistiéndose así cuando no estaba en el trabajo, pero al parecer ese look no era el apropiado para aquel lugar. Su incomodidad aumentó cuando vio a su jefe acercarse acompañado por Izzy, ambos estaban trajeados, aunque con la corbata suelta y el primer botón de la camisa desabrochado.

Iban hablando alegremente, al parecer Izzy no había sido tan impaciente como él y luego de sus horas de trabajo se había quedado para acompañar a su jefe y así llegar juntos al club. ¿Por qué no se le ocurrió antes?

- Yagami, ya estás aquí, bien, bien – Lo saludó Jou, dándole unas palmaditas en el hombro – Y te vestiste cómodo, bien por ti, es muy inteligente de tu parte.

El moreno sonrió victorioso, al parecer había elegido bien después de todo. Dirigió su vista hasta Izzy, quien lo miraba con los ojos entrecerrados.

- Bueno ¿Qué esperamos? Deberíamos entrar, estoy ansioso – Habló el pelirrojo.

Y Tai sí que le creía cuando decía que estaba ansioso. Ese jalabolas de seguro se moría por ver a las strippers bailar e insinuársele.

Él por su parte soltó un suspiro y caminó tras su jefe quien, para su sorpresa, pagó la entrada de todos. Al ingresar, él moreno se quedó mirando todo. Era un lugar amplio, con mesas y sofás distribuidos por todos lados.

A la derecha había una barra donde estaba una mujer de tés pálida, castaña, traía el pelo suelto, con perfectas ondas al final de su larga caballera, su sonrisa era amplia y contagiosa. Estaba vestida con un disfraz de pirata ajustado a su cuerpo. A su lado estaba un chico que también vestía como pirata, al parecer ese era el uniforme. El chico era rubio, de ojos azules, más alto que la chica a su lado, hombros anchos y brazos que evidenciaban horas en el gimnasio. Ambos servían tragos.

Al fondo estaba el escenario que se dividía en tres, cada uno con un tubo donde bailaban mujeres con curvas lujuriosas y escasamente vestidas. Todas usaban pelucas o algún antifaz para ocultar sus rostros.

Kido y Izzy fueron a sentarse justo frente a la pista del medio, babeando por una chica con peluca negra y un antifaz de plumas totalmente exótico que recién entraba al escenario.

—Yo iré por las bebidas —Se ofreció él para evitar ver a la bailarina exótica. No se sentía nada cómodo en ese ambiente, lleno de humo y de luces de todos los colores que cambiaban constantemente.

Se dirigió de inmediato a la barra y esperó a que lo atendiera. La chica que había visto antes se le acercó. Sus ojos eran de un hermoso tono miel, grandes y de pestañas largas y curvas. Usaba maquillaje oscuro que le hacía ver la piel más pálida, tenía una boca de labios voluminosos y definidos pintados de carmín. Le sonrió antes de hablar.

—Para que quede claro, chico bonito, sólo sirvo tragos. No me vas a pagar para que me acueste contigo, ni para toquetearme o ver cualquier parte de mí que esté cubierta con mi ropa. ¿Quedamos claro? —él asintió, sorprendido por la dureza con la que le habló y la gélida mirada en sus ojos— Perfecto. ¿Qué vas a ordenar muchachote? —preguntó, con una voz dulce y amorosa.

—Este… tres whiskeys, por favor.

—En seguida. ¿En las rocas? —el asintió otra vez.

En cosa de segundos, la castaña le preparó los tres tragos y se los puso en frente.

—¿Sabes? Sería mejor pedir de a uno, tomártelo y luego pedir el otro. Es lo más normal, sólo para que lo sepas —dijo ella apoyando un codo en la barra y la barbilla en la palma de la mano.

—Uno es para mí, los otros para mis… para mi jefe y un compañero del trabajo —comentó él, tomando los tres vasos como pudo y alejándose. La castaña le sonrió antes de dirigirse a otro cliente que le miraba pervertidamente el escote de la blusa y al que ella le dijo lo mismo que le había dicho a él.

Ahí la entendió. Muchos se acercaban esperando conseguir otras cosas y ella los ponía en su lugar. Le gustó su actitud. Que trabajara en ese club no significaba que fuera una chica fácil.

Se acercó a la mesa donde estaban su jefe y Izzy y les entregó a cada uno su vaso mientras se sentaba. Volteó su vista para mirar a la bailarina, sólo por curiosidad, sin ninguna emoción, pero al mirarla quedó sorprendido. La chica lo observaba fijamente, como si lo conociera y hasta le sonrió. Iba vestida con un corset blanco, pantis y ligas. Era bajita pero estaba sobre unos enormes zapatos que le dejaban unas largas y tonificadas piernas para el deguste de todos. Tenía unas curvas completamente envidiables por cualquier mujer y deseables por cualquier hombre. La garganta de Tai se secó al verla y entendió un poco por qué tantos hombres iban a clubs como esos. La vista valía la pena.

La chica comenzó a acercarse hasta él con movimientos sensuales y calculados que hicieron que el pulso de el moreno se acelerara. Bajó del escenario y se acercó más, bailándole sólo a él. Se subió a su regazo lentamente y le puso las manos en los hombros, sus manos eran pequeñas y delgadas. Las deslizó por su cuello en una suave caricia que le puso todos los pelos del cuerpo de punta. Ella se movía sensualmente sobre él, encendiendo toda su piel, despertando todos sus puntos nerviosos.

—Hola, guapo. ¿Es tu primera vez en Cabaret? —le preguntó ella al oído con un marcado acento extranjero y voz profunda.

—S-sí —contestó él después de tragar con dificultad.

—Me suponía, ya que no te había visto antes por aquí. Y ten por seguro que a un chico tan guapo como tú no lo olvidaría fácilmente.

—¡Dale dinero, Yagami! No seas idiota —le susurró Jou, pero él no dejaba de mirar el rostro cubierto de la bailarina, sus sensuales labios pintados de carmín, apetitosos y llamativos. No dejaba de ver sus ojos rojizos que le parecían familiares, por algún motivo.

Tai se sacó un billete de diez dólares del bolsillo y se lo mostró. Ella sonrió encantadoramente y se hizo a un lado el sostén para que él dejara el billete ahí. El chico tragó con dificultad ante tal gesto y con mano la temblorosa, dejó la propina resguardada en el pecho de ella.

—Muchas gracias, muchachote —susurró ella otra vez en su oído—. Espero disfrutes el show.

Entonces se levantó, no sin antes deslizar lentamente sus manos por el cuerpo del moreno, hasta terminar jugando con la hebilla de su cinturón. Él chico se removió incómodo en su asiento, no por la situación, sino por los inconvenientes que le presentaba cierta parte de su anatomía.

Ella se alejó, con esos movimientos sensuales mientras reía pícaramente por lo que había ocasionado. Volvió al escenario y caminó hasta el tubo donde hizo un baile que dejó la sangre hirviendo de Tai, con una gran molestia en su entrepierna y los ojos clavados en ella. Jamás se desvistió, pero hizo un baile tan sensual que él pensó que se iba a morir.

Al terminar se acercó hasta ellos para que pudieran darle sus propinas. Dejó para el final al castaño quien la miraba totalmente embobado.

—¿Te gustó el show? — Preguntó coqueta. Él sólo asintió, la le lengua pesaba, tenía la garganta seca y los ojos clavados ella, su cuerpo lujurioso y esos ojos rojizos que le gritaban palabras que no entendía— Soy Rubí, por cierto.

—Yo.. Eh…T-Tai —dijo él, con voz ronca y casi irreconocible— Fue… fue increíble.

—Muchas gracias, Tai —ella le sonrió y casi ronroneó su nombre— ¿No te gustaría un baile en privado? – Preguntó pasando sensualmente su dedo índice por el pecho del chico.

Al moreno casi se le cae la mandíbula por la sorpresa, más aún cuando ella se acercó y empezó a acariciarle el pecho sugestivamente. Sentía que estaba a punto de perder la cabeza y lanzárse encima de la fémina de peluca negra. Pero se aferró a los brazos del sofá para mantenerse en su lugar.

—Aww , tomaré ese silencio como un no – Dijo en un tono triste y coqueto al mismo tiempo - Qué pena que no quisieras… yo no iba a cobrarte. ¿Qué tal para otra ocasión? ¿O quizás no puedes porque tienes novia?… que tierno.

—No… o sea… sí… Es decir, para otra ocasión… o sea… después… y no, no tengo novia… - Sacudió la cabeza intentando ordenar las palabras.

Ella le sonrió ampliamente y se inclinó para que sus rostros quedaran frente a frente. Parecía que estuviera a punto de besarlo.

—¿Te habían dicho que resultas encantador? —Habló a solo milímetros de sus labios, luego llevó su boca al oído de él, donde mordió suavemente el lóbulo de su oreja— Cuando quieras me pides ese baile privado, ¿de acuerdo? Recuerda que no te cobraré.

El chico tragó con dificultad, incapaz de decir nada. Sólo asintió, estaba rojo de pies a cabeza. Y escuchó como ella reía por ello en su oído.

—Adiós, Tai. Espero verte otra vez.

—Cla-claro —balbuceó él, con la cara embobada.

En ese momento se sentía como un idiota, pero ella no parecía pensar lo mismo, le sonreía divertida y seductora, ni se percataba de los demás. Caminó alejándose con toda esa sensualidad que estaba volviendo loco a Tai. El chico reacción al sentir un golpe en su hombro y ahí cayó en la realidad, recordando que no había llegado solo a aquel sitio.

—Pero qué bien lo has hecho Yagami. Obtuviste toda la atención y la dejaste queriendo más. Te invitó a un baile privado. Debemos volver, definitivamente, que no se dude —lo elogió su jefe, pero él poco lo escuchó. No podía sacarse de la mente a la bailarina.


Notas de la Autora:

Y así termina el primer capítulo de este nuevo fic que espero les guste.

Aquí conocimos a los personajes. Jou, el jefe pervertido de Tai. Izzy el colega que se pelea por el puesto de subgerente con el moreno. A Sora y a Rubi, que serán el centro de atención de Yagami. A Matt y a Mimí, que por si no lo notaron son los bartenders del nigth club.

Sora en este fic tiene una personalidad más viva, alegre y coqueta que en digimon.

Y bueno... Como todo primer capítulo, fue introductorio, ya en el siguiente conoceremos un secretito acerca de uno de los personajes, que quizá ya alguno haya cachado o se lo imagine xD.

En el próximo capítulo también comenzará la interacción Matt-Mimí, que aquí fue nula.

Próxima Actualización: Sábado 25 de Junio.

Espero que me dejen reviews con sus opiniones.

Me despido, un besito.

Lau,.