Hola, hola.

Son las 4.09 de la mañana en Venezuela y yo aquí, pegada en la compu escribiendo para ustedes =D Ya que sé que más tarde no podré hacerlo u.u

¿Se dan cuenta de cuanto los amo?


CAPÍTULO 8

Perdoname.


...

— ¿Me vas a contar qué pasó? — Exigió la castaña al sentarse a su lado— Primero, él ha vuelto después de dos semanas de no hacerlo. Segundo, va dónde estás tú y te lo llevas a un privado. Tercero, lo vi irse muy incómodo, y con eso sabes perfectamente a lo que me refiero.

Claro que lo sabía, de primerísima mano. Su corazón se aceleró al recordar los hechos que hicieron que su moreno espectacular se fuera "incomodo" pero ella prefirió no decir nada al respecto. Solo diría lo importante.

—Hoy terminé con Davis… Y lo hice definitivamente. Para siempre —contó, era mucho más fácil hablar de eso que de lo otro. Mimí la miró sorprendida, y con la boca abierta ante la noticia — Se estaba besuqueando con otra tipa, já. Yo siéndole fiel todos estos años, soportándolo, luchando contra la insatisfacción y contra la tentación ¿y él qué? Acostándose con otra fulana, rubia oxigenada, con mal gusto para la ropa… Y para los hombres — Rió falsamente — Soy una idiota, debí hacerles caso a ti y a Matt y terminar con él desde hace tanto tiempo.

— No seas tan dura contigo misma. Cualquiera comete una equivocación de esas. Lo importante es que te libraste de él de una buena vez — Se acercó hasta su amiga y la abrazó como si se tratase de una niña pequeña, causando en esta una tierna sonrisa — Y tú primer paso como soltera fue llevarte a Tai a un privado… Pervertida — Alzó ambas cejas de manera repetitiva y rápidamente, haciendo que la pelirroja se sonrojara — Pero, a todas estas, aún no entiendo que hacía él aquí. Si terminaste con Davis ¿no se supone que él debería estar "incomodándose" con Sora y no con Rubí?

Sora se encogió su asiento y puso mala cara. Explicarle esa parte del cuento a Mimí era mucho más difícil e incómodo.

— Bueno verás, te dije que había visto a Daisuke con otra, lo que no te dije es cuando y donde lo había visto — Se removió incomoda — Fue esta tarde, estando con Tai, íbamos a entrar a un sitio a tomarnos algo caliente, el muy pendejo de Davis estaba cerca. En ese momento me encolericé, pero me aguanté y simplemente no hice nada. Actué como si no hubiera visto semejante escena y seguí pasando el resto de la tarde con Tai — Continuó relatando ante la mirada atenta de Mimí — Cuando llegó el momento de despedirnos él me regaló una pulsera muy linda y pues… no sé, fue como que se dio el momento — Se sonrojó — Sus claras intenciones eran de besarme, la cosa es que yo no accedí hasta que vi como Davis se acercaba… Nos besamos y Daisuke me armó todo un lío en la calle. Ahí fue cuando solté toda mi rabia interna hacía él y lo delaté, terminé con él y blabla… Cuando se fue, me acerqué a Tai de nuevo, pero él me miraba… —Sora sintió una puñalada en el pecho al recordar la mirada del castaño en ese momento— con tanta decepción. Se enojó conmigo, me dijo que lo usé, que lo había decepcionado y se fue…

— Ay amiga, Se enojó— le apretó con más fuerza las manos en apoyo — Definitivamente la pusiste.

—Sí, la cagué por completo y ahora… creo que me odia —sonrió con amargura y dolor. Detestaba la situación—. No quiero que esté enojado conmigo, porque él… me importa mucho.

Sintió que un nudo se le formaba en la garganta por la verdad. Le importaba Tai, lo que él pensara de ella, como se sentía y no le gustaba para nada la idea de tenerlo lejos, de que ya no se juntaran a tomar café o a hacer alguna tontería sólo para divertirse. Se había acostumbrado a su rutina con él, a mandarse mensajes de texto todo el rato, a llamarse para hablar de cualquier cosa. No quería perder su amistad con él y mucho menos por un error impulsivo de su parte.

— ¿Y cómo es que entró Rubí en todo esto? — Preguntó aún no comprendiendo.

—Quería usar a Rubí para ayudarme, para tratar de convencer a Tai de que volviera a hablarme, pero… al tenerlo tan cerca las cosas se salieron de control y terminamos besándonos intensamente en el sofá y creo que… hubiésemos llegado a más de no ser porque Estrella que entró y nos interrumpió el momento.

Mimí hizo un puche de lado, acariciando las manos de su amiga tratando de calmarla.

— Lo mejor será que esperes a que se le pase el enojo y que luego trates de hablar con él. Explicarle lo que pasó en realidad y por qué lo hiciste. Yo sé que no lo usaste, ni quisiste hacerlo. Pero él ahora debe estar herido, su orgullo, ya sabes. Dale tiempo —la pelirroja asintió—. Pero no creo que enrollándote con él como Rubí ayude de alguna manera.

—Tienes razón.

— Pero tú. ¿Quieres recuperar su amistad o quieres algo más con él? —inquirió la castaña.

Sora se quedó pensando, meditando la pregunta de su amiga. Quería recuperar su amistad, sin lugar a dudas, quería tenerlo en su vida, pero, ¿quería que fueran algo más? Sabía que con él podría tener una relación sincera, podría decirle cuál era su trabajo sin temor a que él la juzgara, sabía que se llevarían bien… pero, ¿qué sentía ella por él? ¿Sólo le importaba como amigo o algo más? Cuando la miraba de esa manera tan intensa su corazón se volvía loco, cuando la tocaba ella se estremecía, cuando lo tenía cerca se sentía segura y completa y cuando la besaba sentía que viajaba directamente hasta el cielo.

Sí, en ese momento se dio cuenta de que sentía cosas más allá de la amistad por él, de que quería recuperarlo como algo más. Lo veía como a un hombre, una posible pareja y, además, como a un amigo. El sentimiento perfecto.

Tenía que hacer algo para recuperarlo, para conseguir que la perdonara.

—Quiero algo más con él —confesó con una sonrisa tímida.

La sonrisa de su amiga fue amplia y sincera. Era evidente que le gustaba la idea de verla con Tai.

—Entonces, querida amiga, debes lograr que te perdone y enamorarlo.

— Supongo que lo intentaré.

Pero ella sabía que no sería fácil. No podía mandarle flores para pedirle perdón ni llegar con chocolates o una serenata… Un momento, podría cantarle alguna canción que ella compusiera para pedirle perdón. Sí… esa era una idea posible. Esa misma noche llegaría a su casa, tomaría la guitarra y empezaría a rasgar acordes y luchar por sacar algo decente. Incluso podría pedirle un poco de ayuda a Matt en eso.

Aunque, claro, eso no sería suficiente. Tendría que hacer más. Pero ya se las ingeniaría con eso.

—Bien… Ahora hablemos de otra cosa. Quiero dejar de partirme la cabeza pensando en qué voy a hacer —Mimí carcajeó suave y tomó un asiento para ubicarse frente a su amiga— ¿Cómo van las cosas entre Matt y tú?

Sabía que tenido un par de citas, pero Mimí no hablaba mucho al respecto sin importar qué hiciera ella para sacarle información. Cada vez que sacaba el asunto al aire la castaña siempre le cambiaba el tema aprovechándose de sus salidas con Tai, preguntando sobre éstas.

Según lo que Matt le había contado, las cosas no parecían avanzar entre ellos. Mimí aún lo miraba extrañada, como preguntándose qué estaba pasando por la cabeza de él para invitarla a salir, para llevarla al cine, a cenar o simplemente a dar paseos. Muchas veces el rubio le había preguntado si creía que debía seguir intentándolo porque la castaña no parecía interesada ni un ápice en él de manera romántica.

Mimí se irguió en el asiento, mirando de un lugar a otro, incómoda. Era la actitud que siempre ponía cuando le preguntaba sobre el tema, pero esa noche no la dejaría escapar.

—Creo que mañana debemos ir al supermercado a comprar veneno. Eso o le cobramos alquiler a las polillas y las arañas.

—Mimí Tachikawa, no intentes cambiarme el tema. Quiero saber qué piensas al respecto, qué sientes por Matt y esta situación entre ustedes dos.

Mimí la miró suplicante, pero Sora necesitaba hablar de algo más y la vida amorosa de su amiga era un buen tema para no pensar en sus problemas. Necesitaba un poco de paz mental.

—De acuerdo —suspiró Mimí—. Me parece raro… no entiendo por qué parece interesado en mí de esa manera. Nunca se me pasó por la cabeza que me mirara de otra forma… y estas veces que hemos salido, me da la impresión que no me saca los ojos de encima y no sé qué puede verme de fascinante.

—No parece interesado Mimí, lo está —corrigió la pelirroja. Mimí la miró con el ceño fruncido. Claro que sabía que lo estaba, si incluso se lo había dicho directamente, aunque ahora estuviera actuando mucho más pasivo.

—La cosa es que no sé porque puede estar interesado en mí.

— No importa el porqué, el punto es que lo está y ya. Yo quiero saber qué es lo que sientes tú por él, ¿de qué manera lo miras?

—Yo… —Mimí se quedó pensando unos instantes, tratando de hallar esa respuesta en su interior— No sé. Siempre me obligué a ver a Matt como un amigo y nada más. Nunca le di la oportunidad a mi corazón de sentir algo por él que no fuera más que una simple amistad y ahora que sé que le intereso de otra manera es algo extraño para mí. Tantos años viéndolo como amigo y luego pedirle a tu corazón que intente sentir otra cosa no es fácil.

— Me imagino que no debe serlo, pero no te cierres a la oportunidad. Conoces a Matt de primera mano, sabes que es un chico serio y para nada mujeriego, y a pesar de que le llueven las mujeres, él no le para a ninguna. Deberías sentirte halagada de que se fije en ti — Observó como la castaña estaba pensativa — Y si eso no te convence tan sólo miralo bailando sin camisa los martes.

Mimí rió ante el comentario de la pelirroja, pero no dijo nada. Bajó la vista y la concentró en sus botas de pirata. Sora la observó detenidamente, esperando que ella correspondiera los sentimientos de su amigo, porque era evidente para la pelirroja que Matt realmente quería a Mimí y se veían bien juntos, le gustaba la idea de verlos de esa manera, como una pareja.

— Mimí, de verdad piénsalo, inténtalo, no te obligues a quererlo pero tampoco te cierres — Aconsejó — Tampoco te cierres conmigo, cuéntame lo que sientes, por favor. Sabes que quiero ser parte de tu vida y no me gusta que me mantengas al margen en ningún aspecto. No sólo somos amigas, somos las mejores amigas. ¿De acuerdo? —La castaña asintió con una tierna sonrisa en los labios— Ahora ya puedes volver, no te incomodo más.

La castaña sonrió y se abalanzó sobre la pelirroja — Gracias amiga, te amo demasiado… Hablamos luego, antes de que Matt se amotine en el bar — le guiñó un ojo.

La pelirroja se quedó sola en el camerino, de nuevo sus pensamientos volvieron a su problema. De nuevo pensaba en Tai.


..

— ¿Y qué te dijo?

Él también había notado la escena que protagonizaron aquel chico y Sora. Y al igual que la castaña notó como el aludido se fue del club más "emocionado" que de costumbre. Pensó en hablar el directamente con la pelirroja pero Mimí no se lo permitió, ya que según ella era algo que debía ser hablado "entre chicas".

— Ni te imaginas... — Comenzó la castaña para luego relatarle la historia del porque Tai había ido esa noche al club, claro omitiendo contar las partes hot de todo el asunto.

— Ya era hora de que terminara con ese imbécil — Sonrió victorioso al escuchar el relato de la castaña.

— ¿Matt, qué no escuchaste la historia? Tai está enojado con Sora porque cree que ella lo utilizó — Dijo en modo de regaño.

— Pero es obvio que eso no es cierto — Alzó una ceja. Eso era algo sumamente evidente para él.

— Es obvio para ti porque no estuviste en su lugar — Lo regañó de nuevo — ¿Cómo te sentirías tú si la chica que te gusta te hiciera lo mismo?. Estúpida Mimí — Pensó al darse cuenta de lo que había dicho... La chica que al él le gustaba era ella... pequeño detalle.

El rubio lo meditó por unos segundos pero no quiso responder directamente a la pregunta que le había formulado.

— Espero que pueda arreglar las cosas con él, sino lo golpearé en la cara hasta que la perdone — La chica rió ante el comentario. Así era él cuando se trataba de Sora o de ella; sumamente protector.

El lugar estaba repleto de gente por lo que no pudieron quedarse conversando mucho tiempo y tuvieron que ponerse manos a la obra para atender a todas las personas necesitadas de alcohol que se encontraban en en ese momento Cabaret.

Mientras servía tragos desde la barra, Mimí no pudo evitar quedarse observando a Matt, quien atendía una mesa. El rubio era un chico encantador en realidad, tenía esa personalidad misteriosa y enigmática que lo hacía interesante. Era un excelente consejero y protector. Estudioso, trabajador y sin tabúes. Además con ella se comportaba de manera especial, la trataba con mucho cariñoso y se esforzaba porque sus "citas" le parecieran agradables ¿Entonces por qué no podía verlo como más que un amigo? Quizá Sora tenía razón y ella misma se estaba cerrando de antemano a las posibilidades que el chico le ofrecía..

Continuó mirándolo desde lejos. El hecho de que se viera más sexy en traje de pirata que el mismísimo Orlando Bloom definitivamente le daban puntos extra. Desvió su mirada rápidamente cuando sintió las orbes azules del rubio fijas en sus ojos color miel y por una extraña razón su corazón se aceleró de momento. Luego de unos segundos volvió a mirarlo y para su sorpresa el chico todavía mantenía la vista sobre ella, dedicándole esta vez una sonrisa, la cual no supo porque pero le pareció tan cálida. Y ahí lo decidió: abrirse a las posibilidades no era malo y mucho menos con Matt.

Tomó una de las hojas de papel donde anotaba los pedidos de los clientes y escribió algo en ella. Luego se acercó hasta donde estaba el rubio y le entregó el papel doblado en sus manos, sin detenerse al hacerlo, sino siguiendo caminando hasta los baños.

Matt abrió la nota que su compañera le había dado y sonrió al leer el contenido de la misma.

Te espero el lunes a las 8:00Pm. No se vale sacar excusas.

¿No se vale sacar excusas? ¡Como si el fuera a sacar alguna!


..

El moreno llegó a su departamento, con la mente enturbiada y confusa. ¿Cómo era posible que dos mujeres completamente distintas invadieran su mente?

Por un lado estaba Rubí, quien lo atormentaba con su sensualidad, con esa manera de volverlo loco y meterse debajo de su piel tan fácilmente. Por otro lado estaba Sora, quien lo había decepcionado, utilizado y herido en su orgullo pero aunque trataba, no podía sacársela de la mente, su ternura, sus ocurrencias y esa manera tan fácil de fluir.

Había ido a Cabaret con la finalidad de sacarse de la cabeza a la pelirroja y lo había conseguido pero sólo por unos instantes, y eso fue mientras había estado con la sensual Rubí, pero lejos de la bailarina, Sora volvía a torturarlo, invadía su mente.

Sacudió la cabeza mientras se quitaba la chaqueta que se había puesto esa noche. Fue a la cocina y se sirvió un vaso de agua para tratar de relajarse antes de irse a dormir, pero su mente volvió a la bailarina exótica de peluca negra y llamativo antifaz ocultándola del mundo, de él.

Recordó la manera en la que la había besado, como había perdido el control con ella, como la había sentido bajo su cuerpo, devolviéndole el beso con semejante intensidad. Se estremeció con el mero recuerdo y maldijo el momento en el que los interrumpieron. Le hubiese gustado llegar a más con ella, muchísimo más, sacársela del sistema de una vez por todas, para saber si estar con ella sería tal y como lo había soñado.

Obligándose a no pensar en la bailarina, se tomó lo que le quedaba de agua y luego tomó otro vaso más antes de ir a la cama, esperando sinceramente no soñar con ella, ya que no era agradable despertarse y tener que darse una ducha fría para calmar su deseo, ya que claro, por más que quisieras los deseos no se hacían siempre realidad.

.

Cuando despertó de su relajante descanso ya era domingo, acercándose al mediodía. Se dio una ducha y luego se preparó algo de comer. Mientras masticabas sus alimentos tomó su teléfono celular con la intención de llamar a Sora y quedar con ella en algún sitio. Le gustaba especialmente salir con ella los fines de semana. Estuvo a punto de hacer la llamada, pero luego recordó lo que había pasado el día anterior y la idea de llamar a la pelirroja se perdió rápidamente en el olvido.

El mundo no siempre giró alrededor de la chica, así que el haría ese domingo lo mismo que hacía antes de conocerla. Leería algún libro, vería alguna película, saldría a correr o haría el aseo de la casa. Cualquier cosa para matar el tiempo

Se tiró en el sofá y encendió el televisor. 120 canales y nada bueno para ver, pensó, luego caminó hasta el estante-biblioteca donde tenía todos sus libros y no, no le apetecía leer nada. Miró por la ventana de su departamento y lo decidió: saldría a correr sin importar la hora. Se cambió de ropa y salió directo al parque de Tokio, donde esperaba gasta al menos dos horas de lo que le quedaba de su domingo.

Se introdujo los audífonos en sus oídos y subió el volumen de su i-pod al máximo, un poco de rock contemporáneo para llenarse de energía mientras corría a paso veloz a través de las caminerías, olvidándose de todo lo que lo rodeaba, centrándose en la canción que intentaba romperle los tímpanos en ese momento, tratando de entender la letra y las intenciones del autor.

Siguió al mismo ritmo por un par de minutos, hasta que algo se cruzó en su camino casi chocando con él. Bueno, no algo, alguien que había estado sentado en una banca, esperando hacía horas que él apareciera. Alguien que conocía su horario y que sabía que podía encontrarlo ahí.

Tai se detuvo de golpe para no chocar contra ella, trató de pasar por su lado sin darle importancia, como si se tratara de un objeto en el camino, pero ese "objeto" se movió quedando de nuevo frente a sus ojos. Intentó esquivarla una vez más pero pasó lo mismo una y otra vez, hasta que el chico por fin entendió que ella no se quitaría hasta que no hablaran.

— ¿Qué quieres? — Espetó él sin preocuparse por su tono— Estás interrumpiéndome, por si no lo notaste — Habló de manera sarcástica.

—Sólo quiero hablar contigo. Quiero que me escuches y no te molestaré más. Lo prometo —pidió la pelirroja.

—No quiero seguir gastando mi tiempo contigo. No me agrada la gente manipuladora y fría como tú Sora, así que con o sin tu permiso, voy a seguir adelante.

— ¡Tai! — Llamó ella, tomándolo por la manga cuando él pasó por su lado— Por favor, escúchame. Te puedo explicar lo que pasó ayer.

—No necesito que me expliques nada, todo quedó claro. Tenías novio y me besaste como venganza contra él. Punto

La chica sentía que el corazón se le detenía, no podía dejarlo ir, tenía que explicarle, lograr que la perdonara, que entendiera por qué había actuado de esa manera. Hacerlo cambiar su punto de vista.

—Me pondré a cantar mientras te sigo como una loca desquiciada y todo el mundo te mirará raro y no me detendré hasta que te decidas escucharme —amenazó ella, tomando la guitarra que había dejado en la banca.

Tai se mordió los labios, pesando la posibilidad de soportar el ridículo o escucharla. Se inclinaba por la opción número uno, si seguía corriendo y ella lo perseguía cantando con su guitarra, siempre podía fingir que no la conocía, que estaba loca y pedirle ayuda a alguien. Pero no, no haría eso. Sin importar lo que ella hubiese hecho, él no era capaz de tratarla de esa manera, tenía modales y principios ante todo.

—Habla rápido y no, no cantes —advirtió antes de que ella hiciera el primer acorde—. No quiero ninguna cancioncita ni actuación a lo Taylor Swift, Miley Cirus o sus parecidas.

Ella lo miró como si la hubiese ofendido en lo más profundo y él estuvo tentado a sonreír por esa expresión dramática y exagerada de la pelirroja, pero se contuvo y mantuvo su expresión fría e imperturbable. Cruzó los brazos sobre su pecho y la miró enarcando una ceja para que hablara.

—Okey… okey. — Habló al ver que no cedería ante sus encantos — Mira, yo no te usé… o sea, no quise usarte. Tu no entiendes Tai, ese beso, lo que pasó entre nosotros ayer no fue algo que planeé y no, no lo hice porque vi a Davis y quise ponerlo celoso o algo así… te besé porque quería hacerlo — Se sonrojó al decir esto — ver a Daisuke sólo fue lo que me impulsó al final.

— No debiste hacerlo si tenías novio, mucho menos si él estaba presente. Y más aun, debiste decirme que tenías novio desde un principió —agregó a último minuto.

—Nunca me preguntaste si tenía novio —Respuesta estúpida.

—Oh claro, ya veo, es mi culpa por no preguntar — dijo en manera sarcástica — Si tenías problemas con él, si viste que te estaba engañando, debiste decírselo al momento, terminar con él justo cuando lo descubriste. No utilizándome a mí para desquitarte con tu novio y pagarle con la misma moneda.

—Tai, lo siento, de verdad que lo siento. No eran mis intenciones, yo no quería que esto pasara.

—Pero pasó —sentenció él, mirándola con una frialdad que le dolió en lo más profundo a la pelirroja y sinceramente a él también—. Ahora, ya que te escuché y no hay nada más que decir. Si no te molesta, quiero seguir corriendo para regresar a mi apartamento de una vez por todas.

No esperó a que ella le respondiera y salió corriendo. Sora se quedó ahí, viendo cómo se alejaba, como su silueta se hacía pequeña a medida que se perdía en el horizonte. Sintió una puñalada en el pecho. No había conseguido explicarse bien, no había logrado que él la comprendiera y lo más importante, no había conseguido que la perdonara. Le dolía que él la mirara así, que le hablara con ese tono desprovisto de cualquier emoción.

No soportaba esa situación ¿Qué haría ahora que Tai no la quería ni ver?

Se dejó caer en la banca más cercana, abrazando sus piernas contra sí, con los ojos ardiendo por las amenazantes lágrimas que querían desbordarse. Le dolía el pecho, le costaba respirar, sentía que no podía abrir la boca porque si no terminaría sollozando como una loca.

Había pasado la noche en vela componiendo una canción que él no quiso escuchar, después lo había esperado desde las ocho de la mañana en el parque porque él siempre iba a correr los domingos por la mañana antes de juntarse con ella. Todo eso, para nada, no había conseguido nada, incluso parecía que todo había empeorado. El dolor seguía lacerante en su interior, no sabía qué haría si Tai no la perdonaba.

Y lo que era peor, esa noche el club no abriría por renovar la pintura de las paredes, así que no podría hablar con él ni como Rubí. Ya empezaba a sentir su ausencia. Se había acostumbrado a pasar un par de horas al día con él, a hacer algo juntos para gastar el tiempo. Ese domingo sería el primer día que no harían nada juntos desde que se habían conocido, sería el primer día que no se mandarían un mensaje, que no se llamarían y eso dolía tanto pero tanto en su pecho que era difícil de describir.

Abrazó con más fuerza sus piernas y la primera lágrima rodó por su delicada mejilla. Era increíble la manera en la que le dolía el desprecio de Tai: La necesidad desgarradora en su interior que lo llamaba, gritaba su nombre.

¿Qué podía hacer para recuperarlo? ¿Para que la perdonara? Sólo le quedaba seguir intentándolo, insistiendo en que la entendiera, pero no sabía cómo iba a hacer para soportar esos días sin él. Se había habituado tan rápido a su presencia, a tenerlo en su vida que en esos momentos sentía que le habían arrancado algo de vital importancia para seguir viviendo. Sí, a este ese nivel llegaba su necesidad de él.

Al final se puso de pie y decidió regresarse a su casa. De camino compró helado, mucho helado, y otras golosinas como para darles diabetes a unas quince personas. Además alquiló una nueva película romántica, porque sí, era una masoquista. Y luego de todo eso se dirigió a su departamento donde Mimí estaría frente a su laptop escribiendo algo o estudiando para el día siguiente. Llegaría, le pediría que estuviera a su lado, apoyándola porque sentía que en cualquier momento se quebraría. Hasta el momento, sólo eran silenciosas y dolorosas lágrimas, pero el llanto de verdad aún no llegaba. Aun así, sabía que pronto lo haría y esperaba que su amiga estuviera con ella para ayudarla a soportar el trago amargo por el que pasaba.

Jamás, nunca en toda su vida, llegó a creer que alguien podría afectarla de esa manera, que perder a un hombre como había perdido a Tai pudiera destrozarla como lo había hecho. Pero así había sido, para su sorpresa y sufrimiento.


..

Tai se detuvo diez minutos después de dejar sola a la pelirroja. Aunque quería olvidarse de su encuentro con Sora, de las cosas que le había dicho y todo eso, aunque quería concentrarse en correr, en la música que escuchaba, no lo conseguí volvía a su mente una y otra vez como ya se estaba haciendo costumbre. En su cabeza se repetían una y otra vez las palabras que ella le había dicho: "te besé porque quería hacerlo". Por unos segundos esas palabras lo hicieron considerar su decisión de ignorarla de por vida. Por algún motivo, quiso creer que así era, que ella no tuvo la intensión de "utilizarlo", propiamente como tal, sino que fue algo que sucedió simplemente, sin ninguna premeditación, pero no era tan sencillo. La vida no era tan sencilla y punto.

Le subió de nuevo el volumen a la música hasta el nivel máximo, ese que lastimaba sus oídos, en un desesperado intento por ahogar sus pensamientos, de matar sus intenciones de devolverse y hablar con ella hasta aclarar definitivamente las cosas, porque esa pequeña charla había hecho surgir dudas en su interior, lo hizo considerar opciones y ya no estaba tan seguro si había reaccionado bien o había hecho una tormenta en un vaso de agua.

Fuera lo que fuese, no hiría a buscarla, no iba a ir tras ella para que le explicara las cosas, o por lo menos no por el momento. La herida que dejó en su orgullo, al sentirse utilizado, aún estaba abierta y si quiera conversar las cosas con la responsable, al menos debía esperar un poco que la herida se cerrara y empezara a cicatrizar.

Siguió corriendo y se obligó a no pensar en nada más hasta llegar a su apartamento, donde se preparó algo para comer y luego se sentó para terminar de una buena vez con el condenado libro de su jefe, el cual era el más aburrido de todos los que había sacado previamente. Después vio un par de películas donde todas las protagonistas fuera rubias o castañas, con ojos de colores claros o muy oscuros y de personalidades aburridas. Películas de acción o terror donde nada pudiera recordarle a cierta pelirroja de ojos rojizos a la que no podía sacarse de la cabeza. Aun así, por más que intentó en cada una de las película encontró algo que le recordó a Sora, por más mínimo que fuera el detalle.

Al final se dio por vencido y se sumergió en su trabajo, algo que sin duda mataría cualquier pensamiento sobre la mujer que lo traía de cabeza por esos días. De esa manera, consiguió vencer su terrible domingo. Al parecer, volvería a sumirse en su aburrida rutina de antes de conocerla, donde todo lo que tenía importancia para él era el trabajo, sólo que ya no lo haría por su interés de ascender, lo haría como una excusa para no pensar en ella.

Aunque la rutina fuera la misma, la motivación había cambiado. Su vida en sí había cambiado desde que ella había aparecido y todavía no estaba seguro si lo había hecho para bien o para mal.


..

Notas de la Autora:

Veamos, Tai se está haciendo el duro con Sora, aunque por dentro de él quiere perdonarla, mas el bendito orgullo no le deja. La pelirroja por su parte anda derrotada y aflijada porque siente que puso la torta y bien puesta con el moreno.

Por otro lado Mimí está dando señales de dejar de ser tan tapada con Matt y dejarse llevar por las sensaciones y por lo sensual del rubio (?)

Y creo que en esos dos párrafos se puede resumir perfectamente el capítulo de hoy xD

¿Tai dejará su orgullo de lado y perdonará a Sora? ¿Qué tendrá que hacer esta para convencerlo? ¿A dónde irán Mimí y Matt en su próxima cita? ¿Por fin darán el próximo paso?

Adelantos del próximo capítulo:

— ¿Y qué opinas de ir a celebrar esta noche a Cabaret?

— No soy una manipuladora

— ¡Ya lo perdí!

— Vuelvo por Rubí

— ¿Por qué lo hiciste?

— ¡Michael!

Ay de mí si no encuentro la forma de hacer que estas cosas cuadren en el siguiente capítulo ._. já no es cierto =D (creo ._.)

Agradecimientos:

Mil gracias a:

Yuly, Nora, FrancaisBaiser, Shio, Johita, Gravi, Faty y a mi queridisima manager Leeen =D del valle.

Y a ti lector anónimo. Espero de todo corazón que te animes a dejarme tu comentario.

Besos.

Lau,.