Bueno, llegó la hora y no tienen idea de lo triste que estoy ahora mismo. Esta historia es y será mi niña mimada. Le tengo muchísimo cariño y créanme que acabarla no ha sido una decisión fácil, pero como le comenté a algunas personas, no merece la pena arruinarla alargándola porque si. Creo que ya ha contado lo que tenía que contar y llegó la hora de decirle adiós.

Quiero agradecer a toda la gente que lee, a todos los que se han tomado el tiempo de hacerme llegar sus pensamientos y comentarios a través de los reviews, y aquellos que aunque no comentaban en esta pagina, igual me hacían llegar algunos comentarios por twitter, o simplemente compartían la historia con otros. Muchísimas gracias. Y muchas gracias como siempre a mi soul mate Sarux, por el apoyo incondicional con esta y cada una de mis histos. Puedo decir que has sido y sigues siendo mi maestra ;).

Y bueno sin mas preámbulos, disfruten.

Advierto que el capítulo tiene varios saltos en el tiempo, así que espero que se entienda.

Gracias por leer y nos vemos pronto!


Levanto la vista y la veo nadando hábilmente en la piscina, en nuestra casa en los Hamptons, tal y como Kate siempre quiso. Bueno, ahora es Senadora Beckett. Sonrío divertido pensando en todo lo vivido años atrás y los años posteriores.

Ella nada de un lado a otro en la piscina y yo solo puedo pensar en lo guapa que es. En lo buena que es en todo lo que hace y en lo orgulloso que me siento de ella. Dejo la portátil a un lado y cojo la limonada bebiendo un trago, mientras ella sale de la piscina con su cabello largo y castaño y esa belleza que me da celos que otros miren.

Coge una toalla y se acerca con paso rápido secándose el agua. Yo la miro con media sonrisa mientras pasa frente a mí y entonces lo veo.

-Espera…-Digo para que se detenga-¿Eso es un tatuaje?-Exclamo mirando la parte baja de su espalda.

Ella mira por encima de su hombro y pone una mueca.

-Pensé que mamá te había dicho…-Me dice.

-Charlotte Virginia Castle Beckett…-Comienzo a decir.

-Mamá me dio permiso-Dice ella de forma defensiva.

-¡Tienes catorce años!-Digo yo poniéndome de pie.

-Exactamente. Ya no soy una niña…-Ella empieza a caminar hacia la casa.

-Sigues siendo exactamente una niña.

-Ya está hecho-Me dice con sus ojos azules llenos de esa altanería adolescente y ambos entramos a la casa.

La misma que yo había comprado tantos años atrás. Solo que con algunas modificaciones.

-¿Pero cuando te has hecho eso?

-Papá…-Se queja ella.

-Déjame verlo-Digo acercándome.

-Mira, ya está hecho ¿vale?, no hay nada que puedas hacer al respecto.

-Y un demonio, ven aquí…

Ella sonríe, esa sonrisa que se parece tanto a la de Kate, y empieza a caminar hacia atrás.

-Tengo que irme…-Dice divertida.

-¿Por qué sonríes eh?

-Porque me da mucha risa cuando te pones en plan mandón.

-Soy tu padre.

-Ya.

-Charlotte…

Ella suspira y se acerca dándome un beso en la mejilla.

-Voy a salir con Robert-Dice y simplemente se va caminando hacia las escaleras.

-¿Quién...? ¡¿Quién demonios es Robert?!-Exclamo yo hablándole mientras ella se detiene cuando ve a Kate acercarse y le dice algo al oído.

Yo me quedo allí de pie con las manos en la cintura mientras Kate me mira y noto como sus ojos brillan cuando Charlotte termina por irse y ella se acerca a mí. Aun esta vestida con una blusa blanca y una chaqueta negra muy elegante. Pero en lugar de pantalones de vestir aun tiene puestos los pantalones de pijama con ositos y unas pantuflas.

Se supone que ahora mismo está de vacaciones, y se supone que en tres días nos iremos a Europa. Pero la cosa es que la Senadora Kate Beckett nunca tiene vacaciones. Y yo lo entiendo. Un trabajo con tanto poder como ese, necesita tiempo. Y Kate se lo da. La gente me pregunta cómo hacemos, como es que nuestro matrimonio sigue igual que siempre, igual de solido. Y yo simplemente les respondo que aunque ella ahora es más conocida y tiene cierto poder en el mundo político, sigue siendo la misma.

La misma que busca justicia, la misma que simplemente tiene una necesidad de ayudar a otros y de hacer valer sus derechos. Y la misma de la que me enamoré cuando tenía veinte años, con esa sonrisa y esos ojos que iluminan mi vida.

Aunque su agenda ahora está más saturada, ella sigue dedicándonos tiempo a mí y a Charlotte.

Nuestra hija fue y sigue siendo una bendición. Y en el momento en el que nació Kate quiso pasar todo el tiempo posible junto a ella. Incluso años atrás cuando comenzó su carrera hacia el senado, nunca había dejado a Charlotte ni a mí de lado.

Yo por mi parte sigo escribiendo. Y sigo amando escribir, como el primer momento en el que descubrí que esa era mi pasión.

Había acabado la saga de Nikki Heat hacía cinco años y había comenzado algo nuevo, algo totalmente diferente a lo que tenía acostumbrados a mis lectores. Algo mucho mas oscuro, algo mucho mas serio de lo que yo solía escribir. Y para sorpresa de muchos, incluyéndome a mi, habían sido un éxito.

-¿Qué se supone que estás usando?

-Estaba en skype con Andrew y algunos más-Me explica refiriéndose a su secretario y a la gente con la que trabaja.

-Pensé que estabas de vacaciones…

-Lo estoy-Me dice mostrándome sus pantuflas y me sonríe-¿Qué está pasando?

-Tu hija, eso está pasando.

-¿Cómo es que cuando estás molesto con ella es solo mi hija y cuando gana alguna competencia de natación es tuya?-Me dice con una mueca.

Charlotte es sumamente buena en los deportes, sobretodo en natación. Pero últimamente se ha estado portando de una forma bastante rebelde.

-Sabes a lo que me refiero. ¿Desde cuándo tiene un tatuaje? ¿Por qué siempre soy el último en enterarme? ¿Y quién demonios es Robert? ¿Y porque las pantuflas están sonriendo?-Digo mirándole las pantuflas de conejitos.

Kate ríe entre dientes y se quita la chaqueta dejándolo sobre el sofá.

-Sabes que no puedo hacer una junta en skype con la pijama completa.

Se acerca y me abraza por la cintura.

Yo al principio intento no caer demasiado en su juego pero no puedo evitarlo. Kate es mi kriptonita, mi debilidad, y ella misma lo sabe. Su lengua entra en mi boca y yo la cojo por la cintura con fuerza.

Estos quince años no han hecho que nuestra pasión sucumba. Todo lo contrario. Siempre encontramos un momento para demostrarnos cuantos nos deseamos y cuanto nos queremos a pesar de todo. No solo físicamente, sino de diferentes formas.

-Tendría su punto que aparecieras con ese pijama de ositos-Susurro sobre sus labios y ambos sonreírnos.

-Eww, buscad una habitación-Escucho la voz de Charlotte que ahora está vestida con unos vaqueros y una camiseta y está bajando las escaleras.

Me recuerda tanto a Kate cuando tenía más o menos esa edad que me da miedo.

En realidad Charlotte es la copia de su madre a esa edad.

-Charlotte, no hemos acabado esta conversación.

-Mamá, ¿puedes decirle a tu marido que no estamos en el siglo pasado?

Yo miro a Kate y ella sonríe encogiéndose de hombros.

-En primer lugar puedes decírmelo tu misma porque estoy aquí. ¿Quién es Robert?

-Papi, ¿me das dinero?-Me mira con sus ojos azules y yo resoplo sacando mi billetera.

-¿Vas a decirme quien es Robert?-Digo dándole dinero.

Escuchamos una bocina y ella mira hacia la puerta.

-Ya me voy, nos vemos mas tarde. Os quiero-Se acerca y le da un beso a Kate.

-¿A dónde vas?-Pregunto antes de que se vaya.

-Al cine. Adiós.

-¡No llegues tarde!-Exclamo antes de que cierre la puerta.

Camino hacia la ventana y la veo subiéndose en una motocicleta con un chico al que no le veo la cara porque tiene un casco.

Yo miro a Kate con una ceja levantada.

-¿Qué?-Me dice colocándose a mi lado.

-Se parece demasiado a ti.

Ella carcajea.

-¿Perdona?

-Siempre fuiste así de rebelde.

-¿Solo yo fui rebelde?, disculpa pero tu madre dice otra cosa.

-¿Quién es Robert?

-Tú sabes quién es. El hermano de Molly-Me dice caminando hacia la cocina.

-¿Molly su amiga?

-Aja-Ella abre el refrigerador cogiendo una manzana.

-Espera, ¿El que tiene ese piercing en la ceja? ¿No tiene diecisiete?

-Si-Se encoge hombros.

-¡¿Está saliendo con alguien mayor?!-Kate ríe de nuevo.

-Dime por favor que ves la ironía.

-No es gracioso.

-Seguro mi padre pensará que lo es-Dice divertida.

Yo resoplo cruzándome de brazos.

-Además ya sabes que Charlotte aparenta más edad-Explica.

-Exactamente.

-¿Desde cuándo te has vuelto tan celoso?

-Desde que ha cumplido los trece y veo como la miran los chicos.

-Con respecto a eso no puedes hacer nada-Ríe-Ya he hablado con ella sobre todo lo que debía hablarse.

Yo la miro alarmado.

-¿Sabes qué?, ni siquiera quiero saberlo.

-Me encanta como hace contigo lo que quiere.

-Se supone que tú eres la del carácter.

-O sea que yo soy el poli malo y tu el bueno, ¿es eso?

Yo asiento.

-Yo siempre he sido el guay…

Ella me mira divertida y me coge de la mano hasta que ambos nos sentamos en el sofá.

-Charlotte es una chica muy inteligente y aunque esté pasando por una fase, sabe que cosas son buenas y cuales son malas.

-Es una adolescente, Kate, los adolescentes no saben de esas cosas.

-Quizás tienes razón, por ejemplo, yo aun era una adolescente cuando me enamoré perdidamente de ti.

-Vale, eso ha sido un golpe bajo-Ella me sonríe-Recuérdame lo enamorada que estabas de mi otra vez…

Ella ríe divertida colocándome sus pies enfundados con las pantuflas en las piernas.

Es extraño tenerla en casa de esta forma tan relajada. Pero me encanta y pretendo disfrutarlo.

-Mucho. Aunque tú me ignoraras.

-Bueno, estabas peque…-Mi mano acaricia su pierna y ella deja la manzana de lado cuando su móvil comienza a sonar.

Yo lo cojo antes que ella y la miro con los ojos entrecerrados.

-Nada de llamadas, Senadora. Hoy tiene la agenda solo para su marido-Digo y ella ríe cuando yo me acerco a ella colocando mi cuerpo sobre el suyo para besarla.


Yo río divertida cuando Castle me alza en brazos y comienza a darme vueltas.

Me abrazo con fuerza a su cuello y ambos carcajeamos llenos de felicidad.

Dicen que los recién casados viven en una burbuja durante un tiempo. Y justamente Castle y yo estamos en esa burbuja. Una burbuja de amor en la que solo estamos nosotros dos, en la que solo existimos nosotros y lo que el otro nos hace sentir.

La luna miel ha sido magnifica. Hemos viajado a diversos sitios, hemos comido, bailado, bebido, hemos hecho el amor incontables veces. Y ahora estamos en nuestra casa.

En la casa de Los Hamptons en la que yo siempre soñé vivir con él. Ese sueño que tuve siendo solo una adolescente y que ahora se hace realidad.

Él abre la puerta aun conmigo en brazos y ambos entramos.

-Bienvenida a casa, Señora Castle-Me dice besando mi nariz y colocando mis pies en el suelo.

-Sabes que seguiré siendo la Detective Beckett ¿verdad?-Le digo divertida.

-Lo sé. Nunca te pediría que te cambiaras el apellido, cariño.

-Pero para ti puedo ser la señora Castle-Acaricio su pecho y él ríe cogiéndome por la cintura para robarme un beso.

Yo me giro para mirar alrededor y veo todo igual pero diferente. Estos últimos años Castle ha hecho varias modificaciones a la casa. Pero las imponentes vistas siguen igual de esplendidas y eso es lo único que me importa.

Él me abraza por la espalda mientras yo miro la playa desde allí y yo me dejo abrazar.

-Nuestra casa…-Digo yo sonriendo.

-¿Quieres ver las habitaciones?

-¿Me está proponiendo lo que yo creo, señor Castle?

Él carcajea.

-Solo si te apetece…-Sonríe-Pero en realidad eso no fue con dobles intenciones.

-Me parece que estás perdiendo tus facultades para seducirme.

-Me estás ofendiendo, Katherine…

-¿Mmm?-Él comienza a besarme el cuello y yo me alejo.

-Ven aquí…

Yo río y corro subiendo las escaleras. Él también ríe y me persigue hasta que llegamos a la habitación en la que me lanza sobre la cama y me besa con pasión. Yo río debajo de sus labios y siento su mano levantando mi vestido veraniego hasta bajar mis bragas. Ambos nos miramos y a continuación hacemos el amor inevitablemente.


Yo los escucho riendo y eso me hace sonreír. No puedo decir que no los haya escuchado discutir. Lo han hecho como todas las parejas supongo. Pero una cosa que me encanta de mis padres es la complicidad que tienen. Casi como si fuesen mejores amigos.

Intento pasar frente a la habitación de ambos sin que me vean pero no tengo éxito.

-Charlotte-Escucho la voz de mamá y suspiro asomando mi cabeza.

-¿Si?

-¿Podrías venir, por favor?

Yo entro con paso pesaroso, se por donde viene la cosa.

Papá me mira con los brazos cruzados y mamá está en la cama rodeada de papeles.

-Nos ha dicho el entrenador Rodríguez que te has saltado una de las practicas. Ya sabes lo importante de la disciplina en la natación…-Comienza a decir papá.

-Lo sé-Digo sin más-Y no me la salté, llegué tarde.

-Es lo mismo.

-Lo siento ¿vale?, es solo que estamos en verano y no me gusta que me obligueis a ir. Quiero estar con mis amigas.

-¿Con tus amigas o con Robert?-Dice papá.

-Mamá…-Miro a mi madre y ella le da una mirada de reprimenda a él.

-Lo que tu padre quiere decir, cielo, es que sabes que tienes ciertas responsabilidades. Te preguntamos si querías estar en el curso de verano y nos dijiste que si…

-Porque sabéis que me encanta nadar, pero no quiero que se vuelva una obligación, porque entonces empezaré a odiarlo.

-Nosotros tampoco queremos que se vuelva una obligación para ti cariño. Solo queremos que te lo tomes enserio, ¿sí?-Me dice mi padre ya con un tono más cariñoso.

-Sabéis que lo hago-Él asiente y se acerca abrazándome.

Los abrazos de mi padre son los mejores abrazos del mundo.

-¿Quieres hacer unas carreritas hoy en la piscina?-Me pregunta despeinándome.

Yo odio que haga eso, porque me siento como una niña pequeña, y ya no lo soy.

-De hecho quería hablaros de el asado de hoy…-Digo refiriéndome a la pequeña reunión que haremos en casa para celebrar la reelección de mi madre como senadora.

La primera vez que la eligieron yo tenía ocho años. Lo recuerdo como si fuera ayer, toda la campaña, todo el movimiento, la gente coreando su nombre. En ese momento me encantaba que fuese mi madre, y ahora más aun. Porque entiendo lo que hace, porque entiendo la razón por la que la gente la quiere tanto.

Quizás trabaja demasiado, pero nunca ha dejado que su trabajo interfiera en nuestras vidas.

Una vez les pregunté a mis padres como se habían conocido, y la historia que me contaron había sido de lo más interesante.

Simplemente me parece increíble que luego de tanto tiempo aun estén juntos.

-¿Qué pasa?-Me pregunta papá.

-Pues que Robert vendrá-Digo mirándoles.

Mi padre frunce el ceño y mira a mi madre.

-Vale-Dice él-Me parece muy bien de hecho.

-Por favor trátale bien-Le digo yo a él.

-Por supuesto.

-Estoy hablando enserio, papá.

-Que sí, que sí.

Yo pongo los ojos en blanco.

En ese momento tocan la puerta y mi padre sale emocionado porque probablemente es mi hermana Alexis con su familia. Su marido Dylan y mis sobrinos Sussie de tres años y Dayton de uno. Yo recuerdo que mi padre tampoco quería mucho a Dylan al principio. Pero ahora que ha visto lo feliz que es mi hermana, supongo que ya se le ha pasado su odio hacia él.

Cuando él sale noto la mirada de cariño que le lanza mi madre.

-Oye, mamá…-Ella me mira.

Es tan guapa. Siempre lo ha sido. Recuerdo pensar que era como una de esas princesas de los cuentos que solían leerme ella o mi padre por las noches.

-Dime, mi amor.

Yo me siento en la cama y hago círculos sobre las sabanas.

-¿Puedo hacerte una pregunta?

-Claro.

La relación que tengo con ella es bastante cercana. Siempre he sentido que sea lo que sea, nunca va a juzgarme.

-¿Cómo…como sabes si…como supiste que estabas enamorada de papá?-Digo aun sin mirarla a la cara, pero cuando lo hago la veo sonriendo.

-No lo sé, simplemente lo supe. Lo comparaba con cualquier otro chico y cuando estaba cerca sentía estas cosquillas en la tripa y sentía como mi corazón latía muy rápido.

-Y todas las canciones tienen de repente sentido…

-Exacto.

Ambas sonreímos.

-¿Eso te pasa con Robert?

Yo asiento.

-Nunca me había pasado con nadie más, mamá. Y me da miedo.

-¿Te da miedo?

-Porque es extraño y…

-Desconcertante.

-Sí.

Ella ríe y me abraza.

-Todos nos hemos sentido así, cariño. Es parte de la vida. Solo tienes que disfrutarlo. Si Robert se siente de la misma forma entonces simplemente disfruta.

Yo asiento y ella me sonríe.

-Y no olvides lo que te dije.

-Mamá…

-No, Charlotte, es enserio.

-No vamos a tener esta conversación otra vez.

-Yo también tuve tu edad ¿vale?, se lo que es, se como es. Pero quiero que hables de estas cosas conmigo. Sabes que no voy a juzgarte. Solo quiero que hagas las cosas bien.

Sí, me está hablando de sexo. Y aunque yo puedo contarle casi cualquier cosa, incluso me atreví a pedirle ayuda con lo del tatuaje, esto aun hace que me sienta incomoda y me sonroje.

-Vale.

-Venga, vamos a saludar a los primeros invitados.

-¿No vas a terminar esto?-Digo mirando los papeles.

Ella niega poniéndose de pie.

-Primero la familia-Me dice y me abraza por la cintura mientras salimos de la habitación.

-¿Mamá?

-¿Si?

-Te quiero-Digo colocando mi cabeza en su hombro.

-Yo más, mi amor.


La risa de Jim hace que yo frunza el ceño.

-Me alegra de que el hecho de que tu nieta salga con un chico con una perforación en la ceja y el pelo más largo que el de Kate te haga gracia.

-Oh no, lo que me hace gracia es lo bien que trabaja el karma.

-No es gracioso. Encima no se qué le ve.

-Bueno, Charlotte ha demostrado que le encanta llevarte la contraria, así que seguramente que odies a su novio es lo que más le atrae de él.

-¿Tú crees?-Pregunto bebiendo un sorbo de mi whisky mientras ambos estamos en la parrillera y miramos hacia la piscina en donde están mi hija, los hijos de Ryan: Sarah y Matt, ambos de más o menos la misma edad que Charlotte, "su novio" y su hermana Molly, la mejor amiga de mi hija.

-Bueno, en realidad eso pensaba de Katie y de ti, que estaba contigo para molestarme, y mira por dónde. Estáis casados ya.

Yo sonrío y miro a Kate que está charlando con la pandilla de la 12, mientras el hijo de Espo y Lanie, quienes nunca se casaron por cierto, corretea con mis nietos y Alexis y su marido ríen mirándolos.

-¿Sabes qué?, deberíamos interrogarle.

-¿Al chico?

-Claro, meterle un poco de miedo.

Jim ríe.

-Seguro.

-¡Eh, Robert!-El chico que está usando una coleta alta nos mira-Ven aquí.

Mira a Charlotte que se encoge de hombros y se acerca.

-¿Quieres una cerveza?-Le pregunto.

-Eh…tengo diecisiete, señor-Me dice con voz gruesa.

-Buen respuesta-Le lanzo una soda-Ven aquí, acércate-Él lo hace-¿Te estás divirtiendo?-El chico asiente-Me alegro-Sonrío falsamente-Creo que es hora de que hablemos hombre a hombre, Robert. Sabes que Charlotte es mi niña pequeña ¿verdad?

-Sí señor.

-Y que si alguien le hace algo…

-Nunca le haría nada-Dice él enseguida.

-Y cuando digo nada, quiero decir nada-Digo en tono sugerente y amenazante pero sin dejar de sonreír.

-Nada...-Repite él.

-Nada-Dice luego Jim.

-Bien, me alegro de que nos entendamos chaval-Mi mano choca contra su espalda.

-Dime que no estás atormentando al chico, por favor-Escucho la voz de Kate y me giro.

-Oh no, solo estábamos charlando ¿verdad?

Robert asiente, decisión sabia.

-Ve a divertirte, Robert. Mi marido habla demasiado.

El chico huye y yo la miro ceñudo.

-No me quites autoridad delante de ese rufián.

Ella ríe besándome en la mejilla.

-¿No te recuerda a alguien, papá?-Dice mirando a Jim.

-A mi no me digas nada, que de todas formas siempre hacías lo que querías.

-Y mira que bien resulté.

Él pone los ojos en blanco pero luego ríe.

-Resultaste incluso aun mejor, cariño. Tu madre estaría orgullosa ahora mismo.

Kate asiente.

-¿Por qué no me dejáis a mi cocinando y vais a compartir con los invitados?

-¿Seguro?-Pregunto yo.

-En realidad tu madre se ha estado quejando de que no la has saludado-Me dice Kate.

-Mi madre se queja por todo-Digo yo y Kate y Jim ríen.

Yo dejo que me coja de la mano y me lleve hasta el grupo, saludando a todos, incluyendo a mi madre.

Y en esa tarde, con la gente que importa, con mi familia y con…Robert, puedo decir que mi vida no puede mejorar.


-¿Estás seguro de esto?-Le pregunto y él me mira muy serio.

-Creo que es hora-Me dice luego con media sonrisa.

-Lo que te apetezca a ti, cariño-Digo mientras me aplico la crema en las piernas y ambos estamos en la cama a punto de irnos a dormir.

-He dedicado toda mi vida a las novelas de misterio. Creo que puedo expandirme un poco, creo que ya tengo la experiencia y la confianza para hacerlo.

-Estoy segura de que tus fans te apoyarán-Le miro-Te digo que tu fan numero uno lo hará.

-¿Tu?-Yo asiento divertida.

-Supongo que a Cid no va a gustarle mucho. Odia la incertidumbre. Es una de las cosas que menos admiro de ella. No le gusta aventurarse.

Yo dejo la crema a un lado y le miro.

-Pues Cid debería saber que escribas lo que escribas, lo harás genial. Eres uno de los mejores en lo que haces.

-Lo soy ¿verdad?-Sonríe.

-Lo eres-Río yo cogiendo su mano.

-Aun extraño escribir Nikki Heat-Me dice.

-Pero si dijiste que tenia que llegar a su fin.

-Ya, pero eso no quiere decir que no lo extrañe. Quizás diez libros son suficientes en cuanto a marketing y en cuanto a historia. Pero es de mis personajes favoritos.

Yo siento un calor en mi pecho y vuelvo a sonreír.

-Me pregunto por que.

-¿No te lo imaginas?

-No…

Él me roba un beso.

-Gracias por estar siempre a mi lado y ser mi musa-Me dice recostando la cabeza en mi regazo.

Yo le miro con cariño y mis manos acarician sus mechones.

-Siempre-Le digo y sus ojos azules brillan llenos de amor.


Sonrío sentándome sobre el miembro de Castle, dejando que me llene, que me haga suspirar de satisfacción.

Habíamos decidido que esta noche comenzaríamos con los intentos. Esta noche comenzaríamos a hacer a nuestro pequeño o pequeña. Tenemos un año de casados y sentimos que es el momento.

Comienzo a mecerme y él me mira a los ojo acariciando mis piernas. Sus dedos recorren mis caderas y luego rodea mis glúteos con fuerza. Yo acerco mi boca a la de él besándolo profundamente, gimiendo ante la exquisita sensación de hacer el amor con el amor de mi vida y el exquisito sabor de los labios de él.

-Te quiero tanto…-Lo escucho susurrar sobre mis labios.

Yo comienzo a subir y a bajar más rápido y ambos gemimos sin dejar de sonreír.

Vuelvo a erguirme y ambos nos miramos con amor y pasión. Este año de casados ha sido magnifico. Y ambos decidimos que estábamos listos para dar el siguiente paso.

Queremos una familia.

Mis dedos se enredan en su pelo y vuelvo a besarlo. Sus manos acarician mi espalda y sus labios atrapan uno de mis pechos haciéndome gemir y suspirar.

Por la ventana la luz de la luna hace que el pelo de Rick tenga reflejos blancos, y que la atmósfera se sienta aun más excitante.

Yo me muevo más rápido, llevando mis propias manos a mis pechos, acariciándolos mientras Rick me mira embelesado en medio de nuestras respiraciones entrecortadas. Lo siento grande y duro en mi interior y un delicioso fuego comienza acumularse en mi vientre, amenazando con explotar en un delicioso orgasmo, amenazando con arrebatarme la razón como cada vez que hacemos el amor.

Mis uñas raspan su pecho y él comienza a mover la cadera hacia arriba, acompasándose a mis propios movimientos.

Yo grito arqueando mi espalda, y sonrío cuando la mano de Castle acaricia mi vientre y luego se cierra sobre uno de mis pechos.

Él sigue moviéndose al igual que yo, con movimientos muy profundos y yo simplemente gimo cuando el fuego de mi vientre se esparce por mi cuerpo, haciéndome temblar. Sin embargo Castle se sigue moviendo y el orgasmo es aun más increíble.

Rick cambia de posición, quedando sobre mi y me coge con fuerza por la cintura, empujando un par de veces más, hasta acabar en mi interior con un gemido gutural.

Ambos respiramos de forma entrecortada y yo acaricio su espalda sudada. Él levanta la vista mirándome y ambos reímos.

-Creo que esta ha funcionado-Me dice él besándome el mentón y luego haciéndose a un lado.

-¿Cómo lo sabes?-Digo yo divertida.

-Solo lo sé.

-¿Eso quiere decir que no vamos a seguir intentando?-Digo yo para ver su reacción.

-Oh no, definitivamente seguiremos intentando-Me atrae a su cuerpo abrazándome con fuerza y nuestras piernas se enredan debajo de las sabanas.

Yo le miro y acaricio su mejilla.

-Espero que tenga tus ojos-Digo acariciando luego su ceja.

-Y yo espero que tenga tu sonrisa.

-Y tu sentido del humor.

-Y tu nariz.

-Y tú pelo.

-¿Mi pelo?-Ríe.

-Me encanta tu pelo.

-O sea ¿que si estuviera calvo no te habrías enamorado de mi?

-Mmm…

-Katherine Beckett…

Yo carcajeo.

-Te quiero-Digo de repente.

-¿A mí o a mi pelo?

-A los dos.

Él sonríe.

-Pues mi pelo y yo también te queremos mucho-Besa mi cuello-Pero mucho, mucho.

-¿Si?

-Aja.

Yo río entre dientes y dejo mi cabeza en su pecho.

-Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Richard Castle.

-Y tu eres simplemente mi vida, Kate Beckett-Me susurra y yo me abrazo a él, porque lo único que quiero en el mundo es estar a su lado.

Para siempre.

Fin.