Los cimientos de un futuro nuevo
Sesshomaru y Kagome se encontraban en el jardín interior de palacio, las abundantes flores plantadas estrategicamente le daban color al lugar, en el centro había una fuente alimentada por una corriente subterránea y cerca había un árbol grande y frondoso cuyo verde follaje cubría con su sombra un banco de piedra tallada que permitía sentarse y apreciar las vistas y lo apacible del lugar.
-Es hermoso - dijo Kagome a Sesshomaru una vez estuvieron sentados ahí. Ella se sentía en paz y el lugar le daba muy buena vibra, recostó la cabeza en el hombro del Lord. Sesshomaru solo asintió, el podía verse ahí, con Kagome a su lado y a los cachorros que seguramente tendrían jugando a gusto en el jardín. No recordaba haber pasado tanto tiempo con su padre, cuando el nació había una guerra entre clanes que hacía que su padre y a veces incluso su madre debieran ir con los ejércitos, pero recordaba que cuando Inu no Taisho volvía a palacio lo llevaba ahí, o incluso a los bosques circundantes a palacio, y conversaba largo rato, a veces el le ayudaba a entrenar, cuando fue lo suficiente mayor acompaño a su padre a la guerra, quería ser el mejor, derribar a más enemigos, al ser joven ansiaba la sangre y la gloria que cubre a los guerreros; sin embargo veía que su padre parecía tener un gran pesar al final de cada día de batalla. Recordó haberle preguntado porqué.
" Estaban en una colina, hasta ahí iban llegando soldados con los caídos y heridos. Los unos iban a ser enterrados y los otros llevados a la tienda del sanador. Sesshomaru igual que los demás estaba cubierto de sangre y sudor, pero esa sangre no era suya. Miraba hacia la explanada donde habían otros caídos, los enemigos, el había matado a muchos de ellos, recordaba la adrenalina, el poder, el ansia de ganar y su desgana porque al final ninguno le daba la talla; si el Lord del Oeste, Inu No Taisho era increíblemente poderoso, su hijo no lo era menos.
Inu no Taisho miró a su hijo, poderoso, fuerte, y sin embargo aún joven e inexperto, aún así, sin duda que con la guía adecuada sería un gran Lord para Occidente.
- Ha sido un largo dia- le dijo Toga a su primogénito. Este se dio la vuelta y fueron ojos como los de Irasue los que le devolvieron la mirada. El se parecía más a ella, cierto, pero tenía las características justas de los dos. Sesshomaru siguió la mirada de su padre hasta el punto que él antes observaba, pero pudo ver como la mirada del gran comandante se oscureció y con un suspiro cansado se dio la vuelta para regresar al campamento.
- Padre, ¿Porqué estas apesadumbrado? Hemos vencido, el enemigo esta derrotado y aún si volvieran a atacar podríamos acabarles. - en el fondo Sesshomaru, él, joven y con ansia de gloria y grandeza quería lograr la victoria definitiva.
- Hemos ganado cachorro - el General sonrió al ver la casi imperceptible mueca de su hijo ante el llamado - pero ¿A qué precio?, si asesinamos enemigos, y más aún, perdimos de los nuestros también pero era algo evitable si hubieran tomado la paz que se les propuso, querían arrasar las aldeas humanas en los lindes de Occidente, los humanos tampoco les han hecho algo a ellos, entonces querían dañar al Oeste. - vio que el menor lo observaba frunciendo el seño.
- De eso se trata la guerra ¿No? - Sesshomaru no veía el punto, se perdían hombres, cierto, el conocía a cada uno de ellos, pero era algo con lo que todos los líderes lidiaban.
- Así es. Pero preferiría la paz, les he hecho la guerra porque amenazaban la seguridad y bienestar de los míos, para protegerlos. Ellos nos han hecho la guerra sin necesidad alguna, por ambición, querían más, y por gusto, los derramamientos de sangre son su diversión, y aún mueran sus propios hombres no les importa. Eso no es lo que somos, cachorro"
Miro a Kagome que descansaba entre sus brazos. El desde ese día había puesto más atención y mirado con más cuidado todo lo que su padre hacia, recordaba que siempre se decía que quería ser como el, y también recordaba el día en que lo perdió.
- Ya ha llegado - le dijo suavemente a Kagome mientras la despertaba. Podía sentir el poder de la otra miko acercándose y también al Señor del Norte. Denyo había sido bastante rápido esta vez, ya se vería.
Ambos se miraron fijamente, finalmente el Lord bajo la cabeza y atrajo a Kagome hacia si,dándole un beso cargado de intención al que ella respondió con las mismas ganas.
La miko se sorprendió al sentir que el Daiyoukai la alzaba por la cintura para sentarla en su regazo, frente a frente. El beso se hizo más profundo, ella puso una mano en el fuerte hombro de Sesshomaru para sostenerse mientras el con una mano le sostenía la cintura y enredaba la otra en los cabellos azabache para atraerla más a el. Ya más audaz, Kagome dejo sus labios y beso el cuello cerca de su oído, siguio bajando y un suave rugido la recompensó. Sesshomaru la separó un poco para mirarla, sus ojos chocolate eran más oscuros, lo que combinado con el rubor que teñia sus mejillas era una visión de lo más estimulante.
Kagome se inclino un poco hacia atrás y pudo sentir la reacción del cuerpo del Lord a sus caricias. La timidez había volado y esta nueva Kagome quería provocarle, aunque luego seguro se moriría de pena al acordarse. Repitió el movimiento arriba y abajo con sus caderas, un latigazo de placer le recorrió el cuerpo a la vez que la mirada ahora más oscura y deseosa del Lord se posaba en su boca y la estrechaba más contra si, dándole un beso lleno de deseo. La miko gimio y eso le dio paso a la lengua del Lord para explorar su boca, mientras una de sus manos se colaba bajo el kimono acariciando una de las piernas de la muchacha.
Unos toques en la gran puerta de madera tallada les hicieron parar. Se miraron aún en la misma posición en que estaban.
- Lord Sesshomaru, el Lord del Norte esta aquí y trae con él a la miko Kikyo - aviso la voz fuerte y clara de Denyo, sin entrar al recinto.
Ambos se separaron y luego de acomodar sus ropas y en el caso de Kagome soltar del todo su pelo, pues el peinado era un desastre, salieron.
A Denyo no le paso desapercibido el rubor de Kagome al salir, sonrió para sus adentros, quien lo diría de Lord Sesshomaru, si iba a resultar un impaciente novio su señor. Ya lo molestaría con ello mas tarde. Kagome era definitivamente la mejor para ser pareja del Lord en su opinión.
Kikyo había sido llevada a la biblioteca, que Sesshomaru también había dispuesto como su despacho. Dargys había entrado con ella, la vio quedarse de pie frente a la gran mesa de madera oscura, frente al asiento que usaba el Lord. La miko le incomodaba y a la vez le atraía. Abrió los ojos sobremanera, y ese pensamiento lo golpeó como un yunque, le atraía, una miko, una humana, ciertamente era algo físico, pues la había visto hasta hoy y no la conocía, pero aún así la mujer le había hecho sentir ya cosas que ni otras youkais habían provocado.
- ¿ Kagome también vendrá? - la voz suave y clara de Kikyo saco al youkai de su abstraccion. Por un segundo sus miradas se cruzaron y Dargys analizó con genuino interés las finas facciones de la miko, ella al ver la mirada curiosa del youkai apartó la suya; no sabía si él estaba sopesando el parecido que tenía con Kagome, a quien parecía conocer, o si era algo más, y eso no quería saberlo.
- Lady Kagome vendrá a verle, ella fue quien le solicitó a Lord Sesshomaru que la encontráramos - los ojos color plata del youkai mostraban consternación al ver como ella se daba la vuelta con prontitud, dándole la espalda.
La puerta de la biblioteca se abrió y Sesshomaru entró con Kagome del brazo, y no les paso desapercibida la mirada de Dargys a la miko. Kikyo se dio la vuelta y al verlos hizo una reverencia, para ella estaba más que claro el lugar que ahora ocupaba Kagome.
- Lord Sesshomaru, Lady Kagome. - la joven Miko miró a Kikyo un momento y luego tomó una de sus manos entre las suyas. Dargys seguía ahí, custodiando la puerta y pudo ver claramente la expresión de inicial desconcierto de la recién llegada y como luego se relajaba.
El Lord del Oeste rodeo la mesa y se sentó en el gran sillón de cuero. Kagome se sentó en el reposa brazos por elección. Y Kikyo tomo asiento frente a ellos.
- Miko, ¿Qué sabes de Inuyasha? ¿El te ha estado rastreando? - la voz fuerte de Sesshomaru sobresaltó a Kikyo, que sentía la mirada de Dargys en su nuca.
- Poco después de la última vez que nos encontramos con ustedes acampamos en una aldea no muy lejos de allí, pero la noche que llegamos yo me aleje y deje a Inuyasha en un claro - ella inspiró y recordó lo que había ido a hacer, quería ser realmente capaz de darle hijos, cuando pensó que el la amaba, que quería una vida con ella - cuando volví lo encontré con una youkai, estaban...teniendo relaciones, ellos no me vieron o sintieron porque oculte mi presencia y me fui. A la mañana siguiente me fui, le dije al monje lo que sabía, lo que había oído y partí con la intención de llegar aquí con la otra mitad de la perla - finalizó mientras se quitaba el collar donde la llevaba sujeta y se lo tendía a Kagome.
- A Miroku, Sango y Shippo, Inuyasha los atacó esa mañana y ellos huyeron, nos encontraron y ahora están aquí - dijo Kagome en un tono de voz neutro y con una calma que no sentía.
- Pero es más que eso - siguió Kikyo, esta vez miraba a Sesshomaru - Inuyasha quiere la perla para volverse un youkai completo y conspira con esa youkai con la que estaba, Natsuki...- Kagome se tenso y a Kikyo no le paso desapercibido. Sesshomaru tomo la mano de su miko y trazo con uno de sus dedos pequeños círculos en el reverso - el quiere matarlo, reclamar el título de Lord del Oeste para si mismo, y a Kagome. Natsuki le ayuda por despecho, dice que usted la ha rechazado en favor de Kagome.
El youki pesado de Sesshomaru lleno la habitación, el mestizo no tendría a Kagome, ella le amaba a él, ella era suya "mía, nuestra, ella nos quiere a nosotros, acepto nuestro cortejo" su bestia rugía, deseosos ambos de acabar al hanyou. Sintió la mano suave de Kagome apretar levemente su brazo.
- Miko Kikyo, este Sesshomaru pone a tu disposición la opción de quedarte a vivir en palacio, como un ofrecimiento mio y de Kagome. Si así lo haces, aquí tendrás lo que necesites y se te protegerá, has de saber, por la información que conoces, que se avecina una guerra, no se te exigirá que luches. Si por el contrario deseas irte, se pondrá una escolta a tu disposición para llevarte al lugar que decidas - Sesshomaru se puso de pie y tomo a Kagome del brazo, en ese instante Kikyo se levanto.
- Deseo permanecer aquí si así me lo permiten, les agradezco este ofrecimiento, pero si quiero luchar, si mis habilidades sirven, que sea a una causa justa. - su voz no titubeo ni una vez y luego se arrodilló - Yo Kikyo, sacerdotisa de la aldea de Edo, juro lealtad al Oeste por mi y los mios, para las generaciones presentes y futuras, por mi vida y mi poder. - se mantuvo arrodillada, a la espera de si ellos aceptarían su juramento. Ella no tenía más en esta vida, no tenía nada ni a nadie y quizás allí podría encontrar su propósito de vida.
- Este Sesshomaru y Lady Kagome aceptan pues tu lealtad, así se cumplan las palabras que hoy has pronunciado, eres entonces una más entre nosotros y así como tu has jurado, de la misma manera el Oeste te corresponde - una vez Sesshomaru hubo terminado, Kagome ayudo a Kikyo a levantarse.
- Cuando estés instalada ven a verme, hay mucho de que hablar. - la de lacios cabellos se sorprendió ante la amabilidad y ausencia de rencor de Kagome. Luego ellos salieron y solo quedaron Kikyo y Dargys.
Kikyo miraba por la ventana el hermoso jardín. Sintió a Dargys aproximarse y le vio de reojo, sin voltearse.
- ¿ Porqué? - dijo el de rubios cabellos, ciertamente confundido. Lord Sesshomaru había puesto a su disposición la opción de irse, porqué entonces había querido quedarse. La miko se sobresaltó al sentir que el youkai la sujetaba del brazo para hacer que lo viera de frente.
- ¿Porque no? - sugirió ella. La pregunta desconcertó a Dargys y Kikyo aprovecho para irse a prisa, dejándole con un montón de preguntas.
Inuyasha esperaba en el gran salón, con Natsuki recostada en un diván, cuando entro un youkai de cabello castaño y ojos verdes, que examinaba minuciosamente a Inuyasha.
- El es Lord Raggo, mi padre - dijo Natsuki pasando de largo a Inuyasha y poniéndose al lado de su padre. Esperaban que Inuyasha reverenciara pero no lo hizo. Raggo apretó los labios, el era poderoso, y si bien el mayor de los Taisho no reverenciaba, era un Lord, el más poderoso y podía dejárselo pasar,a este media sangre aspirante a Señor no. Soltó su youki pesado y eso consiguió que el híbrido clavara una rodilla en el suelo.
- Eres hijo de una princesa, supongo que ella te habrá enseñado algo de modales - sentenció Lord Raggo para luego salir.
Inuyasha se quedó ahí solo, liberandose de la molesta sensación de ser sometido por ese poder. El creía que sería recibido con honores y a cambio tenía esto.
" pero ya vera cuando sea el Señor absoluto del Oeste y youkai completo " pensaba mientras los seguía por los pasillos.
Hasta aquí el les guste.