Este fic es un One Short, tendrá solamente tres capítulos. Espero que os guste y lo disfrutéis. He hecho una cutre-imagen especial para este fic que ahora intentaré ponerla de imagen del fic.

Por cierto, tengo que decir que la idea de este fic surgió después de leer The Unexpected Gift, otro fic de Castle (en inglés).

Espero reviews :)


Aquella mañana andaba mucho viento, tanto que se tuvo que recoger el pelo en una coleta mal hecha para no distraerse apartándoselo de la cara y poder prestar la atención que merecía la escena del crimen.

Tras recibir toda la información que los Detectives Ryan y Esposito habían podido reunir acerca de la víctima, Beckett se agachó junto a Lanie y el cadáver, a ver si ella le decía algo nuevo.

-Solo te puedo decir que quien le hizo esto – dijo, señalando las marcas que la víctima tenía en el cuello y la cara – era un hombre.

-¿Por la fuerza? – preguntó Beckett.

-Exacto. Además te puedo decir que era más alto que nuestra víctima, ¿Ves esto? – dijo la forense, indicando las marcas en el cuello – Están hechas desde abajo, si el asesino fuese más bajo o igual que él, las marcas serían más horizontales.

-Así que nuestro asesino es un tipo alto – dijo una voz a sus espaldas.

-Ey, Castle – dijo la Detective, levantándose. El escritor le dedicó una sonrisa y le ofreció su café.

-Tengo que acompañar a este a la morgue antes de que se lo lleve el viento – dijo Lanie, señalando al cadáver – Te llamaré en cuanto le haya realizado la autopsia.

-Gracias Lanie – le dijo Beckett.

Castle y Beckett avanzaron unos pasos, hacia donde Beckett tenía aparcado el coche. Hasta que se percató de que los ojos del escritor estaban fijos sobre ella.

-¿Qué pasa? – preguntó, sonrojándose.

-Nada, que estás muy guapa - Kate sonrió. Incluso con aquella coleta mal hecha la veía guapa.


Beckett estaba sentada sobre su escritorio, mientras Castle colocaba en la pizarra la foto de la víctima y escribía su nombre.

-Yo – dijo Esposito, acercándose a ellos desde el otro lado de la sala.

-¿Has averiguado algo más sobre la víctima? – le preguntó Beckett.

-Se casó hace año y medio. Su mujer se llama… – dijo, revisando sus notas – Amanda Sandler. Tienen una hija de pocos meses. Amanda está de camino ahora mismo.

Kate cerró las puertas de la sala de descanso, para conseguir más intimidad. Amanda estaba sentada en el sillón, con su hija en brazos.

-¿Quiere un café? – le preguntó Castle.

Ella negó con la cabeza.

-Solo quiero saber qué le ha pasado a mi marido, ¿dónde está mi Tom? ¿Esta es la planta de homicidios, verdad? ¿Él está… - su voz se quebró antes de poder terminar la frase.

La Detective Beckett acercó una silla y se sentó frente a Amanda, intentando ser cercana a ella.

-Sí, él… ha fallecido. Lo lamento mucho Amanda – Tras darle la mala noticia, Kate dejó que la mujer se desahogase, se trataba de darle el tiempo necesario para que pudiese asimilar la noticia y que pudiese ayudarles en lo que les fuese útil – Necesitamos cualquier información que pueda sernos útil, ¿estaba su marido metido en problemas, tenía algún enemigo?

-No, no, Tom es una persona honrada, él solo trabajaba honradamente para que pudiésemos sacar adelante a nuestra hija. Se llama Amy, ¿sabe? Solo tiene seis meses.

Kate miró a la niña, que dormía plácidamente en los brazos de su madre, ajena a la pérdida de su padre y al dolor que eso producía en su madre.

-Yo solo quiero que ella esté bien, que sea feliz – dijo Amanda, con lágrimas en los ojos.

-Haremos todo lo posible para que eso suceda – le dijo Beckett – Encontraremos al asesino de su marido. Esta es mi tarjeta, - le dijo, tendiéndole una tarjeta con su número de teléfono – llámeme en cualquier momento si recuerda algo que pueda sernos útil.


-¿Otro café? – preguntó el escritor, viendo la taza de Kate vacía sobre su escritorio

-No, creo que es suficiente por hoy. Mañana tendremos los resultados de la autopsia y con un poco de suerte nos aclararán algo más sobre el caso.

Tras acudir al lugar de trabajo de la víctima, habían interrogado a varios de sus compañeros con los que había podido tener algún que otro percance, pero todo se trataba de pequeños incidentes laborales sin importancia y todos ellos tenían coartada, lo que los dejaba de nuevo sin ningún sospechoso.

Cuando las puertas del ascensor se cerraron, el móvil de la Detective comenzó a sonar.

-Beckett – contestó.

-¡Necesitamos ayuda! – gritó una voz desesperada al otro lado de la línea – ¡Está aquí, él está aquí, ha venido para matarme!

-¡¿Amanda?! – gritó Beckett – Vamos para allá inmediatamente, pero, ¿quién es él?

Pero al otro lado de la línea solo se escuchó un golpe y los gritos desesperados de Amanda.


Cuando llegaron a la casa encontraron el cuerpo de la mujer en el suelo, en mitad del pasillo. Parecía tener las mismas marcas en el cuello que su marido.

Beckett dejó soltar el aire que había estado conteniendo, en un largo suspiro.

-No ha sido culpa tuya – le dijo Castle.

-No he podido ayudarla.

-Lo sé. Pero no podías hacer nada más.

Antes de que Kate pudiese decir algo, un llanto procedente del fondo del pasillo los sacó de su conversación. El bebé de Amanda.

Beckett se apresuró hacia el lugar del que provenía el llanto, con la pistola en alto, pero la bajó al comprobar que la habitación estaba despejada, excepto por la cuna en la que se encontraba Amy. El bebé llevaba puesto un pijama de color rosa y estaba pataleando los barrotes de la cuna. Cuando vio a Kate, dejó de llorar, deteniéndose a estudiar aquel nuevo rostro.

Beckett enfundó su pistola y cogió a la niña en brazos.

-Ven aquí tesoro.

No podía evitar sentirse culpable por no haber podido ayudar a su madre y triste al saber que esa niña crecería sin sus padres.


Gracias por leerlo!