Prólogo
Estaba enfadada. Últimamente siempre lo estaba, pero aquella vez mucho más que las otras. La gota que había colmado el vaso, según Maggie. Su padre, esa era la causa. Estaba harta de que le prohibiera cosas. En aquella ocasión le había prohibido volver a escuchar una sola canción del grupo Below Zero. Su padre le tenía una tremenda manía a aquel grupo, por alguna razón desconocida para ella.
Maggie estaba tumbada en la cama, mirando el techo mientras pensaba en todo esto, cuando llamaron a la puerta. Era su madre.
-¿Puedo pasar?
-Este es un país libre.
Su madre. Se le acercó.
-He hablado con tu padre. Gerald no pretende ser así, lo sabes. Lo que ocurre es que no le gusta ese tipo de música.
-Esa es la excusa que siempre pone. Lo único que no le gusta es Below Zero. Odia ese grupo. Empiezo a pensar que por que la cantante es mujer y eso no le gusta.
-Sabes que no es cierto. Anda, anímate, tu hermano pequeño está jugando en la salita. Si quieres puedes ir a jugar con él.
-De acuerdo.
Moe sacó otra botella de cerveza para su cliente. Desde que Barney Gumble había dejado el alcohol, no había tenido un buen cliente. Pero aquel tipo había aguantado siete botellas y se le veía tan sobrio como cuando entró.
-Y ¿No cree que ya le llega de cerveza?
El hombre, tras apartar uno de los flequillos de su pelo negro de la cara, le respondió.
-¿No cree usted que debería dejar de hacer preguntas?
-Sí, mejor será, me callo.
El sujeto rió.
-Vamos, estaba bromeando. No hay gente a quien se le puedan contar cosas en estos tiempos.
-Ya lo creo.
En aquel momento entró una mujer en el bar. Se le reconocería a la legua.
-¡Hola, Syphilis!
Por supuesto, aquel no era el verdadero nombre de la cantante de Below Zero. Solo era su pseudónimo.
-Hola, Moe. ¿Qué tal?
-Oh, de maravilla. Estaba charlando con este caballero.
Syphilis se fijó en el hombre. Este estaba pagando la cuenta en aquel preciso momento.
-Quédese la vuelta.
Aquel tipo miró a Syphilis a los ojos durante apenas unos segundos, pero fueron suficientes para que un respingo le recorriera la espina dorsal. Los ojos negros y profundos de aquel hombre le hicieron sentir una sensación incomodísima.
Cuando se fue, la cantante se volvió hacia Moe.
-Menudo elemento, ¿No?
-Sí. Es majo, pero, por alguna razón, me inspira miedo… y una sensación de haberle visto antes.
Maggie se metió en la cama temprano. Su hermano y ella habían estado jugando al Monopoly hasta muy tarde, y ahora debían dormir. Pensó un momento en todas las cosas que su padre había hecho por ella y comprendió que no era mal tipo en el fondo. Maggie no tenía ni idea de que su vida iba a dar una vuelta de 360 grados.
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