Hola chicos, se que he tardado mucho y me arrepiento pero entre la enfermedad de mi hermana y los estudios estoy un poco agobiada (Oh Dios me estoy convirtiendo en una de esas autoras que tardan en escribir y luego ponen excusas. ¡Que mal!) Bueno, me gustaría dar las gracias a todos los que comentaron en el anterior capitulo y a todos los que siguen leyendo después de lo que os he hecho. Solo puedo decir que lo siento muchisimo y que a partir de ahora espero subir más a menudo. Como regalo de compensación he decidido adelantar el encuentro con Harry. Realmente lo iba a prolongar mucho más, pero ahora en el siguiente capitulo aparecerá. Por cierto, a partir de ahora, las conversaciones solo aparecerán entre guiones.
Descargo de responsabilidad: Si yo fuera dueña de Harry Potter ahora no me estaría arrepintiendo de nada porque habría puesto a Harry y a Hermione JUNTOS desde el principio.
Título: Una segunda oportunidad
Parejas: Harry/ Hermione (Posteriormente)
Rating: T
Advertencias: Nada para los primeros capítulos.
Tipo de letra: Normal. Pensamientos.-Conversaciones- "Parsel"
CAPITULO.8
Sirius y Hermione iban bajo túnicas negras con capuchas anchas que les tapaban la cara por completo y no dejaban ver quienes eran. Sirius todavía era un preso a los ojos del mundo mágico, y había un gran número de personas que seguramente lo reconocerían. Tenía muchas ganas de que se diera la noticia públicamente de que habían arrestado al verdadero culpable, solo en ese momento se sentiría libre por completo, cuando consiguiera poder salir a la calle sin tener que esconderse. Ahora caminaban escondidos en sus capas a través de las concurridas callejuelas del callejón Diagón con la intención de atravesar el muro que los llevaría al Londres muggle. Por fin, Sirius se encontraría con su ahijado y Hermione volvería a ver a su mejor amigo.
Sirius había querido viajar en escoba, ya que era un medio mucho más rápido y con ella llegarían antes, pero Hermione en seguida se había negado. Tal vez no temía al mago más poderoso del mundo, ni a un trol gigante, ni a un asesino disfrazado de rata. Tal vez volar en un enorme dragón no le había parecido tan horrible, al menos los dragones están vivos y no son muy complicados de controlar- para ella- y volar sobre Thestrals estuvo más bien de lo que podía reconocer, después de todo, los Thestrals son criaturas muy pacíficas y era más parecido a montar a caballo, pero volar en escoba no era algo que Hermione Granger, mejor dicho Hermione Black, tenía en su lista de "Cosas que hacer".
Así que por esa razón estaban allí, caminando silenciosamente a través de una gran muchedumbre de personas intentando ir lo más rápido posible y sin perderse. Pasaron por delante de Las tres escobas, Madame Malking, Zonco y otras tantas tiendas, pero sin detenerse en ninguna de ellas. Cuando finalmente llegaron al callejón sin salida que cortaba el paso con un gran muro de ladrillos viejo que se alzaba. Para cualquier muggle era solo eso, un muro,una vieja pared. Pero para cualquier mago o criatura mágica era más que eso, era una puerta al mundo de la magia. Una puerta que no solo era de entrada, sino también de salida.
Sirius sacó de su capa un largo bastón oscuro con un mango de aspecto refinado que parecía tallado a mano con la figura de la cabeza de un impotente león, con una larga melena. Puso cara pensativa un momento como si tratara de recordar algo y tras unos instantes, golpeó con precisión en diferentes extremos. Cada uno de los ladrillos de la pared comenzó a darse la vuelta mientras desaparecían. Sirius dio un paso a delante y comenzó a caminar mientras Hermione le seguía de cerca.
-Sirius, será mejor que nos quitemos las túnicas, en el mundo muggle pueden parecer extrañas.- Dijo Hermione bajándose la capucha. Sirius imitó su gesto y hizo lo que le dijo.
-¿Cual dices que era la dirección?
-Los Dursley viven en el número 4 de Privet Drive.- Respondió simplemente Hermione.
Sirius se quedó en silencio durante un par de minutos. Su expresión era pensativa, pero también tenia algo de tristeza y tal vez remordimientos. Hermione entendía perfectamente como se sentía. Ella también estaba llena de culpa por cada uno de los errores que cometió durante la guerra y se recordaba cada día las consecuencias de esos errores -Sirius, no debes culparte por nada de esto. Ya te he dicho que no fue culpa tuya. - Sirius no la miró. Se quedó mirando hacia el suelo sin responder.- Te comprendo. Yo también me he sentido así antes. Pero al final comprendí que en lugar de estar castigándome a mi misma por cosas que están en el pasado y ya no puedo cambiar, es mejor intentar hacer que lo que está todavía por pasar sea siempre mejor.
-Harry lleva años viviendo con esa gente, y yo no estuve ahí para ver sus primeros pasos, no estuve allí para estar con él cuando se le cayó su primer diente, no estuve cuando dijo su primera palabra. Ahora él no sabe quién soy.
-Pero puedes enseñarle quien eres. Puedes regalarle su primera escoba y enseñarle a volar, puedes estar allí el día que le llegue su carta de Hogwarts y puedes estar allí en su primer día de clases.- Dijo Hermione intentando animarle.- Deberías preocuparte más por hacer que su futuro sea fantástico.
-Tal vez tengas razón. Pero ha pasado tanto tiempo en ese lugar, con esa gente... Yo no sería capaz de perdonarme a mi mismo por dejarme. ¿Con que cara voy a mirarlo cuando lo vea hoy por primera vez en años?
-Oh Sirius, estoy segura de que Harry será capaz de comprenderte. No creo ni siquiera que vea la necesidad de perdonarte. Y respecto a la cara... tienes razón, tu cara es demasiado horrenda para ir y mostrársela a un niño, pero si yo soy capaz de soportarla, Harry también podrá.- Dijo Hermione sonriendo.
-Oye! Para tu información, esta cara era la más deseada en Hogwarts durante mis años de estudiante.- Dijo Sirius volviendo a su habitual sonrisa de perro que sería capaz de hacer reír a cualquiera.- Merlín, no se ni por que estoy hablando de esto contigo. Debo de haberme convertido con el tiempo en un viejo solitario que tiene que contarle sus penas a una niña.- Hermione en seguida se paró y se giró para mirarlo con el ceño fruncido y una cara de enfadada que la verdad, daba miedo.
-Te he dicho que no me llames niña.
-Tu has dicho que mi hermosa cara era horrenda. Estamos en paz.- Dijo Sirius con una sonrisa lobuna. En el poco tiempo que llevaba con esa chica se había dado cuenta de que detestaba que la juzgaran por su edad, cosa totalmente aceptable, porque la verdad es que al menos intelectualmente no era una niña. Pero a Sirius le daba igual. Había encontrado una manera de molestarla y no la dejaría pasar.
Hermione resopló frustrada, se giró y continuó caminando. Lo que Sirius no vio fue la pequeña mueca que casi podía haberse llamado sonrisa que se había formado en su cara. Hacía tiempo que no veía a Sirius y echaba de menos sus bromas y la peculiar forma ,que solo él tenía, de burlarse de ella. Hermione decidió no hacerle caso y seguir caminando.
-Hermione ¿Cuanto falta para llegar?- Preguntó Sirius al cabo de un rato.
-No falta mucho, pronto estaremos allí.
-¿Pero cuanto falta?- Preguntó Sirius con voz infantil.
-Te he dicho que no mucho. Si hablaras menos y caminaras más llegaríamos antes.- Dijo Hermione intentando que fuera más rápido. Tenía tantas ganas de volver a ver a su mejor amigo...
Sirius le hizo caso, podría haber seguido discutiendo, le encantaba hacerla rabiar, pero él también tenía ganas de ver a su ahijado, así que aligeró el paso de manera que casi avanzaba dando zancadas.
Pronto habían llegado. Estaban en el número 4 de Privet Drive.
Harry Potter era un niño normal.
O eso pensaba él.
Para él esta era una mañana normal. Su tía Petunia le había despertado muy temprano, justo después de la salida del sol. Como todas las mañanas se había vestido con la ropa que tenía intentando disimular que la camisa que llevaba era por lo menos tres tallas más grande de lo que debería. Había preparado unos huevos fritos con patatas y algo de bacon para su tío Vernon; su tía Petunia decía que estaba a dieta otra vez así que no quiso desayunar y a su primo Dudley cualquier galleta o bollería industrial que hubiera por casa le bastaba mientras fuera dulce y hubiera una gran cantidad. Como todos los días normales, después de limpiar la cocina y recoger todos los juguetes esparcidos de Dudley, lo habían encerrado en su habitación con un trozo de pan tostado y algo de leche.
Tras unas horas, los amigos de su primo habían venido a verlo, y como todos los días normales había recibido una pequeña paliza, nada especialmente doloroso. Lo habían atado y habían jugado a los indios haciendo como si Harry fuera la presa que habían capturado como sacrificio para los dioses.
Después de eso, sus amigos se habían marchado y le habían dejado atado hasta que su tía le desató para que pudiera limpiar el salón. Como cualquier día normal, él había hecho lo que su tía le pedía y después había vuelto a su cuartucho debajo de las escaleras para imaginarse una vida mejor en un lugar más bonito con gente que se preocupara por él.
Definitivamente ese era un día normal.
Al menos era un día normal hasta que alguien llamó al timbre.
Lucius Malfoy era un hombre importante.
Tal vez no lo llamaría u hombre feliz, pero si era un hombre importante. Tenía dinero y riquezas que van mucho más allá de lo monetario, tenía una hermosa esposa proveniente de una poderosa y antigua familia de pura sangres, porque seamos sinceros, aunque la antigua y noble casa ya no tuviera tanto prestigio, el nombre de Black seguía contando con un gran número de influencias, además de las riquezas y el poder que eso le entregaba a la casa Malfoy. Lucius también tenía a su hijo, lo había criado bien, siguiendo sus ideales y su forma de vida, preparándolo para que en el futuro fuera un buen hombre, o por lo menos el tipo de hombre que el consideraba un buen hombre. Teniendo dinero, poder, influencias y una familia perfecta ¿Por que no ser feliz? La razón era demasiado complicada. El señor Oscuro los abandonó hace ya más de siete años, pero Lucius sabía que volvería. Él siempre volvía. Y eso le atormentaba. No le dejaba dormir, no podía seguir viviendo con esta incertidumbre. Con el paso de los años, la gente había dejado de pensar en él y se habían convencido de que esos tiempos tenebrosos habían terminado. Pero Lucius sabía la verdad. No podías deshacerte de el-que-no-debe-ser-nombrado, y menos tan fácilmente.
Por si fuera poco, gracias a sus contactos en el ministerio de magia se había enterado de que los aurores habían atrapado a Petegrew.- Sucio bastardo.- Lo cierto es que la mayoría de mortífagos, incluyéndolo a él mismo pensaron que la rata realmente había muerto.
Pero eso cambiaba las cosas, eso significaba que Black, que Sirius Black era inocente. Lucius estaba casi seguro de que el ministerio sobretodo el ministro de magia se negaría a admitir su error y ni en un millón de años dejaría que la noticia se filtrara, pero si Lucius se había enterado, probablemente alguien más lo haría y teniendo en cuenta que Black todavía tenía amigos fuera, pronto habría mucha gente interesada en sacar a Sirius Black de Azcabán.
Ahora Lucius Malfoy no sabía que hacer. Puso su mirada en la calle, a través de la ventana podía ver a su pequeño hijo Draco jugando al ajedrez contra si mismo.
Lo que si tenía claro es que su familia era lo principal.
A kilómetros de allí, en una casucha que parecería abandonada en medio de un siniestro y tenebroso bosque, un hombre observaba como el búho que acababa de entrar por su ventana miraba fijamente, casi como si se le fueran a salir los ojos de sus órbitas hacia sus delicias de chocolate. La lechuza hizo un sonido ahogado suplicando un poco de dulce, pero el hombre-lobo no se dio cuenta, ya que estaba demasiado centrado, leyendo la extraña carta que éste le había traído mientras se preguntaba quien demonios podía ser HAB.
Querido HAB;
No se quién es usted. He estado repasando el anuario y todos los nombres de mis viejos amigos- y también enemigos- pero no obstante no he encontrado a nadie que se corresponda con sus iniciales, cosa que me ha parecido muy extraña, además de horrendamente injusto que usted sea conocedor de mi nombre y yo, en cambio, no sepa el suyo.
Respondiendo a su propuesta, soy una persona de esas que confían a ciegas pero como todavía no me ha dado motivos para desconfiar, me fiaré de usted.
Aceptaré su invitación con la única condición de que la cita tenga lugar en mi casa. Por tanto, si toma la decisión de venir, mi dirección estará escrita en la parte posterior de esta misma carta.
Antes de terminar de escribir esto, me siento obligado, debo informarle de que, a pesar de ser un hombre muy paciente y comprensivo, no suelo ser amigable cuando me enfado, así que si esto es algún tipo de broma pretendiendo tomarme el pelo o sus intenciones no son adecuadas, no me hago responsable de lo que pueda hacer.
Un cordial saludo;
Remus J. Lupin
PSDT: No le he dado nada al pájaro. No porque él no lo haya intentado.
Bueno chicos, quería plantearos algo, pienso hacer a Draco bueno y a su madre también, pienso que si no se hubiera criado de la forma en que lo hizo tal vez sería mejor. ¿Que os parece? Eso si, no estoy segura de si quiero que Lucius sea bueno, en este capitulo era más bien neutro. ¿Que os parece si en los comentarios me dejáis vuestras opiniones y según lo que me digáis yo haré una cosa u otra?
Muchas gracias por leer y hasta el próximo! Prometo que ese será más largo, casi el doble!