Disclaimer: Los personajes aquí utilizados no me pertenecen, son enteramente de Tadatoshi Fujimaki y sus ayudantes, patrocinadores, etc, etc... yo solo los tomo prestados un ratito cortito para escribir tonterías. Los personajes no han sufrido daño, trauma o lesión durante la realización de este relato y han sido devueltos a su respectivo propietario una vez finalizado el relato.

Puede que sean rivales en la cancha, e incluso enemigos, pero la llegada de un nuevo integrante a la gran familia del basket, hará que olviden sus rencillas y se unan para apoyar a los nuevos padres, al tiempo que van contando la historia de amor de Kagami y Kuroko, y como su noviazgo dió paso a su boda y su ahora, reciente paternidad.

KagaKuro, MidoTaka... y alguna pareja mas.

Dedicado a MoniK. Mi pequeña princesa Fujoshi.

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Uno mas en el equipo.

Capítulo Uno: Teléfono móvil.

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El trasiego de gente en el hospital no se detenía. Takao seguía con la mirada el caminar de las personas, desde la sala de espera. Iban, venían, algunas se sentaban en la misma sala, otras salían a llamar por teléfono o a fumar un cigarro, la cuestión es que no estaban solos en el cuarto.

Junto a él, Midorima acariciaba sin parar el pequeño delfín de peluche que descansaba en su muslo desde que habían llegado. El artículo para la buena suerte del día de hoy era el animal de felpa, y aunque no lo admitiera, estaba tan nervioso como los demás de estar ahí, y eso que se había ofrecido voluntario para ello.

Compartían auriculares, uno cada uno, escuchando en el móvil del mayor el partido del Seirin que retransmitían desde la cancha. Ninguno se movía apenas lo justo para seguir la retransmisión del partido con interés, pero fingiendo que la cosa no iba con ellos en absoluto, como si esperasen una señal que les dijera que podían marcharse sin mas de aquél deprimente lugar, o eso es lo que parecía.

Cualquiera que conociera un poco a Midorima sabría que su acariciar nervioso significaba otra cosa, y que a pesar de los desprecios que le hacía delante de todos, la persona por la que estaba ahí le importaba y mucho

Apenas un par de horas antes, todos los jugadores de baloncesto de su generación se habían movilizado para presenciar el partido, pero un hecho inesperado les había llevado a replantearse todo de nuevo.

Gritos y mas gritos, reproches, insultos, algunos incluso habían llegado a las manos... Kise se había puesto de lo mas insoportable, y Aomine ya había dejado claro que no pensaba perderse la final... y luego estaba el otro protagonista, Kagami, que había sido llevado a rastras, literalmente, por los miembros de su equipo, ante la negativa de jugar ese partido en concreto.

¿Y que es lo que había llevado al pelirrojo a tomar esa decisión? Obviamente la única cosa que le importaba mas que el basket. Kuroko.

La razón por la que esos dos estaban en el hospital, con el móvil de Takao en la mano, esperando una noticia para comunicarla, y el de Midorima en la otra, escuchando como iba el partido por si acaso.

Kuroko se sentó a su lado, y miró un rato a su antiguo compañero en silencio.

– ¿Se puede saber que demonios haces aquí, Kuroko?. – El peli-verde musitó fastidiado.

– La enfermera se olvidó de mí. Me aburró. – Miró a su compañero con ojos de cachorro.

– No te muevas, voy a buscar a alguien. – Midorima le puso el auricular en la oreja para que siguiera el partido junto a Takao, que le miraba con una gran preocupación en el rostro.

– ¿Estás bien, no te duele?. – El moreno posó la mano en la abultada barriga de Kuroko y acarició lentamente, temiendo dañarle.

– No, Kagami exagera. – Puso la mano sobre la de Takao, dándole un par de palmaditas tranquilas.

El chico pensó que Kuroko era marciano, o que no tenía umbral del dolor, por que que él supiera, la razón por la que Taiga no quería jugar ese día era por que su chico había roto aguas por la mañana, y ya habían pasado como ocho o nueve horas.

Debería estar de parto, o lo que fuera, y sin embargo, estaba ahí con él, escuchando el partido como si nada, vestido con esa estúpida bata que deja el trasero al aire y con actitud despreocupada y serena. Bueno, otra cosa sería extraño en Kuroko, la verdad, pero esa calma le ponía de los nervios.

Midorima regresó con una enfermera, que no solo no se acordaba del chico, si no que no recordaba haberle ingresado siquiera, y trataba al chico de gafas como si estuviera loco o algo mucho peor.

Hasta que se dio cuenta de que decía la verdad. Tomó la muñeca del peli-azul y vio con temor que la pulsera médica indicaba que el chico de pelo verde decía la verdad, y que la futura mamá había sido ingresada precisamente para tener a su bebé, y que nadie le había puesto el gotero ni nada en horas.

De repente todo eran prisas, órdenes, gritos y pasos acelerados.

Kuroko seguía el jaleo a su alrededor sin moverse, sujetando el pequeño auricular contra su oreja, posando la mano abierta en el pabellón de la misma para no perderse nada, y sonriendo imperceptiblemente cada vez que el comentarista decía algo sobre su chico.

Kagami lo estaba haciendo estupendamente ese día. Había marcado mas de cuarenta tantos, y aún quedaba la mitad del encuentro.

Midorima le arrebató el otro auricular a su chico y escuchó junto a su ex-compañero un rato, mientras las enfermeras se ponían de acuerdo en el tratamiento de la mami.

– Por mucha prisa que se de, aún tardará una hora. – Le dijo a Kuroko que se limitó a asentir. – Y eso si no hay tráfico y la entrenadora deja que se marche en el momento justo del pitido final.

– Disculpe. – La enfermera se inclinó para tomar a Kuroko por la muñeca, ayudándole a ponerse en pie, pero hablándole a Midorima. – Nos ocuparemos de su esposo ahora.

– No es mi esposo. – Dijo seriamente, pero tapando el trasero de Kuroko con la punta de sus dedos vendados, sacando una sonrisa traviesa a Takao, por ese gesto tan tierno.

Aunque tratara de ir de serio y estirado, de vez en cuando, se le escapaban esos gestos tan monos que daban al traste con la imagen que trataba de dar. Y aunque no lo reconociera, el chico sombra era un amigo al que apreciaba.

– Tienes que volver a la habitación. Te pondremos la medicación para acelerar un poco el proceso. – Kuroko asintió, aunque miró a Midorima con ojos de cachorro.

El de gafas suspiró comprendiendo.

– ¿Podrían esperar una hora?. – Takao soltó una risita que le hizo mirarle de reojo un segundo. – Su esposo no llegará hasta entonces. – Se explicó pero la enfermera se limitó a tomar a Kuroko por un antebrazo y guiarle de nuevo a la habitación de la que se había "fugado" minutos antes.

– Me temo que eso no depende de nosotras, jovencito. – La enfermera señaló la redondez de la barriga del peli-azul. – Si este pequeñín quiere salir no habrá nada que le detenga, pero si la mamá aguanta, podemos esperar hasta el último momento para poner las medicinas.

– Estoy bien, no me duele. – Murmuró bajito, pero su cara decía otra cosa muy distinta.

La doctora acudió en ese momento, pillando a todos en el pasillo, con el historial de la mamá en sus dedos. El teléfono de Takao sonó anunciando una llamada, que constestó de inmediato.

– Es para tí. – El moreno le tendió el móvil a la mamá que áun no había ido muy lejos.

– ¡No dejes que salga, Kurokocchi!, junta la piernas o algo, que ya voy para allá. – Kise gritaba al aparatito sin importarle mucho que todo el mundo en las gradas le estaba mirando. – Esto está terminado ya, no creo que remonten. ¡Ah, espera! Kagamicchiiiiiiiiiiiiiiiiiii iii ¿Quieres decirle algo a Kurokocchiiiiiii?. – Gritó al mismo tiempo que bajaba las escaleras del costado de tres en tres.

Kagami ni se lo pensó, saltando la protección que separaba la cancha del público, tomó entre los dedos el teléfono de Kise de un tirón.

– ¿Estás bien?. – Ansioso, no dejó que nadie mas le tocara mientras hablaba con su esposo.

– Si, me llevan a la habitación. – Respondió de lo más tranquilo. – Midorima y Takao están aquí, escuchando el partido. Enhorabuena, lo estás haciendo muy bien sin mi.

– Gracias... Kuroko... – Se escuchaba de fondo a todos sus compañeros de equipo y amigos gritando cosas a la mamá para que las escuchara por encima de la voz de Kagami. – En cuanto termine el partido estaré allí, aguanta.

– Está bien, tranquilo. – Se giró mirando a Midorima y le sonrió un poquito, deslizando la mano por la redondez con cariño. – Te estaremos esperando, diviértete todo lo que puedas por nosotros.

Colgó sin mas, tras decir estas palabras, y le devolvió el móvil al morenito.

No quería que Kagami se pusiera nervioso por él. Por que si seguía hablando descubriría que no estaba tan bien como había dicho.

Los dolores habían empezado en ese momento, mientras hablaba con él.

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Kyaaaa re kyaaaa... buenoooo, mi primer fic fuera del fandom de Naruto...

En fin, a ver que tal la acogida... de eso dependerá el ritmo de actualizaciones, de momento irán cada tres días.

Sin mas me despido, esperando que os guste y eso.

Besitos y mordiskitos

Shiga san