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Lo siento…

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Capitulo 24: Un toque de labios.

Brent no está exactamente muy seguro de lo que está pasando.

Un segundo todo lo que siente es un mareo arrollador, del tipo que siente cuando está cayendo en la inconsciencia, confuso y extrañamente relajante y al siguiente los labios de Edward se calientan contra los suyos, suave y un poco seco y sin apenas moverse, sólo una ligera presión por un par de segundos que Brent todavía siente en todas partes. Edward se aleja antes de lo que a Brent le gustaría y él sabe que tiene que volver al mundo real pronto, pero la cabeza le da vueltas y no está seguro de que en verdad pueda hacerlo en este momento. Edward le dio un beso. Edward, que es precioso y dulce y lindo y divertido, inteligente y perfecto. Y al parecer, mirándolo como un ciervo entre los faros.

Brent parpadea rápidamente cuando están lo suficientemente lejos para verse con claridad, pero aún así están cerca, Edward todavía con sus manos sosteniendo sus brazos, la boca abierta y los labios un poco mojado, sus pupilas son tan grandes que casi cubren por completo su iris y sus mejillas están tan rojas como Brent imagina las suyas son.

"Yo ah- lo siento Brent, perdóname, no sé porque hice eso, yo- no, no quise, agh!" Edward luchó con las palabras atoradas en su garganta, por favor, por favor, por favor esto no era cierto. Se paso una mano por el pelo, tratando de arreglar su cabeza y recomponerse pero no podía evitarlo, estaba entrando en pánico.

La expresión de Brent comenzó a descomponerse en una mueca mortificada. Dios, claro que esto no podía ser real, ¿como por un segundo había si quiera considerado la posibilidad de que esto era otra cosa sino un estúpido y doloroso error? No, no, no esto estaba mal por donde se le mirara ¿Qué es lo que Edward estaba haciendo? ¿Y por qué él había permitido que pasara?

El cobrizo comenzó a negar con la cabeza frenéticamente, se levantó de la cama y retrocedió dos pasos, esperando que su cerebro creara neuronas del infinito o que al menos recuperara las que tenía si se alejaba lo suficiente de Brent. Se frotó la cara casi con desesperación. "Escucha, yo no sé lo que se que metió en mí para hacer eso, estabas triste y yo me sentí mal, quería ayudarte a estar mejor, y luego, simplemente no sé como paso, pero yo no quiero que te lo tomes a mal solo, bueno, ni siquiera yo me entiendo este momento, y no espero que tú lo hagas y, está bien ¿sabes qué?, Olvida lo que dije solo, ya me voy, ahora… Brent de verdad lo siento."

Y así, con una última mirada furtiva, Edward terminó de retroceder hacia la salida, dando media vuelta y cerrando la puerta detrás de él.

Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda ¿y ahora que? demonios, mierda, mierda, mierda.

Corrió por todo el pasillo tan rápido como sus piernas eran capaces hasta llegar a la puerta de su habitación, abriéndola y cerrándola de golpe. Esperaba que nadie la oyera, que era poco probable porque prácticamente la había azotado. Tal vez pensarán que estaba enojado, sí, tal vez pensaran que Brent ni siquiera se había dignado a abrirle la puerta y él había vuelto, muy, muy enojado y había decidido encerrarse en su cuarto, o tal vez pensarán que habían discutido, o peleado, tal vez no se lo cuestionarían en absoluto, ocupados en cosas más importantes, tal vez sólo pusieran los ojos en otra riña y siguieran con lo que estaban haciendo.

Pero no importaba cualquier cosa que pensaran allá afuera, eso no iba a cambiar lo que Edward estaba viviendo en ese momento y que lo único que podía pensar además de que acababa de azotar la puerta era mierda mierda mierda mierda mierda.

Cómo, qué, cuándo, porqué, su cabeza estaba llena de pensamientos ilógicos que van de una cosa a otra ¿qué paso por su cabeza cuando hizo eso? ¿por qué es que si quiera se atrevió? ¿estaba completamente loco o es que recién había perdido la cabeza? por que sin duda no hay forma de que un hombre cuerdo hiciera lo que él acababa de hacer en ese cuarto.

Joder, a la mierda quería gritar sino es que esconderse en algún sitió seguro del que no pudiera ser encontrado jamás para poder estar solo, él y sus pensamientos desequilibrados.

¡Y había sido él, al demonio! ¡No tenía a quien culpar por que había sido él quien había besado a Brent! ¡Fue él quien lo inició! ¡Fue Edward quien se había acercado hasta que sus labios estaban tocando los de él y fue quien se movió en contra cuando Brent no hizo nada para detenerlo!

¡Brent maldita sea! Que ni siquiera sabía si realmente estaba o no saliendo ya con Jacob Black, Brent que era su amigo, su mejor amigo, con quien vivía a un pasillo de diferencia, al menos por ahora, quien también podría haber o no estado bajo el efecto de una droga clínica en el momento, Brent, en quien no debería estar pensando porque ¡él no es Gay!

Se da cuenta que su respiración es cada vez más rápida y pesada, hay un sudor frío en su frente, frota una mano en su cara y repara en la humedad persistente en sus labios cuando los toca con la punta de sus dedos. Quiere deshacerse de ella, quiere restregar sus labios hasta que estén completamente secos, libres de cualquier residuo que pudo haber dejado sus estupideces, libres de cualquier evidencia. Pero no se atreve. No se atreve y lo odia, odia el hecho de que había sido tan débil, odia que no quiere más que seguir pidiendo disculpas para no tener que sentirse tan culpable como lo hace, odia que tenía que se haberse sentido tan malditamente bien y odia que tiene que saborear sus labios y cerrar los ojos para recordar. Odia que no se arrepiente en lo absoluto.

Edward mira hacia abajo y torpemente comienza a desabotonarse la camisa y el pantalón al mismo tiempo, tira sus zapatos batallando con sus pies y sus manos y se deshace de toda su ropa menos de sus boxers antes de sumergirse en su cama y desaparecer debajo de las cobijas.

El silencio era casi insoportable, arrastrándose cada vez mas lento, cada momento latiendo pesado en sus oídos. Peor aún, le daba tiempo para pensar en Brent. Tiempo en que la mente de Edward se llena con cada pensamiento que ha tratado de sofocar desde principios de septiembre.

Entre pensamiento y pensamiento, no se da cuenta en que momento se queda dormido.

Esta vez no es en un bote en medio del mar donde está; es un pasillo. Él mira a los lados confundido, pero sin cuestionarse nada seriamente como lo haría si todavía estuviera despierto. El lugar esta completamente sumido en la oscuridad, a excepción de la casi inexistente luz que proporciona un pequeño foco amarillento en medio del pasillo. Es un camino de por lo menos 35 metros de largo, las baldosas en el piso están manchadas de suciedad y moho, y parece como si nadie hubiera estado ahí en una gran cantidad de tiempo ya que las pisadas de Edward dejan huellas donde el polvo es removido debajo de sus pies. Hay siete puertas frente a el; tres a su lado izquierdo, tres al derecho y una al fondo del pasillo.

Edward da un paso al frente, inseguro de que hacer. Se acerca a la puerta que esta más cerca y prueba la perilla, cuando se da cuenta de que esta abierta, la empuja lentamente, echando un ojo dentro.

Es como ver dentro de una dimensión paralela; dentro está al aire libre, puede escucharse música vieja pero movida en algún lugar cerca y hay dos niños alrededor de unos trece o doce años sentados en una jardinera bajo la luz de la luna. La niña tiene pelo oscuro como la noche y unos increíblemente bonitos ojos azules, llevaba un vestido púrpura pomposo y un listón en la cabeza que separaba su cabello de la cara. El niño estaba usando una camisa gris plana y unos jeans gastados que le quedaban ligeramente grandes, estaba sonriendo nervioso mientras el cabello cobrizo le caía sobre los ojos verdes.

Edward torció su expresión a una mueca. Se acordaba de ese día, aunque vagamente, nunca había podido recordar con exactitud la cara de la niña como la veía ahora. Vio como ella se acercaba cuidadosamente más a su viejo yo y como él miraba hacia otro lado. De verdad le había gustado esa niña, Morgan, ahora que lo recuerda. Ella miro al piso dudosa y luego se inclinó para poner sus labios en la mejilla del niño pero en ese momento él se dio la vuelta, causando que los labios de ambos chocaran. Sorprendida, Morgan se levantó de golpe y corrió a donde la fiesta todavía se llevaba a cabo, riendo encantada a la mitad del camino. El pequeño Edward sonrió, cruzando sus pies y suspirando al cielo.

Lo que el ahora viejo y amargado Edward quería era ir y tirar a su pre-adolescente yo de la jardinera con un zape en la cabeza.

Esa niña no le volvería a hablar, arruinando la memoria de su primer beso cuando sepa que sus amigas la habían retado a besarlo para que ella por fin perdiera su ¨virginidad de labios¨

Malditos adolescentes y su amor por las apuestas.

De pronto la puerta se había cerrado en sus narices. Trató de abrirla de nuevo pero había sido bloqueada con llave.

Decidió dejarlo en paz, ese niño no necesitaba más preocupaciones de las que podía manejar. Siguió caminando y cuando llegó a la siguiente puerta al lado derecho del pasillo la abrió tan silenciosamente como la anterior y se fijo dentro.

Era él de nuevo, más pequeño esta vez, tal vez unos ocho o nueve años. Estaba corriendo y valla que estaba corriendo rápido. Cuatro niños venían detrás de él riendo y aventando bolitas de papel mojadas en saliva con una pajilla directo a su cabeza.

AH Edward suspiró, viejos tiempos, cuando la vida era fácil y sólo tenía que preocuparse de ser más veloz para que los bravucones no comieran su carne en el almuerzo. Figuradamente, claro.

La puerta se cerró demasiado rápido y siguiendo con la rutina Edward caminó está vez más con más urgencia hacia la siguiente puerta.

Esta no era tan agradable. Y mira si las otras habían sido horribles.

Era la sala de la casa de sus padres, un Edward de unos dieciséis años estaba parado a la defensiva gritando incansablemente a una Esme al borde de las lagrimas.

Fue él quien cerró al puerta en esta ocasión.

No podía, no podía hacer frente a esos recuerdos llenos de culpabilidad. No quería recordar como había sacado toda su frustración hacía Luisiana en sus padres que no tenían la culpa de nada, al contrario solo trataban de hacerlo sentir mejor. Habían sido meses y meses de constantes peleas y Edward no podía hacer frente a ello, todavía no.

Resultó que él ya no quería estar ahí nunca más. No quería abrir más puertas, no quería recordar todos los fracasos de su vida para terminar de sentirse más miserable de lo que ya lo hacía.

Dio media vuelta para volver en sus pasos pero se encontró golpeándose a sí mismo contra una pared de cemento puro. No había nada detrás de él y las puertas de su niñez habían desaparecido. Alarmado como si se tratara de una película de terror corrió en dirección opuesta, dando un vistazo atrás para descubrir que cuando sea que avanzaba en el pasillo la pared de cemento le seguía.

Ahora el largo del camino se había reducido a unos cortos veinte metros y al darse cuenta de que no podía escapar del pasillo sin alguna de estas puertas Edward abrió la siguiente en la línea.

Era una estación de tren, una memoria de hace poco más de tres años que no necesitaba ningún esfuerzo para recordar. El Edward dentro tenia 18 años, la grasa de bebé recién perdida de su cara y su cuerpo haciéndolo parecer de su edad después de años de verse mucho más joven de lo que era. Había un sólo boleto en sus manos y estaba abrazando a Esme y Carlisle como si nunca los volvería a ver. Muy en el fondo, lo que el verdaderamente deseaba era no volver a ver Luisiana en su vida, pero sus padres eran otra historia. Cuando Edward entró al tren la puerta se cerró.

Okay, cuatro fuera, quedaban tres.

La quinta fue un poco más bizarra, él había tenido quince años, delgado y pequeño comparado con otros chicos en su clase, había sido un día particularmente horrible, el día en que por obra del destino todo el mundo había decidido contar la forma en que habían perdido su virginidad. Edward sólo había podido pensar ¿que demonios? sólo tenían quince años no cuarenta ¿que clase de mentes pervertidas tenían estos infantes?

Se rió amargamente al recuerdo, viendo como la cara del Edward al otro lado se coloreaba de rojo cuando le preguntaban su ¨experiencia¨.

No mucha suerte para ti en el futuro, campeón.

La sexta había sido una sorpresa, una horrible, horrible sorpresa, por decir lo menos.

Al principio no lo había entendido, dentro lo único que podía distinguirse era el sonido de gemidos exagerados y voces que definitivamente no pertenecían a nadie que conociera, pero después de un par de minutos y una mente traumatizada por lo que sus oídos escuchaban finalmente lo comprendió.

Este es el porno que me obligaron a ver a los catorce ¿no es cierto?

Cierra la puerta aterrorizado, esto no es para nada un suceso agradable.

Seis fuera, queda una.

Edward mira la puerta restante al final del pasillo. Es del mismo tamaño de las otras, de madera y cuando mira a su alrededor, es la única que no ha desaparecido detrás de él. Él suspira. Es su única salida.

Pero cuando abre la puerta no hay nada que ver ni que escuchar que venga de ella. Es un completo abismo de oscuridad y Edward queda paralizado cuando siente la pared de cemento pegarse contra su espalda. Traga, dando un paso experimental dentro y rogando que no vaya a ser otro largo pasillo lleno de puertas, no creía poder soportarlo. Antes de saberlo él es totalmente dentro, la puerta cerrándose de golpe en la pared y dejándolo a ciegas en medio de la nada.

No sabía cuanto tiempo paso.

Está tipo de empezando a entrar en pánico de hecho, mueve sus manos por todos lados y camina tanto como puede, queriendo toparse con algo, lo que sea, incluso si es una pared esta bien, él solo quiere saber que en realidad esta en alguna parte.

Pasó más tiempo.

Después de un tiempo, la sensación de estar siendo observado se vuelve más fuerte a su alrededor, no esta seguro de si podía ser su imaginación y estaba sobreactuando por culpa de la oscuridad -hace años ya se abría desmayado luego de tanto tiempo a oscuras- o si era posible que alguien, o algo, pudiera estarlo observando desde algún lugar. Negó con la cabeza para librarse del pensamiento. Era ridículo. A menos claro, que este fuera el recuerdo de sus 4 años, cuando creía que había un monstruo es su habitación. Negó de nuevo. Malos pensamientos.

La cosa fea era, que luego de un buen rato de estar ahí parado, el sonido de unos pasos delicados y constantes llenaron sus oídos, y sin la ayuda de sus ojos para ver Edward podía decir por el sonido, que estaban rodeándolo, como a una presa.

Se movió hacia atrás alarmado, buscando algo a lo que aferrarse cuando el sonido de los pasos se hizo más fuerte, pero no había nada, nada con lo cual pudiera defenderse y nada tras lo cual pudiera ocultarse. Cuando se hizo muy obvio que estaba siendo un tonto al tratar de escapar de lo inevitable sus manos encontraron algo.

O algo encontró sus manos.

Es raro que no se haya asustado, ni siquiera un poco al sentir el apretón caliente en su antebrazo, de hecho era satisfactorio, ahora sabia que no estaba del todo solo aquí, y más importante que no iba a salir herido, si lo que sea que fuera quería lastimarlo, seguramente ya lo había hecho.

Un apretón similar envolvió su otra mano, pero en lugar de quedarse ahí como había sucedido anteriormente el agarre lo arrastró hasta que su palma topaba con algo; una superficie plano e igualmente cálida, una textura idéntica a la de la… piel.

Un cuerpo. Eso era lo que era, alguien estaba aquí con él. Su otro brazo se movió detrás del agarre y ahora podía sentirlo completamente, un cuerpo un poco más pequeño que el suyo, delgado pero fuerte y firme, apoyándose completamente en él, como si de un abrazo se tratara.

Es… familiar. Y cómodo, y reconfortante y solo… seguro. Se queda ahí, envuelto en el calor que este cuerpo le proporciona y se asegura de envolverlo en calor también, se pasa las manos arriba y abajo, sintiendo la cadera, la cintura, los omoplatos, el cuello, para finalmente terminar en la nuca, cabello creciendo desde la raíz, pelo… corto.

Y luego se ha ido. Edward despierta de golpe en su cama, agobiado por el calor excesivo de debajo de las mantas de su cama. Se las quita de encima y respira el aire fresco de su habitación desesperadamente. El reloj de su mesita de noche marcando solo las 2:28.

Joder.

Va a ser una larga noche.

No hay ningún contacto entre ellos en los siguientes días, directo o indirecto.

Ninguno de los chicos sabe lo que pasa y ninguno se molesta en preguntar tampoco, lo único que saben es que desde el día en que fueron a casa de Jacob Brent se había mostrado distante, luego triste, luego indignado, luego triste de nuevo y finalmente enojado. Está haciendo un poco difícil sus últimos días en el departamento; Alice sigue tratando de llevarlo algún lado, al cine, al centro comercial, a la calle… él simplemente no parece humor para nada más que para ver a Jacob, y ella lo entiende claro, si Jacob es su novio es totalmente comprensible que quiera pasar todo su tiempo con él, Dios sabe que cuando empezaron su relación Alice no podía dejar el lado de Jasper ni para ir al baño. Lo que no entiende es, sí tan mal se lo pasa con ellos y tanto quiere estar con Jake ¿por qué no se mudo inmediatamente en vez de poner un periodo de tiempo?

Vale, está bien, puede que lo hiciera por como todos reaccionaron a la noticia, pero no estaba funcionando como ellos esperaban, Brent estaba de pésimo humor y que sólo empeoraba cada minuto. Todo lo que se le ocurre es que tiene que ser culpa de Edward. Y no, ella no tiene una tendencia a culpar a Edward por todo malo que ocurre como Emmett (quien por cierto también lo culpa de esto), pero…. tiene una corazonada esta vez.

Edward no esta triste, o indignado o enojado, más bien luce como una bola de nervios andando. El lunes se había ido a dormir increíblemente temprano y el Martes se había levantado y salido del departamento sin decir nada mas que "nos vemos" y sin hacer contacto visual cerrando la puerta de golpe. Había llegado horas más tarde y sin responder a ninguna pregunta o formar una conversación había vuelto a su habitación y no había salido por el resto del día. No podía quedase ahí para siempre y cuando había salido (cuando Alice lo obligo, bien) se había sentando en el sofá fingiendo mirar la televisión y no apartar la vista de la pantalla o decir cualquier palabra en ningún momento.

Lo mismo para los siguientes días.

Todos ellos estaban ahí, y todos intentaron que Edward dejara de pretender ser un zombie y actuar como un ser humano normal, incluso Brent, quien para ese punto se veía nada sino sumido en la miseria, había tratado de hacer al tipo hablar, tímido y cauteloso como él era, pero Edward no había mirado a nada más que a sus manos, dejando al pobre chico hablando solo. Brent no había hecho ningún intento desde entonces.

Alice no sabía lo que ocurría, y aunque su cerebro le decía que había visto demasiadas comedias románticas y que se estaba perdiendo en la fantasía, sí podía llegar a imaginarse de que se trataba. Pero por una vez decidió que hacer un gran show de todo el asunto y que obligar a esos tontos a hablar no era la mejor forma de manejar la situación. Así que haría una excepción, dejaría que las cosas siguieran su curso, haber que tan lejos podían llegar.

Bella suspiró rodando los ojos a la comida esparcida por todo el piso de la cocina y dando una mirada de muerte al gato con el recipiente de ensalada atorado en su cabeza.

"Espero que hayas aprendido tu lección, Dylan. Un gato no debe pasarse de listo" le reprendió, acercándose para sacar el plato de su cabeza.

"Está bien, yo lo limpio" Jacob dijo, poniendo una expresión entre divertida y preocupada. "Es un gato no te entiende, no seas dura con él" Bella se burló, de pronto viéndose indignada por las palabras de Jacob.

"Claro, ahora soy dura con él ¿no? Bueno ¿por qué no debería ser dura con él? No es como si nadie jamás se preocupara de no ser duro conmigo ¿o sí? Pero claro en el momento en que yo digo una palabra soy yo la que está mal" protestó, dejando que el recipiente de la ensalada cayera el piso y Dylan fuera tras de él para conseguir algo de la crema que quedaba en él.

"Bells, es una gato…" Jake le recordó.

Ella bufó y rodó los ojos nuevamente, dando media vuelta y saliendo de la cocina con Jacob hablando detrás.

"¿Estás bien? Has estado rara estos días"

"Oh, ¿así que ahora soy rara?" Preguntó, altanería clara en su voz.

"No me mal entiendas, siempre has sido rara pero ahora; ahora sólo estás comportándote extraña"

"Cállate, Jacob" Bella gruñó, sentándose en el sofá de la sala y tapando su cara con ambas manos.

"Bella, ¿qué pasó?" Jacob preguntó en voz baja, acercándose lo suficiente para sacar las manos de la chica de su cara. "¿es Edward? ¿Necesito hacerle daño?"

Jacob interpretó su silencio como un si.

"Te dije que era un idiota, a ver dime, ¿qué te hizo?"

"Eso no importa"

"Bella, cómo me vas a decir que no importa cuando estás así por él" Dijo con enojo, detestaba cuando Bella trataba de hacer sus problemas lucir menos sólo para que alguien más no se preocupaba; eso no era generoso, era estúpido. "habla conmigo ¿quieres?"

"Es que… no me siento cómoda, hablando de ello"

"Debió haber sido grave entonces. Siempre me cuentas todo"

"No todo" Jacob levantó una ceja, él no tenía conocimiento de ese hecho. "Jacob, hay cosas que una mujer no le puede contar a su mejor amigo"

"Tú no eres una mujer, eres un travesti" Ojos marrones fríos lo miraban con enojo. "Ok, lo siento ¿sabes qué? Está bien, no me cuentes, pero escucha esto, no tienes porque soportar lo que sea que ese idiota te este asiendo, sea grave o no, tú no le debes nada"

"Tienes razón" decidió, dejando caer los brazos a sus costados. "Sí tienes razón y sí, Edward es un idiota"

"Dime algo que no sepa" el moreno se rió, llegando para darle un abrazo cortó a su amiga.

"Gracias Jake" ella lo besó en la mejilla.

"Cuando quieras"

Edward no está, y repite, no está convirtiéndose en un ermitaño.

Bueno, si, que pudo haberse ido un poco… apartado, él puede admitir eso, pero Rosalie no tiene derecho a decirle de esa forma. No entiende porque todo el mundo está tan enojado con él ¿qué se suponía que hiciera? ¿actuar como si nada hubiera pasado? Él no podía simplemente ignorarlo, no estaba dentro de él hacer eso, pero tampoco podía hacerle frente tampoco.

No es su culpa, nadie sabe por lo que esta pasando; todos sólo se dedican a criticarlo y a juzgar sus acciones pero no hay nadie que este dispuesto a ponerse en sus zapatos.

Ha sido una de las peores semanas de su vida. Está hiperconsciente de sí mismo todo el tiempo y no puede hacer nada sin pensar en ese beso; un beso que él no había planeado, que no había querido pero que aún así había pasado de alguna manera. Ni siquiera puede mirar a Brent a la cara después de eso, mucho menos hablar o sostener una conversación con él, y lo está volviendo loco.

Lo extraña, y eso es lo que se lo está comiendo desde adentro. No hay más sonrisas a la hora del desayuno, ni más risas frente al televisor y por supuesto, no más idas a la biblioteca. Todo lo que hace esos días es esconderse dentro de su habitación a torturarse cuando no está fingiendo escuchar lo que hablan con él en las tardes. No puede dejar de pensar en él. Es como si cada pensamiento que le cruzara la cabeza llevara para el mismo punto: Brent.

Y Edward lo odia por eso.

Él no es su problema y nunca lo ha sido. Hace mucho tiempo que debía haber aceptado eso.

Una parte de su mente se preocupa por las pastillas, por lo medicamentos que hasta ahora se había encargado de hacerle tomar justo a la hora correcta y que había abandonado después de que paso lo que paso. Espera que Brent no haya sido tan irresponsable como él. Esperaba que al menos tuviera la sensatez para seguir su tratamiento aunque Edward ya no estuviera ahí para obligarle. Lo ha hecho por años, la otra parte de su cerebro lo tranquiliza, pero no es suficiente, la culpa no lo va a dejar en paz.

Sus sueños son cada vez peor, él no recuerda haber tenido sueños tan vividos desde que tenía 6 años y con miedo a dormir en la oscuridad. Lo peor del caso es que tiene al menos tres por noche, y para su mala suerte recuerda cada uno de ellos. Ya ni siquiera puede diferenciar si se trata de un sueño o la realidad, excepto claro porque cuando está despierto es muy fácil razonar, pero cuando duerme Edward no sabe y no entiende nada. Salvo que no quiere parar.

Siempre empieza de la misma manera. Con el mismo abismo de oscuridad y silencio al que empieza a estar muy acostumbrado. Después están las manos, luego los labios, luego un cuerpo caliente presionando contra el suyo. Después los sueños tomarían un ritmo diferente; a veces había gritos, y a veces llanto, pero siempre que trataba de acercarse a ese cuerpo y las manos suaves reaparecían, el despertador estúpido sonaba con su pitido desagradable.

Él sabía que Brent era el protagonista de todos esos sueños, no era ningún idiota, ni era tan ingenuo para esperar otra cosa. Todo esto se había desatado después de lo que paso, y si no podía pasar cinco minutos sin pensar en Brent cuando estaba despierto ¿qué le hacía pensar que podría ser diferente mientras dormía?

Le hacia mas difícil mirarlo a la cara.

O al menos no cuando él podía darse cuenta. Estaba lleno de vergüenza, de culpa y de humillación por el pequeño ser que vivía en su cabeza y se encargaba de hacerle la vida imposible; hablándole todo el tiempo de Brent, señalando cosas de las que él no quería darse cuenta. Durante la mañana cuando todo lo que intentaba era salir del departamento sin verse como si estuviera huyendo de algo (cuando técnicamente, lo estaba, la voz proporcionó), durante las tardes cuando el bruto de Jacob venía a buscarlo y se burlaba descaradamente de él, durante las noches cuando evitaba la mirada de todos para escabullirse a su habitación y no salir hasta el día siguiente.

Porque aunque lo intentó esa maldita voz no lo dejaría olvidar cuanto había disfrutado ese beso.

No, no, malo, malo Edward. Mata ese pensamiento. Cada vez que lo escuchaba de la pequeña voz chillona de su cabeza no podía dejar de mirar a los labios de Brent. Aunque nadie se diera cuenta de que lo hacía. No importa cuanto lo intentara, no podía dejar de pensar en cuan hermosos eran. Eran tan rosados en comparación a su piel tan pálida, tan suave al tacto a pesar de lo agrietados que estaban en el centro, lo único en lo que podía pensar era acercarse y probarlos de nuevo, pero al mismo tiempo estaba demasiado asustado para hacerlo. Dios, es tan bello a la vista. Tres segundos habían sido suficientes para poner su cabeza a girar, se pregunta que es lo que se sentiría por más tiempo. Se pregunta que es lo que se sentirá al pasar sus manos por el pelo. Por la cintura. Por el pecho. Por… Edward se mordió el labio.

¿por qué tenía que ser un hombre? ¿por qué no cualquier otra persona? ¿por qué la vida tiene que ser tan cruel? Nunca va a encontrar a alguien tan perfecto como Brent.

Mente traicionera.

Tal vez es tan fácil que la gente se de cuenta, tal vez es por eso que Jacob consigue tanto placer en provocarlo cada segundo que pasa cerca de él. Porque sabe lo que le duele. Ha tratado una y otra vez para negarse eso pero es imposible, porque esa es la verdad, le duele.

Le duele cada vez que Jacob le dice cariño, o encanto, u otras cosas que no puede ni recordar pero que hacen hervir su sangre con rabia.

Estaba celoso– se da cuenta. Querido Dios, estaba celoso porque Brent no tenía ojos sólo para él nunca más-o en absoluto a lo que parecía.

Edward mira fijamente en sus propias manos todo el tiempo, tratando de ignorar el monstruo de ojos verdes brillantes arañando su camino a través de sus emociones. No estaba dispuesto a darle el gusto a Black. Pero tampoco iba a permitir que el idiota se pasara de listo en su cara.

Tal vez puede que no fuera exactamente de él de quien estuviera celoso, sino de la atención que había perdido. Antes de Jacob, Edward era el único con quien Brent salía de esa forma, él era el único al que él recurría cuando quería salir a alguna parte, el único al que contaba sus cosas y el único que llegaba sonreírle de esa forma… pero desde que Jacob llego las cosas eran muy diferentes. Tal vez él solo era egoísta y le gustaba tener a alguien ahí para él, para cuando necesitara compañía y ahora que había perdido eso no podía soportarlo y eso lo hacía celoso y ahora por eso estaba mostrando esas… inclinaciones.

Claro nadie le puso una pistola en la cabeza para besarlo.

Maldito insecto en su cabeza.

Black no iba a salirse con la suya, no iba a confundirlo y no iba a perturbarlo más y él definitivamente no iba a tener sentimientos por la persona que- ah! Ya que importaba, ¿porque era tan raro? En un momento estaba convencido de que no era gay, y al siguiente tenía unas ganas enormes de partirle en cuello a palos a Black solo por atreverse tocar a Brent.

¿Por qué si quiera la idea de Brent mirar a otro hombre –un muy idiota problemático bruto con el que además pasaba cada minuto del día posible– le hacía odiar al chico aún más pero al mismo tiempo querer inmovilizarlo contra la pared?

Sucedía de nuevo cada vez que Jacob venía por Brent al departamento. A pesar de que estaban parados frente a frente en la misma habitación, los ojos de Brent se centraron exclusivamente en el bruto de Jacob a su lado, ignorando la completa existencia de Edward.

De lo cual él no tenía ningún derecho a opinar, por supuesto.

Pero Brent tenía, de hecho.

Lo cual hizo. Real, realmente fuerte, ruidoso y enojado.

"¡¿No quieres volver a hablar conmigo otra vez? Bien. Hazlo. Pero déjame que te diga una cosa Edward Cullen. No vas a hacer lo que se te antoje conmigo, soy un ser humano y no merezco la forma en que me tratas pero si así es como quieres que sea que quede claro que tampoco llegas a opinar en cualquier decisión que tome en mi vida, entonces deja de incomodar Jacob lo estas volviendo loco!" Brent le había gritado un día cuando se había quedado solos en el departamento y él se negaba a contestar a cualquiera de sus palabras, o si quiera a mirarlo a los ojos.

Había estallado como una bomba en su cara. Una bomba de la que no sabía la existencia, y mucho menos que ya había empezado la cuenta regresiva. Pero ahí estaba, destruyendo todos los muros que había tratado de construir para protegerse.

Se había tratado de acercar, tan suicida como era pero a cambio sólo había recibido un empujón demasiado violento para una persona de su estatura e incluso más rabia como recompensa.

"No me toques" le advirtió y Edward sólo había apretado los labios juntos para no argumentar. No le gustaba el tono cortante y cerrado que su voz conseguía cuando estaba enojado, o al menos, no cuando se dirigía a él. "No lo hagas, estoy tratando de tener una última conversación contigo."

"Yo no estoy haciendo nada" encogiéndose de hombros había dirigido sus primeras palabras al pelinegro desde… bueno… "es tu querido novio es el que no me soporta y no me deja tranquilo"

Trata de que el hecho de que Brent no niega nada en esa oración no le haga doler el estomago.

"Y no se te ha ocurrido que si te molesta es porque tal vez tenga una razón" Brent negó con la cabeza en incredulidad y Edward empezó a sentirse enojado. Brent no tenía ni idea.

"¿Cómo…?" había preguntado, sin molestarse en fingir un interés que no tenía hacía Jacob Black.

"Que no dejas de verme como si fuera de tu propiedad, lo cual. No. Soy."

"Yo nunca dije que lo fueras"

"¡Bien! ¡Entonces más vale que nunca se te cruce por la cabeza porque estoy hasta la coronilla de tu bendita ley del hielo la cual no merezco porque oye esto y óyelo bien, yo nunca te pedí que me besaras!"

Y eso había dolido más de lo que se suponía que lo hiciera.

Con esas palabras en la cabeza y viendo a Brent desaparecer por la puerta de entrada había sentido como si un yunque que le cayera en la cabeza desde un quinto piso.

Iba a salir de esto. De alguna manera lo sabía, tarde o temprano está cosa ridícula en su cabeza iba a ser sólo un recuerdo amargo.

Ahora lo único que le quedaba por hacer era tratar de seguir su vida como hasta ahora. Mantener sus calificaciones, dejar de distraerse en horas de trabajo, comer más de un sándwich al día y recordar respirar. Eso era suficiente para que sobreviviera.

Hoy por ejemplo. Desde una vista imparcial podría decirse que lo está haciendo bien. Se levantó temprano, comió más de lo estrictamente necesario para no tentar a la muerte y salió directo a la universidad dos horas antes para terminar un ensayo que tenía que entregar hasta dentro de una semana. Era un tipo de terapia, estaba seguro de haberlo leído en alguna parte. Llenarse de trabajo ayuda al cerebro a distraerse, por extraño que sonara.

El problema era que no era tan fácil mantener la mente en el trabajo cuando todo lo que tenía que hacer durante cuatro horas era escuchar a un maestro hablar y hablar y hablar tratando de retener algo de lo que saliera de su boca. Era mucho más fácil dejar su imaginación volar, ir de una idea a otra, hasta que llegaba a un terreno demasiado peligroso para su salud mental y o se paralizaba en medio de clase o empezaba negar con la cabeza tratando de pensar cosas poco atractivas y haciendo a todo el mundo mirarlo desde sus asientos como al loco en que se estaba convirtiendo.

No sabe si es casualidad o no que tampoco se encuentre con Emmett o cualquier otro de los chicos pero no puede decir que no este un poco alegre por ello; no sabe que podrían decir o hacer, o como le afectaría en el corto plazo. Tal vez ellos han decidido ignorarlo también, desde que no parece tener ningún interés en contribuir a una conversación en los últimos días. Él no puede evitar ser molestado por este pensamiento, aún si esta más que bien de estar solo por el momento, pero se supone que esos chicos sean sus amigos, para apoyarlo y estar ahí para él cuando este listo, no para seguirle el juego.

Estaba empezando a divagar; todas estas cosas cruzando su mente en minutos mientras contemplaba el cielo despejado desde una banca debajo de un par de arboles a la salida de la universidad. El aire era frio en su cara en contraste con el sol calentando su cuerpo, pero era agradable.

Hacía una hora que las clases habían terminado y Edward sabía que tendría que regresar al departamento pronto, desde que ni siquiera tenía algo de energía consigo para algo más que ir a un bar y tomar un trago o dos. Le dolía la cabeza de pensar en lo que su vida se ha convertido, de solo pensar en hacer exactamente lo mismo que había estado haciendo todos estos días, ignorar a todo el que cruzara su camino, incluso a sí mismo y alejarse del mundo hasta que tuviera que regresar mañana.

Tal vez no le haría daño una copa.

Se está lamentando consigo mismo cuando siente una presencia detrás de él, y luego un par largas piernas siguiendo el camino de una minifalda negra entallada sentándose y cruzándose elegantemente a su costado.

Hace una mueca y se tira para atrás en su asiento.

"Hola, Eddie" La rubia sonríe brillantemente, alisando su atuendo al mismo tiempo que bate sus pestañas con coquetería hacía él.

"Hola, Tanya" se obliga a saludar sin mucho animo, que no es inusual cuando esta hablando con Tanya Denali, pero normalmente al menos trataría de hacer un esfuerzo por sonar amable, ahora sin embargo tiene la sensación de que sonaría tan falso que sería grosero.

"Hace mucho que no te veía, ¿me has estado evitando o algo?" Edward se abstiene de contestarle que ni siquiera había pensado en su existencia lo suficiente para considerarlo, pero eso, una vez más, hubiera sido grosero.

"No, Tanya" respira tratando de permanecer tranquilo. Tal vez esta era su señal para salir de aquí. "He estado ocupado"

"Oh si? Sé perfectamente de lo que hablas, yo tampoco he tenido un respiro estos días" ella asegura, frunciendo sus labios de manera pensativa y echándose el cabello ondulado por encima del hombro. "Es. Una. Pesadilla. Digo si me preguntas" No lo había hecho.

¿cuándo te has convertido en un apático?

"¿ Y qué estás haciendo aquí? Las clases para los de tu grado terminaron hace un rato"

"Uhh… Yo… tenía que…"

"Si no quieres decirme esta bien, oye no quiero parecer entrometida, la verdad es que solo estoy esperando a mi hermana a que venga a recogerme para ir de compras. Tenemos que ir a esta boda de una prima y necesito el mejor vestido que pueda encontrar"

"¿Se casa?" Edward pregunta, solo para ser amable. Todavía pretende estar aquí unos treinta o cuarenta minutos más y si va a tener que pasar ese tiempo con Tanya al menos puede dejar de actuar como un amargado.

"Si, y es un trabajo duro escoger ropa para un evento así porque su novia es como, una diseñadora súper exitosa y va a vestir a toda su familia así que no podemos ir con cualquier cosa y-"

"Novia? Creí que dijiste que tu prima se casaba" Tanya lo miro con curiosidad y sus cejas perfectas se alzaron en el cuestionamiento.

"Sí, ella… ella es gay, bueno lesbiana pero prefiere el termino 'gay', y de muy buen gusto por cierto, su novia es preciosa"

"Oh. Lo siento, no quería decir nada malo" Tanya entrecerró los ojos con recelo y su cabeza se giró en posición opuesta, dándole la vista a la calle. Edward se sintió pésimo. "hey, por favor, no creas que estoy en contra de verdad no, sólo me sorprendió-" se interrumpió a sí mismo ante el sonido de la risa saltarina de Tanya haciendo eco en sus oídos, frunció el ceño y la rubia lo miro de nuevo, el azul de sus iris brillando con diversión.

"No seas tonto, sólo estaba jugando contigo" Él parpadeó, esperando el reconocimiento llegar a su cerebro, hundiéndose en su asiento y mirando ligeramente ofendido. "Eres tan fácil de engañar, como si alguna vez pudiera pensar eso de ti; con ese chico con el que siempre andas pegado por la cadera, vive contigo no es así? Con Emmett y Jasper"

Se paraliza como un pájaro que se ha estrellado contra el vidrio de una ventana. Tanya lo está mirando con curiosidad genuina en su expresión y Edward siente que las palabras han sido robadas de su boca.

"¿Cómo?" pregunta sin saber que más hacer, Tanya sonríe simpática y una de sus pequeñas y delgadas manos con la manicura perfecta llega a agarrar su brazo.

"El chico pequeño que Brook solía perseguir a todos lados cuando asistía aquí; es totalmente gay ¿no? Lo he visto un par de veces desde que salió de aquí pero ah, ya sabes tengo la sensación de que no le caía muy bien" las comisuras de sus labios bajan cómicamente hacia su barbilla y Edward medio sonríe junto con ella cuando deja de lado la mueca burlona.

No puede afirmar o negar cualquier sospecha que Tanya tuviera así que decide que es mejor no decir nada al respecto. Ella todavía esta hablando sobre las mejores opciones para un vestido de fiesta digno para la boda y Edward finge entender de lo que habla lo mejor que puede, que sospecha que no es mucho pero es lo mejor que puede hacer.

"Estás distraído" ella afirma después de un par de minutos en que Edward no dice nada.

"no es cierto" niega, aún si sabe que puede verse cuan claramente esta mintiendo.

"Claro que sí. Se te ve en los ojos. Ni siquiera escuchas a mi monologo sobre la gama de colores. Desde que mencione a ese chico…"

"Brent" proporciona, un poco incomodo.

"Brent, sí. ¿Dije algo malo? Porque no era mi intención"

"No. No tiene nada que ver con Brent, yo sólo… estoy cansado" Tanya ladea la cabeza a un lado como lo haría un gato curioso, se lleva el pulgar a su boca y lo mordisquea en lo que cree es un acto inconsciente, la ha visto hacer esto antes cuando trata de averiguar algo.

"Se te ve" dice al fin y no para nada la respuesta que esperaba. Por supuesto, es obvio que está cansado, no se necesita una gran intuición para ver eso. Y no sabe porqué, pero siente como si esos ojos azules pudieran ver a través de él, quien sabe quizá Tanya puede leer mentes o sólo sea su imaginación haciéndole pasar una mala jugada, después de todo Tanya Denali nunca ha sido muy buena para mirar a través de la gente, no en su experiencia por lo menos.

Para su desagrado la rubia cambia su voz a una que se parece demasiado a la compasión para su gusto. "Parece que estás confundido… y es totalmente normal, pero-"

"¿De qué estás hablando?" la corta, alejándose de la presencia de la chica cuando ella intenta acercarse demasiado.

"No tienes que sentirte así" continúa, y sin prestar atención al lenguaje corporal de Edward llega a agarrarle el brazo y el hombro con ambas manos en un gesto se suponía debía ser de consuelo pero lo único que le provoca es más molestia e incomodidad. "Este es el siglo veintiuno, es una nueva época, todos experimentan"

El pánico que ataca a su cuerpo es suficiente para alejarlo totalmente de Tanya y haciendo que cayera al piso al momento de tratar de escapar de su toque y que en un movimiento desesperado por lucir menos afectado se volviera para sentarse al otro extremo de la banca. Tanya se ve como una mezcla de divertida y preocupada.

"¿Q-Qué? Oye, no se de donde sacaste esa idea" dice, pasándose una mano por el cabello en una esperanza de lucir menos como un loco. Tanya no luce muy convencida, sin embargo.

Sabe que si ella ya estaba segura de algo sería increíblemente difícil para él cambiar su opinión, pero tampoco podía simplemente ceder como si la chica fuera su mejor amiga y había que confiarlo sus secretos y preocupaciones más protegidos. Decirle acerca de sus pensamientos hacía Brent sería horrible y embarazoso y humillante y haría que sus amigos se volvieran loco en cuanto lo escucharan. Las Denali no eran precisamente caracterizadas por su capacidad para guardar secretos.

"No te pongas tanto a la defensiva, cariño" ella dijo, en un tono travieso. "eres un chico guapo, podrías gustarle a cualquiera, mujer, hombre… intermedios" se rió. Edward creía que sus ojos se saltaría de sus cuencas por las palabras de la rubia.

"Estas loca" no era un pregunta. "creo que mejor me voy, estás empezando a asustarme"

"Es sobre ese chico que te distrajo antes, Brent?" cuestiona en una actitud sospechosa, él está seguro de que ya conoce la respuesta, aún así no puede evitar detener su escapada del lugar para volverse hacía ella, esperando que no fuera sólo tratando de agregarle más detalles al chisme.

"Porqué?" responde con otra pregunta. Tanya se encoge de hombros.

"Oh nada…" la ceja izquierda de Edward se arquea, que hace que Tanya le de una sonrisa coqueta. "bueno… simplemente puedo decir que le gustas"

"huh?" balbucea. Se siente caliente por toda la cara y sabe que debe estar sonrojado hasta el cuello o sudando como un cerdo.

"Sí… es, básicamente como supe que era gay, ese primer día que lo vi y las demás veces. Vi como te miraba y era obvio, también creo que es por eso que no le caigo muy bien, no sé si te des cuenta pero puedo ser algo coqueta. Sobre todo con chicos atractivos. Así que si es por él, no creo que tengas mucho de que preocuparte." Guiña un ojo y Edward siente el calor en su cara aumentar exponencialmente.

Odia que tenga ganas de sentarse junto a Tanya, de preguntarle que más vio en los ojos del chico que podría servirle en un futuro, odia que sabe que sería imposible convencerla de exactamente lo contrario de algo que él ya ha prácticamente admitido al dejarla seguir hablando del tema y odia que es demasiado cobarde como para confirmarlo tampoco.

Pero era sólo… no era el momento de su vida para una crisis existencial; esa etapa había despegado un tiempo atrás.

" No soy… he besado a chicas antes-"

"¡Yo igual!" Tanya exclama alegremente, dando un ligero saltito en su lugar y Edward se siente tonto por la manera en que lo puso. Ahora ella lo mira seria. Tanya venía de una familia moderna. Al parecer cuando dijo 'todos experimentan' lo que en realidad quería decir era 'experimentamos'

Bien, ¿y que si no era tan malo? Si Tanya podía hacerlo, si Brent podía hacerlo y tantas otras personas también, ¿por qué él no?

¿Qué había de diferente en él?

Y qué tal si hubiera pasado por esto varios años atrás; ¿qué tal si hubiera conocido un niño, que tal si se hubiera convertido en su mejor amigo, qué tal si desarrollaba sentimientos por él y que tal si ese niño hubiera de hecho sido gay y hubiera podido corresponder? Sí durante toda su adolescencia en vez de estar enojado porque su vida era un asco y los niños eran malos con él hubiera estado enojado porque quería besar un niño de la misma manera en que quería besar una niña.

Probablemente hubiera sido un asco.

Pero hoy en día haría las cosas mil veces mas fáciles. No tendría que pasar por todo esto ahora, no tendría que rebanarse en cerebro en busca de una explicación, podría hacer como la gente normal e intentar algo con la persona por la que siente mariposas en el estomago en vez de tener pesadillas sobre ella.

¿Y qué si no había pasado años antes? Estaba pasando ahora y estaba siendo un tonto sobre ello en vez de aprovechar una situación que podía hacerlo muy feliz si dejaba de ser un estúpido infantil.

"¿Sabes? Piensas en voz muy alta" Tanya, de quien casi se había olvidado seguía sentada junto a él, dijo. "No te lo tomes tan a pecho, cariño. Uno pasa una vida entera preguntándose cual es el propósito de su existencia, yo dijo ¿propósito?, ¿estás demente? No puedes pensar en una tontería como esa cada segundo, es tu vida, vívela como quieras, no te preocupes por lo que los demás dirán o pensaran"

Edward apretó sus labios en una línea recta y suspiró. Tenía que admitir, Tanya era más intuitiva de lo que pensó en un principio.

La alarma de un claxon interrumpe sus pensamientos y Tanya se da vuelta con una sonrisa entusiasmada al coche acercándose por la calle.

"Me tengo que ir, hay un vestido que aguarda por mi y un par de zapatos de ensueño por algún lugar. Te veo luego, Eddy" Dice, levantándose y sonriendo antes de caminar al auto con una pelirroja al volante.

Apenas agarra la manija de la puerta del coche, Edward grita.

"Hey Tanya" la rubia se la media vuelta, sus cabellos blanquizcos volando contra el aire como los de una modelo y sus ojos fijos en él, como si esperara una gran revelación para ser lanzada a ella, en cambio Edward sólo tiene una cosa que decir. "gracias"

Ella le sonríe con sus labios rojos, mostrando la perfecta fila de dientes blancos, Edward le devuelve la sonrisa. "Gracias a ti, por escuchar. No soy tan tonta como todo el mundo cree"

Eso deja al cobrizo ligeramente avergonzado como ella se sube al auto y desaparece de la calle en la esquina. Bien, puede también deberle un disculpa.

Suspira, atrayendo sus rodillas a su cabeza y enterrándola ahí para tratar de ahogar sus pensamientos más ruidosos y organizar sus ideas.

Hasta le momento, él piensa que puede estar haciéndolo bien. Bueno, así que podría ser gay. Podría tener un pequeño enamoramiento en su mejor amigo quien podría tener uno en él. O no.

¿Pero significaba eso que tenía que hacer algo al respecto?

Piensa en lo complicado que sería; Brent no admitiría que tenía algo con Jacob, pero para su opinión pasaban demasiado tiempo juntos para ser solo amigos, eso agregaría la trágica historia del triangulo amoroso, la cual siempre ha odiado. Además, el chico es complicado, no que él mismo no lo sea, sabe que lo es; lo que hace dos personas emocionalmente inestables, una de las cuales tiene que tomar medicamentos de manera constante o que probablemente su inconsistencia se aumentaría 200%. Y Alice, oh Dios los salve de Alice, nunca los dejaría en paz.

Por otro lado, Edward siempre había querido pasar las manos por el pelo negro azabache de Brent hasta que no pudiera sentir la diferencia entre sus manos y los cabellos más, y descansar su mano sobre la suya, y, um, tal vez enterrar la nariz en el pequeño hueco detrás de la oreja del muchacho. Brent le dio un beso… bueno, en realidad había sido Edward quien lo beso, Brent sólo había permanecido estático como por tres segundos hasta que se alejo, y eso fue… agradable, mucho, pero Edward no está seguro si tantos problemas valen la pena sólo porque su amigo tiene suaves labios gruesos maravillosos de los que Edward realmente necesita dejar de pensar.

Sí, él definitivamente debía hacer algo al respecto.

Cielos, va a necesitar esa copa si de verdad iba a hacer lo que estaba pensando.

Brent llegó al departamento al cuarto para las siete. Faltaba poco para que anocheciera y la luz tenue del sol era lo único que alumbraba la sala y la cocina. Emmett y Jasper habían ido a un partido de futbol a una hora de la cuidad y Alice y Rose habían tomado el día como maratón de compras en el centro comercial en el centro y Edward debía estar trabajando o haciendo cualquier otra cosa así que suponía tenía todo para él mismo.

Inspiró el aire limpio y oloroso del lugar y dejó caer la mochila que siempre cargaba consigo al lado del sillón. Pensó en empezar la cena o leer un nuevo libro que había comprado hace tiempo pero en realidad no estaba en el mejor animo. Encendió la televisión y dejó que el ruido lo relajará lo suficiente para tomarse sus pastillas sin fruncir el ceño. Cuatro de una sola vez, y sin quejas; un record.

Pasando algunos minutos se levanto del sofá para ir a la cocina y tomar un par de uvas para clamar a su estomago una hora o dos, luego se dirigió a su habitación, pensando que sería buena idea ir sacando las cajas restantes de sus cosas al recibidor, así sería menos trabajo después, pero cuando encendió la luz del cuarto y empujó la primera caja hacía el pasillo una figura le llamó la atención cunado se dio la vuelta.

Dejó salir un jadeo sobresaltado y un pequeño salto sorprendido cuando vio a Edward, que estaba sentado inmóvil en la orilla de su cama, mirándolo fijamente como se movía por la habitación.

"¿Qué estás haciendo aquí?" preguntó Brent, notando los latidos demasiado constantes en su pecho, todavía afectado por el susto que se llevó.

Edward no dijo nada durante un momento, incapaz de enlazar más de dos palabras juntas, sus ojos verdes siempre fijos en el muchacho con los brazos cruzados y expresión arrugada con disgusto. "Te estaba esperando" finalmente dijo. Brent resopló en la respuesta.

"¿No estabas ignorándome, o algo así?"

"Sí, sobre eso…" murmuró en una exhalación, sobándose la piel de la nuca y mirando hacía abajo para evadir al pelinegro. Tenía que hacer esto, había tenido mucho tiempo para considerarlo y había resuelto hacerlo, solo tenía que ser menos de un cobarde. Suspiró. "Tenías razón, he estado actuando como un niño"

La expresión hasta ahora fría de Brent se suavizó en las palabras, pero nada salió de su boca, la esquina izquierda de sus labios arrugándose mientras esperaba algo más.

A veces, Edward detestaba lo bien que había llegado a conocerlo.

"Soy un tonto" se lamentó.

"Ya lo sé" El chico más bajo dijo, descruzando sus brazos y dejándolos caer a sus costados. Todavía no se veía muy convencido, sin embargo.

"¿No me vas a decir nada?" cuestionó levemente disgustado ahora por el silencio prolongado.

"¿Qué quieres que diga?"

"No sé, algo como, 'te perdono Edward'" ofreció él, haciendo un débil intento por imitar la voz de Brent y se encogió de hombros sin saber que otra cosa decir. Brent no se movió "bien ¿y ahora quien actúa como un niño?"

"Mira, estoy cansado, solo dime lo que quieres y sal de aquí" dijo todavía parado en la misma posición, ni uno de sus músculos cambiando como su boca se movía por si misma. Edward resopló en frustración.

"sigues enojado" afirmó, e imitándolo a sí mismo Brent se encogió de hombros, no negando lo que era visible.

"¿vas a decírmelo o no?" Edward puso mala cara a los ojos fríos del muchacho. No era así como quería hacer esto en primer lugar. Le había costado tomar esta decisión y quería hacerlo de la mejor manera posible. Mierda que importa ya está aquí.

"Quería pedirte un favor" dijo con cautela, levantándose de su lugar y acercándose a Brent, que rápidamente dio un paso atrás para poner cierta distancia entre ellos. Vio los ojos del pelinegro subir y dar la vuelta mientras ponía los ojos.

"Claro, tenía que ser eso. Después de todo el tiempo que has pasado actuando como si no existiera, la única razón por la que te dignas a dirigirme la palabra es para pedir un favor, ¿estás bromeando? " Brent puso ambas manos en sus caderas y Edward tuvo que reprimir la sonrisa por lo gracioso que se veía, en vez de eso tratando de lucir una mueca de culpabilidad en su cara.

"¿por favor?" intentó.

Brent hizo un ojo más chico que el otro y lo examinó escrupulosamente. Edward cambió de un pie al otro, en vez de sentir aversión a la mirada sólo lo hacía nervioso, como si Brent estuviera tratando de decidir si era lo suficientemente bueno, si valía la pena si quiera quedarse a escucharlo. Al parecer, algo en su expresión lo convenció.

"¿qué es?" él podía oír la incomodidad y la renuencia en la forma en que pronunció la pregunta, pero en este punto iba a tomar cualquier cosa.

A decir verdad no estaba muy seguro de cómo continuar. Sabía lo que quería pero era difícil expresarse con la manera en que Brent lo veía. Al final sólo decidió… escupirlo.

Dio un paso al frente, viendo a Brent dar otro atrás casi inmediatamente, suspirando, se rindió. "No te vayas" dijo, dejando todo el aire salir de sus pulmones.

Brent puso los ojos en el cansancio, exactamente de la misma manera en que él pensó que lo haría.

"¿porque no quieres que me vaya?¿para seguir ignorando de la forma en que lo has hecho hasta ahora? No gracias, prefiero ir a algún lugar donde alguien me dará los buenos días"

"¡Ya te pedí perdón!" replicó, alzando la voz un poco más de lo que debería haber hecho.

"Bueno, yo no te lo di" Brent habló sin emoción en su voz. Edward estaba empezando a impacientarse, ¿nada nunca podía salir como se suponía que lo hiciera?.

"¿Porque eres tan duro conmigo?" preguntó, y Brent bajo los ojos al piso, tratando de calmar su exasperación evidente.

"¡Podría haberte preguntado eso mismo hace unas horas! cuando te negabas a mirarme en el desayuno" señaló levantando la mirada para enfrentarlo. Edward de repente tenía el deseo arrollador de darse un golpe contra la pared a ver si eso le traía alguna idea de que decir para ganar algún punto a su favor. O mañana Brent se iría, y cada vez que lo viera de ahora en adelante no podría sacar de su cabeza el pensamiento de que lo odiaba por haber sido un adolescente inmaduro y ni siquiera había conseguido apelar a su lado humano para al menos fingir perdonarle.

Pero Brent nunca ha sido de fingir sobre esas cosas.

"De verdad Edward, dame una sola razón, una, por la que debería quedarme; ¿para que hablen a mis espaldas? ¿Para que miren como tuviera problemas en la cabeza todo el tiempo? ¿O para que puedas seguir tratándome como un tonto?" preguntó, cruzando los brazos nuevamente y él simplemente no podía soportarlo más, el sarcasmo era divertido, por un rato, pero después de un largo tiempo lo hacía sentir demasiado… intenso.

"puedo darte dos" aseguró, haciendo una copia exacta de la posición de Brent. El pelinegro odiaba cuando trataba de imitarlo. Y él contaba con ello.

"Te escucho" dijo obligado, mostrando una calma y seriedad para no hacer notar cuanto le molestaba.

"Primero; todos aquí te queremos. Tal vez no seamos los mas respetuosos y agradables personas que conozcas, pero te consideramos familia, y nos vamos a sentir muy tristes si te vas" Brent todavía rehuía su mirada cada pocos segundos. El chico más bajo tenía que admitir que las palabras le hacia sentir un poco melancólico, pero no estaba apunto de caer en una trampa tan vieja como esa.

"¿y segundo?" preguntó, no tan seguro de sí mismo ya.

Edward inspiró como para tratar de darse fuerzas "Porque si te vas, no podríamos hacer esto"

Y luego se había abalanzado hacía Brent sin más y unido sus labios antes de el muchacho pudiera entender lo que estaba pasando. Atrapó los lados de su cabeza con sus manos y lo agarró por la nuca para evitar que cayera de la impresión. Sus ojos estaban abiertos de par en par y soltó un jadeo que quedó atrapado en su boca antes de que Edward empezara a moverse.

Se siente un poco extraño, al besar tan conscientemente a un chico, en realidad la primera vez ni siquiera había pensado en ello hasta que estaba hecho, pero no es físicamente diferente de besar una chica así que eso ayuda y mentalmente…. Bueno él trata de ignorar al diminuto y malvado duende saltarín en su cabeza que lo incita a ir quitando discretamente las capaz de ropa. Aunque duda que eso tenga algo que ver con el genero… no?

Es sólo un lento movimiento de labios, pero es suficiente para lograr que Brent deje de moverse y se relaje en el contacto. La piel contra sus labios es todo suave y cálido y flexible y perfecto de una manera en que no había sido capaz de darse cuenta con aquel único toque de sus labios el lunes. Brent no puede respirar, Edward se da cuenta de eso, lo único que puede hacer para descongelar al chico es besar con más fuerza, él aliento de Brent tan caliente en su boca que Edward siente como si estuviera en llamas.

No puede negarlo ya, había pasado la mitad del ultimo mes luchando contra sus emociones y tratando de darles un sentido que no tenían. Él sabe ahora, está seguro. Tan seguro como jamás ha estado en su vida. Él tiene sentimientos por Brent. Sentimientos que no puede controlar nunca más. Si quiere o no esos sentimientos no viene al caso; ellos ya están allí. Y él tiene que aprender a vivir con ellos. Lo que no es cosa fácil de hacer, sobre todo porque no tiene idea de cómo Brent se siente sobre esto. Aunque por la forma en que empieza tambaleantemente a devolverle el beso, piensa que no debe estar muy en contra tampoco. De otra manera probablemente ya lo hubiera golpeado.

Él francamente no lo sabe, pero infierno está disfrutando esto.

Brent soltó los brazos, moviéndolos como si no tuviera idea que hacer con ellos. Edward puso ambas manos sobre ellos, deslizándolos hasta que sus dedos lo tocaban en la cadera y Brent se aferró a la tela de su camisa como a una balsa. Su cabeza bajo en su posición, lo que le dio un mejor ángulo para profundizar el beso. Él gimió ligeramente, incapaz de evitar el suave sonido de escapar. Brent se movió incomodo entonces, meneando su cabeza de lado a lado tratando de desprenderse, lo que eventualmente logró.

Brent se sonrojó y bajó la cabeza, pasándose la lengua por su labio inferior con cuidado. Todavía estaba húmedo de la boca de Edward.

"Yo-" dijo, pero se cortó casi al instante.

"¿Edward?" Brent de repente miraba con preocupación, y empezó a tirar de todo su cuerpo para alejarse. "Lo siento, yo no-"

"¡No!" Edward agarró la mano de Brent en la suya, sobresaltado y tratando de evitar que continuara alejándose. Luego se sonrojó cuando se dio cuenta de lo extraño que debe haberse visto y lo soltó, alejándose de Brent y retirarse un poco para darle espacio. Él sabía que no debería apresurar o tratar de forzar nada, pero realmente no quería que se llevara una idea equivocada de lo que estaba pasando.

Se quedaron en silencio durante un tiempo, sólo mirando hacia el otro, esperando que alguno hiciera el primer movimiento. Cuando Brent siguió sin decir nada Edward estaba a punto de hablar pero se arrepintió en el ultimo segundo; lo que Brent vio perfectamente.

"¿Qué estás esperando para irte? Para correr y esconderte como la última vez" él preguntó desdeñosamente. Edward frunció las cejas y su boca estaba medio abierta con la irritación de un adolescente que es rechazado por primera vez.

En serio. Se decide a enfrentar sus miedos y encarar todo a lo que ha estado tratando de escapar por semanas y esto es todo lo que consigue; una expresión despectiva y más reclamos? Lo más triste era, que podía entenderlo a la perfección, por supuesto que no sería tan fácil, pero no iba a perder esta la guerra sin pelear.

"Nada" dijo, queriendo escucharse tan seguro como había sonado en su cabeza. "ya no"

Y era una promesa. Una a sí mismo.

Brent le dio una breve mirada de reojo y estaba seguro que de no haber estado ya totalmente rojo se hubiera sonrojado cuando Edward le sostuvo la mirada por un rato. Podía ver la propia batalla interna desarrollándose dentro del pelinegro como era testigo de la suya. Brent era su mejor amigo, no podía pretender que no había una parte de sí mismo asustado de perderlo con esta… cosa extraña pasando ahora mismo, pero no iba a dar marcha atrás tampoco. Aún podía sentir el sabor de Brent en sus labios. Ese barco había zarpado para él.

"Y que vas a hacer?" preguntó, inseguro si la cuestión iba para Brent o para sí mismo.

"¿Yo? Voy a esperar a que me digas lo que está pasando, porque yo no tengo ni idea" el desafío estaba de vuelta en su voz, lo que le decía que Brent estaba poco a poco recuperándose del impacto. Edward apretó los labios y bajo la mirada, en otra situación, esto trabajaría a su favor. "¿No tienes nada que decir?"

"Yo sólo… No sé como decirlo sin sentirme como un idiota" confesó.

"No creo que sea posible sentirme más un idiota de lo que me siento ahora mismo"

Eso había picado. Pero se lo merecía, de hecho, se merecía todo el sarcasmo que Brent tuviera para lanzarle. Sin embargó este no era el momento para ser un llorica.

Dios, no podía creer que estaba a punto de decir esto.

" Yo… sabes Brent, siempre te he visto como a un amigo, y nada mas, " la expresión de Brent se deformó. Bien, no, eso no había empezado bien. "no, no voy por ahí, es que… siempre que salíamos juntos, o con los chicos, era como, como si el grupo sólo se hubiera hecho mas grande y eso era genial pero… eras como Jasper, o como Emmett, solo mas… a mi gusto supongo. Menos irritante… en aquel entonces" una ceja alzada y él estaba seguro que era pésimo para esto. Suspiró, la honestidad ante todo. " Pero ah… empecé a encariñarme… y no de la manera en que le tengo cariño a Alice sino… empecé a buscar tiempo extra contigo, solo porque si, porque podía, y um, "

"E-Edward, todo eso está muy bien pero la verdad no se si quiero escuchar esto" Brent dijo y él podía ver lo embrollado que estaba pero tenía tanto dentro de su pecho, tenía que dejarlo salir en algún momento, y sí Brent se iba a ir, si iba a pagarle con la misma moneda e ignorarlo por el resto de sus vidas, al menos necesitaba que supiera esto.

"Déjame terminar? Por favor?" No espero para recibir una respuesta y continuó, esperando que Brent no sólo lo dejara tirado hablando solo y saliera de la habitación. " cuando Jacob llegó y, valla de que estoy hablando, incluso antes de eso y, empezaste a distanciarte no solo del resto de los chisco, pero en especial de mi, yo empecé a sentirme mal… no se como explicarlo pero hacia que quisiera devolver la comida, y el hecho es que, yo no era capaz de admitir eso, hasta ahora."

"Admitir que?" Brent inquirió, indeciso si debía o no.

"Que estaba celoso" Edward miro al color blanco del techo. "Que estoy celoso. "

El otro chico no dijo nada, así que Edward no se atrevió a mirarlo. " Tenia miedo de hacerlo," continuó, bajando la mirada. " tenia miedo de cómo podía reaccionar los chicos, y el resto de la gente en la escuela si se enteraban, y tú y hasta yo mismo, pero hoy me convencí de que es solo como es. Justo como un chico tiene gusto de una chica, o viceversa. " Me gusta– Me gusta pasar tiempo contigo. "Edward reconoce nerviosamente. "Me gusta verte sonreír. Me gusta hacerte sonreír. Me gusta salir por un café contigo e ir a ver una película de comedia tonta. Y te conozco… Se que puedes verme como algo más que sólo tu amigo. Y sé que puedes ver todo lo que hacemos como algo que harías con cualquier amigo. Y lo veo así también, pero sólo porque debo hacerlo, porque me obligo a mi mismo a hacerlo así no tendré ideas equivocadas. Tengo que recordarme que no es una cita que es solo una maldita búsqueda de un libro en una biblioteca polvosa que necesita una restauración. Pero ahora me doy cuenta que muchas veces deseaba que fuera una cita. Desearía poder sostener tu mano de la manera en que todos pueden. Y cuando estábamos en tu cama hace unos días yo… quería besarte. Quería besarte y lo hice"

Dio una fuerte respiración, y sin atreverse a mirar en los ojos de Brent volvió a dar dos pasos al frente, y cuando esta vez él no se retiro, Edward levanto la vista.

"Yo- mire tus ojos y, no pude- nunca puedo dejar de pensar en lo bonitos que son y pienso en lo brillantes que se ponen cuando te miro fijamente y estabas- estabas tan triste y tus mejillas estaban sonrosadas y recordé lo rojas que se ponen cuando digo algo que te avergüenza y tu piel siempre se ve tan suave y me encantan todas tus pecas y a veces… a veces me gustaría poder poner mis manos en él y ni siquiera sé porqué pero… quiero. Pero la gran mayoría del tiempo, te miro y no puedo apartar la vista de tus labios" admite, sus ojos deslizándose por la cara de Brent para hacer precisamente eso. "porque yo… quiero besarte a veces" termina en un movimiento apresurado, el aire dejando su pecho como su corazón late desesperadamente.

Brent se congela en su lugar mientras mira al cobrizo cada vez más cerca, siente que sus piernas se enredan con las suyas. Su rodilla cepilla suave contra su muslo y él involuntariamente deja escapar un gimoteo de sorpresa. Esto parece ser todo lo necesario para Edward, porque antes de que Brent pueda registrar lo que está pasando, los labios de Edward se enredan entre los suyos nuevamente y esta vez no hay nada de la vacilación que había habido antes.

Los ojos del otro chico están cerrados y Brent no puede encontrar la fuerza de voluntad para alejarse de Edward, y, para ser completamente honesto, él no quería hacerlo.

Era demasiado bueno, y había esperado tanto para algo sentirse de la manera en que esto se sentía. Edward no se sentía indeciso mientras movía sus labios contra los de él, buscando una manera de profundizar el beso cuando se dio cuenta que él no iba a alejarlo en el corto tiempo. Agarró las manos de Brent, de igual modo que lo había hecho la primera vez, pero está vez las subió hasta que estaban descansando en sus hombros y fue trabajo de Brent terminar de subirlos hasta envolverlos en su cuello.

Edward apretó un poco en el agarre, moviendo su cabeza por un ángulo diferente y mordisqueando descuidadamente los labios de Brent, buscando entrada. Ambos dejan salir un sonido entrecortado y Brent abre un poco la boca, probando terreno.

Es mucho más de lo que Edward espera. El calor de la boca de Brent lo abruma y arrastra los labios con sólo la presión suficiente para conducir a Brent loco, y cuando desliza tentativamente la lengua a lo largo de la orilla de la boca de Brent él es más que dispuesto a seguir. Parte sus labios en dos, lo que permite la lengua de Edward a introducirse y cepillar contra la suya y dios este es el cielo puro. Para alguien que paso toda su vida seguro de ser heterosexual, Edward es muy ansioso de tener la lengua de Brent en su boca.

Él besa duro, gimiendo calladamente en ello y presionando el cuerpo de Brent hasta que puede sentir sus huesos de la cadera alineados. La cercanía es suficiente para hacer al pelinegro lloriquear, pero los dedos enredándose y tirando el pelo de Edward no lo tienen en un estado mucho mejor tampoco. Porque los labios de Brent son dulces como el pecado y suave como la seda e infierno, él sabe como usarlos. Besa a Edward con tanto entusiasmo en él que es difícil creer que era solo porque él había tomado el primer paso.

Su aliento es caliente en la piel de los labios de Brent cuando se separan. Apoyó la frente contra la de Brent y casi se rio cuando este abrió los ojos, su respiración tanto o más agitada que la de él.

"Dime que no te gusto, también" el cobrizo lo retó, provocando que Brent bufara indignado contra sus labios, que a la vez provocó que la boca hinchada del muchacho lo tocara de nuevo por una milésima de segundo. Iba a tener un mal rato si Brent decidía repentinamente mirar por debajo de su cintura.

"que presuntuoso" dijo este, tratando de esconder lo oscurecidos que sus ojos se habían tornado. Oscurecidos por lo que Edward esperaba fuera lujuria. La misma que sentía corriendo por sus venas en ese momento.

"Eso no es lo que pregunte" se burló, pero por supuesto, Brent no dijo nada. Eso no detuvo a Edward de sonreír como un idiota, sin embargo.

Se inclina menos alerta esta vez, cepilla los labios ligeramente entre los de Brent una sola vez.

"para" dice, y una mano pálida se posa en el pecho de Edward para poner un par de centímetros de distancia. "no lo hagas. Tú no eres así"

A falta de más incentivos que eso Edward se inclinó otra vez, dando un pequeño beso con la boca abierta al muchacho más joven. "Creo que lo soy" contradice y se agacha una vez mas, haciendo lo mismo y él sonríe un poco cuando Brent hace un vago sonido en la parte posterior de la garganta. "me encanta. Hay que hacerlo un poco mas"

Así que lo hace. Otra vez y otra vez.

"¿Vas a ignorarme después de esto, no es así?" pregunta y sabe que es solo otro débil intento de intentar poner barreras.

"nunca más" asegura por segunda vez en la noche y hay otro par de besos antes de que vuelva a hablar. "estoy harto de tener que darme explicaciones a mi mismo, que se valla todo al infierno"

Los dedos de Edward aprietan en las caderas de Brent tan duro que más tarde tendrá que preocuparse sobre si habría dejado marcas. En ese instante de lo único que esta consiente es que quiere seguir, seguir, seguir, seguir hasta que no quede mas aire en sus pulmones para retener y necesite primero auxilios. Preferiblemente, de Brent.

"No" este dijo y Edward no pudo reprimirse de rodar los ojos antes de besarlo de nuevo "no, me mudaré"

"Está bien" respondió Edward. "Está bien, pero quiero que pienses en esto. Como mucho"

Él lo besa lo más profundo que puede, sumergiéndose por completo en la sensación y sí alguien pudiera verlo en el momento, probablemente creería que lo que trataba de hacer era comerse a Brent vivo. Y vaya si eso era excitante.

"Si te vas, ¿en que cama te meterás cuando tengas pesadillas?"

Lo dijo sin mala intensión y totalmente vacío de doble sentido, aun así la cara de Brent se volvió más roja si era posible y se mordió el labio tanto que un poco mas y le saldría sangre.

"L-Lo pensaré" dijo, y una gran sonrisa se extendió por la cara de Edward. "Pero eso no significa un sí" reprendió " y- y aun que fuera, esto" hizo un gesto apuntando al piso con la mano firmemente "no volverá a pasar, me quede o no" Edward colocó otro beso en sus labios, rápido y furtivo y se quejo cuando Brent se alejo casi al instante.

"lo que digas" él murmuró, dejando un último, casto besito antes de que Brent se diera la vuelta, aparentemente disgustado y dejando a Edward solo en su habitación, sonriendo a la vista del pelo revuelto de Brent como el idiota que se sentía.


N/A: uuuuuaaaaaaa….. espero que la espera valiera la pena, pero aquí esta mi regalito para ustedes, ¿me dejan un comen? Es mi regalo…

¿y ahora que va a pasar!?

gracias a todas y todos los que me dejan mensajitos aunque tarde como una loca, sorry

Nos vemos en otros tres meses! (bromita:c)